Ciclistas
Ese Contador sí que nos gusta
Hay dos Contadores. El que calla, se envuelve en sí mismo, se conjura y tira para adelante. Algunas veces con mejor suerte, otras se queda en el camino. Esta primavera lo dijimos cuando fue tantas veces segundo, mereció mejor suerte, pero le tocó perder siempre. Está también el Contador que habla, muchas veces más de la cuenta, el que se pone la venda antes de la herida, el que parece distante, desconfiado, frío. El Contador que se apoya en su tirón mediático para justificar lo injustificable, el que dice que pierde vatios cuando va de pie, porque mueve barbaridades sentado y se queda en el Mont du Chat o que ha decidido no seguir a los mejores cuando directamente se está quedando.
El Contador que perdió el Tour el domingo nos pareció el segundo, el que se descolgó a poco de coronar el Peyresourde, nos pareció el primero. Así lo vimos entonces, así nos ha parecido esta tarde cuando vimos a un ciclista abnegado, con un pasado esplendoroso y un presente a contracorriente. Aunque realizara su ataque, se veía que no iba a lado alguno porque sencillamente no tiene con qué hacer daño, se insertó en el grupo y empezó a subir el Peyresourde, no sé si presa de la nostalgia, pensando que aquí, diez años antes dio un sensacional espectáculo frente a Michael Rasmussen.
Aquel día Contador le infringió tantos ataques al entonces líder, que su figura entró en otra dimensión. Una eternidad, diez años, que en el caso del madrileño parecerían cien con la secuencia de hechos que le han acontecido. Preso o no de los buenos tiempos, miró adelante y trabajó en rehacerse en la misma subida que entonces. Ha sido grande.
Nos gusta ese Contador, como el Contador de Niza que ha perdido dos veces en el mismo sitio en ediciones seguidas. El Contador que ataca a cincuenta de meta sin importarle las consecuencias, que se escapa con dos corredores, españoles para más inri, y le baten en meta privándole de etapa y bonificación para la general. Donde los absurdos de la banderita veían conjugar contra la leyenda del de Pinto, el corredor vio competición, que cada uno defiende unos colores y que a David de la Cruz le asistía la obligación de derrotarle.
Derrotas, Contador ha tenido muchas, y en muchas ha salido fortalecido, porque encajarlas con entereza te hacen grande. Te caes, te levantas y sigues, pierdes, te rehaces y sigues. Esto está haciendo Contador y no de cualquier manera, no a cualquier precio, su dorsal tiene un prestigio y un recorrido y en este tránsito pirenaico lo ha defendido con honradez, dando lo que tiene y dejando en la carretera las gotas de su bagaje. Este es el Contador que nos gusta, ese es el que igual hasta gana una etapa.
Imagen tomada del FB del Trek-Segafredo
Ciclistas
Flecha Valona: Pogacar cuenta con margen
El palo de la Amstel no pesa en el Pogacar de Flecha Valona
Dudas, todas las del mundo: ayer, esta mañana, incluso tras la carrera. Pero dudas, cero, cuando Tadej Pogacar resolvió la Flecha Valona a su favor.
No hubo mucha historia en esta edición de la Flecha Valona, al menos no de esa que nos gusta contar con épica y leyenda.
Aunque en la trastienda de más de uno, seguro, se vivió algo parecido al dolor extremo.
Porque esta segunda victoria de Pogacar en la prueba volvió a llegar en condiciones gélidas. Tal vez no tanto como el año pasado, pero gélidas al fin.
Y claro, cuando el frío se mezcla con la lluvia, las sensaciones sobre la bicicleta se desploman.
El riesgo de caídas se dispara, y el cuerpo, por más entrenado que esté, lo acusa.
Más allá de eso, todos sabemos cómo es esta carrera. La conocemos tan bien que ni siquiera aquellos que suelen anunciar ataques antes del Muro de Huy se animan a tomar la iniciativa.
Ni siquiera Remco Evenepoel, en su tercera carrera del año y la primera que termina fuera del podio.
Iba sin chubasquero desde bastante lejos, pero nunca intentó lanzar un ataque en serio.
Quizá hizo bien en resguardarse con los suyos. Aunque, con tanto frío en el cuerpo, no sé si eso tuvo algo que ver con que se descolgara justo en el tramo decisivo del Muro.
Ahí fue cuando UAE tomó el mando, hasta que Ben Healy seleccionó el grupo e hizo que Pogacar reaccionara a menos de medio kilómetro de la cima.
Ahí se terminó el relato. Pogacar se fue sentado… y llegó igual, recordándonos porqué decían que pedaleaba como un minero, pero ríete tú del poder de este minero.
