Ciclismo antiguo
Las grandes de Contador: Tour de 2007
El primer Tour de Contador llegó sin esperarlo…
- El ciclismo camina en el alambre. Muchas dudas quedan en el camino, un año después del estallido de la Operación Puerto, Oscar Pereiro, investido amarillo por descalificación de Floyd Landis… años de plomo, años duros, tiempo en los que ser aficionado de ciclismo no es sencillo, con gente inquiriendo sobre lo que pasa, tiempo en el que escribir de ciclismo tampoco es sencillo, con miles de preguntas aflorando y dudas surgiendo de debajo de las piedras. Decían que había una esperanza blanca, que se apellidaba Contador.
Así la historia, el Tour arranca envuelto en mil dudas sobre el favorito y quién puede tomas las riendas de la carrera. Es curioso, una carrera en la picota, un deporte en la cuerda floja, y el mundo descubre la increíble pasión que existe en Londres, y en UK en general, por este deporte. Si el ciclismo tuvo una segunda juventud en UK, ese día fue el día cero.
En el seno del Discovery de Johan Bruyneel, que ese año no pudo contar Ivan Basso, crecía una figura de la cual muchos ya veníamos advirtiendo hacía tiempo. Era un ciclista moreno, muy moreno, ojos grandes, mirada fija y una “diadema” mal disimulada por la operación resultante del cavernoma cuyos efectos le abordaron en plena Vuelta a Asturias de tres años antes.
Especialista en distinguir pájaros por el timbre de su canto, respondía al nombre de Alberto Contador, ganador ese mismo año de la París-Niza, la carrera hacia al sol cuando aún vestía de blanco a su líder, y emergente baza tras salir indemne de la prórroga del Liberty en el pelotón, arrasado por als consecuencias de la OP.
La carencia de un favorito definido tiene una primera consecuencia, un danés, fino hasta la obsesión, Michael Rasmussen se escapa camino de Tignes, camino de la primera gran cima alpina y coge un liderato que asienta con tino en la crono de días después, una crono en la que se sale reforzado Contador, delante y con opciones, dando señales de que tiene margen y sobre todo más ganas de las que declara de dar guerra.
Y llegan imágenes icónicas. En Plateau de Beille, Contador, en blanco de mejor joven, se va solo con el danés, calvo, flaquísimo y amarillo. Un danés que para ser nórdico utiliza labia y dones con el joven rival, que sin embargo no entra al trapo, y le disputa y gana la etapa. La primera de las tres que ganaría en el Tour.
Al día siguiente un recital mil veces, millones de veces reproducido en las redes. Si el ciclismo de Youtube tuvo un día fue el del Peyresourde con Rasmussen encajando los dos, tres, cuatro, cinco o seis ataques de Contador, desatado en busca de más, de mucho más, encendido por una pasión que, a pesar de su edad, prendió rápido y fuerte: el amor por el Tour.
Una acción de esas que diez años después siguen vigentes, como una de las mejores actuaciones jamás vista, que marca la tremenda diferencia de aquel Contador frente al de estos años, mucho más suelto, sólido e incluso acoplado, serán cosas de la edad y eso que entonces tenía 24 años, talento a chorros y calidad evidente.
Un amor que se escribió con prólogo semi amargo, porque en la cima del Aubisque el mundo tiembla. En otra edición marcada por los escándalos la guinda llegó en la cima de los Pirineos con Rasmussen saliendo pies en polvorosa, con el amarillo bajo el brazo, acosado por sus vagas localizaciones en tiempos donde el dopaje era paranoia generalizada.
Sin comerlo ni beberlo, amarillo para Contador que tuvo que mantener ante dos auténticos zorros, uno de ellos en su propio equipo, Levi Leipheimer, un ciclista al que le unieron varias historias, y el otro su primer gran rival histórico, Cadel Evans. Ni americano ni australiano pudieron quitarle el primer Tour, la carrera que torció su suerte, pero que, por lo atribulada que fue, anticipaba ese amor – odio que mantendría con la grande francesa, la carrera que ganó pronto, repitió rápido y nunca más podría con ella.
23 segundos, desde Fignon y Lemond no hubo edición tan apretada.
Abrimos de aquí a finales de año, este pequeño serial que viene a ser recuerdo de un ciclista que ha sido el mejor de su época en grandes vueltas, en un periodo complicadísimo para el ciclismo y los ciclistas, pero lleno de momentos de esos que a buen seguro nos gustará recordar con los nietos. A pesar de lo mucho que hemos escrito a favor y en contra del protagonista, siempre podremos decir que nosotros vimos a Contador.
Imagen tomada de Una de ciclismo…
INFO
Rodando por tierras de vino, pero sabor ciclista
Ciclismo antiguo
Las clásicas e Indurain, una relación no imposible
Las clásicas podrían haber sido un gran terreno para Miguel Indurain
En estos días en los que, al tener más tiempo, nos llenan las sobremesas largas con las gestas de Miguel Indurain, nos surge una reflexión: ¿qué habría sido del astro navarro si hubiera decidido abrir su carrera también a las clásicas?
