Julian Alaphilippe
Tour de Flandes: La sabia decisión de Julian Alaphilippe
Publicado
2 años atrásen
Por
Iban Vega

Julian Alaphilippe ya ensaya sobre las alfombras que deciden el Tour de Flandes
Nos pone al día Deceuninck que Julian Alaphilippe ya navega por los adoquines de Flandes.
La cita que llega este año tras el Tour de Francia, en pleno octubre, era una de las asignaturas para la campaña de Alaphilippe, el ciclista que reventó la banca en el pasado Tour, coqueteando con unos niveles de popularidad que nos hizo temer por sus objetivos en las clásicas… pero no, Alaphilippe sigue con Flandes en el punto de mira.


© Deceuninck – Quick-Step
Así hablábamos en enero, hace ya cinco meses sobre la aventura flamenca del francés…
Para Julian Alaphilippe el 2020 será el que suba la cortina en Flandes
La historia del ciclismo, la del hombre en general, está llena de muchos «quiero y no puedo», y parece que, por el momento, Julian Alaphilippe lo tiene claro.
El oro día enumeramos los cuatro motivos que identificamos, habrá alguno más, seguro, para que Richie Porte no entre en la quiniela para el Tour de Francia, el principal fue ese empeño en querer subir el Everest, sin fijarse en otros ocho miles que también dan prestigio y glamour.
Pero como decimos la historia de este deporte está llena de corredores que lo dejaron todo atrás por el Tour de Francia y quedaron a medio camino de muchas cosas.
Podríamos decir que Alejandro Valverde estaría en ese grupo, que un día decidió que el Tour era el faro, apartándose de aquello que mucha gente le demandaba.
Siempre entendimos que el Tour estuvo fuera del alcance de Valverde.
Sin embargo, el murciano a diferencia de otros, lleva tanto tiempo esto que ha tenido ocasión de brillar en todos los terrenos, inclusive las clásicas de las Ardenas, un efímero estreno en Flandes y pisar el podio del Tour.
Los ciclistas tienen el tiempo que tienen para triunfar, que lo suyo es caduco, por pura ley de vida.
Lo de Alejandro Valverde, en el umbral de los cuarenta, ha excedido toda norma.
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Y quizá Julian Alaphilippe sea consciente de ello.
Leíamos el otro día, Julian Alaphilippe con los pies en el suelo, no recordamos el sitio, ya nos perdonaréis, pero su decisión de correr el Tour de Flandes lo demuestra.
El mejor ciclista francés en el Tour de los últimos tiempos, líder a 48 horas de llegar a París, centrará su primer pico de forma en aquello que mejor sabe hacer, correr la primavera a full, defender título en San Remo y la Strade, atreverse con Flandes y volar a las Árdenas, para emular ciclistas como Michele Bartoli, Frank Vandenbroucke, Laurent Jalabert, Rolf Sorensen, Claude Criquielion… corredores que se atrevieron con todo, porque todo se les dio bien.
Y esa historia llega tras un 2019 en la que se le adjudicó, no de forma chirriante, el Vélo d´ Or, el galardón que otorga Vélo Magazine, el brazo mediático y ciclista de L´ Équipe que le dedicó la portada del Tour que ganó Bernal a Alaphilippe y Pinot.
La presión para que el francés corra a tope el próximo Tour no nos la podemos imaginar.
Sin embargo, él mejor que nadie sabe que su Tour fue excelente, pero fruto de las circunstancias, y sobre todo de este ciclismo que se corre guardando y guardando.
En el momento clave, el Iseran, y a pesar de la etapa inacabada, todas sus carencias afloraron cuando los grandes nombres empezaron a disponer.
Julian Alaphilippe sabe que Flandes encaja en su perfil, que no necesita de una especialización tan concreta como Roubaix y que su suerte también se juega en foros alejados del héxagono.
Luego ya llegará el Tour, correrá a lo que salga, ganará alguna etapa, vestirá el maillot a topos, quizá se emocione con el amarillo, guiñará el ojo a la cámara y hará «carotas» cuando le salude Macron.
Por que eso también es parte del juego.
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Publicado
2 meses atrásen
30 de abril, 2022Por
Iban Vega

