Ciclistas
Ciclismo español, bienvenido a una realidad que no es nueva
El ciclismo español está en medio de su travesía por el desierto
El otro día, con la Vuelta apagándose en la cumbre de la Covatilla, un buen amigo que lleva escribiendo de ciclismo desde hace más de cuarenta años me enviaba este mensaje…
Mañana termina la Vuelta, la temporada ciclista y el peor año, en cuanto a resultados, para el ciclismo español…
El peor de toda la historia
No recuerdo ninguna temporada, nunca jamás, en la que ningún ciclista español haya hecho podio alguno, en alguna de las grandes pruebas.
Quise calmarle, que no era la primera vez, ni sería la última que esto sucedería, pero la realidad es aplastante en este caso, hay muy poco que matizar: el ciclismo español ya no manda en el mundo.
La estadística es una buena aliada en estos momentos y así está la cosa.
Por países domina Francia cómodamente, merced a la camada del noventa con Alaphilippe, Démare, Sénechal y Guillaume Martin, le sigue Eslovenia, con Roglic y Pogacar aportando más del ochenta por ciento de los puntos, y tercera es Bélgica, la nación perenne en los puestos nobles del ciclismo.
El ciclismo español es décimo en una lista que hace cinco años dominaba con solvencia, tiempo en el que Purito o Valverde recogían el premio a mejor ciclista del año, Movistar era el mejor equipo y López Cerrón, el presidente de la española, se llevaba a la Madrid el trofeo de primer país en el ranking.
El ocho titular del ciclismo español en esa clasificación lo componen Mikel Landa, Enric Mas, Alejandro Valverde, Pello Bilbao, Gorka Izagirre, Marc Soler, Alex Aramburu y David de la Cruz.
A eso le añadimos lo que nos decía mi amigo, ningún ciclista español en el podio de una grande y un par de etapas en total, las de Izagirre y Soler en la Vuelta para completar esta histórica campaña.
Cabría irse muy lejos y no nos alcanza la memoria para ver algo igual, quizá la campaña 1996, la última de Miguel Indurain, cuando sólo Abraham Olano, y en el Giro, pisó el podio de una grande.
Y es que la realidad que anticipábamos hace unos años se impone, el problema es que muchos se percatan ahora.
Los mejores ciclistas españoles hace tiempo que no encuentran acomodo en este lado de las fronteras, sólo Movistar está en el World Tour y el equipo da para lo que da, pues como bien vimos en años atrás, la jerarquía era la que era, y las cartas estaban marcadas para Nairo, Valverde y en menor medida Landa.
Ganaban la clasificación mundial por que el ciclismo español era el mejor del mundo en esos momentos y ellos se llevaban las mejores perlas, pero ¿qué ha quedado de todo aquel trabajo?
Advertimos entonces de una silenciosa generación que crecía fuera, que no era numerosa, pero eran buenos, es el caso de García Cortina, del propio Enric Mas… ahora ambos estarán, como no en el único equipo World Tour español.
Por que ahí fuera se podrá hacer carrera, pero las cosas no son tan sencillas, al fin y al cabo un Cofidis siempre mirará más por un francés, como el Deceuninck hará lo mismo por un belga.
Parece una explicación simple, pero es la que es.
Pero a todo ello se le debe añadir una realidad que en ciclismo, como en otros deportes, se está acabando de imponer.
Los tiempos en los que Francia, España, Italia y Bélgica se repartían la parte gruesa del pastel han quedado en la historia, esto está mucho más repartido, e igual que hoy los eslovenos dominan, hay países que lo están haciendo muy bien, algunos de siempre como Países Bajos o Australia, cada ciclista de allí que llega a Europa se dejará la vida para triunfar, y otros de hace poco pero con un método que es envidiable, el caso de Dinamarca.
Algunos por esos lares, debería darse cuenta que en el caso de los daneses deben de una cultura pistard que han sabido prolongar a la carretera.
No os llevéis a engaño, tras Enric Mas y Mikel Landa, me cuesta ver a Marc Soler en vueltómano, no hay nada en el presente, y no queremos desmerecer el Giro de Pello Bilbao, bueno, mejor dicho los Giros, pero sabemos que en Italia las circunstancias han sido muy especiales.
