Julian Alaphilippe
La parte más lamentable del Tour y Alaphilippe
Sólo Julian Alaphilippe salva el inicio del Tour de Francia
Desde que tengo uso de razón, las caídas han formado parte del Tour y desde hace mucho menos Julian Alaphilippe se ha incrustado en medio de todo.
El Tour, la carrera de carreras, a la que va una amplia mayoría con idea de romper su suerte, con todo afinado, las ilusiones en la cima y el hambre de bicicleta disparado, es también una trampa de mil cabezas.
Cuando el Tour no empieza con una crono que haga una limpia, puede suceder lo que hemos visto
Que un imbécil, en este caso una imbécil, cause un destrozo tal por mostrar una pancarta a cámara, es indecente, insultante y muy alejado a ese amor que dicen procesar muchos de los que pueblan las cuentas de vuelta de la pandemia.
Las desgracias nunca tienen solas, el más tonto de Bretaña ha tenido la suerte de encontrarse con el "ágil" del pelotón. pic.twitter.com/sFrrsab24Z
— La Rueda de Duchamp (@FAremberg) June 26, 2021
Hay que joderse que por un cartel que pase esto#TDF2021 pic.twitter.com/cDqdyZ0xyz
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) June 26, 2021
Decía el capo del Tour que la suerte de la edición del veinte veintiuno era que la gente podía volver al Tour, que la carrera recuperaba el color en la cuneta y el aspecto de seguimiento masivo en la ruta, y una mierda, para verter cierta cantidad de gente inepta e ignorante del oficio ciclista en la carretera, estábamos mejor hace menos de un año.
La caída que nos mostró medio pelotón caído a más de 45 de meta es el vivo ejemplo de que entre los que asisten a la carrera deberían mostrar sus chorradas en otros foros, decididamente, me cago en sus abuelos.
Parece que está saludando o mandando ánimo a los abuelos. "Omi" y "opi" se podría traducir como "abuelita y abuelito"
— Víctor Díaz Gavito (@VictorGavito) June 26, 2021
Es alucinante que la carrera se quede huérfana por algo así.
Pero se quedó, como después sobrevino con la caída que llevó a Froome a besar el suelo.
La jornada inaugural del Tour, que si Van der Poel, que si Van Aert… quedó exenta de emoción gracias a este personaje.
Obviamente, el Tour no tiene filtro para saber quién entra y sale de la cuneta, pero es obvio que a esta carrera le pesa el éxito, puede acabar muriendo de él, los capítulos de gente imprudente en los márgenes se suceden y a veces surge la necesidad de aplicar un psicoténico para acceder al borde de la ruta.
Fruto de la primera caída, y de la siguiente, tenemos un panorama digno de tercera semana, el primer día: Miguel Ángel López, Buchmann y Kruijswijk llegaron a menos de dos minutos, Porte y Poels se dejaron más, Simon Yates se fue por encima de los tres minutos, Valverde, Dan Martin y Tao Geoghegan Hart a cinco y medio, Woods a casi nueve y Froome, descartado a un cuarto de hora.
Delante llegó el de siempre, o casi siempre, Alaphilippe que cambia el irisado por un maillot amarillo de inicio.
Saltó de lejos, a más de dos kilómetros de meta, abrió brecha y no hubo narices a recortarle.
Que Alaphlippe sea el primer líder del Tour es una buena noticia, a pesar de su manierismo y formas discutibles, es un ciclistazo, que sobrevivió a la guerra que condujo hasta meta y se hizo con el premio, a sabiendas que sus rivales, los cocos que tantas veces le han amargado el tiro, estaban ahí, saliendo a flote, como él, de una jornada que debería hacer replantearse muchas cosas al Tour, como el hecho de salir a balón parado con todo el peligro y carreteras bretonas por delante.
Nadie cuenta con que el enemigo esté entre el público, pero es plausible que así sea, más en este ciclismo de imagen y postureo en el que se busca el tiro de cámara, el de la tele o el propio.
Cuando el pelotón se aproxima y no hay una lucecita que se encienda en la cabeza de estos iluminados, en todo caso una buena bronca por quienes están en línea de carrera, ávidos de ver ciclismo y ciclistas, que en definitiva a eso se viene y no a saludar a los abuelos.
Julian Alaphilippe
¿Volverá el gran Alaphilippe?
La prestación de Julian Alaphilippe en San Remo no la vimos venir
Siendo sincero me apena todo lo que rodea a Julian Alaphilippe desde hace un tiempo.
