Ciclismo antiguo
Serie mitos: Fiorenzo Magni, “el hombre de las cremitas”
Publicado
10 años atrásen
Por
Iban Vega

Las cosas no eran sencillas en la Italia de la segunda mitad de la década de los 40. Desbaratada por su segunda guerra mundial en treinta años, la tierra con forma de bota era una colección de fauna ávida por ver grandes referentes que les sacara de la tristeza que la cotidianidad les imponía a base de miseria, ruinas y polvo.
Los dos a los que agarrarse en tiempos de extremos fueron Gino Bartali y Fausto Coppi. Pero entre ambos, rodó Fiorenzo Magni, el último grande que nos dejó. Hace exactamente tres días. Magni fue el primer grande del Tour de Flandes, que ganó tres veces, las mismas que se hizo con el Giro de Italia.
Suya es una de las historias más desconocidas del ciclismo. Fue en el Tour de 1950. Era Magni líder, circulaba con cierto aliento versus los rivales. Con el paso de las jornadas un desafortunado hecho, una agresión en el Aspin sobre Gino Bartali llevó a todos los italianos a renunciar a la carrera, incluso el equipo de Magni fue ”invitado” a dejar la carrera. Menuda gracia. Esto hoy impensable, le fastidió todo un Tour a uno de los mejores ciclistas italianos de siempre.
Despoblado de testa, tostado, velludo y marcado por una delgadez extrema, Magni fue un percusor del que poco se sabe. La famosa marca de cremas Nivea le escogió como centro de su campaña de publicidad ya entrados en los 50. Luego incluso se patrocinaría un equipo entero. Magni, además del flamenco de la Toscana, siempre será el primer ciclista que anunció un producto ajeno a este deporte.
Foto tomada de http://qn.quotidiano.net
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Ciclismo antiguo
Darrigade, el mejor starter del Tour
Publicado
7 horas atrásen
4 de julio, 2022Por
Iban Vega

Nadie dominó las primeras etapas del Tour como André Darrigade
El viernes la apertura de Copenhague, una crono corta, pero no muy corta, como el prólogo al uso, situó a Yves Lampaert como el último primer líder del Tour de Francia.
Mirando atrás vemos varios corredores que hicieron de la primera pieza del Tour su coto casi privado, suponiendo para ellos el punto álgido de la campaña.
Los de mi generación seguro que recordarán Thierry Marie, como el gran especialista, a mí entender por delante de los propios Boaradman o Cancellara.
Lampaert disfrutó un día de un privilegio que históricamente ha pertenecido a uno de los corredores con más “swing” de la historia, un tipo alto, fino pero robusto, guapete y compañero de esa generación de dandys franceses que fueron Jacques Anquetil y Roger Riviere.
Hablamos, sí, de André Darrigade, uno de los mejores velocistas de la historia que está considerado el mejor ciclista de los inicios del Tour de Francia.
Darrigade hizo de la primera etapa del Tour, y por ende del primer amarillo, su corral ganándola hasta cinco veces entre 1956 y 1961, fallando sólo una vez a la cita, en 1960.
Darrigade, era conocido por su temperamento y por las frescas que le gustaba enviar a los rivales:
“Nadie quería rodar conmigo porque sabía que iba a sufrir si me resultaba un chuparruedas”
Así, en 1956, curiosamente en la llegada a Lieja, Darrigade se llevó su primer maillot amarillo.
Se lo entregó una celebrity en el star system francés, la acordeonista Yvette Horner, la mujer cuyas notas han puesto sonido a muchos de esos Tours en blanco y negro, aquellos en los que Monsieur Goddet salía vestido de explorador en el Sáhara.
En el 58 protagonizó el terrible accidente en el Parque de los Príncipes cuya foto es memoria gráfica del Tour.
Yvette, guapa y emblemática, competía con Darrigade ante los focos porque el velocista francés se tomaba la primera etapa “como una clásica”. A Lieja le unió las llegadas a Granville, Gante, Metz y Versalles. De los grandes de siempre, Bernard Hinault fue también cinco veces amarillo a las primeras de cambio…
Imagen tomada de Cyclopunk
Ciclismo antiguo
Tour 1983: Cuando Perico fue el loco de los Pirineos
Publicado
2 días atrásen
2 de julio, 2022Por
Iban Vega