Aquellos que crecimos en los años de Belda, Pino, Marino, Lejarreta y Perico, que vimos la profusión de Beloki, Olano, Samuel, Contador…, tenemos que se muy conscientes que para volver a tener esa calidad en primera línea habrán de pasar muchos años, si es que alguna vez vuelve.
La travesía en el desierto que se intuía hace unos años está aquí, y se hace muy presente por que la gran estrella, Alejandro Valverde, ya no brilla como acostumbraba, el paso del tiempo es para todos.
Ahora es cuando muchos se percatan de la triste realidad que se ha sembrado de forma concienzuda en una estructura de ciclismo que se ha quedado anticuada.
Wout Van Aert
Demasiadas medallas de plata para Wout Van Aert
El Europeo le deja otra plata a Van Aert, y van trece
Sí, lo sabéis, si ahora me pidieran una mano por alguien en el pelotón la pondría por Wout Van Aert, para mí el ciclista más valioso de la actualidad, un portento omnipresente, con un bagaje que no discutiremos ahora, pero con un gran qué en esa relación especial que ha construido con la medalla de plata, hasta trece, excesivas en su balance frente al oro en un balance en el que su némesis, el amigo Mathieu le ha sabido doblegar.
Trece medallas de plata, así nos lo confirman, contando Juegos Olímpicos, Mundiales, Europeos y Campeonatos belgas que, en ciertos momentos, como en ciclocross, son como mundiales encubiertos.
Ayer cuando le vi que no llegaba a tiempo para superar a Laporte en el final, cuando la medalla de plata colgaba del cuello del Van Aert pensé en esa cifra, y con ella en la mano, me pregunto cuál fue el oro que más me dolió que perdiera el belga.
Y en esa tesitura me acuerdo de la carrera de fondo olímpica de Tokio, cuando estaba sublime de forma, recién llegado del Tour, tres etapas ganadas, cada una totalmente diferente, y vio como el hábil Carapaz le levantó el título olímpico.
Fue esa mañana de sábado, a primera hora, un esquema que se nos ha hecho favorito.
Van Aert es el más fuerte de la concurrencia, rodó como nunca y perdió como siempre, pues cada vez que comparece en este plan, sucede lo mismo, alguien es más listo, se anticipa, y luego todos le miran a él para que emprenda la caza que, lógicamente, no llega a buen puerto.
Dice Van Aert que claro que piensa en la cantidad de medallas de plata que tiene en casa, que lo tiene presente, por mucho que en carrera no le venga a la mente.
Pero le condicionan, le tienen que perturbar, a cualquier crack en lo suyo tiene que pesar verse en el día de la marmota
A mí me pasaría.
Le hemos visto a la derecha del ganador, cuando el podio ha estado bien dispuesto, en muchas ocasiones y no cuento Roubaix y Flandes, otras que son de su perfil.
El tema de disputarlo todo, de ser bueno en casi cualquier terreno es lo que tiene, un coste en plazas de honor equiparable a las que lograba, por ejemplo, Alejandro Valverde.
Por eso molesta, por eso sabe mal, ver tanto talento vestido en plata, cuando debería tocar el dorado.
Ojalá Wout le dé la vuelta a la situación, que aprenda de los Carapaz en su día, o Laporte ayer mismo, ciclistas que no le son superiores, pero que son hábiles, se mueven bien y tienen instinto.
Imagen: FB UEC
Ciclistas
Juan Ayuso necesita un año entero y limpio
No pisar el podio de la Vuelta no es una mala noticia para Juan Ayuso
Volver al podio de Madrid para recoger el maillot blanco de mejor joven era un objetivo que Juan Ayuso veía más o menos factible.
De hecho creo que, salvo Remco Evenepoel, era el gran favorito a vestir una prenda que en el ciclismo actual no tiene el valor de hace no tanto tiempo, cuando los jóvenes llevaban una programación más calmada y su progresión se fijaba más a largo plazo.
Si los cambios que ha vivido el ciclismo se podrían resumir en esa prenda y su valor.
