Ciclismo antiguo
Tour: El amor de Lale Cubino por Luz Ardiden
Recordando el Tour de 1988, Cubino habla de la gloria que encontró en Luz Ardiden
El encadenado Tourmalet-Luz Ardiden es historia del ciclismo, una fórmula ganadora sobretodo en las ediciones del Tour a finales de los ochenta e inicios de los noventa, que también tuvo predicamento en la Vuelta a España de 1992 con un protagonista estelar, un bejarano llamado Lale Cubino
En la historia de cada uno, hay sitios que se quedan para siempre en la leyenda de cada uno, a Lale Cubino le vale el nombre de Luz Ardiden, tanto en Tour, como en Vuelta y Porvenir.
Recordamos esta conversación que tuvimos con él en la sobremesa del lunes de pascua del año pasado, es decir, en pleno confinamiento: Lale Cubino nos guarda un hueco para hablar de su triunfo en Luz Ardiden hace 33 años.
Lale, ¿qué tal llevas estos días?
«Lo llevo bien, me gusta la casa, y estoy a a gusto. preferiría poder salir, pero no lo llevo tan mal”
Aprovechas para hacer esas cosillas que…
«Sí claro, he aderezado el jardín que lo tenía abandonado, chapuzillas, he cocinado alguna cosa como lasagna, arroz y bastante pan”
¿Eres cocinillas?
“Me queda lo justo para decir que se puede comer”
Estos días estamos cargados de ciclismo ochentero ¿te gusta verlo?
“La verdad es que lo estoy viendo casi todo, como las clásicas de Eurosport, Roubaix del año pasado. También Flandes”
Lale Cubino, tres veces ganador en Luz Ardiden, viendo Roubaix
“Ni más ni menos”
Pero es carrera estaba en tus antípodas
“Roubaix era totalmente diferente a mis características, como corredor no quería ni verla, pero me gusta seguir ese tipo de carreras, me gustan mucho, es un ciclismo, para mis cualidades muy complicado, pero que tiene un gran mérito con gran dificultad. Estéticamente, el paisaje, el pelotón, las carreteras de adoquines me atraen mucho”
Por eso lo digo
“Yo era todo lo contrario a aquello, etapas de montaña y de calor”
¿Cómo se vivían las clásicas en tu equipo?
“No eran importantes. Yo hice un año la Lieja y Flecha, con mal tiempo, y no me gustaron”
Vemos con ojos vidriosos aquel ciclismo de los ochenta…
“En aquella época el ciclismo era muy seguido, era uno de los deportes más televisados, generando una gran afición. El aficionado medio, de la calle, nos conocía. Hoy el ciclismo compite con otros deportes, hay una gran variedad. El espectador es más diverso”
¿Tanto ha cambiado el ciclismo en este tiempo?
“No tanto, quizá en lo que rodea a los equipos, los sueldos, los presupuestos, el material, pero en esencia es un deporte en el que el esfuerzo sigue prevaleciendo. Hoy hay mejores carreteras pero la velocidad es más alta. No teníamos el aficionado más cerca, nos movíamos entre ellos y los coches… esto no sucede hoy”
¿Podemos decir que aquella fue la mejor época del ciclismo?
“A mí me tocó una gran época de ciclismo, desde los ochenta hasta mediados de los noventa fueron grandes años. A partir de entonces, con escándalos de dopaje, la popularidad fue a menos. Ha costado recuperarse, la presión del doping y los castigos fueron muy altos, hubo gente que dejó de ser ciclista y este oficio es por amor y no por dinero. Todo este proceso ha dado sus frutos en cuanto a la limpieza del deporte, no quita que haya cosas como en otros muchos ámbitos”
Vamos a Luz Ardiden
“Para mí tiene gran significado, no sólo gané en ese Tour, también en el Porvenir y en la Vuelta del 92”
¿Qué estadística tiene Lale Cubino en Luz Ardiden?
“Tengo que decir que acabé cinco veces en esa cima y gané tres”
Menuda estadística, ni Mathieu Van der Poel
“Son porcentajes importantes, aunque no deja de ser casualidad. Era una cima en la que me motivaba mucho. En el 87, por ejemplo, no estaba bien, pero al año siguiente salí con toda la idea. Era una etapa muy fuerte, con seis puertos, por eliminación”
¿Cómo fue tu victoria en 1988?
“Salí con intención de hacerlo bien, no sé si ganar. Según pasaban los puertos, la confianza iba a más. A partir del tercero, del Pereysourde, muy bien y en el Aspin, iba fácil campándome con la mayoría. Ataqué antes del Tourmalet, en el llano tras el Aspin”
¿Cuándo dices que ibas fácil a qué te refieres?
