Opinión ciclista
Un manual para ganar en San Remo
Publicado
8 años atrásen
Por
Iban VegaEspero, deseo, hayan disfrutado de la Milán- San Remo que acaba de morir por las costas de Ligura. Espero que hayan saboreado el tempo de una carrera trepidante, corrida a cuchillo, a mil por hora con regusto a sangre. Espero y les deseo todo ello porque muy posiblemente este sensacional espectáculo, centenario y digno de un monumento pueda ser ultrajado a más no tardar con la previsión de incluir esas cotas y ascensiones sin las cuales un buen numero de estrellas dice que no va, que pasa, que prescinde de la clásica por la que bebían los vientos Coppi, Merckx y De Vlaeminck.
San Remo en 2014 fue, como en 2013, una carrera mojada y por ende condicionada de base. Quizá en ese acuoso caldo de cultivo llegará la decisión de Vincenzo Nibali de intentar lo que intentó, mover el árbol, agitar la carrera entre la Cipressa y El Poggio. Hubo un momento, sinceramente en el que le veíamos ganador, pero la inercia de muchos favoritos y en entendimiento in extremis de muchos equipos le privaron de un éxito para el que a priori no estaba preparado, pues en la París-Niza no se le vio en condiciones de hacer algo grande, al menos no en una carrera que ralla los 300 kilómetros.
Pero en el descargo de Nibali está la sola razón de estar ahí, luchando, batiéndose el cobre. Dijimos una vez que este payo siciliano es el hombre de los imposibles, pues bien, camino de San Remo demostró que ese apelativo se lo ha ganado con honor. No pudo, pero honró el deporte que le alimenta.
Porque Vincenzo Nibali quiso ser Gianni Bugno por ejemplo, pero con una diferencia, sin estar en su mejor momento. Es terrible saber que ahora, posiblemente por costas murcianas un ciclista fino y talentoso ha desperdiciado unas piernas envidiables en un entrenamiento dominical que sí, le irá muy bien para su Tour y esas cosas que le desvelan, pero que en el camino le impiden ser más grande de lo que es.
Sea como fuere, San Remo ha puesto cartas boca arriba y en Katusha tienen motivos sobradísimos para estar felices. Purito, a los rusos, no sólo les ha dado victorias, y no pocas, también les ha insuflado puterío y lectura de carrera como poca gente sabe hacer. Les bastó el descontrol del descenso del Poggio y posterior reagrupamiento para poner a Luca Paolini a aleccionar cómo mantener un grupo compacto a la espera de que tu baza, el noruego Alexadner Kristoff pasase de buen ciclista a corredor mayúsculo, digno integrante de la galería de los campeones que solo aquí, en San Remo, pueden coronarse. Qué orgulloso estaría Paolo Bettini.
Porque con sólo un ciclista al comando, Katusha ha destapado esa casa de putas que es el BMC, donde un día saldrán con más estrellas que corredores. Si nadie es capaz de decirle a Philippe Gilbert que una vez pasado el Poggio su carrera acaba, es que al volante, no sé ni a quién tenían, sólo llevan un chófer. Si Van Avermaet tuvo una opción su compañero estuvo ahí, presto, para arruinársela.
Merecen lectura muy positiva dos velocistas de pólvora mojada en una carrera tan larga como ésta. Saben los que me leer que Mark Cavendish no es santo de mi devoción, pero esta vez chapeau, exactamente igual que André Greipel. Por su parte Juanjo Lobato, magnífico, terrible y sagaz, demostrando que a Movistar quizá estas circunstancias de desorden y cansancio extremos les vaya mejor que planificar una llegada en Almería. Lamento y lo digo de veras, a pesar del tono crítico que siempre he mantenido con él, la desgracia de José Joaquin Rojas, me habría gustado verle.
De los protagonistas mayúsculos, esos que siempre aguardamos, pues dos lecturas. La primera para Fabian Cancellara -Kristoff sucede a Ciolek y Gerrans- que otra vez se quedó a puertas de repetir, para una vez que fue más rápido que los velocistas. Fabian progresa adecuadamente y parece que en el adoquín será el hombre a vigilar. La otra para Peter Sagan, en unas circunstancias ideales, ni se le vio. Ojo porque ganar un monumento se puede convertir en un lastre para él. Al tiempo.