Nada le ha salido a derechas a Julian Alaphilippe esta primavera
Con la primavera en la retina, bien podemos decir que esta vez no ha salido el arcoíris, o lo que es lo mismo, no hemos visto aparecer a Julian Alaphilippe, no en la medida a la que nos tiene acostumbrados.
Aqui vemos eso que decimos del el ciclismo, como algo duro y largo, una suerte de montaña rusa de buenos, malos y medios momentos, un sorteo de dificultades que nunca acaba.
Recordaréis hace tres años, el amigo Julian, todo le salía, hasta un sprint que le limpió a los velocistas en Tirreno.
Ganó Strade, hizo lo propio en San Remo, con un brutal dominio de la escena, y luego su querida Flecha Valona.
Aquel Alaphilippe era el coco, el amo de la primavera, un dominador de carreras inciertas donde las haya, como pocas veces hemos visto.
Pero la historia cambia según la cuente y quién la protagonice, el año pasado -pues en 2020 no hubo primavera-, Alaphilippe ya tuvo encontronazos en primera persona con el dúo Van Aert-Van der Poel con resultados de todo tipo, pero alejados de la campaña de 2019.
Especialmente bonita fue la Tirreno del año pasado, con los tres jugando al gato y al ratón.
Este año en Tirreno, ya advertimos que este Julian no era el de años anteriores.
Influyó, seguro que sí, el hostión que se pegó en la Strade Bianche, cuando salió volando en uno de los tramos de tierra.
#StradeBianche | ?♂️?????Una impresionante ráfaga de viento de costado causó una DURISIMA CAÍDA? en la Strade Bianche que involucró al ?CAMPEÓN MUNDIAL? Julian Alaphilippe y a mas de medio pelotón ?♂️??? Se está culpando al helicóptero ? de TV….pic.twitter.com/czTpnbxgVI
— Mundo Ciclístico (@mundociclistico) March 5, 2022
Esa caída le sacó de la carrera de caminos blancos y creo que le pesó gran parte de la primavera.
En Tirreno se le vio un peldaño por debajo de los mejores y a San Remo no pudo acudir, una bronquitis tuvo la culpa.
Esta vez no quiso experimentos en Flandes y centró las fuerzas en Árdenas
En el camino consiguió mojar en Itzulia, el día que Remco se puso a su servicio, aquella etapa en la que los escapados de los equipos pros españoles se pegaron un tiro en el pie.
Euskadi parecía un buen escenario para engordar el pollo, pero no.
La cuenta se paró en la segunda jornada, pues Pello Bilbao y Dani Martínez le ganaron con claridad en sendos sprints.
Ya veis, Pello y Dani, sobre el papel mucho menos rápidos, pero esos dos días infranqueables para Alaphilippe.
Vinieron las Árdenas y la cosa no mejoró.
Escogió la rueda de Pogacar para el asalto de su cuarta Flecha Valona y no hubo manera.
El esloveno reventó ante el empuje de Teuns, Valverde y Vlasov y cortó a Julian, ahí se acabó el cuento.
Y luego la Lieja, con la caída en la que Bardet le saca del terraplén, un golpe brutal, con costillas rotas, entre otras cosas, y una recuperación que se anuncia larga, a ver si llega al Tour.
No ha sido la primavera de Julian Alaphilippe, lo que hacía un tiempo sacaba con nota, como si no le costase, ahora se hace un mundo.
Más allá del periodo, el ciclismo necesita tipos como Julian, la pimienta de cualquier ensalada, esperemos verte de nuevo en ruta, campeón.
Imagen: A.S.O./Gautier Demouveaux
Julian Alaphilippe
Julian Alaphilippe nunca dice «nunca jamás»
Publicado
6 meses atrásen
14 de diciembre, 2021Por
Iban Vega


