Elia Viviani
Campeonato de Europa: Elia Viviani nunca descarta nada
Para Elia Viviani todo suma, incluso un europeo al que acudían nombres que parecían un peldaño por encima
Cuando a final de año pasemos revista a lo sucedido, posiblemente no nos acordemos del europeo neerlandés, aunque Elia Viviani sí lo haga.
Pero como el año pasado en Glasgow, la carrera que pone la corona continental vuelve a dejar un sabor de boca excelente, una competición, para muchos, metida con calzador, que al final te deja en bandeja una buena tarde un duel¡o al sol y un campeón que, a pesar de no significarse en el aprecio del muchos aficionados, es adorable.
Porque Elia Viviani es eso, un ciclista que no corre para agradar, ni caer bien, es una culebra, un tipo que se reinventa a cada momento, que es buen velocista, pero no el mejor, que es buen rodador, pero no el mejor, pero que hace crecer su palmarés, que no será el mejor, pero que tiene muchos quilates.
Como el año pasado, como en los buenos tiempos, la Italia del Campeonato de Europa es la gran Italia, la que lleva el compás en las grandes carreras, con corredores que desprenden carácter, ambición y especialmente certeza.
Matteo Trentin fue el baluarte para sacarle punta a un recorrido mini, llano, y carente de dificultad y atractivo para muchos.
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Para la selección española, por ejemplo.
Pero a esta Italia, a la gran Italia no se le pone nada por delante, por nada le cuesta darlo todo, en un sentido colectivo que saca petróleo de cualquier situación que les pueda apuntalar en vanguardia.
La situación que se desprendió del ataque de Matteo Trentin fue una persecución loca, que derivó en ver un goteo, un incesante aparecer de ciclistas destruidos por el ritmo y el viento, un castigo que, incluso en una distancia que no es la habitual en estas carreras, fue brutal.
El duelo que se estableció tuvo vida porque por detrás los neerlandeses tenían una baza de la potencia de Groenewegen y se veían con la obligación de defender su papel anfitrión.
El final fue sencillamente sublime, Ackermann y Viviani, dos velocistas, y un trotón, un ciclista que vale para todo llamado Yves Lampaert, que tendría que estar sencillamente alucinando con sus dos clientes.
La desgracia del excelente ciclista del Deceuninck, auténtico ganador de los europeos, vino cuando Ackermann se desfondó.
Así, literalmente, porque la carrera dejó una cantidad de cadáveres importante.
Y eso que no era muy larga.
El año de Viviani no es estadísticamente como el pasado, pero se llena de piezas puntuales que le da consistencia.
Este ciclista será de la terna que esté en un año en Tokio dándose palos en el velódromo olímpico.
Viviani e Italia no desperdician nada, van a todo, lo juegan todo y eso que que el azzurra no gana mundiales desde hace un tiempo…
Sin embargo no desisten y siguen en ello, eso admirable y no puede tener otra lectura que la admiración.
Por eso no entendemos que la selección española no estuviera en la salida, un combinado que seguro no hubiera tenido sus vacas sagradas, pero que seguro hubiera estado ahí y como vimos prever que algo va a acabar sí o sí en sprint es arriesgado.
Imagen: © Deceuninck – Quick-Step – ©Bas Czerwinski / Getty Images
Elia Viviani
Elivia Viviani: siete motivos para quererlo
En el fondo Elia Viviani es un ciclista imprescindible
Es curioso, cuando leemos críticas o comentarios despectivos sobre Elia Viviani.
No lo acabamos de entender.
Recordamos aquella tarde que Wout Van Aert le ganó la etapa en el Tour: la cara que puso al verse derrotado le dio un buen número de memes, comentarios, chanzas y otras lindezas que nos parecieron excesivas.
Ook de moeite om te tonen: de blik van @eliaviviani. ???? @sporza #TDF2019 @deceuninck_qst pic.twitter.com/SUNdDpHEpQ
— Joris Malfroot (@JorisMalfroot) July 15, 2019
Pero en esa cara se escondía la ambición hecha ciclista y la pasión con que se ejerce, dándolo todo y un poco más, cada vez que se le requiere.