Un gran día en Lieja
El 16 de julio de 1995, Miguel Indurain sorprendió al mundo. No lo hizo en las montañas alpinas ni en las llanuras francesas, sino en el ondulado paisaje de las Ardenas. Durante la séptima etapa de aquel Tour Indurain mostró lo que pudo haber sido y nunca fue en las clásicas.
Era un clasicómano en potencia. Aprovechó el perfil quebrado de esa etapa para arrebatar 50 segundos a sus rivales en una escaramuza que no tenía precedentes. Ese momento quedó grabado en la memoria colectiva española como un hito, ya que mostró un Indurain diferente: agresivo, punzante e imprevisible.
¿Podría haber conquistado las carreras de un día?
Al observar su historial, es lógico preguntarnos si Indurain habría sido un gran corredor en las clásicas. Durante los años previos a su primer Tour (1989-1991), acumuló destacadas actuaciones en pruebas como la Clásica de San Sebastián (1º), Lieja-Bastoña-Lieja (4º) y Flecha Valona (4º, 7º). Tenía la resistencia y, además, cierta velocidad en los momentos decisivos.
Una de las grandes pruebas de su potencial en las clásicas fueron los Mundiales. Indurain siempre compitió al máximo nivel en estas pruebas, logrando tres medallas, incluso cuando ya se encontraba centrado en el Giro de Italia y el Tour. En una línea temporal paralela, es posible que hubiera sumado grandes victorias a un palmarés que, por sí mismo, ya era impresionante.
La Lieja, su carrera más adecuada
De todas las clásicas, la que más se ajustaba a sus características era Lieja-Bastoña-Lieja, donde consiguió un cuarto puesto en 1991. En esa edición, Indurain se metió en un corte que había sido provocado por Claude Criquielion, muy lejos de la meta. Al final, como era habitual en esos años, la victoria fue para Moreno Argentin.
Desde ese día, nunca más vimos a Indurain brillar con la misma intensidad en una clásica. Los adoquines, con su dureza y su peligro, no eran el terreno adecuado para él, pero pruebas como la Amstel Gold Race o Lieja habrían podido ser objetivos posibles.
Lo que jugaba a su favor
Indurain tenía una serie de características que lo habrían hecho muy competitivo en las clásicas:
- Un físico formidable para afrontar los recorridos duros.
- Técnica y manejo de la bicicleta impecables, como hemos visto en los momentos más serios de su carrera.
- Una mente estratégica, con una visión de carrera excepcional y una economía de esfuerzos sin igual.
- Buena punta de velocidad, mejor de lo que a menudo mostró. Un ejemplo claro es el Mundial en el que ganó al sprint a Ludwig y Museeuw.
Lo que jugaba en su contra
Sin embargo, su planificación para el Tour de Francia, que lo convirtió en un campeón imbatible durante cinco años, se le interponía en su camino. La primavera, con su calendario de clásicas, no se ajustaba a su preparación para el Tour.
La ausencia de clásicas en su palmarés
A pesar de todo, si comparamos a Indurain con otros grandes del ciclismo, su palmarés se queda sin algunas de las clásicas más prestigiosas. Pero todo eso, los tiempos, los rivales, las exigencias… todo era muy distinto a lo que había en el pasado.
Cada época, en definitiva, fue diferente.
Ciclismo antiguo
¿Veréis la película de Gino Bartali?
Leyendas como Gino Bartali tardan en tener una película
Siempre he pesando que el ciclismo es el deporte más literario, y por ende cinematográfico que existe, un deporte que se mueve por los sitios, que se escribe en historias increíbles y en circunstancias que no somos capaces de concebir.
Me sucedió cuando escribí la historia de Mariano Cañardo y todo lo que de su vida se desprende, y claro, cuando veo que va a salir una película de Gino Bartali empiezo a salivar.
Porque la vida de Gino Bartali, dos veces ganador del Tour de Francia y héroe de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, será llevada al cine en una nueva película biográfica titulada Bartali.
El actor Miles Teller será Gino Bartali en su película, para rememorar su éxito deportivo y su papel crucial en la resistencia italiana al transportar documentos secretos y ayudar a judíos a esconderse durante la invasión alemana.
La película será dirigida por E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, ganadores del Oscar en 2018 por el documental Free Solo.
La producción estará a cargo de su compañía, Little Monster Films.
Gino Bartali una leyenda, en lo deporgivo ganando múltiples títulos como el Giro de Italia y el Tour de Francia antes y después de la guerra.
En lo histórico demostrando su valentía durante la Segunda Guerra Mundial, transportando mensajes y papeles importantes escondidos en su bicicleta, le valió el reconocimiento de Justo entre las Naciones en 2013, por parte del Centro de Memoria del Holocausto en Jerusalén.
Miles Teller, conocido por sus papeles en Whiplash y Top Gun: Maverick, flipa por interpretar a Bartali, destacando el coraje y la humanidad del ciclista que arriesgó su vida por otros.