Foto tomada de www.vavel.com
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Ciclismo antiguo
Marino Lejarreta siempre viajó en la clase noble del Giro
Publicado
1 mes atrásen
15 de mayo, 2022Por
Iban Vega

En el Giro Marino Lejarreta hizo grande su historia
El marationano Marino Lejarreta, el bien llamado “junco de Berriz, ha sido una de las grandes personalidades del ciclismo español en el Giro de Italia. E
l ciclista vizcaíno firmó siete participaciones en la grande rosa y todas las concluyó entre los diez primeros.
A esa benigna estadística, cabe añadirle que en cuatro de esas ediciones, Lejarreta concluyó las tres grandes el mismo año.
Su historia con Italia viene de dejos, del mismo momento que comprendió que allí podría tener una salida natural a su talento en una grande que le iba como anillo al dedo.
En ese tiempo conoció con monstruos como Saronni, Moser, Hinault, Roche y Visentini, entre otros.
Corría el año 83, el joven Marino debutaba en el Giro recién llegado de una Vuelta memorable en la que tuvo que declinar ante Hinault. Al fin, el de Berriz se veía en el Giro: “Llevaba cinco años de profesional pero hasta la fecha nunca había estado en el Giro, sí en alguna clásica italiana. Era una prueba que me apetecía mucho conocer”.
Con los colores del Alfa Lum, cierto sinsabor recorrió el cuerpo de Marino en su debut. Fue la edición que ganó Saronni y el recorrido dejó mucho que desear. “Fue una carrera muy suave –recuerda-. Se desvirtuó algo la idea que tenía de la carrera con esos grandes puertos de los que tanto había oído hablar”. En el balance, amén del sexto puesto, destaca la segunda plaza en Val Gardena donde perdió ante Mario Beccia, “me ganó al sprint tras haberlo intentado a 2 kilómetros” rememora. Un año después ganaría en ese mismo escenario, “mi día más feliz en Italia” admite. Allí vivió también uno de sus días más duros: “Bajábamos con frío y nieve y lo pasé muy mal. No controlas la bici, te duelen las manos y nunca ves el final”.
Para Marino “el ciclismo que se ve en el Giro es el típico italiano, muy de clásicas. Se ejerce un gran control por parte de los equipos de velocistas y uno se da cuenta que luchar contra eso es absurdo. La batalla suele platearse al final, sobretodo cuando la televisión entra en directo”.
Ese ciclismo a la italiana también se prolonga en las cuentas. Marino, muy querido siempre en Italia, no escatima elogios: “El público italiano es ciclista de toda la vida. No suele ser muy joven, pero sí muy entendido. Posiblemente sea el mejor que haya”. De sus siete Giros se declara admirado por “las Tres Cimas de Lavaredo. Estábamos a un kilómetro de meta y veía tanta gente montaña arriba que pensaba que habían subido más allá de meta”, para su desgracia el gentío se acaba en meta.
El Mortirolo es la subida más dura, pero fue en la Marmolada donde vivió un auténtico calvario en 1991. Ese día descubrió a uno de los corredores que más le ha impresionado: Franco Chioccioli. Lo mismo reconoce de Gianni Bugno, “ganó su Giro con una pierna” recuerda, y de Bernard Hinault.
Marino en el Giro
1983: 6º
1984 y 1987: 4º
1985 y 1991: 5º
1989: 10º
1990: 7º
Dos etapas ganadas
Ciclismo antiguo
El casi pleno de Miguel Indurain en el Giro de Italia
Publicado
1 mes atrásen
14 de mayo, 2022Por
Iban Vega

Indurain en el Giro: dos victorias y una tercera plaza
Sólo con esa estadística tan apabullante, uno toma conciencia de la naturalidad con la que ganaba el mejor ciclista español de la historia. Una naturalidad, sea dicho, no exenta de sufrimiento y obstáculos.
Indurain tuvo su estreno en el Giro en 1992, llegaba como ganador del Tour y un saco de incógnitas sobre sus opciones.
Preparar su segundo asalto a la Grande Boucle era su único objetivo en Italia pero, ganó: “Llegué con la incertidumbre propia de quien llega a una carrera que no conoce. Todos me comentaban que era una carrera muy a la italiana, donde los italianos atacaban mucho. Mi idea era preparar el Tour, aunque si la carrera se ponía tiro no se podía desaprovechar. Una vez salvamos la primera parte nos dimos cuenta de que podríamos luchar por la victoria”.
