Ciclistas
Un marrón llamado Bradley Wiggins
Cuando Dave Brailsford esbozaba su Team Sky, cualquier trazo sobre el papel llevaba nombre impreso: Bradley Wiggins. Doble campeón olímpico de persecución individual, a un paso del podio del Tour de 2009, con margen y muy “brit”, el larguirucho londinense nacido en Gante era la clave de bóveda de todo el proyecto. Por ello Brailsford tuvo que emplearse a fondo para traérselo del Garmin en una operación que entiendo no fue sencillo y seguro rompió alguna amistad.
El tiempo ha avalado el fichaje de Wiggins y todos los quebraderos de cabeza de él generados, sin embargo el presente, cuatro años después, no es sencillo. Este mundo que devora hombres y gestas ha lanzado al infinito al excelente ciclista inglés. Sus tres vueltas de una semana sumadas a un Tour más oro olímpico nos parecen ahora hechos de la prehistoria. Una sensación de lejanía aliñada por el poderío de quien parecía su segundo, Chris Froome.
En la última edición del Cycle Sport dedican la portada al siguiente paso de Brad Wiggins. Primero ponen en contexto al corredor. En 2012 Brad era Dios, en 2013 casi ni se supo de él. Apuntan algunas causas. Por ejemplo, mientras Vincenzo Nibali, quien habría de ser su rival en el Giro, devoraba kilómetros en invierno, Wiggo pasaba de fiesta en fiesta, de homenaje en homenaje. Hasta tuvo una trifulca con la prensa al salir del hospital. Y es que el inglés no es persona fácil de volver a motivar una vez ha volcado energía y sapiencia en un objetivo. Tras el Tour recargar al ciclista fue una quimera como también se erró escogiendo el Giro, un campo minado que poco tiene que ver con el Tour.
Y a todo ello se añadió el Tour que firmó Froome. Todo perfecto para marear la perdiz y alimentar especulaciones de todo tipo sobre el futuro del ganador de la Grande Boucle de 2012. Sin embargo hubo un atisbo, una luz al final del túnel, tenue, si se quiere, pero luz a la postre. Wiggo ganó el Tour de Gran Bretaña y se colgó una meritoria plata en el mundial contrarreloj con Tony Martin y Fabian Cancellara como rivales.
Agarrado a esos resultados, Bradley Wiggins mira al 2014 sin saber exactamente qué hacer. Se habló de reintegrarse en la cuarteta de persecución que defienda la suerte británica en Río de Janeiro. Es una opción, y posiblemente tome forma, pero parece que trabajar a dos años vista por un éxito que se diluye entre cuatro personas, es poco para un corredor cuyo ego engordó tanto durante un tiempo.
Por medio dos objetivos se citan desde Cyle Sport. El primero habla del Récord de la Hora, en una opción por la que aquí ya mostramos nuestra afinidad pues abriría el coto por un logro realmente singular en la historia del ciclismo. Ahora mismo la marca de 49,7 kilómetros de Ondrej Sonseka es asequible tanto para él como para los otros dos croners que barruntan la tentativa. En el Reino Unido se relamen por ver un hijo de la reina coger el testigo de Obree y Boardman.
Luego está Roubaix, sí Roubaix, la ciudad del velódromo que acoge el epílogo del Infierno. Brad Wiggins fue 25º en la carrera justo antes de hacer cuarto en el Tour. Para muchos presenta la morfología ideal para estar en el top 5 de la carrera y además sus credenciales hablan de profundo respeto al ciclismo y su historia. Cabrá ver si se decide, mejorar lo que han hecho sus compañeros de negro estos años no le será complicado.
Sea como fuere Wiggins sigue vivo, deportivamente hablando, y aunque sus logros parezcan del pleistoceno en esta era de la sobreinfirmación cabe esperar volver a verle delante, sea en el escenario que sea. Su extravagancia lo merece.
Foto tomada de www.mirror.co.uk
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Ciclistas
Tirreno-Adriático: Juan Ayuso en hora y forma
Juan Ayuso puede añadir la Tirreno-Adriático a un inicio de 2025 inmejorable
No ganó de forma aplastante, quizá acostumbrados a ver exhibiciones brutales vestidas de UAE, pero la temporada de Juan Ayuso, hasta esta Tirreno-Adriático, está siendo de 10.
Los rivales los conocíamos, estaban marcados, incluso un Filippo Ganna, y eran buenos, Tom Pidcock, hiperactivo, Jai Hindley y el propio Mikel Landa.
Ninguno se lo puso fácil.
Pero Juan Ayuso, marcado desde la salida, vivo y con todas las opciones de cara a esta etapa reina, cumplió el pronóstico.
La etapa había arrancado muy movida, con Mathieu van der Poel atacando desde el kilómetro 0, lo que prometía emoción.
Después de un ritmo frenético, finalmente se escaparon ocho corredores: Gianni Vermeersch, Benjamin Thomas, Samuele Battistella, Jasper Stuyven, Chris Hamilton, Magnus Cort Nielsen, Andrea Vendrame y Andrea Pietrobon.
El pelotón no dejó que la fuga se distanciara demasiado, con equipos como Bahrain y UAE interesados en la etapa, ya que era la única montaña del Tirreno-Adriático.