La historia de Bartali ya ha sido explorada en otras películas y libros, pero esta nueva versión promete ampliar la faceta heroica del ciclista mucho más allá de su legado deportivo, cosa muy importante en los tiempos de que corren.
Recordar a Gino Bartali es recordar la barbarie.
Lo aplaudo.
Ciclismo antiguo
Indurain: Amor por los Pirineos
Podemos decir que lo mejor de Indurain empezó y acabó en los Pirineos
Ya lo sabéis, Miguel Indurain es un navarro de Villaba, un pueblo cercano a Pamplona, situado en el Camino de Santiago, con los Pirineos a unos 40 kilómetros, por lo que no es raro que desde pequeño pudiera disfrutar de esos paisajes montañosos.
A solo un paso de su casa, tenía lugares como Roncesvalles y otras zonas para entrenar.
Cuando Miguel empezaba a formarse como ciclista, recorría rutas como Larrau, Ochagavía y Valcarlos.
Y esos Pirineos tan cercanos fueron clave para su desarrollo y también lo trataron muy bien. Desde sus primeras victorias en carreras como Cauterets y Luz Ardiden, quedó claro que iba en serio y que su objetivo era el Tour.
Ya en 1991, Miguel tuvo su primer gran golpe en el Tour, aunque las cosas no estaban siendo fáciles para los ciclistas españoles en general, ni para su equipo Banesto en particular, en especial por la etapa de Jaca.
Pero la gran jugada vino al día siguiente, en la etapa de Jaca a Val Louron, cuando Miguel aprovechó una jornada épica en los Pirineos para dejar huella.
En el Tourmalet, a mitad de etapa, se fue para adelante con el italiano Claudio Chiapucci, y al final, subió al podio con el maillot amarillo por primera vez.
Los Pirineos siempre fueron su terreno.
En Cauterets logró su primer triunfo en el Tour y en Luz Ardiden se perfiló como el ciclista imparable que llegó a ser, incluso dejando atrás a figuras como Greg Lemond.
Ya antes, en el Tour del Porvenir, se mostró como un gran talento en las montañas, que siempre fueron su zona de gloria y sufrimiento.
Y aunque en 1996 sufrió un golpe durísimo en Hautacam, cuando se despidió de su sexto Tour, Miguel siempre encontró más alegrías que decepciones en los Pirineos.
Esos mismos Pirineos que le dieron tanto y lo vieron brillar, también fueron testigos de sus inicios, pero su historia sigue siendo una de las más grandes del ciclismo.
Ciclismo antiguo
100 años de Bernardo Ruiz
Bernardo Ruiz fue el primer español en pisar el podio del Tour
Cuando Bernardo Ruiz nació, ayer hace 100 años, España en pleno periodo de la dictadura conducida por Miguel Primo de Rivera en conexión directa con el el rey Alfonso XIII, el último monarca antes de la irrupción de la segunda república.
En Orihuela, Bernardo Ruiz daba sus primeros pasos, los de un un pionero que abrió el camino para el ciclismo español en competiciones internacionales, primer podio en el Tour, en un contexto muy diferente al actual, puesto que en su época el ciclismo en España estaba en la prehistoria.
Desde joven, Ruiz demostró su talento.
Empezó a ganar competiciones importantes como la Vuelta a España en 1948 y la Volta a Catalunya en 1945, con 20 años. También ganó varias veces el Campeonato de España y la Vuelta a Valencia.
Pero lo más destacado de su carrera fue su participación en el Tour de Francia, el gran escaparate y restablecido tras el parón por la Segunda Guerra Mundial.
En 1951, Bernardo destacó en el Tour al ganar dos etapas y quedar en noveno lugar en la clasificación general, lo cual fue un gran logro para un ciclista español en esa época.
Al año siguiente, en 1952, logró el tercer puesto en la clasificación general del Tour, convirtiéndose en el primer español en subir al podio, fue el primero de una lista larga y fecunda en nombres que vienen hasta hace bien poco.
Este logro fue muy importante para el ciclismo español, que en ese entonces no tenía mucho reconocimiento internacional.
Además, Bernardo siempre destacó la figura de Fausto Coppi, el ciclista italiano que para él fue el mejor de todos, por su talento y versatilidad tanto en carretera como en pista.
Después de catorce años de carrera, Bernardo Ruiz decidió retirarse en 1958.
Su legado en el ciclismo español es enorme, pues fue el primero en lograr un podio en el Tour y abrió las puertas para que otros ciclistas españoles pudieran destacar en el ámbito internacional.
Por todo, Bernardo Ruiz fue un ciclista clave en la historia del ciclismo español, especialmente por su papel en el Tour de Francia, y su legado sigue muy vigente desde la expo que se le ha dedicado en su Orihuela natal.
Imagen: Córdoba Hoy
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¿Crees que sea el mejor de la historia?
Iván Vega
1 de diciembre, 2017 En 20:07
sinceramente no. Aunque creo que le ha tocado vivir la época más turbulenta del ciclismo y ello ha pesado