Ciclistas
Tour: Nairo no vino a esto
El Tour 2018 puede ser un antes y un después para Nairo Quintana
Hay cosas en la vida que cuando no pueden ser, no pueden ser. Nairo debería saberlo.
Hace cinco años Nairo irrumpió en el ciclismo de gran alcance, explotó en el Tour.
No queremos saber si de forma tan sonada como Egan Bernal en Alpe d´ Huez, porque sus roles son diferentes.
Nairo es capo desde el minuto cero, no hubo vuelta de hoja cuando un colombiano de tez morena y clase espectacular, se veía entre Porte, Froome, Purito y Contador.
Y mucho más capaz en el Tour que Alejandro Valverde.
Nairo y sus expectativas
Desde entonces, Quintana no fue uno más en el pelotón.
Aquel ganador del Tour del Povernir creía acelerado, no porque él lo quisiera, o quizá sí.
Nosotros, desde fuera, pensamos que la clase le rebosaba.
Pero hete aquí, una historia mil veces vista en ciclismo.
Un corredor crece rápido de inicio y se estanca.
Y esto parece que le está pasando a Nairo, por mucho que desde Colombia alguno suscriba que nos pudramos en el rincón más recóndito.
Decir que Quintana es el que era, es mentir, decir que Nairo Quintana puede optar a lo que pensábamos que podía optar, es engañarse.
Ahora mismo el colombiano es un ciclista muy alejado del objetivo que perseguía y vociferaba cada vez que tenía un micro en mano, o cerca
Y no, amigos, esto no va de españolismo, ni de supremacismo, aquí huimos de las banderas y de los colores.
Leed lo que dijimos de Alberto Contador, venerado en las Españas, hace un año, y entenderéis que lo de Nairo es complicado de digerir.
Porque Nairo ha tenido la temporada a capricho para rendir en el Tour.
Esquivó el Giro y muchas carreras más.
Un día recuerdo que se quejó que la Tirreno y la exigencia que le implicaba le quitaban chance para las grandes carreras.
Fuera Tirreno, fuera País Vasco, fuera responsabilidades, temporada lisa, llana y sencilla hasta el Tour.
A veces tan sencilla, que el cuerpo creo que se olvida hasta de competir.
Y eso es lo que vemos en el Tour, un Nairo frío, ajeno a la pelea.
Pero sobre todo un Nairo que no ha dado la talla cuando todo y todos apostaban por él, cuando su madurez y su preparación invitaban a pensar que, ahora sí, el Tour estaba a su alcance.
Nairo no vino a esto. No vino a atacar y no abrir hueco ante el ritmo de Bernal para descolgarse posteriormente.
Que es Alpe d´ Huez, el mismo puerto donde años atrás tuvo a Chris Froome a punto de caramelo hasta un par de veces.
Hace tres años, hace cinco, Froome caminó por el alambre gracias a Nairo, ahora ni eso.
Pero lo triste ya no es andar o no, lo triste es prometer y prometer, y llegado el momento acabar así, lejos de los mejores, con una sensación fría, casi gélida entre el aficionado.
El Nairo de hace cuatro o cinco años era arrojado y valiente.
El Nairo de hoy en día es un corredor rácano, aprovechado, con mala fama entre los rivales, que pide ayuda en los momentos que hay que marcar territorio.
Ese codo, ese codo izquierdo acabará con tendinitis de tanto pedir el relevo.
Así no se gana algo grande, mendigando favores, peregrinando ayuda.
Las cosas se ganan como lo hacen Dumoulin, Bardet o Nibali, creciéndose ante el monstruo Sky y no mirando atrás
Queda Tour, las cosas pueden virar, pero el ciclista que nos transmite las sensaciones de un témpano no puede dejar que esto acabe así.
No como hasta ahora…
Imagen tomada del FB del Movistar Team
INFO
Gobik te presenta el conjunto de los domingos
Ciclistas
La última marcianada de Van der Poel podría estar en Lieja
No descarto que Van der Poel gane un día en Lieja, pero este domingo lo veo imposible
Es obvio, y a las experiencias ultimas me remito, que cualquier quiniela de Lieja tiene mucho de Pogacar, algo de Van de Poel y un poco del resto.
El ciclismo se ha convertido en esto, en un raro equilibrio roto y condicionado por si uno, dos o tres de los Big 6 toma parte, y no lo digo yo, lo admiten abiertamente ciclistas experimentados y con años en el negocio, tipo a algunos que han pasado por el podcast, desde Luisle a Ion Izagirre, pasando por Verona y Andrei Amador, sin olvidar las sensaciones que Purito nos transmitió el año pasado, en vísperas del Tour de Francia.
La Lieja-Bastonge-Lieja de 2024 pinta a duelo en la cumbre entre los dos mejores ciclistas del año y yo diría que de los últimos años.