Con el rostro marcado por el frío, la mirada perdida por la fatiga, pero con esa media sonrisa de quien gana en el infierno.
Porque eso ha sido esta carrera en los últimos dos años: un infierno helado.
El esloveno logró la mayor diferencia en meta desde 2003, cuando Igor Astarloa ganó en solitario.
📊🏆⏱️ Tadej Pogacar won Fleche Wallonne by 10 sec over runner-up Kevin Vauquelin. Last time FW (M) has been won by larger margin was in 2003. That was also most recent edition when breakaway went all the way to finish. Igor Astarloa took FW title in 2003.
🇧🇪 #FlecheWallonne pic.twitter.com/WcRVq70DgV
— ammattipyöräily (@ammattipyoraily) April 23, 2025
El disparo certero de Pogacar en la Flecha Valona fue doble: suma su segundo título y se sacude las heridas de la Amstel, donde pagó cara la osadía de irse solo con viento de cara.
Todo pinta bien para Lieja, que llega en unos días: la gran clásica de las Árdenas. Ese lugar donde se rompen las piernas de los grandes nombres. Les quedan apenas unos días para afinar las sensaciones de cara al cuarto monumento de la temporada.
Y ahí, sí, se espera el gran duelo: «Pogacar vs Remco», una explosión que promete no dejar prisioneros.
Ciclistas
La Amstel Gold Race de Mattias Skjelmose, de ningún otro
Esta Amstel Gold Race recupera la sensación que Skjelmose está en la antesala de los grandes
Existe y existirá debate: ¿cuál es la mejor carrera de las Árdenas? Amstel Gold Race, Flecha Valona y Lieja-Bastogne-Lieja… y no nos pondremos de acuerdo.
Porque las carreras no son solo las carreras: son el contexto, los corredores y las circunstancias.
Y en esta primavera de 2025, todo ha confluido.
La Amstel Gold Race volvía al trazado de antaño, el de los finales «patapúm» de Philippe Gilbert. Un paso atrás, podríamos pensar.
Pero es que hoy, en la ruta, había gigantes, guerreros de piel gruesa que nos han regalado otra carrera para el recuerdo, una más en estos tiempos recientes.
Para los muy cafeteros quedará aquella de Van der Poel antes de la pandemia. Para los amantes de la competitividad y la igualdad, queda esta edición: un golpe encima de la mesa de una plebe que acepta la tiranía de Tadej Pogačar.
Seguro que Remco Evenepoel debe llevar un mosqueo mayúsculo en el cuerpo; seguro que el calambre de la tercera plaza le debe recorrer de abajo arriba y de arriba abajo.
Pero las cosas están donde él quería: demostrando que, si algo necesita Pogačar, son rivales. Como Ganna y Van der Poel en San Remo, como el neerlandés en el resto, como Remco Evenepoel y un soberbio Mattias Skjelmose hoy, en la gran clásica neerlandesa.
Una fiesta cubierta de gloria, como canto a esta generación que nos regala un carrerón por fecha en el calendario, con desenlaces que, por muy descontados que los tengamos, nadie puede dar por seguros.
¿Quién no pensó que la carrera se finiquitaba cuando Pogačar le daba “matarile” a Julian Alaphilippe a 45 de meta?
Nadie imaginaba un desenlace como el que sucedió en esos instantes.
Cuando uno de los mejores de la historia pierde es histórico #AGR25
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 20, 2025
Pero sucedió. Y Tadej Pogačar vio que por detrás había vida: sólida, eficaz, con capacidad de respuesta.
La persecución que lideró Remco, con Skjelmose como el Lidl de turno en una carrera colectivamente excepcional, fue brutal.
Una caza y captura que nos tuvo más pendientes del GPS que de las sensaciones que descubrían los protagonistas, sensaciones que, en el caso del esloveno, no eran las mejores.
Pero no solo eso. Cazado el campeón del mundo, entre gestos de desaprobación y cansancio, vino un juego de movimientos que resultó increíble, poniendo esta Amstel al nivel de Flandes, Roubaix y San Remo.
Ciclismo a pelo, que explota en un final que, sí, descubre el gran día de Mattias Skjelmose. Para muchos, hasta ahora, uno de los aspirantes a entrar en la mesa de los grandes.
Y que, ahora sí, se sienta en medio de todos ellos.
Nenes, nenas… ¡qué carrera, qué final!
Esta generación ha sido capaz de rescatar a la misma Amstel del ostracismo de los años de Gilbert, Kwiatkowski y compañía, cuando ganaban, sí, pero al precio del tedio total… hasta el mismo desenlace.