“A ver, fácil nunca se va, hablamos comparado con los demás, cuando vas a 180 pulsaciones y la gente se queda, es perfecto…”
¿Cómo fue aquel Tourmalet?
“Con mucho calor, lo habían parcheado semanas antes con esa brea que se deshacía con el calor y se pegaba la bicicleta. No sólo era luchar contra la subida, también esquivar el parche de brea porque te frenaba un montón”
¿Y la subida final a Luz Ardiden?
“En Luz Ardiden, tras seis puertos, iba tocado, Mínguez me apretada, no sabía lo que sacaba. La moto daba referencias al segundo, Duclos Lasalle, respecto al resto. Yo miraba para atrás en las curvas y no veía a nadie. Cuando llegué a meta tuve que esperar seis minutos”
Escuchando aquellas narraciones nos impresiona la cantidad de críticas a los franceses ¿había complejo de inferioridad?
“Más que complejo de inferioridad nuestra, era de superioridad de ellos. Veníamos de Hinault y Fignon, estaban crecidos se notaba en las carreras y en las retransmisiones. Por ejemplo se dirigían a nosotros con desdén”
Tu última victoria en la Vuelta fue bajo un frío tremendo
“La Vuelta 92 fue en con un frío que no me iba bien, pero era Luz Ardiden y me motivaba. En Tourmalet había nieve en las cunetas, en la bajada hizo mucho frío pero…”
… Lale Cubino volvió a ganar en Luz Ardiden su cima fetiche, un lugar que traemos al recuerdo este lluvioso lunes tras la Semana Santa más atípica, gracias David por el cable 😉
Ciclismo antiguo
El Giro, Tour y Mundial de Stephen Roche
La segunda y última triple corona se la caló Stephen Roche hace más de 35 años
Stephen Roche era en el invierno del 86 al 87 uno de los ciclistas más notables del pelotón, un ciclista en franca progresión, con victorias puntuales en el Tour y París-Niza, formado en Francia pero enrolado en el Carrera de Davide Boifava, el gran mentor de Claudio Chiapucci, entre otros.
Un año después Stephen Roche era la bomba, el corredor de moda, el ciclista total.
1987 es una de las temporadas más excelsas vistas jamás, la triple corona, la misma que Eddy Merckx había firmado una década y pico antes quedó inmortalizada y repetida por un irlandés.
Nadie más que ellos dos lo ha logrado y, como repetimos casi todos los días, Tadej Pogacar opta a repetirlo.
Hace un tiempo nuestro amigo Miguel González nos hizo un retrato del surresalista Giro de Italia de aquel año, centrando el argumento en el Carrera, la serpiente de las dos cabezas: Roberto Visentiny el citado Roche.
Aquella carrera tuvo pasajes míticos, pero ninguno como el de Sappada:
Ahora por fin llega Sappada. El desternillamiento comienza con un Roche que empieza a salir a ataques ante lo que Visentini decide marcar a su compañero como si fuese su peor rival, todo ello aderezado con que anda metido en la fiesta Bagot del Fagor, equipo en principio untado… pero no por Carrera en bloque sino únicamente por los dos compis de habitación… de risa tía Felisa.
Roche que es un gran bajador se larga en el descenso y lo hace en compañía de Bagot, que no se corta un pelo en colaborar, aunque por desgracia pincha el francés y se queda cortado.
Con Stephen escapado y tirando a muerte quién es el que tira en el pelotón… pues un tal Chiappucci de Carrera.
Esto empieza a ser Babilonia.
Ante todo este esturreo a Boifava no le queda otra que acercarse a Roche, la orden es clara: PÁRATE.
El irlandés tampoco deja interpretaciones a su respuesta: pues va a ser que no.
Roche continúa con su cabalgada, en el grupo de favoritos se producen ataques que hacen pasar apuros a Visentini… pero Schepers pasa olímpicamente de esperar
De ese Giro, Stephen Roche casi no sale vivo por la ira de los seguidores de Roberto Visentini, pero lo hizo y vistió una maglia rosa final que tuvo otros episodios importantes, como una crono en descenso que empezó en el Poggio y finalizó en San Remo.
Semanas después llegó su antológico duelo con Perico en el Tour de Francia, en una de las ediciones más cambiantes, inestables y emocionantes que recuerdo.
De la exhibición de Jeff Bernard en el Vnetoux, a la crono de Dijon que certificó el triunfo del irlandés ante Pedro Delgado.
Por mejor la escapada camino de Villard de Lans, el amarillo que Perico logra en Alpe d´ Huez, pero no logra fortalecer en La Plagne y las escapadas inesperadas de Roche que obligaban a Perico a ir a remolque.
De esa edición, todos recordamos la llegada a La Plagne cuando Perico lo puso todo para abrir más hueco cara a la crono final, pero no lo logró.
