Ciclismo antiguo
Historias de ganar sin reparar cómo
En la historia han habido buenos butrones, victorias sin reparar cómo lograrlas
Victorias hay muchas, una por día de competición, que computan doble si cae la general, sin embargo hay desenlaces que marcan y quedan para siempre, en los anales y la memoria, pues lo convencional no siempre se impone, tampoco la lógica.
Aún nos acordamos sobre el final de la pasada Vuelta al Besaya y hablamos de juveniles.
veo este vídeo y me apena mucho pic.twitter.com/PB9DsTzmem
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) August 3, 2020
El otro día, nuestro amigo Miguel rascó la memoria de los tuiteros para rememorar aquellas jornadas en las que flotó muy mal rollo por su forma de culminar.
De todas las que has visto: victoria ciclista que más te haya sacado de quicio por haber sido un lapas (sin dar relevos) pic.twitter.com/47WSr2p9fq
— Miguel González (@gzlz11) December 9, 2020
De aquel listado triunfos perpetrados, podríamos decir, con cierta alevosía recordamos muchos.
Leemos varios criticando a Rolf Jaermann por levantarle la etapa a Perico en Saint Gervais, Tour de 1992, un día antes de la histórica etapa de Sestriere, y se olvidan que aquel día cada uno jugó sus cartas, Perico atacando de lejos, una vez Roche se quedó atrás, y el suizo quería llegar al sprint.
Un desenlace de toda la vida.
Lo mismo sucede con Miguel Indurain y Johan Bruyneel camino de Lieja, donde el belga ejerció como se esperaba de él.
Bruyneel tenía prohibido ayudar a un rival de su jefe, Laurent Jalabert, y sólo tuvo que seguir la rueda ganadora.
Que ONCE fuera un equipo español es lo de menos, esto, por suerte, no va de banderas.
Cuando hablamos de grandes butrones nos referimos a otras cosas, a etapas o clásicas ganadas echándole una cara kilométrica, casi hasta el sonrojo del personal, sacando cualquier excusa para no entrar al relevo, a no ser que hablemos del último, el previo a meta.
Y ahí, hay páginas memorables, algunas del puño y letra de gente tan curiosa como aquel polaco que llegó al podio del Tour haciendo la goma, Zenon Jaskula, aguantando los chorreos de Rominger en Saint Lary para acabar ganando en la cima, y otras del estilo a la de Coussin con Politt en una París-Niza, con el alemán tirando como si no hubiera un mañana sin reparar que su compañero era más rápido sobre el papel, y, a la vista quedó, en el asfalto.
Son casos puntuales que seguro han condicionado otras actuaciones, como la de Fuglsang en la Amstel que gana Van der Poel.
El danés poco menos que se negó a colaborar con Alaphilippe para que éste le llevara al matadero.
Hizo bien Jakob…
En todo caso, tenemos tres testimonios directos de golpes de mano que pasaron a la historia.
Empezamos con Angel Sarrapio en el Tour 1986 y cómo Jaime Mir nos contó el ambiente de aquella meta de Futuroscope tras ganar a Bagot sin dar un palo al agua…
“¡Ángel, Ángel, has ganado, has ganado!”, chillaba Mir mientras no paraba de saltar. Sarrapio, vacío por el esfuerzo, deambulaba entre la gente en la meta expuesto a un ambiente muy poco amistoso. Mir se percató de que allí las miradas eran cuchillos y las manos podían salir a pasear con facilidad cuando se dirigió a Lévitan, el mismo que años antes le había echado efímeramente del Tour, diciéndole: “Felix, Felix, que hemos ganado, etapa para Teka, etapa para España”. “Merde d’Espagne!”, le clavó el responsable de la carrera.
Mir, helado, calló y tiró para el podio. El ambiente era muy tenso. “¿Cómo es posible que nadie se diera cuenta del peligro de Sarrapio?”. “Vámonos de aquí, que estos te matan”, le dijo, entre gritos de “gitano” y “ladrón”. Ahí estaba también, con piernas afiladas y polo tricolor, José Ramon de la Morena, con su micro de la Cadena Ser, intentando sonsacarle unas palabras al ganador.
El asturiano había engañado con todas las letras a Bagot, quien además se quedó con las ganas del liderato, que le quedó lejísimos a final de la etapa. Curiosamente Bagot era gran amigo de Maurice De Muer, el que fuera jefe de Mir en el Bic. Preguntado por Sarrapio en L’Équipe, Mir recordaba su gesta en la Vuelta del año anterior y tiró por la vía del coraje: “Es un luchador nato”. Se habían olvidado de la casta del asturiano.
