Opinión ciclista
¿Qué extrañamos del Tour cuando no era aburrido?
Hace 35 años Joan Manuel Serrat le dedicaba una canción a ese Tour que no era aburrido…
O, mejor dicho, la letra de una canción, porque aún hoy en día aquellas palabras que le dedicó a la Grande Boucle siguen sin tener su correspondiente melodía.
Nunca tuvo oportunidad de ponerle música a este simpático texto que a continuación os transcribimos un fragmento:
¨Si usted tiene libres tres semanas
y el mes para echar por la ventana
si en su casa, usted ya no interesa
pues cambió la pasión por la pereza
si le consienten sus fugas prolongadas
y sus ausencias ya no importan nada.
Es hora de que empiece
a pensar en el Tour
y abur, abur, abur.
(…)
Si usted es hombre de hábitos sencillos
como lavar de noche calzoncillos
y le caben de una sola vez
dos metros largos de ese pan francés,
deje en casa sus aires de elegancia
y venga a mover el culo al Tour de Francia.”
Esta supuesta divertida canción la escribió con la ayuda de su amigo colombiano Daniel Samper.
Jamás fue publicada en disco y desconocemos los motivos.
Corría el año 1984, en la 71ª edición del Tour de Francia que se iba a disputar del 29 de junio al 22 de julio.
Aquel Tour no era aburrido.
La carrera contaba esta vez con un corresponsal de lujo para cubrir la gran ronda gala por etapas.
Un invitado muy especial: nada menos que a Joan Manuel Serrat.
“El noi del Poble Sec”, reconocido enamorado del ciclismo, es solicitado por El Periódico de Catalunya como comentarista.
El cantautor no rechaza la propuesta y acepta con muy buen gusto el viajar al Tour junto a otro enviado especial de excepción: el periodista Chico Pérez, quien se encargaría de explicar los detalles más técnicos.
Serrat, con su toque y talento personal, redactaría durante aquellas tres semanas una columna diaria en las páginas de este rotativo.
Joan Manuel finalizaba así su primera colaboración: “Esto se pone en marcha. Con sangre, sudor, lágrimas y anfetaminas, el Tour demarra y yo me voy con él chupando rueda”.
Y así fue hasta aquel 22 de julio cuando en París se coronaba de nuevo, por segunda vez, como campeón del Tour el parisino Laurent Fignon.
Fue de esta manera cómo Serrat se despidió de la ronda francesa, y de su columna en el periódico, con este inolvidable “Abur al Tour”.
¿Por qué me he acordado hoy de estas palabras que Joan Manuel le brindó al Tour?
Evidentemente, las efemérides mandan y la ronda gala, como ya sabemos, está plagada de ellas y he pensado que 35 años era una buena fecha para recordar aquella edición con la letra de esta imaginaria canción.
Pero no sólo por este motivo.
La verdad es que hoy, viendo la deseada primera etapa de montaña pirenaica de la carrera, me he dicho: “abur al Tour”.
Sí, “abur”, porque me tiene de esta manera: aburrido.
El Tour aburrido…
Mucho.
Y “abur” también, porque ha sido para apagar la televisión y decir adiós al Tour -otro más- por cansino y tedioso, hastiado de contemplar un espectáculo vergonzoso para la afición.
Pero yo no voy a echar la culpa a los corredores, por supuesto.
Faltaría más.
Yo no me creo que los ciclistas salgan a pedalear ahí afuera de esta manera. De motu proprio.
Ellos siguen las consignas de los directores de equipo y si les dicen que no se muevan pues ellos, tan obedientes que son, pues ni se mueven.
Sí, ya sabemos: el pinganillo tiene la culpa.
Y el eterno debate: ¿pinganillo sí o no?
Yo desde luego lo tengo muy claro.
Y creo que muchos de vosotros, también.
Ayer Carlos de Andrés y Perico se mojaron y lo comentaron en directo: se tendrían que restringir y usarlos exclusivamente por la seguridad de los corredores.
El pinganillo sí, está bien, pero sólo para estar en contacto con Radio Tour, para estar informado de cualquier percance en carrera.
Sólo para ésto.
A los directores de equipo, nada, salvo urgencia o instrucción decisiva, por el motivo que sea.
Los corredores, antes de la etapa, deben salir con la lección aprendida y lo que quieren los directores de ellos.
A partir de aquí, hay que liberarlos y que sea la propia carretera la que les haga tomar las decisiones.
Sí, que corran por instinto, por sensaciones, por deseo o motivación.
Porque, vamos a ver… ¿es normal que los escaladores no se hayan dejado ver?
