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¿Cómo es narrar el Tour entero?
Llevo comentando en Eurosport desde el año 1994, cuando empezaron las emisiones en castellano, aunque al principio el ciclismo no fuese el deporte que más hacía. Poco a poco me fueron poniendo en más carreras y desde 1997 ya pasé a comentar la mayoría de las que emite el canal. Casi siempre con exciclistas a mi lado para hacer la labor de analista. El primero con el que hice pareja habitual fue Peio Ruiz Cabestany y desde 2009 Eduardo Chozas. Ocasionalmente hemos recurrido a otros; o a estar yo en solitario si son carreras en diferido o resúmenes.
Además del ciclismo profesional de carretera, el canal emite de pista, montaña y ciclocross. El ciclismo es uno de los deportes con más presencia en la parrilla, más aún desde que hay dos canales emitiendo a la vez. Se emiten las tres grandes, el resto de competiciones del actual World Tour así como muchas otras vueltas y carreras. Fue una pena que los mundiales dejasen de emitirse en 2013, pero afortunadamente se han recuperado los derechos para 2017, de ahí que Bergen vaya a estar en la parrilla en septiembre, como es habitual con la emisión de todas las competiciones de la semana, lo cual es importante para los que siguen el ciclismo de esa categorías no profesionales.
Al margen del ciclismo suelo comentar atletismo y deportes de invierno. He podido narrar todos los JJOO de verano e invierno desde 1996, a excepción de los dos últimos: 2014 en invierno y 2016 en verano.
Afortunadamente el canal ha recuperado los derecho de emisión y los de invierno 2018 y verano 2020 volverán a la parrilla. Tengo en ese sentido una buena anécdota, pues narré las pruebas de curling de los Juegos Olímpicos del 98 y a gracias a ver esos programas comenzó a jugarse en España. Cuando se disputó el primer campeonato nacional en el 2000, me mandaron una réplica de trofeo del ganador, el cual conservo con cariño.
Suelo decir que el biatlón (esquí de fondo con paradas en zonas de disparo, del cual se emiten todas las pruebas de Copa del Mundo, unas 60 entre todas las modalidades de diciembre a marzo) es el deporte más atractivo de los que comento. No hay un instante sin emoción por lo que cambian las posiciones con las penalizaciones por errores en el disparo. Mucha gente se ha enganchado a ver este deporte aunque apenas haya practicantes en España. Incluso deportistas de elite me suelen decir que les encanta verlo… me quedé flipado cuando una vez me lo dijo Indurain, que disfrutaba viéndolo en casa con sus hijos.
En Eurosport solemos narrar desde el estudio en Madrid, pocas veces se va in situ. En mi caso he ido a bastantes campeonatos europeos y mundiales de atletismo, a mundiales de ciclismo y hasta alguna vez a deportes de invierno como bobsleigh y biatlón.
Pero para una vuelta ciclista es mejor narrar en el estudio. A veces hemos ido a etapas de la Vuelta a España o Pais Vasco; pero para el trabajo de comentarista no es necesario, incluso diría que es peor. Para hablar con ciclistas ha de ser en la salida, y los comentaristas tenemos que ir directamente a meta, de ahí que sea raro que puedas tener contacto con los ciclistas, como mucho si hay algún equipo en tu hotel.
En la cabina tenemos la pantalla principal con la imagen de carrera, más las de ordenador o tableta con los datos y referencias de carrera y lo que cuenten los equipos en sus redes sociales. Si estás en la meta, tendrías esos mismos datos, pero teniendo cada día que montar la cabina y hacer muchos kilómetros en coche. El que el canal tenga varios enviado para hacer entrevistas y reportajes en salida y meta es una gran ayuda; ellos sí que tienen contacto con ciclistas o directores y aportan cosas que nosotros no podemos.
Son entrevistas que se emiten en la imagen general, para todos los países, y a no ser que sean en español hay que traducirlas en directo. Entre los que hacen ese trabajo están los españoles Juan Antonio Flecha y Laura Meseguer. Aparte están las llamadas que podamos hacer nosotros desde Madrid ya sea a directores en carrera o a gente del mundillo que lo está viendo por TV.