Se vistió de rosa en Arezzo y reforzó su liderato un día después en la crono de Sansepolcro.
Reconoce que “no fue una victoria fácil por que en definitiva no dejas de ser un rival para todos los italianos”, pese a ello reconoce haberse sentido “muy bien acogido por el público.
En alguna ocasión se oía hablar de alianzas entre corredores italianos –sobretodo en su segundo Giro- pero al final cada uno fue a lo suyo”.
Recuerda haberse sentido muy impresionado por los Dolomitas: “Son realmente impactantes por la cantidad de roca que se ve en las montañas y el gran ambiente que rodea la carrera. Son puertos que no tienen nada que envidiar a los del Tour”.
Un puerto, por encima del resto, es el más duro a su entender: el Mortirolo.
Pero no es el único: “El Stelvio no tiene tanto desnivel pero su longitud lo hace muy duro. La característica de las etapas de montaña del Giro es que los puertos se suceden casi sin descanso”.
Mortirolo y Stelvio son dos cimas que entraron en aquella fantástica jornada de ciclismo que fue la 15ª etapa del Giro de 1994 entre Merano y Aprica.
Un día extraordinario que hizo vivir a Miguel todos los estados del ciclismo, de la euforia del Mortirolo al calvario del Valico di Santa Cristina. Sobre aquel día ha sido peguntado mucho: “Fui muy bien, pero se me olvidó hidratarme y lo pagué caro”.
Indurain pasó de acariciar el rosa que vestía Berzin a despedirse de él, en espacio de media hora fruto de una tremenda pájara que sepultó sus opciones en el que podía haber sido su tercer Giro.
Sobre lo que rodea a la carrera está totalmente de acuerdo con que nos contó Marino Lejarreta hace unos días: “Para Italia el Giro es una fiesta. En mi época veíamos pueblos enteros que dejaban de trabajar por ver la carrera. No obstante la gente no sólo vive el Giro, sino todo el calendario en general. Sea en el norte o sur, siempre hay mucho seguimiento”.
Miguel en el Giro
1992 y 1993: 1º
1994: 3º
Cuatro etapas
Opinión ciclista
El Giro hizo muy bien saliendo de Hungría
Publicado
2 meses atrásen
9 de mayo, 2022Por
Iban Vega

El inicio del Giro de Hungría ha puesto otro país en el mapa de las grandes vueltas
Que el Giro, el Tour y la Vuelta de 2022 salgan, respectivamente, de Hungría, Dinamarca y Países Bajos es una noticia excelente por varios motivos.
El primero y principal, porque esto no deja de ser un negocio, es que las organizaciones se sacan una buena pasta para mejorar la calidad de sus eventos, hacerlos rentables y seguir adelante.
Dijo Contador en Eurosport que se sacaron nueve kilos y medio de euros, bien por Vegni.
Pero no sólo eso, que el Giro salga de Hungría nos ha dado imágenes de un gran pelotón por una soberbia ciudad llamada Budapest, conjugando eso que tantas veces hemos dicho y que el ciclismo logra mejor que nadie: este deporte es perfecto para vender lugares.
También se ha llevado el gran ciclismo a un país con muy poca tradición, que yo sepa, ciclista, con una carrera, la Vuelta a Hungría que empieza al calor del Giro.
Eso es vender este deporte, es llevarlo fuera de sus límites naturales, demostrando que este circo es bienvenido por donde pise.
Por todo lo dicho anteriormente, me decepciona el resultado de esta encuesta…
???? Hoy arranca el #GiroEurosport desde Hungría.
?Cada día vamos a plantear un debate para analizarlo con nuestros expertos durante la retransmisión de la etapa y luego en #LaMontonera
⁉️ ¿Qué os parece que las grandes vueltas salgan desde fuera de sus países?
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) May 6, 2022
… pues no creo que el Giro pierda un ápice de su esencia por hacer un bolo en Hungría, al contrario, demuestra que es un evento querido fuera de Italia y que causa expectación.
Luego está la problemática que le significa a los corredores y equipos, que son muy conscientes que, en el fondo, tanta molestia les sale a cuenta, pues son los primeros interesados en estar en la caravana del Giro y que ésta tenga, por tanto, buena salud financiera.
Cómo se repartan la pasta que el Giro se lleva de Hungría es tema de ellos.
