Ciclismo antiguo
La Vuelta que yo conocí
Publicado
8 años atrásen
Por
Iban Vega

Abril. Finales de primavera. Tiempo caprichoso, calor en Levante pero arrebatos invernales en el norte. Jornadas apocalípticas, de frío intenso, lluvia e incluso nieve se alternan con otras de solecito y sopor. Complicado pronóstico, pues no acostumbran a venir las mejores figuras internacionales, entonces la Vuelta, la de hace veinte años, la que yo conocí se corría justo después de las clásicas y finalizaba una semana antes del Giro. Venían buenos, pero no siempre en disposición de ganar o brillar. La cosa era un juego doméstico más el concurso de estrellas foráneas enroladas en equipos de casa.
Esas Vueltas eran típicas y previsibles. Se iniciaba con un prólogo corto, no muy largo, incluso a veces con una crono por tríos, cosa curiosa, que partía en tres la estrategia del equipo. Primera semana de transición con grandes velocistas que rara vez brillaban fuera de la Península. Velocistas internacionales inscritos en conjuntos hispanos. Mathew Hermans, Malcon Elliot,… algunos de casa y otras vedettes como Van Poppel o Abdoujaparov que mojaban por cuatro cinco veces.
Se colaba una crono larga antes de la gran montaña. En la Vuelta una crono larga no solía superar los cuarenta kilómetros, no como en el Tour donde se cuajaban esfuerzos de más de una hora y sesenta kilómetros. Las cimas eran repetidas. Cerler, Alto del Campoo, Sierra Nevada, Navacerrada,… también Serranillos, Navalmoral, Cotos, Morcuera… hubo un día que descubrieron los Lagos y a veces se subía hasta El Naranco y por la Demanda se hacía también Valdezcaray. Luego podía o no haber una segunda crono.
Esa Vuelta es la que conocí. Una carrera de patrón más o menos fijo que adolecía de creatividad e ingenio pero que era eso, la Vuelta, una carrera con personalidad fija y concisa, una carrera con las ideas claras. Pasaron los años, crecieron voces críticas que reclamaban novedades. Sobre las mesas de Gadea y Mendiburu se apilaron dossiers de puertos, subidas, parajes que merecían ser visitados.
Lo llamaron al principio Gamonal, pero pasó a la leyenda con el nombre de Angliru. Éste lo cambió todo, fue un punto de inflexión. Su entrada se produjo hace quince años exactamente. Se descubrió que la subida salvaje de doble dígito gustaba, atraía.
Aquella etapa llenó de audiencia la carrera y abrió la caza de rampas que los coches no se dignarían a subir. “Las rampas que no quieren para sus coches nos las ponen a nosotros” le oí un día a un ciclista. Hubo un antes y un después en 2007 cuando en aquella infausta crono por la autovía de Zaragoza Denis Menchov se cargó la emoción de la carrera. Aquello fue mucho y se perdió el equilibrio. Se arrinconaron paulatinamente las cronos y se pisoteó toda justicia deportiva en el diseño de recorridos que fueran buenos para todos.
Purito agradece a la organización estos recorridos. Es sincero y hace bien, pero la Vuelta desde 2010 hasta ahora ha traicionado su esencia, al menos la que yo creía que era su esencia que no era otra que buscar un recorrido que sin perder ápice de atractivo premiara el equilibro y creatividad. Veremos qué pasa este año porque confiarlo todo al cartel es pan para hoy y hambre para mañana. Este año han venido, por circunstancias, por el momento, pero quién sabe dónde estarán en 365 días.
Imagen tomada grupo Vuelta a España de Facebook
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Ciclismo antiguo
Angel María de Pablos: «Fignon me dio una entrevista en español sin problema»
Publicado
2 horas atrásen
29 de junio, 2022Por
Iban Vega

Al habla Angel María de Pablos con Pello Ruiz Cabestany sobre las sutilezas de la narración ciclista
En los días más duros del confinamiento por el Covid, hace más de dos años, las reposiciones de ciclismo fueron uno de los momentos más esperados de la jornada, un instante que aguardábamos cada tarde y que nos llevaba, entre otros sitios, a los años ochenta con la voz de Angel María de Pablos.