En este caso la entrevista sólo sale en la versión española. En cambio, como decía antes, en un mundial en el que estás toda la semana en el mismo sitio, ves el paso de las vueltas en vivo y tienes a los ciclistas a mano en los hoteles, sí que merece la pena ir. Pero eso ya depende del presupuesto general del canal, no de los comentaristas.
La novedad para el Tour 2017 ha sido la emisión íntegra de todas la etapas. Hasta ahora se solía hacer con algunas, cuatro o cinco, mientras que del resto se daban aproximadamente las tres horas finales. Y en el Giro, sin llegar a emisión íntegra, se ha pasado a dar cuatro horas, lo que en muchas etapas ha significado emisión íntegra.
Para ello la dirección de la sede española del canal, a cargo del periodista Fernando Ruiz (quien también ha comentado ciclismo), ha optado por incorporar una tercera voz en directo, lo cual para mí ha sido un gran avance.
Por tanto conmigo sigue conmigo Eduardo Chozas, quien es muy metódico, se toma muy en serio su trabajo, tiene experiencia en la radio y hasta ha hecho cursos específicos de locución para mejorar. Y con quien por supuesto me llevo muy bien fuera de antena, tenemos relación personal, aunque al no vivir cerca, casi nunca salimos juntos en bici.
El tercer pilar es Josu Garai, quien aporta conocimiento y estadística, dada su amplia trayectoria en el Marca. Ha tenido que cambiar su manera de trabajar pues en el periódico estaba en salida y meta, escribiendo las crónicas tras acabar la etapa. Ahora ha pasado a hablar y se ha adaptado perfectamente.
Cada uno de los tres tiene su estilo y su función y creo que nos complementamos bien. Además el que tengamos opiniones diferentes sobre ciclistas o situaciones de carrera hace que se generen interesantes debates que sirven para rellenar momentos en los que en la carrera no está pasando nada relevante. También en esos momentos aprovechamos para contestar lo que nos preguntan los espectadores por Twitter. Aparte tenemos a otro locutor, Luis Jiménez, quien hace los bloques de introducción y el de tras meta, en los que hay entrevistas y análisis; y el programa resumen de cada noche en el que está Greg Lemond como protagonista.
El hecho de comentar toda la etapa, aunque suponga más horas en la cabina, no supone más horas de trabajo en general. Cuando emitíamos tres horas había que estar pendiente de la etapa desde el principio, buscando la información en la web oficial, en los medios online o en las redes sociales.
Es decir que puedo decir que es incluso más cómodo dar la etapa entera, porque no se te escapa ningún detalle, que sí se te podría haber escapado cuando no habías visto la primera mitad. Y tras meta, aunque la labor de comentarista haya acabado, hay que seguir al tanto de lo que pueda suceder, de la reacciones de los protagonistas o decisiones del jurado. El día del incidente Sagan-Cavendish fue un claro ejemplo de tener que seguir toda la tarde pendiente.
Soy muy consciente de que se nos mira con lupa. Valoro mucho las críticas, sobre todo si son constructivas igual que huyo de las alabanzas desmesuradas. Puedes cuajar cinco horas de narración sin fallos y por uno en el nombre de un ciclista te crucifican.
Mucha gente no se limita a ver la pantalla, sino que tiene a mano similar información en cuanto al recorrido, medios online o redes sociales que nosotros. Yo soy de sangre caliente y me cuesta contenerme, pero con el tiempo he conseguido frenar mis ímpetus y no entrar al trapo de quien te escribe para provocarte, no para una crítica constructiva sino para un menosprecio.
Otra queja suele ser la de la excesivos cortes publicitarios; muchos espectadores creen que es algo que decidimos los comentaristas. Pero no es así, es algo que se decide en la central de Paris para todas las versiones (unas 20). Eurosport es un canal privado (comprado hace dos años por el gran grupo Discovery) y vive de la publicidad. Pero resulta que en redes sociales nos pone verdes a los comentaristas por esos cortes.
En definitiva, que aunque estemos en casa, la rutina diaria no es muy diferente a sí estuviésemos siguiendo la carrera, excepto que no cambias cada día de cama ni tienes cientos de kilómetros de coche.