Otra fue la Egoi Martínez ante Simon Gerrans, quien hizo fortuna actuando de esta manera, en el Tour de 2018.
Así nos lo recordó Egoi años después…
“Es una victoria a otro nivel. En ese momento la gente que podía ganar esa carrera iba a ser una gran estrella pero que no fue mi caso. Yo gané pero no pude corroborarlo en mis años como profesional. Creo que tardé mucho en encontrar mi sitio en pros. Hasta los dos o tres últimos años no me vi delante. Estuve cerca de cosas buenas, cerca de ganar etapas en la Vuelta, donde fui líder, o del Tour. A tiempo pasado no me lamento, porque creo que si llego a ganar aquella etapa en el Tour las cosas no habrían cambiado tanto. Cuando crucé la meta aquel día supe que había pasado un tren para mí. Gerrans hizo su jugada y le salió bien”
Y acabamos con la primera etapa de Purito en una grande, la llegada de Pla de Beret en la Vuelta de 2013 descrita en un extracto del libro «Estilo Purito»
En la octava etapa Joaquim coge el corte bueno. La carrera va de Cauterets al Pla de Beret. El grupo de cabeza va perdiendo unidades, hasta que el catalán se queda con Aitor Osa en vanguardia…
Esa etapa debió haber sido para Aitor Osa, porque estaba ya decidido desde el coche. Se ve que habían hablado entre los directores. El once tenía la Vuelta a tiro con Isidro y a Banesto la carrera no le estaba resultando.
Yo veía que podía ganarle, pero tenía que acatar órdenes. Todo cambió a falta de dos kilómetros cuando vino Pozo y me dijo: “Dale, a por la etapa”. La etapa era para Osa por favores que se debían unos y otros… Banesto, que no tenían nada por detrás, empezó a tirar a tope y eso cabreó en el once, porque perjudicaba a Isidro en la general.
“Ya le estás ganando la etapa”, me dijo Manolo. A mí se me dibujó una sonrisa en la cara. Yo me veía más rápido y había ido a rueda, no nos vamos a engañar. Pero ojo, que muchos quedaron atrás por el ritmo de Osa y yo aguanté para ganarle la etapa, una etapa en la Vuelta, que no era cualquier cosa.
Imange: Gazzetta di Parma
Ciclismo
DEP Joaquín Galera
Hermano de Manuel Galera, Joaquín llegó a ganar una etapa del Tour
Poco a poco nuestros mayores se nos van y en este caso Joaquín Galera, una de las figuras más destacadas del pelotón español en los años sesenta y no era sencillo estar en este nivel, entonces el ciclismo español tenía muy buenos ciclistas. .
Nacido en 1940 en Baúl, una pedanía del municipio de Baza, en la provincia de Granada, Galera dejó una huella imborrable en el deporte nacional, tanto por sus logros sobre la bicicleta como por su compromiso con la memoria de su hermano.
Joaquín Galera fue ciclista profesional entre 1961 y 1972, y durante más de una década formó parte de equipos emblemáticos como Kas, Licor 43, Fagor, La Casera-Bahamontes y Karpy.
Su carrera internacional fue especialmente brillante en el Tour de Francia, prueba que disputó en cuatro ocasiones: 1964, 1965, 1966 y 1969. Su momento más recordado llegó en la edición de 1965, cuando se alzó con la victoria en la 16ª etapa entre Gap y Briançon, jornada en la que el mítico italiano Felice Gimondi vestía el maillot amarillo.
También participó en tres ediciones de la Vuelta a España, en los años 1965, 1970 y 1971, logrando su mejor resultado en 1970 con un destacado octavo puesto en la clasificación general. A lo largo de su carrera, Galera sumó importantes triunfos en competiciones nacionales, como el Campeonato de España de montaña y la prestigiosa Subida a Arrate en 1964. Un año más tarde, en 1965, amplió su palmarés con victorias en la Vuelta a los Valles Mineros y en la Subida al Naranco.
Más adelante, en 1968, se impuso en la exigente Subida a Urkiola, y en 1970 consiguió una victoria de etapa en la Vuelta a Andalucía.
Pero la vida de Joaquín Galera también estuvo marcada por la tragedia.