En ese descenso Perico revolucionó la imaginería del Tour 1983
Aquella bajada del Peyresourde en el Tour de 1983 fue un icono, al punto que llegó a inspirar hasta cuadros perfilando a Perico dándolo todo cuesta abajo, al punto que le llamaron el «Loco de los Pirineos».
En castizo francés: «Le Fou des Pyrénées».
No hace mucho vi una fotografía de Perico con Philippa York, su nombre actual, aunque hace casi cuarenta años, era el de Robert Millar.
Cuántas historias firmaron estos dos, cuántas veces se cruzaron aunque si hubo una sonada fue ésta, en el Tour de 1983, cuando Robert Millar le rebañó una etapa de antología a Perico.
Una jornada que fue de Pau a Luchon por el círculo de la muerte de los Pirineos aunando Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, para acabar, como tantas veces en Luchon.
Una de esas jornadas de antes, que quisiéramos revivir ahora.
Sea como fuere aquello fue brutal, bestial, casi 200 kilómetros corridos a cuchillo merced al primer acelerón de los colombianos, ya en el Aubisque, dando las primeras pinceladas del infierno que se avecinaba.
Luego en el Tourmalet, Patrocinio Jiménez aguantaba en cabeza con un Robert Millar que olía la pieza.
El escocés no dio más de un relevo en condiciones, sabedor que lo importante estaba por llegar.
Montaba ese día un cuadro que fue el primero con piezas de carbono en ganar una etapa del Tour un cuadro que, no hace mucho, vimos en un hotel de Flandes que recomiendo a quien quiera sumergirse en el ciclismo de todos los tiempos, el Flandrien Hotel.
Millar se escapó solo en el Peyresourde y emprendió el descenso hacia Luchon.
Lo hizo con 35 segundos sobre Perico que venía de dejar atrás al que acabaría siendo ganador de aquella carrera, el rubio Fignon, entonces un buen ciclista, joven y prometedor que, de repente se vio con dos Tours y toda la vida por delante.
Una vez fijadas las posiciones en la cima del Peyresourde, vino esto…
Pedro delgado, alias le Fou des Pyrénées (Tour 1983).pic.twitter.com/zoofTbm4zh
— David Guénel (@davidguenel) May 2, 2022
Con un riesgo que excedía toda norma, Perico se acoplaba, sin casco, a pelo hacia la parte delantera de su manillar, con la barbilla por delante, la mirada en la siguiente curva y todo el valor del mundo.
Le faltaron al bueno de Perico, 23 años en su bautismo internacional, seis segundos para dar caza a Robert Millar, haciendo de esa etapa del Tour de 1983 la primera página de un libro que recoge una de las grandes rivalidades de tiempos recientes.
Ser el loco de los Pirineos no le valió a Perico ese día, pero su estampa hizo fortuna, demostrando que no todo es ganar, también hay que marcar y emocionar, cosas que a Pedro se le dio muy bien siemore.
Ya sabéis, a los pocos días sería segundo en el Puy de Dôme.
El ciclismo español entraba en la modernidad.
Imagen: FB Movistar Team
Ciclismo antiguo
Angel María de Pablos: «Fignon me dio una entrevista en español sin problema»
Publicado
5 días atrásen
29 de junio, 2022Por
Iban Vega

