La sexta plaza de Nairo en el Tour retrata las bondades de una clase eterna
Por estas fechas, hace nueve años, Nairo Quintana se descubría al gran ciclismo en el Tour de Francia.
Una carrera que guardamos en el tarro de los buenos recuerdos de este colombiano que tantos sentimientos nos ha despertado en diez años.
Aquel Nairo era un tío valiente, con una pedalada fácil, que sigue manteniendo, pero una efectividad cuesta arriba que era demoledora.
No lo pasó bien Froome en aquel Tour, en aquella última semana, de hecho si Nairo y Purito hubieran encontrado cierta colaboración, a saber qué habría pasado.
Por cierto, aprovechando que estamos aquí, en aquel Tour, Movistar alineó un “dream team” que ya mostraba los tics que le han llevado a la situación actual.
En todo caso, aquí hemos venido a hablar de Nairo Quintana y del Tour que acaba de cuajar.
Un Tour lleno de mérito, por tanto tiempo delante, entre los mejores, luego pasar un bache y volver a estar ahí.
Hubo un momento, en el Granon, que un equipo que no es del World Tour tenía las dos primeras plazas a poco de la meta de la mejor etapa de ciclismo en mucho tiempo.
Nairo ese día nos recordó el primer Nairo, el desprovisto de ataduras, que atacó entre los capos de la carrera, abrió camino y acabó muy arriba.
Aunque nos parezca mayor, por todo el tiempo que lleva en esto, sigue estando un poco por encima de la treintena.
Perdió su golpe de pedal con la misma velocidad que le vino en un principio, tuvo grandes años, pero desde 2016 ya no le he vuelto a ver optando a algo notable en la general Tour… hasta esta edición.
Es obvio que nunca estuvo en disposición de inquietar a los dos mejores, ni siquiera a Geraint, con quien ya llevaba desventaja en los Pirineos, pero el conjunto de su actuación, tanto tiempo después, ha sido excelente para un tipo que ha pasado por tantos estadios estos años.
Ha acabado sexto, pero ha estado en la quiniela del podio muchos días.
Lo de Nairo Quintana saliendo de Movistar era algo que no veíamos claro, pero el tiempo se ha encargado de demostrar que su paso por Arkea es un win-win.
Los franceses ficharon a un ciclista top que no pasaba por los mejores momentos para dar el golpe en la mesa, el colombiano necesitaba un cambio de aires, pues su estancia en Movistar no daba más de sí.
Ahí está el resultado, Arkea es uno de los mejores equipos del mundo, como si la ambición del colombiano hubiera empapado en la esencia competitiva del equipo y Nairo ha vuelto a ser protagonista en la carrera para la que, no nos engañemos, confió gran parte de su capital ciclista.
Los Pirineos y cr0mo final de Nairo no han sido los mejores posibles, como para otro compañero de fatigas y podio, Romain Bardet, pero ha estado ahí, demostrándonos, a un servidor el primero, que la clase ni se compra ni se vende, se nace con ella y siempre puede surgir cuando menos se le espera.
Imagen: FB Équipe Arkea Samsic