Desmayado en meta, Roche fue retirado con oxígeno y en helicóptero, disfrutando a la postre de más rato de recuperación que el segoviano, de amarillo y pendiente de pasar por todos los medios.
Y llegamos al Mundial, en Villach, Austria, una carrera en la que las apuestas juegan a favor de Moreno Argentin y Sean Kelly.
Un ataque de Ron Golz en la subida definitiva rompería el grupo, entrando Roche en el delantero para, más listo que el hambre, dejarles sin migas a los rivales.
Cuando ese maillot verde, liso, luminoso, precioso, cruzó la meta, se acababa de firmar la segunda y última triple corona de la historia.
Imagen: TW Cristóbal Cabezas
Ciclismo antiguo
Tourmalet: Y si Bugno hubiera seguido a Chiapucci e Indurain
Esa duda de Bugno ante Indurain y Chiapucci torció la historia
Qué tarde aquella de Val Louron en este mal anillado cuaderno varias veces recreada, con más pelos que señales, pues el recuerdo distorsiona los hechos reales, aunque tengamos una imagen más o menos fidedigna de lo que sucedió entre Indurain, Chiapucci y Bugno.
Lo habíamos dejado en la cima del Tourmalet, el relevo estaba en marcha, la generación del 64, con 27 años, comparado con los de ahora, estaba lista para pasar página: Indurain y Chiapucci, pero también Bugno habían dejado atrás de forma definitiva a los Lemond, Fignon y Perico.
Estos tres, aunque algún coletazo más darían, no volverían a tener el Tour en su radar.
La cosa estaba por delante, cuando Indurain saltó en el descenso, viendo que «Lemond y Leblanc están cortados y Bugno anda esperando el coche de equipo» dice Carlos Tigero en la «Estela de Miguel«, con Chiapucci haciendo de puente con Mottet.
El baile de nombres en la cumbre a la sombra del Pic du Mid habla de la trascendencia del momento
Luego, ya sabéis, Indurain alcanza Saint Marie de Campan, Chiapucci salta en el falso llano previo al Aspin y Bugno… Gianni vacila.
Qué sencillo es verlo ahora, qué complicado entonces.
En esos momentos en el que el grupo nombre se recomponía por detrás, Indurain y Chiapucci empezaban a hacer camino, ¿por qué no siguió Bugno a su compatriota?
Hasta ese momento, Gianni Bugno era top en las quinielas para el Tour, había ido creciendo en jerarquía y resultados, en Francia ya sabían de él, había ganado nada menos que Alpe d´ Huez un año antes y sentado su primer top ten.
Sabía lo que implicaba ganar una grande, el Giro de 1990, algún monumento y era posiblemente la estrella más rutilante que había de aterrizar, pero dudó, Chiapucci se le fue, mientras Indurain camina solo, y Bugno nunca más volvería a tener opciones reales de ganar el Tour.
En la cima del Aspin la brecha real era enorme, Indurain espera a Chiapucci -«era el mejor que podía haber saltado» cuentan en el libro de referencia- pues Bugno se dejaba dos minutos en compañía de Fignon y Mottet.
Esa ventaja iría a más, mientras los dos de cabeza caminan juntos como uno, Bugno se deshace de la compañía francesa pero sus 50 pedaladas por minuto son insuficientes, incluso para él, quien en el momento más oscuro de la agonía, nunca pierde la elegancia supina que rodea cada cosa que toca.
Ese minuto y medio que perdería en Val Louron fue una brecha que no haría otra cosa que ensancharse.
Gianni, el mismo Bugno que vaciló tras el Tourmalet, sería el que, un año después postrara irisado las armas frente al campeón navarro en el pie de Sestriere para nunca más optar a ganar el Tour.
De hecho días antes, en Luxemburgo fue consciente de la realidad, pero el derrumbe de Bugno en Sestriere fue muy gráfico, mientras Chiapucci volaba entre multitudes e Indurain ataba, medio apajarado el amarillo.
Es curioso, hablando de líneas y trayectorias lo alto que iba la de Bugno antes de ese momento en el que se cruzó con la de Miguel y se invirtieron las tornas, un singular hecho que traemos como fruto de lo que fue pero pudo haber sido…
Ciclismo antiguo
Mundial ciclismo: Antes que Remco estuvo Olano
Abraham Olano fue el primer ciclista en aunar mundial de CRI y fondo
En la historia de los dobletes de Remco Evenepoel, en especial en el mundial, cabe apuntar que el primero en lograrlo fue Abraham Olano.
Ya sabéis que en este mal anillado cuaderno somos mucho del guipuzcoano.