Elia Viviani es un ciclista por el que, en este mal anillado cuaderno, siempre hemos sentido una especial predilección,
Y por ello, nos hemos armado de razones, unas siete para dar los motivos por los querer un ciclista como Elia Viviani…
La primera tiene que ver con esa polivalencia que lleva con éxito, no siempre sencillo, y que le pone en el mapa de todos los sprints que disputa y la posibilidad de repetir el triunfo en el omnium olímpico, un éxito.
Seguimos con esa entrega y pasión que demuestra por el ciclismo.
Es italiano en todo, competitivo hasta el final, brazos caídos nunca y rara vez no saca tajada.
En el último Tour añadió una etapa en la más grande a un colección nada desdeñable de victorias en otras muchas.
Ahí va el tercero: se entrega de tal manera que no esconde nada, ni su ambición ni ganas, pero tampoco los sentimientos, es un libro abierto, un premio para este ciclismo donde la derecha a veces no sabe que hace la izquierda.
Otro motivo, el cuarto, ese palmarés, no es pequeño ni sencillo de conseguir.
Su 2018 queda entre los mejores que alguien haya firmado en los tiempos modernos.
Se ganó un hueco en grandes equipos y en todos ha dado el callo.
El ejemplo del Deceuninck, liderando en muchos momentos el mejor bloque del mundo, demuestra que no hablamos del tuerce botas que muchos dibujan por ahí.
Sexto motivo: los rivales.
No compite contra cojos, es más, cuando hacemos una lista de velocistas top Elia Viviani nos saldría el cuarto o el quinto, corredores como Ackermann, Ewan o Bennet parecen un escalón por encima, pero el veronés siempre tiene algo preparado.
Y el séptimo, el frío que hace fuera del Deceuninck: este año le toca demostrar que en Cofidis también es capaz de sacar resultados y no seguir el camino de otros que, fuera de los azules, no han vuelto a brillar igual.
Ahí queda eso, cuando veáis a Viviani ganar, pensad que detrás hay incondicionalidad por este ciclismo que decimos querer tanto.
Elia Viviani
La cara de Elia Viviani
Pocos corredores tienen la expresividad de Elia Viviani
La presión en los sprints del Tour de Francia es notoria.
Pocas ocasiones, en medio de etapas locas, corridas a cuchillo, ritmo total y la montaña asomando por el horizonte.
Una cuenta atrás que pone en cada volata la sensación de una espada de Damocles sobre la cabeza de cada ciclista.
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Esta jornada de Albi, rota en mil pedazos, con líderes quedados por el camino, diferencias que seguramente ni Alpes ni Pirineos garanticen, nos ha dejado un sprint de un nivel sublime, casi agónico como colofón.
De Wout Van Aert lo hemos dicho todo, o casi todo, su triunfo es merecido para quien apuesta a todo.
Se ha merendado en un sprint a Ewan, Matthews, un corredor que nos encanta pero pólvora mojada, Sagan y Viviani, Elia Viviani.
Lo comentamos el otro día cuando Elia Viviani ganó su primera etapa en el Tour, una etapa que cuelga de la misma pared que sus etapas en Vuelta y Giro.
Un corredor que, por lo que sea, no atrae como los velocistas que tenemos de cabecera.
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Esos Kittel, Greipel y Cav, un día sí, tres no, que llenaban de lustre y admiración las cabeceras y los timeline.
Viviano ha roto mil moldes, barreras, pero no acaba de dar en la clave.
Y es un ciclista que no esconde, que no deja nada en las piernas, que corre como siente, y siente como sufre.
En la llegada de Albi, la ciudad rosada vio una de las caras de decepción más notables de los últimos tiempos.
Nos percatamos al cruzar los corredores la meta, en la repetición.
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— Joris Malfroot (@JorisMalfroot) July 15, 2019
Viviani mira desolado Van Art: «No puede ser».
Esto es así en ciclistas que acostumbran a no dejar nada en el plato por acabar la jornada vacíos de mente y cuerpo.
Como aquella Wevelgem que vio suya y se la rebañó Sagan, subió al podio lloroso.
Su cara paga, se suele decir, y este corredor es un tipo cuya entrega es un cheque en blanco en cada sprint, incluso en aquellos en los que se ve inferior y acaba segundo.
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