Para algunos ciclistas hacer trampas es parte de la rutina
Ni dinero, ni un trofeo, es el ego lo que sustenta las trampas entre los ciclistas.
Dejando de lado las influencias externas para que un atleta haga trampa o se dope, creemos que en el interior de cada uno hay una fuerza que empuja al atleta a ello.
Puede sonar controvertido, pero es así.
Mientras algunos señalan el dinero, otros lo hacen en el entorno, compañeros incluso en rivales, creemos que hay fuerzas internas que empujar al atleta a situaciones fuera de su control.
Un entrenador puede influir, claro que sí, también los compañeros con cantinelas como “nosotros lo hacemos así y no entendemos que no lo hagas” -la omertá, esa historia que tiene tantos capítulos aunque ahora no nos ocupe- pero al final de todo el paso lo da la persona.
Las trampas las hace el ciclista.
¿Cómo conciliar esas fuerzas externas e internas a las que se somete el atleta?
La respuesta es sencilla y la encontramos en el ego de cada uno.
En el ego cada atleta encuentra el motivo para hacer trampas, la forma de plasmar eso de “el fin justifica los medios”.
“Si lo hago ayudaré a mi equipo, podré subir al podio, incluso vestir un maillot de líder”.
Los premios externos, el dinero, juegan su papel, pero al final la dopamina que significa ser felicitado tras una competición por un buen resultado compensa por todo.
Saber que has sido útil en tu equipo, que has sido el mejor.
Eso mueve las trampas entre los ciclistas, por encima de cualquier cosa.
Por eso, cuando hablamos de trampas entre ciclistas, la diferencia entre ser amateur o profesional es muy pequeña.
En profesionales la trampa ayuda a mantenerse arriba y ser competitivo.
En amateurs, el objetivo es tan sencillo como un sitio en el podio, estar delante del grupo durante un momento o incluso ganar en tu grupo de edad.
No podemos olvidar que para obtener ese resultado hay un trabajo duro de inicio, y luego la trampa, si fuera necesaria.
La diferencia entre un atleta tramposo de uno honesto reside en ser el mejor de todos, o sencillamente ser lo mejor que uno pueda ser.
Aunque ningún sistema antidopaje es 100% efectivo, al menos nos cabe el consuelo de marcar el terreno a los tramposos cuyo ego no les permite ser honestos con ellos y el resto.
Como en cualquier otra trampa, aquellos que la hacen seguirán buscando vías para salirse con la suya y satisfacer sus egos, y por ellos trabajamos para que un día vean que no merece la pena hacer trampas.
Por
Uli Fluhme, cofundador de la Gran Fondo New York