Yo soy un adicto al deporte y trato de hacerlo a diario. Tras mi grave accidente en la marcha Perico de 2016 (por el que no pude comentar la Vuelta al estar hospitalizado ) ya he podido volver a montar sin problemas en bici, pero no correr a pie ni mucho menos competir en triatlones u otro tipo de carreras.
Suelo hacerlo casi todos los días de 2 a 3 horas y toca madrugar, estar pedaleando antes de las 8; aunque en verano lo haría igual sin tener que comentar el Tour para evitar el calor. Los días sin etapa me saco la espina y hago 5 ó 6 horas con puertos, lo que yo llamo «los lunes al sol». De vuelta a casa hago una primera comida para rellenar los depósitos, similar a la que hacen los ciclistas tras las etapas. Luego me llevo al estudio más alimentos en frío: ensaladas de pasta, quinoa, fruta, gazpacho… para ir tomándolo poco a poco, en las pausas. Es decir como los ciclistas en carrera. Y hay que recurrir como casi todo el mundo a algún café si te sientes apajarado.
Y luego, ya en casa por la tarde, al margen de repasar lo sucedido en la etapa y las reacciones de los ciclistas, trato de ver en directo o grabado otros deportes, ya sea de los que comento en Eurosport en verano como el atletismo o de otros que me gustan como simple aficionado y de los que en verano están los grandes torneos o campeonatos: tenis, golf, natación, waterpolo, MotoGP y otros.
A la vez suelo estar haciendo algo de gimnasia o estiramientos, algo fundamental en cualquiera que practica deporte y más aún en mi caso por la rehabilitación de mi fracturas de cadera. Y ya si también me da tiempo a hace unos largos en la piscina de mi manzana, fenomenal, pero ya sin ser una sesión de entrenamiento para el triatlón, como hacía hasta el año pasado antes del accidente.
Y para finalizar el día, una buena cena como hacen los ciclistas, regada con una cerveza o vaso de vino (alcohol de más graduación no tomo) lo cual me sirve para meterme en la cama a gusto y dormir como un tronco. Consciente de que aunque el trabajo sea intenso y extenso, el hecho de que sea algo que ante todo te guste, haga que te consideres afortunado por poder pasar así el mes de julio.
Por Antonio Alix, narrador del Tour en Eurosport
Destacado
Un, dos, tres,… Purito
Hemos escogido tres momentos de ciclismo para recordar a Purito Rodríguez
Finalmente tras un campo curvas, declaraciones y la inédita situación de verse corriendo cuando ya se había despedido, Purito Rodríguez dejó de competir hace ya seis años.
No quiero saber cómo fue el momento de ver que, pese a las energías que quiso dedicarle a su retorno, aquello era una tarea literalmente imposible, porque el día que dijo que lo dejaba, aquella tarde de agosto en Río, se descolgó de esa vida que marca el sacrificio de un ciclista: una vida de penurias, rutina y trabajo duro que retomar, una vez has probado la vida más allá de las dos ruedas, debe ser un muro de dos dígitos de pendiente.
Sobre Purito se arrojó mucha literatura estos años, pero quería traeros con tres momentos, tres flashes de su trayectoria profesional.
Son tres retazos que consideramos representativos de quién fue y qué hizo este ciclista que, en un entorno muy complicado, conviviendo con dos leyendas del tamaño de Valverde y Contador, pudo hacerse un hueco, grande y cómodo en el corazón del aficionado.
La primera etapa en el Tour
Tras varios años en “chez Unzue”, Purito admitió la oferta del Katusha, para medir sus posibilidades más alá de la zona de confort del pelotón español. Con los rusos tendrá algo que tardó mucho tiempo en conseguir: debutar en el Tour, carrera a la que Unzué no le llevaba porque Valverde tenía prioridad.
Y Purito fue al Tour, cargándose de las razones que había esgrimido durante años para que llevaran a la mejor carrera. Y en el Tour le salió la carrera perfecta pues se situó entre los mejores de la general y ganó una etapa en Mende que pasa, yo creo, por ser el espejo de su latente rivalidad con Alberto Contador.