Al habla Angel María de Pablos con Pello Ruiz Cabestany sobre las sutilezas de la narración ciclista
En los días más duros del confinamiento por el Covid, hace más de dos años, las reposiciones de ciclismo fueron uno de los momentos más esperados de la jornada, un instante que aguardábamos cada tarde y que nos llevaba, entre otros sitios, a los años ochenta con la voz de Angel María de Pablos.
Para muchos fue un descubrimiento, una voz radiofónica en Televisión Española, perfectamente modulada y cargada de poesía que nos narró el primer ciclismo que recordamos.
Angel María de Pablos y Pello Ruiz Cabestany, ciclista por aquellos años, nos ayudan a reconstruir la vida del narrador de las Vueltas de Pino, Perico, Belda Hinault y Marino.
Cabe recordar que Angel María de Pablos empezó como redactor de ciclismo del Norte de Castilla, en el Trofeo Virgen del Carmen, en su provincia de Valladolid.
Ha pasado mucho tiempo, tanto que sólo cabe recordar que aquel día compitió un tal José Pérez Francés, del que hablaban maravillas, pero que no era profesional aún.
Era entonces un chaval que casi no había cumplido la mayoría de edad y ahí empezó, contando el ciclismo en vivo y directo desde el coche.
Con Angel y Pello, transitamos, por las sutilezas de la narración ciclista, una habilidad de la que el periodista vallisoletano hizo un arte que despertó el interés del mismísimo Miguel Delibes.
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Ciclismo antiguo
Tres de los ciclistas muertos en la Primera Guerra Mundial ganaron el Tour
Publicado
6 días atrásen
28 de junio, 2022Por
Iban Vega

Recordamos alguno de los ciclistas que perecieron en la Primera Guerra Mundial
El día 28 de junio de 1914 se marca como la primera jornada de la Primera Guerra Mundial, una máquina de destrozar generaciones y sueños de la que los ciclistas no fueron ajenos.
Mucho menos divulgada que la segunda, aquella conflagración fue una barbarie tan grande y tan mal resuelta que dio origen al segundo capítulo, veinte años después en unos de los ciclos más horrendos y espeluznantes de la historia de la humanidad.
El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa a manos de un estudiante nacionalista serbio abrió la veda.
Luego los imperios centrales entrarían en conflicto con las naciones aliadas dándose diversos escenarios al mismo tiempo donde perecieron millones de personas en batallas interminables e irresolutas.
Años antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, el Tour había nacido con salud, fervor y los primeros grandes ciclistas de la historia
Los nuevos tiempos cabalgaban en bicicleta, ese elemento ya menos exótico que pasó de pulular por las ciudades a estructurar competiciones y apuestas integrales donde grandes diarios se lo jugaban todo a eventos deportivos.
Así nació el Tour y así crecieron sus primeros héroes, dándose la circunstancia de que tres de los ciclistas pioneros de la carrera acabarían sus días en el fragor de la Primera Guerra Mundial.
Hablamos de la terna formada por Lucien Petit-Breton, François Faber y Octave Lapize.
Entre los tres escribieron el palmarés del Tour desde 1907 a 1910 y los tres encierran historias de excepción.
El nombre real de Lucien Petit-Breton fue el de Lucien Georges Mazard, si bien pasó a la historia, incluso al palmarés del Tour con el apodo de pequeño bretón.
Hablamos de un excelente pistard de la época, que vivió tiempo en Buenos Aires y que pudo batir el récord de la hora en el mítico velódromo parisino de Buffalo, el mismo lugar donde Henry Desgrange lo fijó por primera vez a finales del anterior siglo.
Petit-Breton superó los 41 kilómetros en sesenta minutos antes de ganar el Tour por doble ocasión, siendo el primero en lograrlo en la historia.
Durante la I GM, en 1917, sería herido en las contiendas de Vouziers, el lugar donde falleció un piloto llamado Rolland Garros.
Al poco tiempo, fruto de las heridas fallecería en el hospital de Troyes.
François Faber fue luxemburgués, el primero en ganar el Tour esta carrera antes del legendario Nicolas Frantz.
Faber ganó la edición de 1909. En su condición de no francés estuvo adscrito a la Legión Extranjera de Francia tomando parte en la Batalla de Artois, en el norte del hexágono, no muy lejos de Roubaix.
Allí, en 1915, fue informado de que iba a ser padre, pereciendo en el momento de la celebración de la nueva en la trinchera.
Una bala alemana le dio muerte.
Un fatal descuido que le impidió conocer a su niña.
Autor de la famosa frase de “sois unos asesinos” fruto de la primera travesía pirenaica del Tour entre lobos acechantes en las cunetas, Octave Lapize había ganado la edición de 1910.
Sargento del ejército francés, pereció en Pont-à-Mouson en 1917 durante un combate aéreo.
En su epitafio se puede leer: “Muerto por Francia”.


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