En 1972, su hermano menor, Manuel Galera, también ciclista profesional, falleció trágicamente durante la Vuelta a Andalucía tras sufrir una caída en el Puerto del Mojón, provocada por una avería en el cambio de su bicicleta.
En el libro de Secudario de Lujo, Jaime Mir nos explicó con pelos y señales aquella horrible caída.
Desde entonces, Joaquín mantuvo vivo su recuerdo organizando el Memorial Manuel Galera, una competición ciclista que se celebró ininterrumpidamente desde 1972 hasta 2004.
Por ella pasaron grandes nombres del ciclismo nacional como Óscar Sevilla y José María Jiménez, quienes también inscribieron su nombre en el palmarés de la prueba.
Con la muerte de Joaquín Galera, el ciclismo español pierde a un corredor combativo, un referente de su generación y una persona profundamente comprometida con los valores del deporte y la memoria.
Su legado, tanto en las carreteras como en el corazón de los aficionados, permanecerá intacto.
Ciclismo antiguo
Las clásicas e Indurain, una relación no imposible
Las clásicas podrían haber sido un gran terreno para Miguel Indurain
En estos días en los que, al tener más tiempo, nos llenan las sobremesas largas con las gestas de Miguel Indurain, nos surge una reflexión: ¿qué habría sido del astro navarro si hubiera decidido abrir su carrera también a las clásicas?
Un gran día en Lieja
El 16 de julio de 1995, Miguel Indurain sorprendió al mundo. No lo hizo en las montañas alpinas ni en las llanuras francesas, sino en el ondulado paisaje de las Ardenas. Durante la séptima etapa de aquel Tour Indurain mostró lo que pudo haber sido y nunca fue en las clásicas.
Era un clasicómano en potencia. Aprovechó el perfil quebrado de esa etapa para arrebatar 50 segundos a sus rivales en una escaramuza que no tenía precedentes. Ese momento quedó grabado en la memoria colectiva española como un hito, ya que mostró un Indurain diferente: agresivo, punzante e imprevisible.
¿Podría haber conquistado las carreras de un día?
Al observar su historial, es lógico preguntarnos si Indurain habría sido un gran corredor en las clásicas. Durante los años previos a su primer Tour (1989-1991), acumuló destacadas actuaciones en pruebas como la Clásica de San Sebastián (1º), Lieja-Bastoña-Lieja (4º) y Flecha Valona (4º, 7º). Tenía la resistencia y, además, cierta velocidad en los momentos decisivos.
Una de las grandes pruebas de su potencial en las clásicas fueron los Mundiales. Indurain siempre compitió al máximo nivel en estas pruebas, logrando tres medallas, incluso cuando ya se encontraba centrado en el Giro de Italia y el Tour. En una línea temporal paralela, es posible que hubiera sumado grandes victorias a un palmarés que, por sí mismo, ya era impresionante.
La Lieja, su carrera más adecuada
De todas las clásicas, la que más se ajustaba a sus características era Lieja-Bastoña-Lieja, donde consiguió un cuarto puesto en 1991. En esa edición, Indurain se metió en un corte que había sido provocado por Claude Criquielion, muy lejos de la meta. Al final, como era habitual en esos años, la victoria fue para Moreno Argentin.
Desde ese día, nunca más vimos a Indurain brillar con la misma intensidad en una clásica. Los adoquines, con su dureza y su peligro, no eran el terreno adecuado para él, pero pruebas como la Amstel Gold Race o Lieja habrían podido ser objetivos posibles.
Lo que jugaba a su favor
Indurain tenía una serie de características que lo habrían hecho muy competitivo en las clásicas:
- Un físico formidable para afrontar los recorridos duros.
- Técnica y manejo de la bicicleta impecables, como hemos visto en los momentos más serios de su carrera.
- Una mente estratégica, con una visión de carrera excepcional y una economía de esfuerzos sin igual.
- Buena punta de velocidad, mejor de lo que a menudo mostró. Un ejemplo claro es el Mundial en el que ganó al sprint a Ludwig y Museeuw.
Lo que jugaba en su contra
Sin embargo, su planificación para el Tour de Francia, que lo convirtió en un campeón imbatible durante cinco años, se le interponía en su camino. La primavera, con su calendario de clásicas, no se ajustaba a su preparación para el Tour.