La tenacidad de Alaphilippe es uno de los grandes tesoros del ciclismo actual
En Julian Alaphilippe sucede una cosa que en otros grandes capos de la actualidad no ocurre, algo que le pasa también en cierta medida a Primoz Roglic, y es que ambos vienen del que podríamos llamar «viejo ciclismo», pues lo vemos lejano, aunque hayan pasado «sólo» tres años, y aquí siguen, aguantando el tirón de los «advenedizos».
El año que finaliza no ha sido el mejor, estadísticamente hablando, de Julian Alaphilippe, pero si una cosa tiene el ciclismo de este genio del centro de Francia es que no conoce la palabra «imposible», no la contempla, no existe en su diccionario.
Julian Alaphilippe es actitud y estado de ánimo, es el claro ejemplo de que si se quiere, si de verdad se desea, y se tienen, obviamente, facultades, es posible tirar para adelante, y sacar la cabeza.
Y con Alaphilippe, en esas estamos, en un ciclismo que ya no habla de números y sí de emociones.
Conviene verlo y comprobar que los resultados de 2021 del francés no llegan a los de antaño, en especial a los de 2019, cuando el francés culminó una de las mejores campañas que se recuerdan a título individual.
De hecho, el año que acaba Alaphilippe lo finaliza con cuatro triunfos, pero qué cuatro triunfos.
Tres de ellos, frente a las dos paredes que el ciclismo ha puesto frente a Alaphilippe: Van Aert y Van der Poel
Entre el belga y el neerlandés le han puesto tope al inquieto francés, que vio desde el mismo momento que se descuelga en el final de la Strade que ganar con estos dos en liza no iba a ser nada sencillo.
Pero lejos de desistir, el campeón del mundo, por algo lo es, no baja los brazos, al contrario, se arma de valor, barrunta un plan y como si fuera «Julian sin miedo» va a por ello.
Así, a pocos días de la sonada segunda plaza en Strade, Alaphilippe le devolvió a VDP el palazo de Strade haciendo lo que mejor sabe hacer, anticiparse.
Alphilippe no ganó Flandes, pero formó parte de la manda que acabó reventado a VDP, luego ganaría la Flecha y volvería a hacer en el Tour lo que tan bien saber hacer, anticiparse.
Ganar la primera etapa y sumarle el amarillo son cositas que parecen fáciles pero ejecutarlas en la jauría de la primera etapa del Tour, tras las escabechinas, con los dos cocos viéndole, es meritorio, aunque quizá menos que la estrategia de «acoso y derribo» que sucede en el Mundial, en el que, delante de todos y con todos compitiendo, nos puso la «gallina de piel» con una sucesión de ataques que en cualquier otro había sido el preludio de derrumbe.
No fue el caso de Julian, un ciclista omnipresente, que justifica bien ese abultado sueldo y nunca acepta un «no» por respuesta.
En la terna de grandes momentos del año, su figura emerge en varios.
Ciclistas
Julian Alaphilippe es el campeón «self made»
Publicado
9 meses atrásen
28 de septiembre, 2021Por
Iban Vega

El triunfo de Alaphilippe es un ejemplo de correr a la contra de todo
Horas después del triunfo en la entraña de Lovaina, de vivir a mil por hora durante 260 kilómetros largos y obsequiarnos con una excelente carrera, decir que es la mejor que hemos visto nunca es exagerado, hemos dado vueltas sobre los matices del éxito irisado de Julian Alaphilippe en Flandes.
Y todos nos conducen a una conclusión: éste es un ciclista único, letal cuando está bien, decisivo cuando no, pero siempre presente, siempre protagonista, desafiando las leyes de la lógica ciclista, leyes que hablan de ser conservador y no gastar más de lo necesario, pero que él se empeña en contradecir.
Alaphilipe es un «self made», un ciclista, un campeón hecho a sí mismo, a su gusto y manera, sin importarle la buena legión de haters que le espera en cada esquina, haciendo lo que sabe hacer tan bien y sacando partido a unas cualidades físicas excelentes, que no inmensas, y mentales sencillamente imbatibles.
Leyendo reacciones, me llamó la atención la de «maitre Voeckler», seleccionador francés y al que muchos equiparan por su afinidad en poner caras.
Dice Voeckler que le advirtió de no atacar tan lejos, ni hacerlo tantas veces, curioso.
Todo fue de viva voz, pues no había pinganillos, como la instrucción que le debe dar Alaphilippe a Madouas antes de uno de sus últimos ataques.
Julian hizo todo al revés que los demás, y no sólo respecto a Voeckler.
Circuló buena parte de la carrera en la panza o parte trasera del grupo, dejando el aire y el desgaste del top ten en el pelotón para otros, entre ellos el propio Van Aert.
Desafió la lógica con un seguido de ataques que empezó antes de los cincuenta para meta.
Alaphilippe no corría con la celeste de Evenepoel, pero visto ahora, a toro pasado, creo que el belga le hizo la carrera e incluso diría más, que Lefevere, dinero por delante de todo, no cuestione la estrategia belga, cuando el principal beneficiado fue uno de sus mejores ciclistas los doce meses del año.
No es la primera vez que decimos, también lo leemos por ahí, que Julian Alaphilippe compite contra monstruos que sobre el papel parecen mejores que él.
De hecho en los numerosos cruces que ha tenido con Van der Poel y Van Aert, los dos venidos del ciclocross le han mojado la oreja al campeón del mundo.
Pero igual que eso es cierto, no menos lo es que Alaphilippe debe ser el tío que más nervioso te pone llevar al lado, por que no descasará hasta que encuentre la manera de joderte y en este caso el francés lo tiene claro, si les lanza los ataques de lejos, si no espera a que los otros arranquen la moto, eso que lleva por delante.
Ha ganado dos mundiales saltando en la cota definitiva a la vista de todos, sin excepción, sin dejar lugar a la duda, «es que no le he visto».
Incluso en Flandes ha redoblado la apuesta yéndose solo a más de una vuelta del final, como Olano y Criquielion hicieron por última vez en más de 35 años de mundial.
De todos los caminos, el perillas francés siempre cogerá el más insospechado, porque sabe que ahí reside su primera ventaja, siendo consciente de que en choque a lo bruto le puede pasar lo que le sucedió con VDP en Strade o WVA en Gran Bretaña.
Y así, corriendo a la contra del manual, con una actitud a prueba de bombas, este pequeño portento de centro de Francia lleva dos arcoíris, cosa que le pone muy arriba en la historia de una carrera que acaba de celebrar 100 ediciones.
Imagen: FB Flanders 2021
Julian Alaphilippe
La loca vida que Alaphilippe le ha dado al arcoíris
Publicado
9 meses atrásen
16 de septiembre, 2021Por
Iban Vega