La diferencia comenzó a reducirse en la subida final, donde primero Bahrain y luego UAE, excelso Del Todo, como el año pasado en esta misma carera, pusieron presión a Filippo Ganna.
Vendrame, que ya había ganado una etapa en esta carrera, se lanzó en solitario con 5 kilómetros para la meta. En esa misma subida, Ganna fue descolgado del grupo por Isaac del Toro, quien, como decimos, impuso un ritmo muy duro.
Poco después, Ayuso atacó y, tras él, se unieron Pidcock y Hindley.
Mikel Landa logró conectar con ellos, pero Ayuso no dejó de atacar. En los últimos 3 kilómetros, el español lanzó varios ataques hasta dejar atrás a sus rivales.
Fue una gran demostración de madurez de Ayuso, quien, pese a la presión y las expectativas sobre sus hombros, controló la situación y ganó con autoridad.
Pidcock fue segundo y Hindley tercero, y no se lo pusieron fácil.
Imagen: FB TirrenoAdriatico
Ciclismo
La caída y abandono de Vingegaard son una muy mala noticia
Ciclistas
La seguridad le quita el sueño a Vingegaard
La caída de Itzulia ha disparado los temores de Vingegaard sobre la seguridad
Para Jonas Vingegaard el accidente de la pasada Itzulia puede ser un antes y un después, lo admitió en su día y ahora lo refleja cada vez que habla de seguridad en el ciclismo.
Ciclistas
Jasper Philipsen va para MVP
Hay pocos ciclistas más valiosos que Jasper Philipsen
Podríamos decir que Jasper Philipsen aún no está en la mesa de los grandes, pero sin duda es uno de los ciclistas que más se acerca a reclamar su lugar.
Hoy en día, Philipsen es uno de los corredores más valiosos del pelotón, no solo porque tiene el nivel para competir y no desentonar al lado de ciclistas como Mathieu van der Poel, sino también porque ha demostrado ser capaz de asumir el mando en momentos cruciales y decidir las carreras a su favor cuando la situación lo requiere.
En las últimas temporadas, el belga ha dejado huella, especialmente con sus victorias en el Tour de Francia y en la Milano-San Remo.
Además, sus dos segundos puestos en el París-Roubaix resaltan la consistencia y el nivel de sus actuaciones.
Es impresionante la cantidad de victorias que ha logrado, muchas de ellas de gran calidad.
Su capacidad para adaptarse y brillar en diferentes escenarios lo ha consolidado como uno de los referentes del pelotón.
Es cierto que a veces se le ha señalado por su actitud algo «mafiosa», como aquella vez en el Tour de Francia, cuando mostró una ambición y control casi abusivos dentro del pelotón. Sin embargo, no se puede negar que Philipsen ha evolucionado hasta convertirse en un ciclista indispensable en la actualidad, un verdadero diferenciador en la carretera.
Su presencia, por ejemplo, ha elevado el nivel de su equipo, Alpecin, y le ha dado a la formación una dimensión competitiva que rivaliza con los grandes equipos.
Mientras que a Van der Poel no se le conoce tanto por sacrificarse por un compañero, Philipsen ha demostrado ser un corredor por quien Mathieu pone el equipo por delante cuando es necesario.
Además de su talento, Philipsen destaca por el buen ambiente que transmite en el pelotón, manteniendo una buena relación con otras grandes estrellas, como Tadej Pogacar y Michael Matthews.
A pesar de sus momentos de tensión, su carácter competitivo y su espíritu de equipo han sido clave para consolidarlo como uno de los ciclistas más completos.
En cuanto a su evolución como sprinter, Philipsen ha dejado atrás las críticas que alguna vez recibió, como cuando nuestro querido Adrián García lo apodaba «Jasper Disaster».
Hoy es uno de los sprinters más letales, habiendo superado las 50 victorias, muchas de ellas de gran nivel, como las nueve etapas del Tour de Francia y varias etapas en la Vuelta a España. Además, su victoria en Kuurne-Bruxelles-Kuurne este año ha sido una clara señal de su potencial, demostrando a Visma que en Alpecin tienen un rival formidable.
No solo es un hombre de victorias en el sprint, sino también un corredor versátil.
La victoria en el Gran Premio de Escalda de hace dos años, donde brilló rodando de manera sublime sobre los adoquines, lo consolidó como un gran especialista en terrenos difíciles, donde se mostró eficiente y competitivo, conectando con otros velocistas belgas que también dominaban las piedras.
Hoy, la presencia de Philipsen es uno de los principales alicientes para poner en aprietos a Pogacar en la Milan-San Remo.
Como es bien sabido, si Van der Poel no logra romper la carrera, Philipsen será uno de los hombres clave.
Este 2025 ya ha comenzado a demostrar cómo puede hacerle daño al mejor ciclista del mundo, reafirmando que está preparado para luchar por los títulos más prestigiosos.
Imagen: A.S.O.
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Esta Tirreno es muy importante para Juan Ayuso
Carolina
29 de enero, 2014 En 23:49
Se que las comparaciones son «odiosas», pero lleva el mismo camino que Andy Schleck ( no volver a hacer nada que merezca la pena) ; teniendo en cuenta por supuesto, que el currículum de uno no tiene nada que ver con el otro.