Para Juan Ayuso el objetivo era volver al podio de Madrid, un año después de estar en él, tras debutar en una gran vuelta.
Conociendo su ambición y sabedor de lo claras que tiene las cosas, me cuesta creer que el ciclista esté contento con esa cuarta plaza, más cuando tampoco estuvo nunca en disposición de ganar una etapa, otro objetivo que se marcó a fuego.
Lo dijo varias veces, incluso dando a entender que podía sacrificar la plaza en la general por levantar los brazos en meta.
No le fue posible…
Y es aquí donde quiero ir con Juan Ayuso, que ha demostrado que incluso en este ciclismo de prodigios las cosas no son sencillas para los jóvenes, que esto no es llegar y besar el santo, más bien todo lo contrario.
Los que llegan tan rápido a la elite no siempre lo tienen tan sencillo y Juan lo ha demostrado en la Vuelta.
Ha estado delante siempre, la ambición la tenía, el equipo no tanto –la forma de hacer de Almeida es muy difícil de entender– y la forma era la mejor en sus circunstancias, pero ahora mismo el Jumbo está en otro nivel, incluso para los todopoderosos del UAE.
Juan Ayuso nunca amenazó el podio de los neerlandeses y acabó entre el cansancio extremo de Enric Mas y el hastío final de Mikel Landa ante tal dominio.
A ello se le añade ese catarro que mencionó en alguna ocasión y la sensación que no ha hecho limpio de aquella lesión de principios de año.
La suma de todo ha pesado en un ciclista cuyo techo creo que sigue estando lejos, a pesar de algunos comentarios, pues tiene 21 años y en lo poco que ha podido competir ya ha logrado cuatro victorias y de ellas, tres en el World Tour.
Imagen: UNIPUBLIC / SPRINT CYCLING AGENCY
Mathieu Van der Poel
Van der Poel hijo en 5 esenciales
Ahora mismo no le veo límites al palmarés de Mathieu Van der Poel
No sé si es que el año le ha resultado muy intenso o que Mathieu Van der Poel ha querido pasar página rápido, pero su maillot irisado ha sido visto y no visto.
Unas cuantas carreras y cierre de Van der Poel en una París-Tours que merece a los mejores
Habrá que esperar a la próxima primavera para disfrutar a tope el buzo más especial del pelotón con más asiduidad en las espaldas de uno de los corredores con más flow del pelotón, un tipo que no deja indiferencia, despierta pasiones y genera afición como pocos.
Desde que diera el salto a la carretera, Mathieu Van der Poel ha demostrado una evolución tan brutal que nos cuesta reconocer en este campeón aquel mozalbete nieto de Poulidor recién venido del ciclocross, aunque con bagaje ya en carretera.
Con esta premisa, queremos dejar cinco básicos para entender y querer a Mathieu Van der Poel.
Una evolución tangible,…
Ver a Van der Poel «campeonar» en Glasgow y ponerlo negro sobre blanco con el que reventó en Yorkshire, cuatro años antes, es como degustar dos ciclistas diferentes.
El de entonces, un auténtico temerario, que se echaba las fugas a la espada y las arrastraba hasta caer destrozado.
El de este verano, un ciclista certero, con un golpe, sólo uno pero demoledor y suficiente para ser campeón del mundo.
Un cambio de ritmo brutal
Ahí reside la gran fuerza del neerlandés.
Cuando acciona el mecanismo de destrucción se acabó el plan para los demás, abre un pequeño hueco rápido y lo van ensanchando de forma paulatina e irremisibe hasta que decanta la carrera.
Lo vimos en San Remo, en Roubaix y en el Mundial, un tridente que habla del salto de calidad que le ha implicado el año que acaba.
Registros muy marcados
Si una cosa tiene el nene es que su programa se va concentrando y se centra en aquello que sabe le va a resultar.
Salió de la zona de confort del ciclocross para crecer en su entorno natural, las clásica, y en ello está.
Tiene claro el objetivo y se centra en él, todo lo demás que venga perfecto, como etapas o el amarillo del Tour, pero él la historia la escribe en sus terrenos.
Sólo se tuerce del renglón con el BTT, que no le sonríe, pero no creo que ceje en el empeño con unos JJOO en el horizonte.