La ausencia de clásicas en su palmarés
A pesar de todo, si comparamos a Indurain con otros grandes del ciclismo, su palmarés se queda sin algunas de las clásicas más prestigiosas. Pero todo eso, los tiempos, los rivales, las exigencias… todo era muy distinto a lo que había en el pasado.
Cada época, en definitiva, fue diferente.
Ciclismo antiguo
¿Veréis la película de Gino Bartali?
Leyendas como Gino Bartali tardan en tener una película
Siempre he pesando que el ciclismo es el deporte más literario, y por ende cinematográfico que existe, un deporte que se mueve por los sitios, que se escribe en historias increíbles y en circunstancias que no somos capaces de concebir.
Me sucedió cuando escribí la historia de Mariano Cañardo y todo lo que de su vida se desprende, y claro, cuando veo que va a salir una película de Gino Bartali empiezo a salivar.
Porque la vida de Gino Bartali, dos veces ganador del Tour de Francia y héroe de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, será llevada al cine en una nueva película biográfica titulada Bartali.
El actor Miles Teller será Gino Bartali en su película, para rememorar su éxito deportivo y su papel crucial en la resistencia italiana al transportar documentos secretos y ayudar a judíos a esconderse durante la invasión alemana.
La película será dirigida por E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, ganadores del Oscar en 2018 por el documental Free Solo.
La producción estará a cargo de su compañía, Little Monster Films.
Gino Bartali una leyenda, en lo deporgivo ganando múltiples títulos como el Giro de Italia y el Tour de Francia antes y después de la guerra.
En lo histórico demostrando su valentía durante la Segunda Guerra Mundial, transportando mensajes y papeles importantes escondidos en su bicicleta, le valió el reconocimiento de Justo entre las Naciones en 2013, por parte del Centro de Memoria del Holocausto en Jerusalén.
Miles Teller, conocido por sus papeles en Whiplash y Top Gun: Maverick, flipa por interpretar a Bartali, destacando el coraje y la humanidad del ciclista que arriesgó su vida por otros.
La historia de Bartali ya ha sido explorada en otras películas y libros, pero esta nueva versión promete ampliar la faceta heroica del ciclista mucho más allá de su legado deportivo, cosa muy importante en los tiempos de que corren.
Recordar a Gino Bartali es recordar la barbarie.
Lo aplaudo.
Ciclismo antiguo
Indurain: Amor por los Pirineos
Podemos decir que lo mejor de Indurain empezó y acabó en los Pirineos
Ya lo sabéis, Miguel Indurain es un navarro de Villaba, un pueblo cercano a Pamplona, situado en el Camino de Santiago, con los Pirineos a unos 40 kilómetros, por lo que no es raro que desde pequeño pudiera disfrutar de esos paisajes montañosos.
A solo un paso de su casa, tenía lugares como Roncesvalles y otras zonas para entrenar.
Cuando Miguel empezaba a formarse como ciclista, recorría rutas como Larrau, Ochagavía y Valcarlos.
Y esos Pirineos tan cercanos fueron clave para su desarrollo y también lo trataron muy bien. Desde sus primeras victorias en carreras como Cauterets y Luz Ardiden, quedó claro que iba en serio y que su objetivo era el Tour.
Ya en 1991, Miguel tuvo su primer gran golpe en el Tour, aunque las cosas no estaban siendo fáciles para los ciclistas españoles en general, ni para su equipo Banesto en particular, en especial por la etapa de Jaca.
Pero la gran jugada vino al día siguiente, en la etapa de Jaca a Val Louron, cuando Miguel aprovechó una jornada épica en los Pirineos para dejar huella.
En el Tourmalet, a mitad de etapa, se fue para adelante con el italiano Claudio Chiapucci, y al final, subió al podio con el maillot amarillo por primera vez.
Los Pirineos siempre fueron su terreno.
En Cauterets logró su primer triunfo en el Tour y en Luz Ardiden se perfiló como el ciclista imparable que llegó a ser, incluso dejando atrás a figuras como Greg Lemond.
Ya antes, en el Tour del Porvenir, se mostró como un gran talento en las montañas, que siempre fueron su zona de gloria y sufrimiento.
Y aunque en 1996 sufrió un golpe durísimo en Hautacam, cuando se despidió de su sexto Tour, Miguel siempre encontró más alegrías que decepciones en los Pirineos.
Esos mismos Pirineos que le dieron tanto y lo vieron brillar, también fueron testigos de sus inicios, pero su historia sigue siendo una de las más grandes del ciclismo.
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