Ciclistas
Itzulia: «Team Ben Healy»
Lo poco que gana Ben Healy sabe doblemente bien
Ya me permitiréis usar una expresión de Antonio Alix esta tarde, durante la retransmisión de la Itzulia, para explicar lo que significa Ben Healy.
Irlandés, desaliñado, con ese perfil de tipo al que sacarías a tomar unas cervezas, va camino de convertirse en otro ciclista de culto, como algunos del EF: el ex Uran, Carapaz, Chaves o Rui Costa.
Lo ha vuelto a hacer. Casi dos años después de ganar su etapa en el Giro, Ben Healy suma otro botín World Tour en la Itzulia.
Y lo ha hecho casi de la misma forma que entonces: saliendo de la fuga… de la fuga.
Esta vez, acompañado de nombres del calibre de Alaphilippe, Barguil y Pello Bilbao, que corría en casa.
Cuando los rivales explican el valor de tu triunfo, poco más se puede añadir.
El del trébol es un ciclista que sólo se puede admirar. Y lo curioso es que se le admira de forma inversamente proporcional a su palmarés, que es modesto si se compara con el valor real que muestra en carrera: coraje, agallas y un motor brutal.
¿Su problema?
Que siempre caza a lo grande. Y claro, cuando cazas en ciertos cotos, te cruzas con monstruos: con Pogacar en las Ardenas, con Remco en los Juegos Olímpicos… Quizás ahí encontremos la explicación a su palmarés pequeño pero brillante.
En esta Itzulia dijo que venía a por la general, pero se descolgó casi desde la primera subida seria. Y ahora, esto.
Por suerte, sin duda. Y hoy, en la belleza del Urdaibai, lo hemos visto.
Esto ha sido un cambio de planes sobre la marcha. Un cambio de paso como el que hacen los ciclistas que saben que este negocio rara vez va como uno lo imagina al principio.
Ahora apunta a las Ardenas. Seguro que volverá a colisionar con el coco esloveno del maillot arcoíris. Pero también es seguro que no se quedará quieto: anticipará, jugará a ganar… y probablemente no gane, porque compite contra gigantes. Pero eso no amilana a este cuerpecillo de 65 kilos y metro setenta y pico.
Aquí somos de gente con el casco torcido como Healy y Kristoff, que olvida la estética porque la belleza está en la gesta y la emoción. Ben Healy siempre en nuestro equipo. Nunca dejó de estarlo.
Imagen: Sprintcycling- Itzulia
Ciclistas
Top 10 en Flandes de García Cortina ¿Mejor o peor que el año pasado?
Bastante desapercibido, Iván García Cortina logra por fin un top 10
Iván García Cortina ha tenido una trayectoria en el Tour de Flandes bastante parecida a la de Mads Pedersen, al menos en cuanto a tiempos.
Ambos empezaron a destacar allá por 2018, y desde entonces Cortina ha estado tocando la puerta de algo grande, algo que finalmente llegó este año.
Si Pedersen ya se ha colado entre Pogacar y Van der Poel, Iván García Cortina logró meterse por fin en su primer top 10 en el Tour de Flandes.
De hecho es su primer top 10 de los monumentos.
Lejos de la batalla entre los grandes, sin buscar protagonismo como otras veces, el de Movistar apareció de manera fugaz en alguna escena del Kwaremont, en el grupo perseguidor.
Se le vio fuera de la pelea principal, algo que él mismo dijo, porque aunque los de adelante volaban, estar ahí requiere estar en un estado de gracia.
Y Cortina lo tuvo. Jugó todo a un sprint que lo llevó al top 10, algo simbólico para un ciclista tan ligado a estas carreras.
Es cierto que al principio de su carrera recibió mucho bombo, pero él mismo ha hecho un ejercicio de realismo, sabiendo el nivel que hay, y este top 10 le sabe a gloria.
Es curioso, porque el año pasado tuvo más protagonismo, especialmente en ese pie a tierra en el Koppenberg, justo cuando Van der Poel despegó, pero no logró acabar tan arriba.
La pregunta está en el aire: ¿Qué vale más la pena? ¿Un buen puesto o tener presencia en los tramos clave de la carrera?
Yo me quedo con lo segundo, pero desde fuera. Para el corredor, este resultado es un Rubicón, y me alegro por él porque Iván García Cortina es un buen tipo y un gran ciclista.
No es el nuevo Flecha, como algunos querían vendernos, y no olvidemos que para acabar noveno en Flandes hay que ser muy top.
Ahora viene Roubaix, que me parece una carrera más adecuada para su morfología. El punto de forma lo tiene, la experiencia también, así que veremos qué pasa.
Imagen: Movistar Team
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