¿Con la que les va a caer en la contrarreloj?
Porque los especialistas, ni lo duden, les van a meter un verano.
En su mochila llevarán siempre este Tour aburrido…
Por eso hoy, los que van como un tiro en la crono, además de los esprinters, los rodadores o los caza-etapas, iban comodísimos con el ritmo de marcha cicloturista que se ha impuesto en el pelotón.
Mira las rebajas de Santa Fixie
Ver subir los puertos a los profesionales como ciclistas de fin de semana, ha sido de vergüenza ajena.
Si lo más destacado ha sido el abandono rarísimo de Dennis.
Y contemplar la entrada en la meta de Bagnères de Bigorre del pelotón principal, todos juntitos, casi de la mano, como una numerosa grupeta de amigos que han acabado felices y contentos su primera marcha cicloturista de alta montaña de 200 kilómetros, ha sido escandaloso.
Yo lo he visto así.
Tampoco ha ayudado la confección del recorrido por parte de la organización: ¿a quién se le ocurre poner una etapa así antes de una crono decisiva?
¿No habría sido mejor al revés?
Primero la contrarreloj y luego el bloque de etapas de montaña.
Como en la época de Miguel Indurain.
El Tour, la carrera que todo el mundo espera y acostumbra a decepcionar
Sí, y cómo echamos de menos aquellos largos recorridos contra el cronómetro de 60 ó 70 kilómetros, en los que luego, los escaladores, no tenían más narices que intentar recuperar el tiempo perdido en su terreno.
Sí, en ese que hoy han dejado escapar, una vez más.
Si no intentan en la alta montaña que a los contrarrelojistas le duelan las piernas al día siguiente… ¿qué podemos esperar de ellos?
Sí, abur al Tour, porque lo que viene tampoco nos da muchas esperanzas: etapas de juveniles de no más de 130 km (a excepción de la de Limoux y la de Embrun).
Como la del sábado: apenas algo más de 100 km de excursión para ascender el Tourmalet.
Lo dicho. Igual que una marcha cicloturista.
Un puerto, el Tourmalet, que ya ni marca diferencias ni tampoco es el otrora antaño y mítico escenario de grandes proezas sobre el asfalto.
¡Qué va!
Para nada.
¿Y luego que queda? La tercera semana.
Sí, esa en la que nadie quiere perder lo ganado, ya sea mucho o poco.
Seis días para nadar y guardar la ropa.
Sólo la etapa de Embrun parece que puede salvar esta nueva decepcionante edición de la ronda gala.
Y sí no ¿qué?
Abur al Tour, por aburrido.
Y nos duele el alma decirlo.
Opinión ciclista
Grandes vueltas: ¿Quién es el mejor de la historia?
También en grandes vueltas, nadie se puede medir a Eddy Merckx
Las grandes vueltas son al ciclismo lo que los contrafuertes a una catedral.
Podrán gustar más o menos que las grandes clásicas, ciclismo de un sorbo, cargado como un buen café, pero en las tres semanas de un Tour o Giro o Vuelta salen a flote las miserias y excelencias de los ciclistas.
Nosotros somos más de clásicas, ciertamente, pero el fuego lento también le sienta bien a este deporte.
Hemos visto este listado, este top ten en Facebook y no nos hemos podido resistir a opinar, un poquito sólo, sobre los grandes de siempre en esta historia de tres semanas y mil aventuras.
Y vemos que el primero, como en casi todo, porque superarle se antoja imposible en un largo tiempo es Eddy Merckx, el corredor que resume su carrera diciendo que lo ganó todo, todo lo importante, salvo la París-Tours.
Eddy Merckx instauró una especie de yugo sobre el ciclismo que conoció que no tuvo muchos más nombres salvo el suyo desde finales de los sesenta a mediatos de los setenta.
El control de Merckx fue tal que en esa lista sólo sale un contemporáneo suyo, el escurridizo Felice Gimondi, protagonista en aquella jornada de Pra-Loup que cantó el ocaso del belga.
Gimondi fue, como Alberto Contador, un ciclista que explotó pronto.
Pero se le cruzó Merckx, como a otros tantos.
A Alberto Contador se le cruzó Chris Froome, a quien pudo ganar netamente una vez, en la Vuelta del 2014.
Alberto Contador en este listado podría haber estado más arriba.
Pero…
Sin embargo, no se puede obviar ese legado de siete grandes vueltas, siendo además uno de los pocos con las tres.
La lista también contempla a Miguel Indurain: si esto fuera un medallero olímpico, el Tour sería la medalla de oro y eso le pone a la estela de los más grandes.