Techo sin adivinar
Una vez abierto el melón de los monumentos, nos queda saber cuántos será capaz de coleccionar.
En clara competencia con Pogacar, que le ha pisado el césped en Flandes, ahora mismo cuelgan cuatro de su palmarés, pero a ritmo que va mira de tú a tú leyendas no tan lejanas como Boonen y Cancellara.
Si sigue con este registro anotador puede acabar entre los mejores de todos los tiempos en la materia.
¿Un día? El mundial mismo
Este Campeonato del Mundo escocés ha sido el culmen, la cuadratura del círculo para Mathieu Van der Poel.
Con presencias más contenidas y bien calibradas, su actuación en Glasgow ha sido sencillamente abrumadora, tanto como el cambio de ritmo que exhibió y la forma con la que se repuso de la caída posterior.
El coco ya viste de arcoíris, ¿qué será lo siguiente?
Por de pronto seguro que nos amenizará algunas sobremesas de Navidad y fechas aledañas.
Ciclistas
El año de Pogacar, pendiente de Lombardía
Un triplete en Lombardía sería un gran calmante para la sed de Pogacar
Veremos, una vez la temporada eche el telón el Lombardía, cuál ha sido el año global de Tadej Pogacar, aunque por el momento para el esloveno sobrevuela una sensación llamada beneficio de la duda.
Al igual que el año pasado, cuando entró al trapo con los Jumbo, lo que significó su perdición, en éste para Tadej Pogacar hay un antes y un después de su fractura de muñeca.
No sé de hecho, si os fijasteis en el descenso del Tourmalet, en este Tour, cuando hizo unos cuantos gestos como si se le durmiera la mano lesionada, demostrando que en cierto modo le molestaban los restos de la lesión.
Cuánto habrá influido la fractura y recuperación, el sabrá, pero que algo le ha podido mermar, creo que es un hecho.
Con ese beneficio de la duda, echamos de menos a Pogacar levantar los brazos y esperamos verle de nuevo on fire en el fin de sesión de Italia y en especial en Lombardía.
Ojo que si gana por tercera vez se pone al nivel de Girardengo, Belloni, Bartali, Kelly y el principito veronés, Damiano Cunego, quien hizo de las hojas muertas su fortín.
Su final de año lleva otras citas importantes, además, como la revancha con Enric Mas en Emilia y la defensa de la corona en Tres Valles Varesinos.
Con todo el año de Tadej Pogacar volverá a ser muy potente, aunque aquella primavera nos quede lejos.
Recordad que hubo unos días entre marzo y abril que el sol salía y se ponía con él, que ganó todo lo que compitió y sólo quedó fuera del podio en la Milán-San Remo que ya había condicionado con sus ataques en el Poggio.
Ese fenómeno esperamos volverlo a ver este final de curso, pero sobretodo en la primavera de 2024.
Porque más allá de la suerte del Tour, carrera a la que tendrá que dedicar más codos en lo sucesivo, como le recuerda si rival danés, Pogacar se ha hecho una marca en torno a toda carrera que compite, sea la Clásica de Jaén o el Giro de Lombaría.
Su sed es infinita y sigue siendo joven, hizo 25 el jueves.
Veremos, por eso, una duda que nos asalta con esta generación sobre si ya hemos visto lo mejor que pueden dar de sí o si les queda por mejorar…
-
Ciclismo1 semana atrás
El ciclismo de talonario no lo inventó Jumbo, ni Sky, ni siquiera el US Postar
-
Enric Mas6 días atrás
Enric Mas, otros objetivos serían más factibles
-
Ciclistas4 días atrás
El año de Pogacar, pendiente de Lombardía
-
Ciclismo6 días atrás
Stefan Kûng y el peligro de la bici de contrarreloj
-
Ciclismo1 semana atrás
La Vuelta más floja de los tiempos recientes
-
Ciclismo7 días atrás
Lo mejor es que Remco Evenepoel vaya haciendo
-
Ciclistas3 días atrás
Juan Ayuso necesita un año entero y limpio
-
Ciclismo1 semana atrás
Nueva Trek Domane en aluminio