El golpe que Van der Poel dio en la Strade Bianche es una de esas victorias que exceden el mero apunte estadístico
A vueltas con la exhibición de ayer de Van der Poel en la Strade Bianche, muchos siguen dándole vueltas al estéril debate de si sexto monumento o no, cuando la terminología en este caso es más simbólica que otra cosa.
Que la Strade entre o no en ese estatus es irrelevante, cuando lo que nos deja es una de las mejores carreras de los tiempos recientes, con imágenes que en nuestros años jóvenes habrían forrado nuestras carpetas y que hoy corren por salvapantallas y pantallas de inicio en miles de móviles.
Quedarse con ello, la gente del ciclismo somos agradecidos cuando los artistas responde, es la clave para mirar adelante y ver que la Strade Bianche que gana Mathieu Van der Poel es un triunfo que excede, con mucho, el mero apunte en el palmarés.
Es una victoria de esas que marcan y tuercen la historia de tal manera que nunca nada será lo mismo.
Primero por que supone el portazo definitivo a una generación de grandes especialistas en clásicas que, sintiéndolo mucho, parecen fuera de órbita.
Nosotros apostamos por un caballo como Greg Van Avermaet, con el aún íntimo deseo que gane su Tour de Flandes, pero sinceramente, lo visto en la Toscana es un nivel que ahora mismo sólo unos pocos pueden apuntar.
Lo mismo cabría apuntar de otros que queremos delante, pero que la realidad va por otros derroteros: Tim Wellens, Bauke Mollema, que llegaba inspirado, Jakob Fuglsang… y qué decir de Valverde, quien seis años atrás se marcó un carrerón este mismo terreno.
Y no sólo Van der Poel, la forma en la que Van Aert, Alaphilippe, Pidcock, hasta Egan Bernal, corrieron la Strade Bianche asusta y marca un listón que deja fuera mucha, demasiada gente.
Y es que el recital de Van der Poel en la Strade Bianche es una OPA a la primavera en su totalidad.
¿Quién le mete mano ahora al neerlandés en las grandes que vienen?
Ahora mismo la única ventana de oportunidad de derrocar a Van der Poel es apelar a lo colectivo, al bloque, como forma de minar su potencial en carreras que le van como anillo al dedo.
Pongamos por ejemplo la Milán-San Remo ¿cómo burlar al capo neerlandés antes del Poggio?
En otro tiempo, muchos de los favoritos a la primavera eran velocistas cuya clave estaba en mantenerse a buen recaudo durante la prueba para sacar la cabeza al final.
La estrategia de otros era reventar la carrera en la tachuela final y coger los segundos a la altura de la curva de la cabina para llegar hasta meta.
Así ha ocurrido, pero está claro que ir con Van der Poel hasta el Poggio puede ser el matadero para las aspiraciones de otros, pero si le buscas antes del mismo también saldrá a por ti.
Estamos ante un ciclista que no esquiva el enfrentamiento directo, al contrario lo potencia y propone él antes que nadie.
El ganador de la Strade ya tiene Flandes en la vitrina y en Roubaix, el azar puede ser la única baza de los rivales.
Amstel también la tiene y no sabemos si Lieja está en sus planes, pero ya ha estado delante.
Es por eso que la clave puede estar en el equipo, aunque tampoco será sencillo.
El equipo de Van der Poel es muy bueno en estas lides
No olvidemos, por eso, que en la Strade, dos compañeros de Van der Poel aguantaban en la grupo de contraataque, en el mismo en el que Jakob Fuglsang ponía la carne en la asador para que no se fueran.
Es decir, que en el hipotético caso de reagrupamiento, tres Fenix- Alpecin estarían entre los mejores.
Junto a Van der Poel, Petr Vakoc y Gianni Vermeersch habrían rodado al comando, como Tim Merlier, Jasper Philipsen y Dries De Bondt estuvieron con los mejores en La Samyn.
No sólo eso, Merlier ganó Le Samyn y GP Monseré, siendo una alternativa muy válida para cuando el líder falta o le falla la mecánica.
Ya sabemos que tienen que entrar otros especialistas en acción, que a Van Aert le falta un hervor, que Deceuninck se transforma en las grandes citas, Sagan aún no ha asomado,… pero el golpe que Van der Poel dio en la Strade Bianche es una de esas victorias que exceden con mucho el mero apunte estadístico, es una OPA a la primavera en sí.
Imagen: FB de la Strade Bianche
ecmataro
27 de septiembre, 2012 En 22:18
Es un ciclista 2.0 . Como el gran Sergi Escobar domina ademas de la carretera, la pista y el ciclocross. Toda la suerte del mundo para David
Carolina
28 de septiembre, 2012 En 17:22
Lastima que como muchos otros ciclistas, tenga que irse a un equipo extranjero para seguir progresando. Yo también le deseo muchisima suerte en esta nueva andadura.
Iván
29 de septiembre, 2012 En 11:05
Precisamente Carolina que los nuestros sean apreciados fuera es bueno, y lo es más que se vaya al extranjero. El mundo más allá de los Pirineos también es maravilloso.