Ahora bien, a nadie se le escapa que la balanza en este pronóstico está escorada hacia Tadej Pogacar.
Mano a mano, la Lieja-Bastogne-Lieja ofrece la dureza suficiente y encadenada como para que el esloveno gane con cierta holgura, e incluso trate de empequeñecer las dos últimas exhibiciones que Remco Evenepoel ha logrado en este escenario.
Sin embargo, con Mathieu Van der Poel siempre nos queda el «y si…» y Lieja no escapa de esta lógica.
El neerlandés ha engrosado su saco de esos monumentos que mejor domina a la espera de mirar a los dos que seguro un día va a querer tentar.
Esto de Lieja es una primera aproximación para Mathieu Van der Poel, quien por otro lado conoce la carrera y ya la ha finalizado no lejos del podio.
Lejos de contentarse con el botín obtenido en las piedras, afina la puntería hacia la primera de las dos clásicas que le faltan para ser pedazo gordo de la historia, habiendo logrado los cinco monumentos.
El campeón del mundo puede moldear y acoplar su camino hacia Lieja y Lombardía, claro que sí, es más seguro que lo hará, pues en su ADN, además de un poderío brutal figura esa querencia por la historia del ciclismo.
No creo, repito, no creo que pueda contrarrestar un Pogacar desmelenado, pero ojo lo que va aprendiendo y la aproximación que hace para el futuro.
El domingo hizo un «entreno» de calidad en la Amstel, carrera menos dura, pero que ya ha ganado, y su punto de forma, lo vimos en Roubaix, es yo creo el mejor de siempre.
Se espera frío y lluvia en Lieja, no sé yo si al final del día veremos el arcoíris en la capital valona.
Ciclistas
Juanpe López, el ciclista que te pone nervioso
Esto de Juanpe López es un paso de gigante, no sólo es una etapa, es todo un Tour de los Alpes
Juanpe López es un ciclista especial, por decirlo de alguna manera.
No me lo toméis a mal, es cercano, sensible y transparente, tanto que a veces poner hasta nervioso.
Pero ello no le quita un ápice de atractivo y alegría a lo que ha conseguido esta semana, ganar una etapa, su primer triunfo, y la general del Tour de los Alpes, lo que era el Giro del Trentino, o lo que es lo mismo, un anticipo de lo que espera en el Giro de Italia.
Juanpe López ha abierto la cuenta en la semana del frío y el mal tiempo en media Europa.
El mismo día que el pelotón tiritaba en la Flecha Valona, él encontró el éxito en la nevera que era el Tour de los Alpes con un ataque de media distancia y la certeza de que si apretaba hasta el final incluso la general podía estar en su radar.
No se equivocó.
Por el camino al triunfo le tocó lidiar con Bardet, O´Connor, Tiberi, Poels y cia en una etapa, la de ayer, en la que le pusieron al límite en más de una ocasión poniendo de relieve una de sus grandes virtudes, llevar el sufrimiento hasta un poco más allá.
Como cuando fue líder del Giro, es increíble lo que se agarra a la carrera, de una manera incondicional como a pocos se les ve.
Nuevo en estas lides sacó otra de sus características, los nervios.
Vivir al lado de Juanpe López tiene pinta de ser emocionante, tomándose las cosas como demuestra tomárselas.
Todo esto lo deduzco por su forma de actuar en muchos pasajes de la carrera, un poco a medias entre Evenepoel, Alaphilippe y el gran Thomas Voeckler.
Qué manera de gesticular, que forma de engancharse con todos y cada uno de los integrantes de cada corte que se ha ido formado.
Según piensa, se mueve y actúa, nada más comanda los grupos, pide el relevo, nada más pierde alguna plaza, deja recados por el camino.
Soy yo o Juanpe es muy "turras" con tantos gestos??? #TotA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 18, 2024
Ya sé que no nos hemos visto en esas circunstancias, que no somos ciclistas profesionales, pero a veces resulta hasta un poco excesivo.
Pero, como os decía al principio, no me lo toméis a mal, esto es un gran paso, un salto de calidad, no es ganar una etapa, es una general y eso, en este ciclismo, tiene mucho valor.
Ahora, el Giro.
Imagen: Lidl Trek
Ciclistas
5 desenlaces de capo en los monumentos
Ganar en los monumentos es tan complicado, que hacerlo de forma contundente tiene valor doble
Me encanta la expresión italiana de «capolavoro» para retratar esas victorias que dejan huella en el aficionado. victorias que si se producen en alguno de los cinco monumentos valen por dos e incluso por tres, si se logran sin dudas ni titubeos, demostrando superioridad en un entorno de competitividad total.
En estos años creo que han habido jornadas en la que se veía de lejos el ganador.
