Imaginaros un ciclista que fuera la suma de Indurain y Valverde
Hace un par de semanas, cuando Alejandro Valverde volvía a la senda del triunfo, nos quedamos con la imagen que ilustra este artículo, en el podio recogiendo el trofeo del Gran Premio Miguel Indurain de manos del titular del evento.
La imagen nos trajo a la mente, unos cuantos contenidos que dejamos escritos en este mal anillado cuaderno, hace unas semanas, cuando en un particular, y totalmente subjetivo, ranking históricos de ciclistas españoles, situamos a Valverde como el segundo mejor de siempre tras Indurain.
Apostamos, entonces, por la singularidad de Alejandro Valverde en la historia del ciclismo español, un corredor diferente y alejado del estereotipo, que siguió en parte los pasos de Oscar Freire para llegar a un palmarés que por cantidad, calidad y variedad abruma.
Valverde nos parece un tipo original, eso hoy, pero no menos nos lo pareció hace treinta años Miguel Indurain, un español grande y «pesado» que ganaba las vueltas en las contrarrelojes, para luego mantener en montaña.
El perfil de español flaco y agónico en montaña quedaba atrás, las cronos ya no eran el enemigo, y sí el aliado, el terreno abonado para la gloria
En todo caso, ver ambos en el podio de la preciosa Estella nos sugirió idear cómo sería un ciclista que sumara la calidad de Alejandro Valverde con el motor de Miguel Indurain y podemos decir que tendríamos el competidor total.
En las cronos el radio de acción sería abrumador, por el conocido poder del navarro, sabedores que la suya era una carrera que decantaba en el ejercicio individual, una especialidad en la que Valverde sin ser top, ha tenido buenos momentos.
Con el hueco abierto en la crono, la montaña no sería un problema y la estrategia de Valverde de correr en grupo para rematar en las llegadas con una excelsa punta de velocidad sería buena.
Cabría saber si Indurain con la velocidad del murciano se hubiera granjeado esa fama de «regalar etapas» que le acompañó, y le sigue acompañando hasta hoy.
El poder rodador del navarro, su capacidad para coger escapadas buenas, jugárselo solo o en pequeña compañía maridaría perfectamente con la velocidad del mejor Valverde, ese que en sus años mozos llegó a ganar algún sprint masivo.
Aunque no conviene despreciar la velocidad de un Indurain que en el mundial de Oslo, en 1993, batió a Ludwig y Museeuw en la lucha por la plata.
Para las clásicas, tendríamos una máquina de matar que, si pudiera afinarse sin las sabidas alergias de Indurain, podría tirar millas tanto en Flandes como en las Árdenas, dejando a un lado Roubaix.
El complemento de virtudes le valdría jugárselo de lejos, con el rodar portentoso de Indurain, o meterse en los cortes y rematar con el sprint de Valverde.
Hasta San Remo y Lombardía cabrían en ese objetivo
Lo que no tenemos muy claro es si ese ciclista resultante sería de coger muchas escapadas y jugar a «caza etapas», la obsesión por la general de ambos les dejaría lejos de los triunfos parciales.
En lo que no encontraríamos consenso entre ambos sería la fecha de la retirada.
Indurain lo dejó antes de cumplir los 33 años, Valverde va camino de los 41, si no los tiene ya, en esos ocho años existe una eternidad, como hemos visto en el murciano, pues para él, ese tiempo es prácticamente el que ha pasado desde que volviera de su sanción, con todo lo que ha ganado por el camino.
Imagen: ©PhotoGomez
JESÚS EGUIZÁBAL
10 de diciembre, 2020 En 11:40
Muy buen articulo de análisis, estoy contigo que es la gran revelación, aunque ya apuntaba maneras, así como Pogacar, Mader…. el Tour del porvenir siempre muestra el futuro. Siempre me gustan tus análisis.
Iban Vega
12 de diciembre, 2020 En 9:56
muchas gracias