Para muchos fue un descubrimiento, una voz radiofónica en Televisión Española, perfectamente modulada y cargada de poesía que nos narró el primer ciclismo que recordamos.
Angel María de Pablos y Pello Ruiz Cabestany, ciclista por aquellos años, nos ayudan a reconstruir la vida del narrador de las Vueltas de Pino, Perico, Belda Hinault y Marino.
Cabe recordar que Angel María de Pablos empezó como redactor de ciclismo del Norte de Castilla, en el Trofeo Virgen del Carmen, en su provincia de Valladolid.
Ha pasado mucho tiempo, tanto que sólo cabe recordar que aquel día compitió un tal José Pérez Francés, del que hablaban maravillas, pero que no era profesional aún.
Era entonces un chaval que casi no había cumplido la mayoría de edad y ahí empezó, contando el ciclismo en vivo y directo desde el coche.
Con Angel y Pello, transitamos, por las sutilezas de la narración ciclista, una habilidad de la que el periodista vallisoletano hizo un arte que despertó el interés del mismísimo Miguel Delibes.
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Ciclismo antiguo
Tres de los ciclistas muertos en la Primera Guerra Mundial ganaron el Tour
Publicado
8 horas atrásen
28 de junio, 2022Por
Iban Vega

Recordamos alguno de los ciclistas que perecieron en la Primera Guerra Mundial
El día 28 de junio de 1914 se marca como la primera jornada de la Primera Guerra Mundial, una máquina de destrozar generaciones y sueños de la que los ciclistas no fueron ajenos.
Mucho menos divulgada que la segunda, aquella conflagración fue una barbarie tan grande y tan mal resuelta que dio origen al segundo capítulo, veinte años después en unos de los ciclos más horrendos y espeluznantes de la historia de la humanidad.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa a manos de un estudiante nacionalista serbio abrió la veda.
Luego los imperios centrales entrarían en conflicto con las naciones aliadas dándose diversos escenarios al mismo tiempo donde perecieron millones de personas en batallas interminables e irresolutas.
Años antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, el Tour había nacido con salud, fervor y los primeros grandes ciclistas de la historia
Los nuevos tiempos cabalgaban en bicicleta, ese elemento ya menos exótico que pasó de pulular por las ciudades a estructurar competiciones y apuestas integrales donde grandes diarios se lo jugaban todo a eventos deportivos.
Así nació el Tour y así crecieron sus primeros héroes, dándose la circunstancia de que tres de los ciclistas pioneros de la carrera acabarían sus días en el fragor de la Primera Guerra Mundial.
Hablamos de la terna formada por Lucien Petit-Breton, François Faber y Octave Lapize.
Entre los tres escribieron el palmarés del Tour desde 1907 a 1910 y los tres encierran historias de excepción.
El nombre real de Lucien Petit-Breton fue el de Lucien Georges Mazard, si bien pasó a la historia, incluso al palmarés del Tour con el apodo de pequeño bretón.
Hablamos de un excelente pistard de la época, que vivió tiempo en Buenos Aires y que pudo batir el récord de la hora en el mítico velódromo parisino de Buffalo, el mismo lugar donde Henry Desgrange lo fijó por primera vez a finales del anterior siglo.
Petit-Breton superó los 41 kilómetros en sesenta minutos antes de ganar el Tour por doble ocasión, siendo el primero en lograrlo en la historia.
Durante la I GM, en 1917, sería herido en las contiendas de Vouziers, el lugar donde falleció un piloto llamado Rolland Garros.
Al poco tiempo, fruto de las heridas fallecería en el hospital de Troyes.
François Faber fue luxemburgués, el primero en ganar el Tour esta carrera antes del legendario Nicolas Frantz.