Es curioso porque el desempate de Merckx e Hinault lo provoca la Vuelta que el belga ganó.
El tejón sigue siendo, más de treinta años después, el último campeón de la vieja escuela, aunque Tadej Pogacar se ha empeñado en seguirle, con cantidad y calidad de éxitos.
Ambos son ciclistas que atacan de amarillo, rosa o lo que fuera, que amasan triunfos de etapa, que abren distancias de diez minutos sobre los rivales.
Miguel Indurain fue otra cosa, como Jacques Anquetil, un poder contenido, medido en la habilidad contra el reloj.
Luego están los italianos, auténticos pioneros.
Belle époque, inaugurada por Alfredo Binda, ciclista que recibía primas por no tomar parte en las carreras y abrir el pronóstico.
Fausto Coppi y Gino Bartali, cuya rivalidad despierta aún emociones.
¿El mejor de la historia?
Cada uno tuvo lo suyo: su tiempo, sus rivales, sus recorridos.
Medirlos en igualdad es imposible.
Si por algo hemos de fiarnos, más allá de los sentimientos que despertaron esos triunfos, es de la estadística.
Y ésta es inapelable: Eddy Merckx
Opinión ciclista
Tour: Estas etapas matan el ciclismo
La primera de las etapas en Francia ha sido un lastre para el Tour
En un ciclismo, en una sociedad de paciencia menguante, como leo a Ander Izagirre, etapas como la primera del Tour en Francia son un tiro en el pie de este deporte.
Llego ahora a casa y leo que os estáis aburrrrriendo con la etapa tostón del Tour. Aquí tenéis algunas decisiones brutas y cómicas que tomaban los organizadores de Giro, Tour y Vuelta contra el aburrrrrimiento. pic.twitter.com/HDRvFMGrRr
— Ander Izagirre (@anderiza) July 4, 2023
No hablamos del deportista, ni de su necesidad de tomarse un respiro en una jornada que conecta la salida vasca con los Pirineos, que puede ser tomada con más o menos calma, hablamos de imagen, de la percepción, de la sensación que, o eres un enfermo de esto, o es imposible tragarse semejante bodrio.
¿Lo mejor?
La retransmisión, como casi siempre, aunque para conocer las Landas, quizá mejor los documentales de La 2.
La imagen de recreo y asueto generalizados esta jornada de julio fue el mejor tarjetón de invitación a la siesta.
Ya veis, el mito de la siesta y el ciclismo, con la voz de Perico o Javier Ares de fondo, en el calor de julio, las jornadas intensivas en el trabajo.
El ciclismo no puede permitirse etapas así, el Tour, tampoco.
Es la etapa cuatro del Tour de Francia 2023, no estamos en ruta hacia los Campos Elíseos, de homenaje al ganador, ni tampoco en el día después de una gran batalla.
Las fuerzas están frescas y las etapas buscan ganadores y protagonistas en su desarrollo.
El hecho que lamentaba Antonio Alix, sobre los belgas atacando al unísono, como en una broma pactada con la moto de Philippe Gilbert, define un paisaje triste, indigno de la mejor carrera del mundo.
El comentario de Contador, sobre cómo suben los clicks de su marca de bicicletas cada vez que uno de los suyos va en fuga debería ser de conocimiento generalizado en el pelotón, a sabiendas que hay mucha gente mirándoles, pero también equipos de marketing calculando cada segundo que su marca tiene exposición en la televisión.
Jasper Philipsen repitió triunfo en una de las peores etapas que recuerdo del Tour, y eso que hay unas cuantas, pues fumadas suceden cada año, puntuales a la cita.
El ciclismo no se puede permitir días así, los ciclistas por intocables que crean, tampoco.
Seguro que vendrán grandes días de ciclismo, pero si a la larga estos trayectos decantan la balanza sucederá que igual no habrá dinero para todos.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Noticias de ciclismo
Qué poco sabemos sobre el Tramadol
Ahora mismo sólo el ciclismo ha prohibido el Tramadol
Cierto es que no es dopaje, no al menos sobre el papel y en la norma, pero a mí que me lo expliquen ¿qué cojones pasa con el tramadol?
En otras palabras, no se puede dejar de golpe https://t.co/34sQQ5uT7n
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) December 10, 2022
Su nombre corre por los mentideros hace tiempo, no da beneficio alguno en el rendimiento, sobre el papel, pero pitar con esto, o similar, te puede valer la ruina.
En ciclismo ya está prohibido, en otros deportes habrá que esperar, como si se necesitara un tiempo de transición para dejarlo estar.
La sensación, si no fuera porque la hemos visto mil veces en el deporte, sería fea, extraña, casi nauseabunda.