Los tres Lombardías de Tadej Pogacar o las dos Liejas de Remco Evenepoel están en ese nivel, pero hemos querido ir un poco más allá y recordar esas jornadas en las que el ganador ya se daba por seguro de lejos…
La Lieja 2015 de Valverde
Es cierto que las cuatro victorias de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastogne-Lieja han sido para enmarcar, en términos de estrategia y sprint en condiciones de fatiga máxima, pero la que gana en 2015 es una exhibición rotunda.
La forma en la que el murciano controló el desenlace, sabiéndose favorito y vigilado, fue suprema, un punto más en su grandeza.
Les controló desde adelante en el Muro de Ans, dejó hacer a Dani Moreno y a 500 metros de meta se fue a por él, cerró el hueco y se dispuso a lanzar el sprint que acabó ganando.
Parece sencillo, porque así lo hace, pero sin duda que la complejidad de esos momentos explica la enormidad de ganar en los monumentos.
La Lieja 2011 de Gilbert
Ese año había un coco en el pelotón y respondía al nombre y apellido de Philippe Gilbert.
El belga se incrustó entre los dos Schleck y les mantuvo a raya hasta el mismo sprint final.
Nunca hubo opción para los hermanos luxemburgueses, el Gilbert aquel venía de ganar Amstel y Flecha, era favorito y ejerció como tal.
Incontestable.
La San Remo 2019 de Alaphilippe
Está lejos este Alaphilippe de aquel de hace cinco años, pero es que ese ciclista fue superlativo, en especial aquellos días.
Su rueda estaba marcada, venía de ganar Strade y de batir a los velocistas en un sprint de Tirreno, pero ello no fue suficiente para que ejerciera con solvencia hasta la misma Via Roma.
Jugó, literalmente, con los rivales en una carrera que se precia de ser la más complicada de ganar entre los monumentos.
La Roubaix 2015 de Degenkolb
Qué ciclista aquel John Degenkolb en 2015, antes de aquel maldito accidente entrenando.
Ganador en San Remo, dobló Roubaix a las pocas semanas como Van der Poel el año pasado.
Ese día el alemán sacó remató el córner, quedando cortado en un primer término, pero remontando desde atrás, cogiendo el primer grupo y batiéndoles al sprint.
La San Remo 2014 de Kristoff
El noruego tuvo años muy buenos y en especial en ese ciclo, cuando todo le salía.
Su victoria en la Milán-San Remo fue una exhibición de equipo, con un Luca Paolini de excepción en la Via Roma para dejarle sembrado el camino.
Qué poco estético ha sido siempre Kristoff, con ese casco torcido, pero qué jodida fuerza de la naturaleza cuando estaba inspirado.
Este año, en Flandes y Roubaix, he vuelto a tener esa sensación de asistir a algo único y brutal, el control y aniquilación de competencia que ha ejercido Mathieu Van der Poel en ese sentido, ha rescatado esos momentos en los que ganar uno de los cinco monumentos parece la cosa más sencilla del mundo.
Ciclistas
Mola Pidcock, mola mucho Tom Pidcock
El pequeño pero curioso bagaje que está construyendo Tom Pidcock no es desdeñable
He leído de quienes han estado cerca de él que Tom Pidcock es gallo, tiene ego, cierto aire de suficiencia e incluso de distancia.
He leído eso y me lo creo, incluso diría, que lo celebro porque en esa expresión sobrada de ciclista top se prolonga una actitud en carrera que sólo puede gustarte, y al final estamos aquí para valorar a esta gente si son buenos o malos ciclistas, no si en la vida cotidiana resultan más o menos amables.
Tom Pidcock siempre ha sido una estrella, mucho antes de pisar el Ineos y destacar en el World Tour.
Con ese «cuerpo escombro», que diría Alix, ha logrado granjearse éxitos y notoriedad por donde ha pasado, por una forma de correr que no genera indiferencia, más bien todo lo contrario, cualquier amante del ciclismo tiene que estar encantado con lo que hace Tom Pidcock en la carretera.
Él siempre se mueve, arriesga y ataca, e importa más bien poco quién sea el rival.
Lo demuestra cada invierno en ciclocross cuando se mete en las cuitas de Van Aert y Van der Poel, entre los dos, como la cuña que calza una mesa.
Lo evidenció el año pasado saliendo a por Pogacar en Amstel y Remco en Lieja
En ambas ocasiones salió desplazado hacia atrás, pero no se escondió.
Exactamente igual que ayer en la Amstel Gold Race.
Con la duda de Van der Poel activaría el rodillo, él no espero y se metió en una fuga de «mortales», eso es Hirschi, Benoot, Vansevenant…
No escatimó el relevo, tampoco rehuyó algún «ataquito» por si acaso y en el sprint se sacó la espina de esa llegada de hace tres años, aquí mismo, con Wout Van Aert.