Podemos decir que Alaphilippe ha honrado el maillot arcoíris
En breve la prenda irisada, el maillot arcoíris, de Julian Alaphilippe se pondrá en juego en Flandes.
Ha sido un año menos una semana de intensa relación y podríamos decir que, a veces, sobreexposición de la prenda más bonita del ciclismo.
Cuando Alaphilippe lanzó su órdago al arcoíris en Imola, abriendo un hueco que Van Aert, Hirschi y Roglic, entre otros cocos, fueron incapaces de contener, empezaba un show que nunca imaginábamos tan potente, pues el francés le ha dado a la camiseta de campeón del mundo un uso y omnipresencia que no muchos corredores serían capaces de garantizar durante un año.
Alaphilippe ha puesto el maillot arcoíris en el podio del Tour, lo ha roto en caídas infames como la de Flandes, lo ha paseado por las islas británicas, le ha dado cera en las Árdenas y empolvado en la Strade Bianche.
Y lo hizo casi de salida, a toque de pito, recién estrenado, con una antológica cagada en el desenlace de la Lieja-Bastogne-Lieja en su versión otoñal, cuando hizo más eses de las necesarias, acabando descalificado pero al mismo tiempo superado por Roglic por celebrar antes de hora.
Quería la foto, era la foto, ganando en el Boulevard de Lieja con el maillot de campeón del mundo, era el póster que la eternidad le quitó al momento.
Le llovieron chuzos de canto, con razón, hizo el tonto más de lo necesario, y encima retratado por la imagen de una celebración precipitada y vacía.
Pero tenía el foco, el ojo del aficionado, el mismo que casi vio repetida la misma jugada tres días después en la Flecha Brabanzona que casi pierde, esta vez con Van der Poel, por celebrar antes de tiempo.
A la semana de Lieja, lo recordaréis, se las quiso ver con Van der Poel y Van Aert en Flandes y acabó estampado contra una moto de carrera, fractura y final precipitado de temporada.
Ese maillot irisado había tenido, en siete días una sobreexposición que me atrevería a calificar de histórica
2022 no le ha ido a la zaga, si Julian Alaphilippe sin arcoíris se dejaba querer por las cámaras, con él, ha sido el acabose.
Omnipresente en todo perfil de carreras y clásicas, buscando un día y otro el triunfo, ayudando al equipo puntualmente, pero muy hábil en buscar las cosquillas de los dos cocos de la primavera, Van Aert y Van der Poel.
La Strade fue un espejo de la realidad para el campeón del mundo, neerlandés y belga iban a ser huesos duros de roer, iniciando una batalla a tres, a veces con uno, a veces con otro, que nos ha dado parte de los mejores pasajes de la campaña.
Alaphilippe, lo dijimos el otro día, ha sido esta temporada un ejemplo de actitud, de picar piedra y, en definitiva, honrar el maillot arcoíris, intentándolo por un lado, por otro, lográndolo a veces, la inauguración del Tour fue antológica, y siendo derrotado otras muchas.
Pasadas 51 semanas desde Imola, poniendo el cetro en juego en Flandes, podemos decir que Julian ha sido un dignísimo portado de esta prenda, la ha exhibido y homenajeado cada vez que ha salido a competir y, aunque a veces nos carguen sus gestitos en carrera, ha sido un placer verle estos casi doce meses.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet


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