Ya no se habla del corredor, y se incide en la persona, cortesía en gran parte de ese jefe que ninguno quisiéramos tener, llamado Patrick Lefevere, que habrá cultivado muchas leyendas en ciclismo, pero que con el tiempo se ha vuelto un indeseable.
En el rendimiento reciente de Alaphilippe seguro que no todo es mala suerte y caídas en el peor momento, seguro que habrná otras cosas, factores que inciden en el equilibrio del ciclista, desde su propia mentalidad a su entorno y costumbres.
Igual ya no entrena cómo entrenaba, o no se cuida, cómo se cuidaba.
De esto ha hecho sangre su jefe y el propio Thibaut Pinot, que se despachó a placer contra él, dudando de su profesionalidad en la carretera.
El otro día vimos a Julian Alaphilippe entrar en el grupo cabecero de Milán-San Remo, fue noveno, por delante de Van der Poel y Pidcock en un grupo de doce.
Entró pinchado, leí, como si la mala suerte no le dejara respirar.
En el último podcast comentamos con Saúl Miguel y Miguel González si volvería el gran Alaphilippe y no lo ven.
No dudan que podrá tener pistonada en alguna carrera, tipo monumento o quizá mundial, pero ese ciclista total de 2019 que fue amarillo hasta 48 horas antes de pisar París ya no creen que vuelva.
A mí, me gustaría recuperar algo de aquel corredor, su valentía en etapas plomizas del Tour, sus ataques en Amstel, San Remo o Lieja, su presencia en definitiva, que es un aliciente más en este ciclismo.
Es cierto que a veces fue un poco cargante, pero también hay que admitirle que no entretenía como pocos y lo había delante de gigantes como Van der Poel o Van Aert.
Ojo, a ver quién se mete ahí.
Alaphilippe es sin duda uno de los mejores corredores del último lustro, recuperarle será bueno para el ciclismo y en San Remo, en esta San Remo, demostró que aún queda calidad en este ciclista.
Imagen: FB Milano Sanremo
Julian Alaphilippe
Keys2024 ¿Qué pasa con Alaphilippe?
La figura de Julian Alaphilippe ha quedado en objeto decorativo
La temporada ya empezó en Australia, las cábalas funcionan, todos le damos vuelta a todo, pero nadie habla de Julian Alaphilippe más allá de sus bailes y que fue a ver un partido del Valencia, en diciembre creo.
Sólo hay que ver un poco el documental de Cavendish para ver lo poco que le gusta pagar bien al tito Patrick.
Se vanagloriaba, en el transcurso del Tour 2022, que Mark Cavendish le estaba dando un gran resultado a cambio de un sueldo irrisorio.
El tema del dinero, de los salarios y esas cosas ha sido un tema recurrente en Patrick Lefevere.
No en vano ya lo ha dicho varias veces de Julian Alapilippe, un ciclista sin el cual no podríamos entender la actual estructura del Soudal, un equipo que, ojo, ha perdido auténticos emblemas como Senechal, Cavagna, De Clerq y Jakobsen, ahí es nada.
En el seno del equipo azul sigue Julian Alaphilippe, a quien no conocemos con otros colores que no sean los que llevan Quick Step en alguna parte de la equipación.
Dos años muy malos del francés, no sé si son suficientes para cuestionarnos si algún día volverá a ser quién fue.
Porque la memoria es frágil, y cuando nos acordamos que Peter Sagan fue un poco el maestro en las formas de hacer de la generación actual, omitimos que Julian Alaphilippe también contribuyó a entretenernos a lo grande muchas tardes.
Recordad aquella Amstel que Van der Poel ganó desde atrás, la enloqueció Julian, en estado de dulce, escapado en varias ocasiones y atacando a más treinta de meta para morir en la orilla por su marcaje con Jakob Fuglsang.
Si otras veces, Soudal tenía muchos asideros, esta vez creo que el equipo necesita una versión mejorada del bicampeón del mundo.
El grupo ha perdido talento y ahora estaremos quizá más pendientes de Alaphilippe, cuyos objetivos naturales (Strade, San Remo, quizá Flandes, Lieja, etapas en el Tour y todo eso) ha sido copados por los nuevos nombres.
Y es que casi desde el Mundial de Flandes, de ello hace más de dos años, que no vemos su mejor versión, el perfil de «mosca cojonera» que no se amilana ante los capos actuales y les trata de tú a tú en cualquier terreno, en sus narices, bien sea en Tirreno, en la primera etapa del Tour o el mismo Campeonato del Mundo.