A Tom Pidcock le vemos muchas veces a remolque, cerrando huecos, algo descolgado, pero también le vemos y con la misma intensidad que cuando coge el mando y no se deja nada.
Como dijimos el año pasado tras la Lieja es «Juan sin miedo», ha construido un carisma sólido, y apuntalado por la hinchada anglosajona, basado en presencia en carrera y triunfos, pocos, pero muy buenos.
Imagen: FB Amstel Gold Race
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Cami
20 de julio, 2018 En 20:41
Estoy de acuerdo, Nairo ha perdido su magia, y además debe andar enfermo porque el ataque de medio pelo que hizo fue vergonzoso.
Pero también habría que hacer justicia con él y decir que perdió un Tour hecho a su medida en 2015 por culpa de su propio equipo, que no lo protegió en las primeras jornadas de la carrera y además trazó toda la estrategia para meter dos en el podio en lugar de asaltar la general. Es curioso que en el Giro de 2014 y la Vuelta de 2016 cuando Movistar se la jugó por él con firmeza sus victorias mostraron autoridad. Pero no veo que hayan apostado igual en el Tour, dónde prefieren los puntos UCI, ganar etapas, subirse a las fugas y liderar la clasificación por equipos. Ya no creo que Nairo tenga más opciones de ganar el Tour de Francia, aunque tal vez algún día se diga que fue segundo dos veces delante de un tipo que dio positivo y cada vez nos recuerda más a Lance Armstrong, aunque esto suena a consuelo de mediocres..
Diogenes
22 de julio, 2018 En 1:48
Raymond Poulidor y Gianbattista Baronchelli también hicieron segundos puestos detrás de Eddy Merckx que dio positivo en 1969. ¿Qué recuerda más el mundo del ciclismo, su excelente palmarés, el positivo de Eddy Merckx o los segundos puestos de Pou Pou y Baronchelli? Sin lugar a dudas su excelente palmarés. ¿Qué es eso de? “tal vez algún día se diga que fue segundo dos veces delante de un tipo que dio positivo”. Permítame que le diga que es el recurso del pataleo. Algún día se olvidará a Quintana, en el Tour se recuerda a los ganadores. ¿Quién se acuerda de Fabio Parra o Luis Herrera? Solo los colombianos y no todos. Cuiden Bernal que lleva el mismo camino que Quintana.
Diogenes
22 de julio, 2018 En 4:35
Perdone usted por la insistencia pero le quería preguntar algo. Cuando la USADA estaba acorralando a Lance Armstrong, este confesó, se le sancionó a perpetuidad y se le retiraron muchos títulos, usted aprueba las decisiones de la USADA y la UCI. En el caso de Froome la UCI y la AMA deciden no sancionarle, pero a usted la decisión no le parece adecuada, no beneficia a su “ciclista favorito”. Parece que desconoce «Quod licet Iovi, non licet bovi» que normalmente se conoce como “doble moral”. Aunque hubieran sancionado a Froome, Quintana no ganaba. ¿No cree?
Camilo Alzate
23 de julio, 2018 En 1:17
La ignorancia, dicen por ahí, es atrevida. Los casos de Merckx y Froome no son comparables por múltiples razones. El primero corrió en un tiempo donde las fronteras del dopaje no estaban claras, en cierto modo hacía parte de la lógica del ciclismo. Son famosas las anécdotas de Coppi y su famosa «bomba» de café mezclado con estimulantes, o el remoquete que le tenían a Anquetil: «señor de las anfetaminas». Pero Froome surge en un momento donde aquel modelo se daba por superado porque había deformado por completo la lógica del ciclismo, precisamente tras las vergonzosas victorias consecutivas de Lance Armstrong. Froome y su equipo han sido los abanderados de un supuesto ciclismo «limpio» que ahora nadie les cree, ni en el pelotón, donde corredores de la talla de Bardet, Bennett y Dumolin se quejan de que le permitan tomar la salida, ni en las cunetas, donde los aficionados lo abuchean, lo insultan y lo golpean. Insisto en que la única opción real que tuvo Quintana de ganar el tour fue en 2015, opción que su equipo echó a la basura por la mediocridad de sus directores, en las otras ocasiones el recorrido no le favoreció, o él mismo no estuvo a la altura de las circunstancias. Con los rivales que han madurado en los últimos años creo que Nairo ya no ganará nunca el tour.
Y estoy de acuerdo con usted: la figura de Nairo se acerca ya a la de Poulidor, pero agregaría que Froome se parece cada vez más a Armstrong. No soy futurólogo, esperaré a ver en unos años cómo se recuerda a cada uno de ellos.