Escapados ambos, el madrileño le azuza paz meter tiempo a Andy Schleck. Purito busca negociar, etapa para él, amarillo para el de Astana. Contador sacude la cabeza negándose. Se acabó el trato. Purito, más rápido sobre el papel, se reserva y gana la etapa. Un mal negocio para el rival.
La Vuelta de 2012 tiene llegadas en alto novedosas salpicando el recorrido, pero el paisaje al final siembre es el mismo. Purito, generalmente de rojo líder, con Valverde y Contador, en la carrera que reveló la igualdad en carisma y fuerzas que reinó entre los tres. Día tras día, la estrategia de ataques de corto radio de Contador se revela inútil. Parecía que la Vuelta tendría ganador catalán 21 después de Melchor Mauri, hasta que hubo un cortocircuito que lo cambió todo.
Camino de Fuente De, Alberto Contador hace gala de aquello que siempre le movió incluso cuando todo pintaba mal. Contador lanzó ciclistas por delante y tomó metros, metros que se hicieron segundos y luego minutos. Purito había perdido una Vuelta que pareció suya, que era suya. Aquel día encajó un golpe durísimo, pero subió al podio y admitió el valor de su rival. Grandeza para perder.
Hay mundiales que yacen en la memoria por los años de los años. Florencia, la cuna de los hombres que sabían hacerlo todo, vivió la mejor edición que recordamos en los tiempos recientes. La tormenta que recibió al peloton viniendo de Lucca fue el presagio del final más increíble, el desenlace más surrealista.
Purito siempre en vanguardia, vence la resistencia de los rivales. Parecía que la carrera era suya, debía ser suya. Valverde con Rui Costa y Vincenzo Nibali por detrás. Parecía hecho, pero en un desliz, nunca confesado al 100%, el portugués toma unos metros que le acercan de forma irremisible a Purito. En meta, gana Costa, Purito, roto, llora en el podio. Aquello fue duro, uno de esos chaparrones que quebrarían el junco más duro, le cabría el consuelo de su querida Lombardía, a la semana y con el sentimiento de que él debía haber sido el campeón flotando en el ambiente. Años después aquel día sigue escociendo. Nos sigue escociendo.
Ciclistas
Ganar como ganaba Fabian Cancellara
La victorias de Fabian Cancellara dejaban huella
Ganar, me dijeron una vez, se gana mucho, también en ciclismo, cada fin de semana hay carreras, incluso entre semana, pero victorias que marquen no hay tantas.
En esa tesitura se sitúa Fabian Cancellara, colgó la bicicleta hace unos años y siguen vigentes muchos de sus éxitos, incluso los de aquel 2010, primavera, en los que no tuvo casi contestación.
Mis favoritas de siempre:
Tour: 1998 Pantani
Giro: 1994 Berzin
Vuelta: 1995 Jalabert
Sanremo: 2004 Freire
Flandes: 2010 Cancellara
Roubaix: 2002 Muuseuw/ 2007 O’Grady
Lieja: 1999 Vandenbroucke
Lombardia: 2006 Bettini
Mundial: 1995 OlanoLa mejor: Duitama 95 https://t.co/q5kRDJpw3I
— Ramón Espinar (@RamonEspinar) November 11, 2022
Seis años después de su retirada os dejo estas palabras de Markel Irizar, son de entonces, escritas con el sentimiento de esos momentos, hablado del que había sido su ilustre compañero…
Llevo trece años de profesional y acabo de empezar las que será mi decimocuarta. Mucho ha pasado desde aquel chaval de Oñati que debutó en Euskaltel. Estos últimos cinco años los he tengo el privilegio de ser el compañero de Fabian Cancellara.
Fabian es una persona muy cercana en las distancias cortas, donde la gente no le ve. Es un líder dentro y fuera de la carretera, exigente, como no podía ser de otra manera pero muy agradecido.
Ha ganado mucho, muchísimo, Si me pedís por una victoria en especial, es difícil quedarse con una. Tiene oros olímpicos, Flandes, Roubaix, Mundiales, etapas en el Tour… si queréis que os sea sincero, yo me quedaría con su trayectoria, porque es excepcional. Fabian será recordado por ser uno de los más grandes en la historia del ciclismo.