Dos mundiales, más las otras cosas que ha ganado, están muy bien, pero no quiero renunciar a ver al Lou Lou guindilla, a uno de los ciclistas más listos del pelotón, cuyo crédito se acaba cuando «sólo» va cumplir 32 este año.
Julian Alaphilippe
Nadie habla de Alaphilippe ni de lo que Alaphilippe dice
El futuro de Alaphilippe está tan en el aire como el de Soudal
Es increíble lo rápido que ha salido de la escena Julian Alaphilippe, no sé si por el peso y lastre de las lesiones y caídas, si por su mentalización o sencillamente que lo han pasado por los lados, pues cuesta mucho llegar a una carrera en la que se le considere favorito top como hace tan sólo dos años.
Entonces saboreaba las mieles del arcoíris en Flandes, nada menos, tras una victoria sin paliativos con casi todos los cocos en liza, desde Van Aert a Evenepoel, en lo que creo que ha sido su último gran día.
Desde entonces caídas, abandonos, lesiones y un quiero y no puedo, patente en el último Tour, han marcado la trayectoria reciente de Alaphilippe.
Su adquirida invisibilidad se ha hecho patente estos días en los que se rumorea sobre la gran fusión del ciclismo moderno, Jumbo y Soudal.
Todos hablamos de Remco, Roglic, Van Aert y cía, pero casi nadie cita a la otra plana mayor del Soudal, y en especial a Julian Alaphilippe.
En una entrevista que hemos leído, el francés dice cosas muy interesantes sobre su percepción en lo que está ocurriendo.
Consciente que todo son rumores y que veremos qué sucede, Alaphilippe habla de su actual equipo, una estructura histórica del ciclismo que puede echar la persiana.
Comenta que le entristece que sea de esta manera y de forma tan abrupta, y pone en valor lo logrado por los diferentes patrocinadores de Lefevere hasta la actualidad.
Es que nadie ha dominado las clásicas como ellos, pero mucho me temo que al viejo Patrick no le apetece seguir llevando la batuta.
Sobre el futuro de Alaphilippe, todo pende ahora de un hilo, aunque sigue siendo un ciclista interesante si bien el momento en que está sucediendo todo, seguro que le puede implicar un mordisco en una nómina que supongo no será baja.
En todo caso, y llevo algún día pensándolo, ojo la jornada que todo esto se confirme y asistamos al final de una estructura que lo ha sido todo en ciclismo.
Julian Alaphilippe
Alaphilippe siempre es bienvenido
El Dauphiné nos devuelve al Julian Alaphilippe ganador en vísperas del Tour
Hay un ciclista que se transforma como nadie para el Tour y ese es Julian Alaphilippe.
Yo no le veo ganándolo, por mucho que hace cuatro años estuviera ahí, de amarillo, hasta muy al final, sin embargo, que Loulou brille en vísperas de la gran carrera es una buena noticia.
No sé qué futuro le aguarda en el Soudal Quick Step, el monstruo de Remco Evenepoel cada vez deja menos espacio a otros, lo que sí tengo claro es que el Tour sigue siendo de Alaphilippe, aunque parece que poco tiempo, el que queda para que el belga ponga un pie en la «Grande Boucle».
Así las cosas, ha vuelvo a pisar un podio en el Dauphiné, demostrando que en ese flaco cuerpo sigue habiendo un ciclista mayúsculo en todos los registros posibles.
Un corredor que, por ejemplo en el Tour, explota el escenario como nadie, corre contra gigantes, pero como si nada, va con todo y se permite éxitos inolvidables como hace un par de años, de arcoíris.
No elude la batalla, busca las escapadas, firma maillots de la montaña a base de coronar puertos en solitario y siempre acaba ganando una etapa.
A veces incluso hasta cronos, como aquella que logró de amarillo en Pau.
Sucede a veces que, cuando alguien se sabe perseguido por Julian, en un descenso, acaba errando y por los suelos, como aquella bajada, creo que en el Portillon, cuando Adam Yates se fue al suelo porque sabía que le venía Julian, por detrás.
El otro día hablábamos de Pinot en el Giro, sus gestitos, su teatralidad, tan común en estrellas francesas.
Alaphilippe bebe del teatrillo del grimpeur galo en primera persona y perpetúa la especie como Voeckler, Virenque y otros.
En un ciclismo, con cartas muy marcadas, en grandes vueltas en las que los mejores bloquean la acción, como en el Giro, la carrera paralela, la lucha por las etapas, es la salvación.
En ese escenario, Julian Alaphilippe luce siempre, en especial cuando las caídas, percances y averías no forman parte de su paisaje.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
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