La cosa es sencilla, es matar la sensibilidad del deportista para que éste se centre en el rendimiento sin que nada moleste, si quiera eso tan humano que es el dolor por el esfuerzo fuera norma que esta gente practica.
Ver su gestión denota que hay que poner tanta gente, tan diversa, de acuerdo que parece hasta siniestro que a nadie se le hubiera ocurrido antes.
Otra muesca más en quienes dicen mirar por la salud del deportista
Pillaron en Catar, en puertas del mundial de fútbol a un tipo con 2000 pastillas de Tramadol, como aquel auxiliar de Festina cargado de mierda que cazaron en la frontera entre Bélgica y Francia camino de la salida del Tour en Dublín.
No sé si adujo «consumo privado» en su defensa.
En aquel caso, ya sabemos lo que pasó, en este caso es un argumento más para quienes abogan por el tramadol fuera del deporte, no sólo del ciclismo.
Como me decían en twitter este finde ¿qué no sabrá la WADA sobre el tramadol para hacer esto?
Y lo más tétrico: ¿Qué se habría evitado de haberle puesto coto antes?
El Tramadol no es dopaje, insisten, y escribo constantemente aquí, pero todo lo que toca lo pudre y estigmatiza.
Se utilizó como arma arrojadiza para los irresponsables que iban a saco en algunas llegadas, sin miedo ni complejos, y ahora pesa como una losa sobre una de las grandes estrellas del pelotón, el amigo Nairo, que sigue sin equipo, oficialmente reconocido a puertas de Navidad.
Lo lamentable de todo esto es que, como muchas veces digo, es que estamos ante la punta del iceberg… ¿cuánta parte del cuento nos estamos perdiendo?
Opinión ciclista
Luis Enrique y la mal llamada prensa deportiva
Lo que está sucediendo con Luis Enrique es el termómetro de la prensa que se llama deportiva
Este es un tema que cuando empecé este mal anillado cuaderno solía tratar, pero con el tiempo dejé de lado, por ser imposible sacar nada bueno. Hablo de eso que llaman prensa deportiva.
Admito que me gusta el mundial de fútbol, me gusta mucho, desde siempre, su historia, las leyendas, las sedes… es una mística que sólo los Juegos Olímpicos y ciertas carreras ciclistas, diferentes cada año, según resulten, pueden igualar.
Antes del evento en Qatar, ya sabíamos que el ambiente alrededor de la selección española iba a estar condicionado por la figura del seleccionador, un gran aficionado al ciclismo además, Luis Enrique.
Pues bien, no ha hecho más que empezar el evento y tenemos llamas en las redes contra Paco González, en representación de la camarilla, por su diatriba ante el seleccionador.
Al margen que me parezca que tenga o no razón, el fútbol es algo tan apasionante como espectáculo colectivo, que esto, para mí es una menudencia, lo que me alucina es el ensañamiento gratuito contra una persona que podrá caerte mejor o peor pero que si está será por haber demostrado méritos suficientes para ejercer.
Es la bronca política, el negarle toda cualidad al adversario, llevada a la prensa que se dice deportiva.
Para la gente del ciclismo, la verdad, lo que tenga que decir esta gente poco o nada nos va a sorprender.
Con los años nos han regalado análisis sesudos como aquel que decía que el ciclismo es un deporte fácil porque van sentados o los mismos que medían la salud del ciclismo español por la cantidad de corredores que iban al Tour.
No entremos en cuando hablaban de dopaje.
Ahora, parece que a muchos se les ha caído la careta de esta camarilla.
España, lo siento, no tiene prensa deportiva, tiene una banda de malos actores, aireando lo peor de algo tan hermoso como el fútbol, para sacarse el sueldo a final de mes.
Lo triste es cuando se acuerdan de otros deportes, tipo ciclismo, y sale a flote toda su desconexión con la realidad del deporte.
A mí personalmente Luis Enrique me cae bien, sé que no es políticamente correcto pero al menos lo ves venir.
Y como repiten muchos, por cualquier cosa, hay que bancarle: que en sus famosos streams diga que está pendiente de la campaña de ciclocross me parece genial.
Tenemos aquí un buen embajador, un ciclista de papear kilómetros y sacarle todo el partido a la flaca.
Sólo por eso, y por destapar el disparate que algunos ejercen cada día en nombre de la prensa deportiva, le tenemos que querer.
Nosotros somos modestos, hablamos de nuestro deporte, nos equivocamos mil veces, pero somos directos y transparentes en nuestra opinión, pero sobretodo hablamos de algo que nos apasiona y lo hacemos con cariño infinito.
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