Ciclistas
Un problema llamado Richie Porte
Brad Wiggins iba camino del aeropuerto de Niza con su recién conquistado maillot amarillo. Oteaba el horizonte en clave de grandeza. Sabía que aquello era presagio de algo más grande. “Pensaba en si nunca volvería a lograr algo tan importante” argumentó en una entrevista. El tiempo le demostró que sí, que fue capaz. Entre París y Niza muchos han encontrado el trampolín a sus ambiciones. El zaguán de algo notable. Richie Porte está en esa tesitura. Ve el futuro en amarillo.
Detecto pesimismo en la parroquia. El rodillo Sky se ha activado y las carreras han pasado a ser monocromáticas. Aunque muchos quieran ver en lo de Niza, e incluso Tirreno, la proyección de todo el año, esto no ha hecho más que empezar. El año es largo, con muchos frentes y conviene mantenerse en perspectiva.
Cabeza fría porque en el camino pueden surgir problemas varios y el Team Sky no es inmune. Sigue vigente su irresoluta cuestión de quién liderará el equipo en el Tour, el primero o segundo de abordo. Todo son conjeturas, nunca respondidas a nivel oficial y sí en declaraciones sueltas y puntuales de Wiggins, Froome, el otro y aquel. Continúa ahí por tanto esa bomba de relojería que estuvo a punto de estallar en algún pasaje del último Tour, con imágenes para el esperpento como aquellas de Froome evidenciando las debilidades de su líder, del líder de la carrera.
Pero lo que viene por detrás de sus dos cabezas de cartel no es poco. Miremos a Porte y su forma para ganar la París-Niza. Ha sido un triunfo tan completo y desprovisto de matices que la sana ambición de un corredor se ve alimentada. Porte explotó hace tres años en Saxo Bank. Fue el mejor joven de ese Giro que David Arroyo perdió en el ascenso del Mortirolo. Con la entrada de Alberto Contador en el equipo danés el corredor nato en Tasmania pasó a un segundo plano de abnegado trabajo y discreta forma de hacer.
Sin embargo el año pasado Porte dio un paso al frente pues de los gregarios del Sky nadie anduvo como él y mira que los otros andaban. Surgió en los “trenos” que llevaron a Wiggins a la conquista del Dauphiné y rodó como los ángeles en el Tour, una carrera que corrida a pelo no le habría situado muy lejos de Vincenzo Nibali, tercero a la postre. Es decir, Porte rodaría en tiempos de los rivales de sus jefes si no hubiera de trabajar para estos.
Con todo, cabe preguntarse si el corral Sky, ya revueltillo el año pasado, aguantaría la candidatura de un tercer espada que además declara, con toda la legitimidad, que ve el futuro en amarillo. Los problemas que los rivales a veces no le propinan a los multimillonarios británicos, le pueden surgir por generación centrífuga, de dentro hacia a fuera, y Porte es en ese sentido un arma de doble filo.
Ciclistas
Tour: Van der Poel quiere volar «demasiado» alto
Mathieu van der Poel, en el punto de mira por su acuerdo con una empresa de jets privados
Van der Poel vuelve a brillar en el Tour, cumple con lo que esperábamos -dos de dos en Alpecin-.
Yendo unos días antes, pensé en Icaro cuando leí esta noticia, en el momento de saber que Mathieu van der Poel es embajador de una compañía de jets privados.
Es tan inusual esto entre ciclistas que cualquier reacción que haya leído el neerlandés estos días era más que previsible.
Lo que me alucina es que se sorprenda, más cuando ya había oído murmullo cuando llegaba a los circuitos de ciclocross en un deportivo italiano de alta gama o llevaba esos relojes que patrocinan también el UAE.
Seguimos con el cliché del ciclista, como el deportista menos rico de la elite, y quizá sea cierto.
El tema es que al ciclista le ha venido la polémica a ver tras anunciar en Instagram que será embajador de Flying Group, una empresa de vuelos en jet privado.
El anuncio fue breve: “Encantado de compartir que soy embajador de Flying Group, orgulloso de representar a una empresa que está revolucionando la aviación privada”.
La respuesta del público no se hizo esperar: más de 1.100 comentarios, en su mayoría críticos, señalaban la contradicción entre el uso de jets privados y la necesidad urgente de reducir las emisiones contaminantes.
Algunos comentarios iban al grano: “Coge el tren, tío, y da ejemplo” o “¿El cambio climático te parece una broma?”.
Ante la avalancha de críticas, Van der Poel respondió defendiendo su elección: “Entiendo las preocupaciones medioambientales y respeto todas las opiniones, pero también tengo que cuidar mi tiempo, mi salud y mi tranquilidad. Viajar relajado, con menos estrés y menos exposición, me ayuda a rendir mejor y a mantenerme sano”.
Insistió en que el acuerdo no es por lujo sino por rendimiento deportivo: “Este acuerdo no va de lujo, sino de recuperación y de apoyo para rendir al 100%”.
El argumento, aunque pillado, no deja indiferente más cuando afirma que intenta tomar decisiones responsables con el medio ambiente siempre que puede, aunque reconoce que a veces prioriza sus objetivos profesionales.
A pesar de sus explicaciones, los datos no le ayudan mucho: un vuelo privado medio emite 3,6 toneladas de CO2, más de la mitad de lo que contamina en un año entero un ciudadano medio en Países Bajos.
Y un solo trayecto corto, como de Amberes a Alicante, puede emitir 6,29 toneladas de CO2, lo que supone más de 45 veces lo que emite un vuelo comercial por persona.
Mientras tanto, Flying Group se presenta como una empresa comprometida con la sostenibilidad, aunque no publica cifras concretas de emisiones.
Ciclistas
Carlos Rodríguez llega de vacío al Tour
Ciclistas
Pogačar y Vingegaard, otra vez en el Ventoux
Ciclistas
Tour: La diferencia entre Pogacar y Vingegaard es grande, pero no definitiva
Pensar ahora mismo que el Tour está sentenciado para Pogacar ante Vingegaard es precipitado
Ya podéis contar que de aquí a que empiece el Tour, dos semanas y un día, vamos a darle mil vueltas a la diferencia real entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar.
Tras lo visto en el Dauphiné, leemos que Jan Bakelants, retirado en 2022, entró sobre el enfrentamiento entre Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard de cara al Tour.
A través de una columna en el medio Het Laatste Nieuws, Bakelants no dudó en criticar la actitud de Vingegaard, al que consideró superado por Pogacar.
Según el belga, la forma en que Vingegaard se enfrentó a la superioridad de Pogacar en las etapas montañosas de la carrera parecía más una señal de rendición que de competencia.
«La forma amistosa en que Vingegaard aceptó la supremacía de Pogacar se pareció más a izar la bandera blanca que a demostrar que todavía puede hacer que el Tour sea emocionante«, afirmó Bakelants, dejando claro su descontento con el rendimiento del danés.
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