Ademas todo lo que ha logrado ha sido fruto de su forma de correr, con su peculiar estilo y con una manera de correr que tenía por norma ganar dando espectáculo, dando la cara… de ser una locomotora. Puedes ganar que si lo haces como lo hizo ayer, marca y queda en la memoria de todos.
El ciclismo pierde a uno de los mejores clasicómanos de la historia del ciclismo, uno de los grandes. Nadie puede llenar su hueco. Peter Sagan tiene mucho carisma y la gente le quiere mucho, pero es un corredor distinto a Fabian.
De momento no veo a nadie que pueda ser como él. Su hueco es inmenso.
He podido estar y disfrutar en Gante de su despedida, una despedida que fue muy emocionante. Él estuvo tranquilo, cercano con el público y relajado.
Disfrutó de un momento muy especial para cualquier deportista profesional. Seis mil personas acudieron a la fiesta y despidió como debe hacerlo alguien como él, a lo grande. Ciao Fabian.
Por Markel Irizar
Imagen FB de Strade Bianche
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Países Bajos: un ancestral amor por la bicicleta
Así se vive la bicicleta en cualquier viaje por los Países Bajos
Poned un pie en Amsterdam, en los Países Bajos. Si usamos la vía normal será a través del principal aeropuerto del pequeño estado que ganó terreno al mar, Schiphol. Luego cogeréis un tren dirección estación central y allí accederéis a la vida normal de una ciudad que parece no dormir nunca.
Y lo veréis, un parking de varios pisos de altura donde se sitúan encajadas que digo cientos, miles de bicicletas, perfectamente acopladas, situadas y alineadas en grandes hileras.
Un espectáculo de civilización. Daréis dos pasos y os pitarán por izquierda y derecha, quizá hasta por arriba y abajo, son bicicletas que van y vienen. Gente de todas las edades, chicas con falda, ejecutivos con traje.
Todo armonía. Todo simple.
Apreciaréis riadas, continuos movimientos informes de personas sobre su bici, también que el tráfico es menos denso, como más fluido.
Atascos habrá, como en todas las grandes urbes, pero mucho más llevaderos. Coger un bus, llamad a un taxi. Comparadlo con Madrid o Barcelona. Aquello va como más ligero.
Coged un tren e id a La Haya, o Delft, ciudades preciosas, modernas con sus enclaves de siempre, acanaladas en algún caso y sembradas, auténticamente trufadas de bicicletas.
Disfrutad de los bajos de las estaciones de tren con bicis que van y vienen, mirad el parking para bicis en Delft.
Acercaros a la que dicen ser la más católica de las ciudades de los Países Bajos, id a Utrech, la que vio la salida de Tour de 2015 o la de la Vuelta 2022.
Es una ciudad por y para ciclistas.
Sinceramente, las flacas abruman, es terrible, son las reinas del paisaje, de la calzada y casi de las aceras, los coches frenan al verlas pasar, son el auténtico motor del lugar y del país.
Una isla en medio de países fuertemente motorizados, porque en sus senos crecieron grandes industrias automovilísticas.
Al norte Suecia, donde el respeto al ciclista no es la norma, al oeste Francia, al sur Alemania.
Ahora estos países y otros se quieren subir a los beneficios de la la bicicleta, pero estos ya se respiran en los Países Bajos desde hace tiempo ¿por qué? ¿de dónde viene ese arraigo?
Pues le viene de lejos, de tan lejos que hay que irse al 1870. Mientras Alemania sueña en grande con Bismarck, los neerlandeses adoptan la bicicleta como elemento propio y diferenciador, un instrumento que además perdura ante la inexistente industria del coche del país, lo que le confiere autonomía en la planificación de las ciudades.
En esas fechas surgen las primeras asociaciones de velocipedistas, que hacen un ímprobo trabajo en la promoción de la bicicleta, esa máquina que entroncaba con la época de los grandes navegantes que yacen en las iglesias de Amsterdam, tiempos de esplendor que se recrean a través del equilibrio, libertad e independencia, valores que transmite la bicicleta, hoy la reina del lugar.
