En situaciones así un corredor como Marc Soler siempre debe esperar a Nairo Quintana, que en ese momento es líder de la Vuelta
Podemos entrar en mil conjeturas, cálculos y demás sobre si Marc Soler habría sido capaz de ganar la etapa andorrana de la Vuelta.
Un servidor piensa que habría llegado, que habría roto su techo en una gran vuelta.
Otra cosa es como sucedió todo, momentos de agonía en los que Nairo echa la mano al pecho, pide ayuda de su compañero y éste se lo toma mal…
¿El motivo?
Como he leído y escuchado, el motivo quizá venga larvado de hace tiempo, mucho tiempo, el suficiente como para tener un germen de mal rollo en el equipo que cuando aflora no se es capaz de disimular.
Marc Soler sabía a lo que venía a la Vuelta; sin Richard Carapaz, las bazas celestes eran Nairo o Valverde.
Y sabía que, así viene siendo la tónica, que salvo contadas excepciones, el Movistar juega a todas las teclas, es «culo veo, culo quiero» y sobre esa teoría el hombre de equipo puede acabar desquiciado.
Marc Soler tenía que esperar a Nairo, le durará un suspiro el maillot rojo de la Vuelta, pero debía esperarle, si desde el coche o donde sea se lo dicen, debe hacerlo.
Pero serían aquellos tiempos que el director amenazaba con cruzar el coche de equipo al ciclista que no acataba órdenes.
Por poco que fuera, ni tan sólo cien metros, Marc Soler debía esperar a Nairo y llevarle adelante.
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Podrá ser Nairo es compañero al que nadie quiere ayudar, el ciclista menos querido del equipo, lo que sea, pero hay procesos que están por encima de filias y fobias, es objetivamente así.
Eso si a Marc Soler no se le prometió otra cosa, que no sabemos y que quizá el chaval estuviera esperando en campanillas.
Que todo es posible.
Sucede por otra parte que esto en Movistar no es nuevo, lo de jugar a todo, etapa, equipos, podios y luego al final, si se cruzan los astros, ganar la general.
Lo que dijo Landa hace unos días sobre los tres líderes en el Tour, el encaje de bolillos de Arrieta para tenerlos contentos y al final el estrés para los gregarios.
Eso, todo eso, estalló ayer.
Como el hecho que Marc Soler debe llevar tiempo esperando su turno: ¿Qué hay de lo mío?
Una ambición natural y lógica en un corredor que crece lento en los escalones del equipo y más aún en el concierto ciclista internacional.
Todos hablan maravillas de él, todos esperan mucho de él, pero pasan los años y seguimos en las mismas.
Movistar, la misma férrea estructura sigue jugando, tantos años después, todo lo gordo con Valverde y Nairo.
Que Carapaz ganara el Giro, que Landa haya tenido sus momentos en el equipo es consecuencia de una lógica apertura de miras, pero para el resto toca una cosa: currar, currar y currar.
Y así vemos como excelentes ciclistas hacen fortuna lejos de los celestes: los Izagirre, los Herrada, en su día Rui Costa con un arcoiris bajo el brazo y próximamente también Carapaz.
No ha habido plan B a Valverde y Nairo, y la gente que lleva años siendo leal se quema.
Marc Soler está en esa tesitura.
¿Por qué renovó entonces?
Es un ciclista cuyo tope no adivinamos, aunque sobre el papel, y viendo lo que hay y lo que viene, no lo tiene nada sencillo.
Pero ello no quita quiera su hueco y hacérselo, es natural y sano en un profesional: hay que mostrar ambición.
Quienes conocemos un poco al de Vilanova, sabemos que es una persona calmada, paciente y tenaz.
Pero no es la primera vez que le vemos alzar un brazo como en Andorra, descontento y agriado.
Recordamos aquella etapa de la París-Niza, escapado con De la Cruz y Contador en modo remontada, aquella en la que algunos lumbreras criticaron a los dos catalanes por no ayudar a Contador y dejar de lado un triunfo tan apetecible como el de Niza. .
No le cerraron un hueco y Marc levantó el brazo mosqueado.
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Es un volcán tranquilo que amenaza con más episodios así, porque se ve bien, fuerte, en carrera y con opciones de ganar una etapa en una grande y se le encomienda lo de siempre.
Quizá estaría bien que en comunicación de Movistar pusieran un micro en esa segunda línea que sustenta los líderes del equipo, que oyéramos a Soler como hemos oído a Nairo contar su versión.
Más que nada porque a veces da todo una sensación tal de opacidad que…
Imagen: @emedeseh