Las salidas internacionales, incluso más allá de países colindantes, es un atractivo brutal para el ciclismo como deporte, que rinde visita unos días y vuelve al país de origen a jugarse lo gordo de la carrera.
Además, en un contexto de turismo cada vez más internacionalizado, vemos otros países y regiones promocionarse en las grandes vueltas: Italia lo ha hecho en la Vuelta, por ejemplo.
Es un caso concreto y puntual, pero hay otros incluso más llamativos, como la salida de la Vuelta a Polonia del Trentino, alineando el mensaje de que al Papá Juan Pablo le gustaba mucho la zona.
Siempre se han hecho salidas internacionales, que últimamente se hagan más responde a la necesidad de llevar la facturación a otro nivel.
Pero incluso diría otra, que la salida de la Vuelta sea de Utrech o la del Tour de Copenhague, como la del Giro desde Budapest, tras el año de pandemia y, por tanto, un retraso en las salidas, hace de cada evento una fiesta, un perfecto maridaje de ciclismo, cultura y países, que al fin y al cabo es de lo que se trata en estas cosas.
Imagen: FB de Giro d´Italia
Opinión ciclista
Tres cosas que me faltan en esta Volta
Publicado
3 meses atrásen
22 de marzo, 2022Por
Iban Vega

La Volta sigue con el mismo esquema desde hace demasiado tiempo
Escribo estas líneas sobre la Volta, mientras veo el serpenteo y el peligro de la carrera hacia Perpinyà, en una jornada que no pasará a la historia por ser decisiva, pero que nos ha dejado bonitas imágenes y principalmente ha salido un poco del molde que la carrera se ha impuesto en los últimos años.
Y es que la Volta no llegaba a Pepinyà desde los años cincuenta
En todo caso. y no es la primera vez que lo decimos, la Volta a Catalunya ha granjeado un esquema férreo que, con el paso de los años, sigue vigente y repitiéndose, omitiendo a mi juicio etapas bonitas y parajes abrumadores para el ciclismo.
Otro año nos hemos vuelto a quedar sin contrarreloj, que en medio de la carrera, como el año pasado en Banyoles, implica un muy buen test para los favoritos y obliga a gestionar muy bien las fuerzas ante la gran montaña.
El año pasado individual, hace cinco, por equipos, fueron las dos últimas cronos de la Volta.
La inclusión de las llegadas en alto en miércoles y jueves sigue vigente por el convenio con las estaciones de Ferrocarrils, viendo pasar en carrusel las llegadas en alto vinculadas a la empresa pública, esta vez tocan La Molina y Boi Taull.
No tenemos nada contra estas llegadas, al contrario, lo de Boi es para que se te vaya la olla en ese paraje de Pirineos y románico, a ver qué tiempo dan para el jueves, pero el esquema se repite en círculos, con sendas llegadas en alto seguidas desde hace tiempo.
Lejos queda aquella llegada a mitad del Mont Caró, en Terres de l´ Ebre, donde ganara Valverde por delante de Contador y Froome.
Y es que las aproximaciones a Molina y Boi impiden encadenados atractivos de montaña, sin obviar que por el camino se dejan zonas tremendas para la práctica del ciclismo como cualquier rincón que busquemos en comarcas como Osona, los Pallars o el mismo Berguedà, del que Sepp Kuss habla maravillas.
La omisión de otros territorios, como el propio de Terres de l´ Ebre o el corazón del Penedès –¿por qué no hacer una etapa que pase entre viñas por algo de sterrato?-, se suma a todo lo que hemos dicho anteriormente.
Hay una etapa, la del sábado que pisa un territorio que quiere más ciclistas por sus rutas, como es la Costa Daurada, que pone todas las montañas de Prades, incluida la emblemática Mussara al principio, dejando un final hacia Cambrils que ajeno a otras opciones.
Entiendo, porque lo sé de primera tinta, lo complicado que es organizar la Volta, las necesidades que la organización tiene y demás, pero creo que otra carrera es posible, fuera de este margen que se ha impuesto, hablo de la misma carrera que ha llevado la Volta por sitios guapísimos, pues si una cosa tiene esta tierra son escenarios ciclistas.
Ya sé que uno no siempre puede hacer el recorrido que quiere, pero sí al menos uno algo diferente cada año.
Imagen: Volta Ciclista a Catalunya / Namuss Films


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