Y si no mirad lo que era Amsterdam en los años setenta, una utopía que casi cincuenta años después muchas ciudades europeas sueñan con ser.
Ellos ya lo eran entonces, nos llevan mucha ventaja.
Imagen: Amsterdam Bikes
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Grandes vueltas: ¿Vuelven las contrarrelojes?
El Giro 2023 puede significar la verdadera recuperación de las contrarrelojes
Hace unos días se celebró la Crono de Naciones, podríamos decir que ahora mismo la gran meca de las contrarrelojes, con Stephan Küng tomándose revancha sobre Tobias Foss.
Desconozco la antigüedad de la carrera, pero viene a ser algo así como la heredera del otrora grandísimo Gran Premio de las Naciones, durante generaciones el mundial contra el reloj oficioso, lugar de registros imperecederos como las ocho victorias de Jacques Anquetil.
Recuerdo alguna edición en Cannes, con Rominger, Mottet y Fignon, luciendo aquellos manillares de triatleta que Lemond tuvo narices para usar en el epílogo de un Tour.
Hablamos del lugar del esfuerzo individual, de la lucha contra uno mismo para medirse con los demás.
Un esfuerzo que tuvo maestros, dicen que el primero fue Jacques, el mentado Anquetil, el ciclista de la pose perfecta, quien sentó el precedente de la postura sobre la bicicleta.
El espejo de la Francia cosmopolita que quería dejar atras la penurias de la Segunda Guerra Mundial.
Anquetil fue el primero de una saga que sin embargo tiene antecesores, porque de la lucha individual, contra sí mismo y los elementos, Fausto Coppi hizo un arte de escapismo.
Luego vinieron otros buenos nombres, Eddy Merckx y Bernard Hinault, campeones completos que en cronos kilométricas, de más de 70 y 80 kilómetros, abrían la brecha que nadie tenía bemoles a cerrar en la montaña.
Francesco Moser, otro que tal, un corredor que dominaba el arte de la crono como otros terrenos, dígase el pavés. Si hasta ganó un Giro, el Giro de las malas artes.
En esas también anduvo Sean Kelly, master en cronos y adoquines. En los setenta habían rodado como los ángeles Luis Ocaña y Felice Gimondi.
Los tiempos más recientes trajeron los grandes especialistas en el prólogo.
Thierry Marie, maestro de maestros, con sus manillares revolucionarios.
Chris Boardman el impulsor del ciclismo en las islas, con Miguel Indurain, “Anquetil en vida”, como maestro de ceremonias.
El paso se marcó al estilo de Jan Ullrich y Abraham Olano, aunque croner de las grandes ocasiones fue el omitido Lance Armstrong.
En los últimos diez años la corona se dirimió en nombres muy concretos.
El duelo a tres Wiggins-Cancellara-Martin.
Cada uno con su estilo y cadencia, nombres grandes.
Tom Dumolin, recién retirado, era la perfección, la figura redonda, la evolución de la especie.
Con él han competido máquinas del rodar como Van Aert, y especialistas perfectos sobre la bici, dígase Ganna o el citado Küng.
Remco Evenepoel entra directo y sin peaje en esta lista, al punto que dicen que el Giro, para seducirle, le ha puesto tres cronos.
Ahí los tenemos, son los croners, los especialistas en abrir brecha en contrarrelojes, ciclistas que ahora viven medio desplazados en las mejores plazas.
Tienen el mundial, alguna pieza suelta y poco más y casi siempre con distancias ridículas.
Si el Tour en su historia hubiera sido como en ediciones recientes, muchos de estos ciclistas no existirían o no en la envergadura que tienen en nuestro subconsciente.
No sé qué ha pasado contra las cronos en el ciclismo moderno, pero ha sido injusta su marginación.
Sé que la crono ofrece problemas, primero de logística, luego de retransmisión, no es tan gráfica como una jornada en línea, luego existe la posiblidad de que sea muy decisiva, pero es arte, el ciclista contra todo y todos, él solo, sin referencias, sin ruedas a las que agarrarse.
¿Hay mejor medida del esfuerzo?
Imagen: Unipublic / Charly López
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