Ciclista por el que hoy pagaríamos en el ciclismo español, un croner de excepción, un trabajador incansable e injustamente tratado por aquellas comparativas que son veneno cuando le colgaron el cartel de sucesor de Indurain.
Pero Abraham Olano fue mucho más que esa truculenta historia y en concreto cuando hablamos del mundial.
En casa de los Olano, no sé si a la vista o no, se guardan un par de maillots irisados que llevan la muesca de uno de los grandes de su tiempo.
Fue campeón del mundo de fondo y contrarreloj con una diferencia de tres años, marcando el antecedente que Remco Evenepoel inició en el mundial de Australia, hace un par de años, y completó el pasado en Glasgow.
Los mundiales de Abraham Olano tienen un curioso elemento en común, sus dos acompañantes en el podio fuero también españoles.
Si Miguel Indurain fue plata en Colombia, Melcior Mauri lo sería tres años después en Países Bajos.
El primer mundial de Olano, como el de Remco, fue muy lejos de casa, en Duitama, Colombia, y pasa por ser uno de los mundiales más discutidos, analizados y comentados de la historia, en especial en este lado de los Pirineos con una cueva de opiniones que repiten que Miguel Indurain debería haber sido el campeón en Duitama.
Aquella tarde-noche, aquí en España, casi treinta años después, fue historia mayúscula de este deporte, en un ejercicio coral en el que Abraham salió beneficiado de la alargada sombra de Indurain.
Esto fue así, se jugó a ganar con el equipo, Indurain aceptó y el resultado es más que justo.
Tres años después, en Valkenburg, la selección española volvió a doblar en lo más alto del podio con dos croners excelsos.
Abraham Olano y Melcior Mauri fueron oro y plata acompañados por aquel ucraniano cuyo pedaleo causaba dolor a la vista, Serguei Hontchar, dejando a Lance Armstrong en la cuarta plaza.
Esa tarde, que recuerdo fría, oscura y hostil, Olano firmó una efeméride que Remco ha igualado y que veremos si logra doblar este domingo o en años sucesivos.
A Olano lo que es de Olano…
Ciclismo antiguo
El Giro, Tour y Mundial de Eddy Merckx
En el Mundial de Montreal, Eddy Merckx firmaba el triplete más bestia de la historia
Como un flash caprichoso de la historia, en el Mundial Montreal, Eddy Merck le ponía hace medio sigo la tercera joya a la corona.
Hacía sitio en el armario para su nuevo maillot irisado junto al rosa y amarillo logrados meses antes.
La gesta que Pogacar persigue, sumar Giro, Tour y Mundial, la culminó Eddy Merckx, en Montreal, el sitio donde el esloveno batió alas hace menos de una semana.
El Giro de Italia de 1974 partió del Vaticano.
Recibido por el Papá Pablo VI, el gran campeón empezaba una conquista de varios meses que tenía su primera estación en la Bella Italia.
Aquí se encontró con José Manuel Fuente, el visceral escalador asturiano que puso brillo a la vitrina de trofeos del gran capo belga, aunque en esa edición se quedaría fuera de concurso en las colinas de la Liguria, pasando la general a ser un mano a mano a tres entre el mismo Eddy, contra Felice Gimondi y Gianbattista Baroncchelli.
Éste tendría la maglia rosa en su mano en Tres Cimas de Lavaredo, pero el belga acabó por salvar prenda por 12 segundos.
Por esa diferencia, y por un poco más de medio minuto sobre el tercero, Eddy Merckx ganaría un Giro que le llevó al otro extremo del sufrimiento.
Era su quinto y último Giro.
En Francia las cosas no resultarían tan apretadas.
Desde el inicio en Brest, en los confines bretones, Merckx empezaba la conquista de su también quinto Tour con el amarillo en la espalda que cedería al día siguiente.
Una semana después, recuperaría el amarillo en una etapa de más de 230 kilómetros por la afamada zona del Marne para ya no dejarlo hasta el mismo París.
Por delante desplegaría un martilleo constante sobre sus rivales, ganando seis etapas y lanzando más allá de los ocho minutos a Raymond Poulidor y Vicente López Carril.
Semanas después, Merckx y Poulidor se volverían a cruzar en el Mundial, en Montreal, el primero de la historia en ultramar.
Los franceses lo intentaron todo, con escapadas lejanas como la del prometedor Bernard Thévenet y con marcajes obsesivos como el de Poupou a Eddy.
En la subida final Merckx atacó y se fue sólo con Poulidor, un poco más adelante, le batiría al sprint en un mundial que resultó durísimo.
Merckx acababa de firmar la temporada perfecta, Giro, Tour y Mundial, un tridente tan extraño, como singular, al punto que sólo Stephen Roche lo repetiría.
Pero esa será otra historia…
Imagen: Cycling Archives
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