Faber ganó la edición de 1909. En su condición de no francés estuvo adscrito a la Legión Extranjera de Francia tomando parte en la Batalla de Artois, en el norte del hexágono, no muy lejos de Roubaix.
Allí, en 1915, fue informado de que iba a ser padre, pereciendo en el momento de la celebración de la nueva en la trinchera.
Una bala alemana le dio muerte.
Un fatal descuido que le impidió conocer a su niña.
Autor de la famosa frase de “sois unos asesinos” fruto de la primera travesía pirenaica del Tour entre lobos acechantes en las cunetas, Octave Lapize había ganado la edición de 1910.
Sargento del ejército francés, pereció en Pont-à-Mouson en 1917 durante un combate aéreo.
En su epitafio se puede leer: “Muerto por Francia”.
Ciclismo antiguo
Tour 1985: La prioridad siempre fue Hinault
Publicado
3 días atrásen
26 de junio, 2022Por
Iban Vega

Así fue el Tour 1985 de Hinault, el último ganado por un francés
Cuando Bernard Tapie ideó La Vie Claire y envió una oferta a Greg Lemond, nunca escondió otro objetivo que el Tour de 1985 iba a ser para Bernard Hinault.
Tras dos años de dominio del insolente parisino, Laurent Fignon, infringiendo dolorosas derrotas al que había sido su mentor, en especial en el Tour del año anterior, era el momento para que Hinualt acudiera raudo a su cita con la historia, pues el de 1985, iba a significar su quinto Tour.
Hinault quería silla en la mesa de Merckx y Anquetil en una gesta que es el mito del ciclismo, los cinco Tours
Hablamos de una dificultad tal que, desde entonces, sólo Miguel Indurain se ha sumado a la fiesta, y vamos camino de los cuarenta años de esta efeméride.
En todo caso nunca se escondió que 1985 era el quinto turno de Hinault en la carrera francesa.
Así se le hizo saber a Greg Lemond, quien habría de dar un paso al lado en el liderato y dejar al ídolo bretón llevarse los honores con una condición, que al año siguiente Bernard le devolviera el favor a Greg.
Todos sabemos lo que sucedió en el Tour de 1986, icónico, antológico y maravilloso, pero poco se recuerda del anterior.
Y es que hay en la vida una cosa que se llama juventud que cuando entra en brillo, todo lo demás languidece.
Eso se debió pensar viendo a Hinault yendo a menos según avanzaba la carrera hacia París.
Cada vez más justito, Hinault demostraba problemas para estar con los mejores, al tiempo que Lemond iba preguntando ¿qué hay de lo mío?
En la famosa etapa de la niebla de Luz Ardiden que gana Perico, Hinault va con lo justo.
Lemond se ve en cabeza con Chozas y Roche con su líder a un minuto.
El americano ve el panorama y pide permiso para ser más activo en el corte, la respuesta es tajante, desde el coche Paul Koechi, el director de la historia que más sapos ha debido tragar, le dice que ni se le ocurra .
Al día siguiente, en la mini etapa del Aubisque que gana Roche, la historia se repite, la respuesta es la misma.
«Greg, te jodes, pero no»
Bernard Hinault iba atufado, al punto que de aquellos días surgió aquella curiosa «amistad» con Lucho Herrera y la complicidad de ambos en carrera.
Lemond obedece porque no le quedan más opciones, tiene la promesa de Hinault: «Tras el Tour de 1985, te ayudo a ganar el siguiente«.
Una promesa de campeón es complicada de tragar y Lemond nunca tuvo claras esas intenciones, de hecho a los hechos nos remitimos.
«El año que viene volverá Fignon -por desgracia tardaría más en regresar- y si él está Hinault no querrá quedarse fuera» dijo Lemond, medio convencido de la promesa de su compañero.
En todo caso, que Hinault ganara ese Tour tiene hoy su relativa importancia, pues estaríamos un año más cerca de la última victoria francesa en el Tour.
Imagen: Reddit
Ciclismo antiguo
Tour 1983: Angel Arroyo le dio la vuelta a la tortilla
Publicado
3 días atrásen
25 de junio, 2022Por
Iban Vega

Aquella crono de Ángel Arroyo cambió la suerte española en el Tour
Permitidnos irnos 39 años atrás, al Tour de 1983, la carrera que, como hemos leído tantas veces, lo cambió todo para el ciclismo español, aunque si tuviéramos que tomar un día, hablaremos de ese del Puy de Dôme, de la crono de Ángel Arroyo y los grandes mitos que se derrumbaron en esa subida.
Para quienes no estén en sintonía, me gustaría invitaros al podcast que hicimos hace unos días con Pello Ruiz Cabestany y Ángel María de Pablos.
Si al primero, seguro le tenéis ubicado, al otro deciros que fue la voz del ciclismo en TVE cuando ésta se adentraba en caravanas por media España a razón de la Vuelta.
Angel, como Pello, guarda recuerdos de esos años que deposita en una pieza sonora que es una joya y que, entre otras cosas ubica dónde estaba el ciclismo español hace más de 40 años.
Tras Tours de grandeza y notoriedad con Luis Ocaña, entre otros, llegaron vacas flacas que dejaron al ciclismo español completamente al margen de la elite mundial.
«Ir al Tour era un fastidio, todo el día a mil por hora y encima mal pagado» viene a comentar Pello en este podcast.
«Otro día de calor en Burdeos y los españoles sin aparecer» recuerda Angel de aquellos días.
No sé si la imagen es del Tour de 1983, pero tanto da, muchos de los que ahí salen son artífices de ese salto adelante que devolvió España al mapa del ciclismo mundial y consiguió torcer las cosas.
Para quienes nos atribuyen hostilidad para con Abarca, hoy gestor del patrocinio de Movistar, que vean que, recordando estos momentos, tenemos buena memoria.
De aquella historia hubo un día muy glorioso, único diría yo.
Fue el 16 de julio de 1983, y la etapa, la cronoescalada al Puy de Dôme
Entre Clermond Ferrand, la patria de Geminiani, y el Puy de Dôme, no hay más que quince kilómetros, los suficientes para que Ángel Arroyo escriba la historia en letra gruesa.
El abulense vuela en la subida al gigante prohibido del Macizo Central, por carácter militar y gana una etapa cuyo podio completa Pedro Delgado, Perico, el mismo que días antes había impresionado en las bajadas de los Pirineos.
Arroyo, descalificado en la Vuelta del año anterior, un día después de su conclusión, se redimía con un ejercicio en solitario que mejoró en 13 segundos el tiempo de Perico y en casi medio minuto el de Patrocinio Jiménez.
El futuro ganador de aquel Tour, Laurent Fignon se dejó casi dos minutos.
A más de cuatro minutos del líder, el desafortunado Pascal Simon, quien arrastraba las molestias de una caída que le acabaría por obligar al abandono, Arroyo iniciaba la reconquista del podio del Tour, que acabaría pisando en París.
Sólo le quedó por remontar a Fignon, aquel rubio era demasiado aquellos días, aunque la cosa hubiera sido diferente si en el camino de Ángel no se hubiera cruzado un tal Van Impe, que jugó a lastrarle en la etapa de Morzine, la misma en la que Perico se agarró el globo que le sacó de un podio que tenía casi seguro.



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Tour para curiosos – Vol i @ivoox https://go.ivoox.com/rf/89093539?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_content=audio&utm_campaign=tw_autopublish
Guiño a El Ciclista y el germen de lo que luego sería Meta2000.
No puedo menos que aplaudirlo
Harald "Bluetooth", unió todas
las tribus escandinavas en un solo reino.
La conexión "Bluetooth" recibe el nombre del Rey Diente Azul.
El logotipo es la unión de sus iniciales rúnicas
H (ᚼ) y B (ᛒ)
#TDF2022
#TourParaCuriosos
@JoanSeguidor & @FAremberg
Te lo contamos
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