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La familia de JoanSeguidor os desea FELIZ NAVIDAD
Publicado
3 años atrásen
Por
Iban Vega
Feliz Navidad desde Joan Seguidor
Hemos reunido a un grupo de amigos para que nos recordaran que estamos en fechas señaladas, en días de esos que siempre quedan en el recuerdo. A pesar de los pesares, a pesar de que la carretera tiene repechos y presenta curvas, chicos, chicas, lectores, familia…
FELIZ NAVIDAD y MEJOR 2018
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El rampante león de la bandera de Flandes
Publicado
2 semanas atrásen
2 de abril, 2021Por
Iban Vega
El león llena la bandera amarilla de Flandes
Flandes, amarillo, por otro lado: Tres colores verticales visten la bandera belga: negro, amarillo y rojo.
Repartidos equitativamente, en tercios, cada color tiene su qué. El negro viene de la armadura, el amarillo por el color del león de las armas y el rojo procede de la lengua y dientes de ese león. No siempre fue así. Hasta hacer su enseña una réplica de la tricolor francesa, ésta era horizontal y con ésta combatieron el rodillo de los Austrias en el siglo XVIII.
Bélgica es un país que alcanzó la independencia en 1830. Sus colores vienen heredados de la heráldica de Bramante, la región central de un país polarizado por dos vertientes muy opuestas en todo: Flandes y Valonia.
En la primera la vida es rural y vecinal, la otra es industrial y afrancesada. Ni mejor, ni peor, diferentes.
Sin embargo son cuatro las grandes regiones belgas.
En medio, Bruselas, color púrpura y flor de lys en medio, flor amarilla por cierto.
Al sur, encajada en montañas, al final de las Árdenas, territorio hostil y bélico, la región alemana, también llamada Limburgo, con león desafiante, casi flamígero rojo y nueve rosas, tantas como ayuntamientos.
Encima de ésta Valonia, la patria de la Lieja y la Flecha.
Su bandera es un gallo, semi protectorado francés.
La bandera de Flandes es otro cantar, harina de otro costal. La verán mucho estos días. Prácticamente sondeará el camino de los pelotones desgajados por estas carreras dibujadas por el demonio. Curva, viraje, giro, contra giro, pasarán mil veces por el mismo lugar, por el mismo cercado, primero bajando, luego en transversal, después subiendo.
Un laberinto en medio de la nada, de pequeñas colinas que fueron atravesadas por la metralla de dos guerras mundiales.
El león negro sobre fondo amarillo es la bandera de Flandes y casi diría que la del ciclismo.
Sólo algunas otras se podrían medir a ella, la ikurriña vasca, inspirada en la Union Jack, y la luxemburguesa –la civil, que es de franjas azules horizontales con león rampante coronado y con dos rabos- muy frecuente en los muros que van a Lieja cuando los Schleck guardaban opciones de victoria.
La bandera flamenca echa raíces en 1302 cuando Pieter de Coninck la desplegó en la batalla contra los franceses en la ciudad de Kortrijk. Hay dos versiones de esta bandera, adoptada como la oficial flamenca hace poco más de cuarenta años.
Una, la formalmente establecida en los libros, que es amarilla con un león negro y la lengua roja. La otra no diferencia la lengua del rampante animal, que también es negra, porque de esta manera se omite el vínculo con Bélgica.
Esta es la más usual en la Ronde, en Harelbeke, en la Kuurne, en la Het Nieuwsblad,… es la bandera independentista.
La categoría del león flamenco es tan grande que dos ciclistas fueron apodados con tan viril etiqueta. En los años cincuenta, mientras Italia se relamía las heridas de la guerra entre Coppi y Bartali, el tercer hombre, Fiorenzo Magni, hacía historia en Flandes. En la década pasada Johan Museeuw se ganó también el apodo. Ambos fueron leones, y no unos leones cualquiera, leones de Flandes.
Imagen tomada de deronde1.wordpress.com
Ciclismo antiguo
La Milán-San Remo 2004 fue El mejor milagro de Óscar Freire
Publicado
4 semanas atrásen
18 de marzo, 2021Por
Iban Vega
La imagen de Freire superando a Zabel en la meta de Milán-San Remo 2004 ha pervivido todos los tiempos
Aquella tarde de sábado, mes de marzo, año 2004, la Milán-San Remo entró en el imaginario eterno de Oscar Freire.
Aquella llegada era dura, una carrera lanzada 300 kilómetros, comprendiendo que cualquier rueda, en la Via Roma, podía ser la buena.
Oscar Freire en el caos hacía de la necesidad virtud, un camino que le dejó su primera Milán-San Remo, la de 2004, ganaría otras dos, en bandeja.
Le entretenemos un rato y nos cuenta…
Oscar ¿Cómo llevas estos días?
«La verdad es que estaba algo advertido, tengo amigos italianos que hace días me contaban todo lo que estamos viendo aquí estos días. Tengo la suerte de vivir en una casa y las horas pasan más rápidas»
Este sábado deberíamos estar mirando San Remo y lo que por sus alrededores pasara. ¿Qué sitio ocupa la Milán-San Remo en el corazón de Freire?
«Es una carrera única, la más especial, la que más quería. Visto ahora, y entonces, es una carrera que puedes perder en cualquier momento y ganar sólo al final»
Algo que a ti se te daba bien
«Siempre he sido hábil en estas circunstancias, en sortear los problemas durante la carrera, buscar la rueda buena. Siempre hubo gente con más físico que yo, pero no con la técnica suficiente para sacarle el mejor partido»
¿Eso se llama intuición?
«Posiblemente sí, sabía moverme bien, ahorrar fuerzas y la suma de todo eso acababa marcando las diferencias. Quien me haya visto competir de cerca, seguro que te lo puede decir. La experiencia también suma, ves los peligros venir. La primera vez que sufrí un abanico fue en una carrera juvenil, en Arévalo, me quedé en el penúltimo grupo. La siguiente vez que me pasó, ya de pro en una Vuelta a Castilla y León, lo vi venir y acabé en el grupo delantero ganando el sprint»
Grande…
«Es más, puedo decir que nunca me he caído disputando un sprint, en eso hay suerte, pero también intuición. Recuerdo una Vuelta, llevaba dos triunfos de etapa, que no me metí en un sprint por que pensaba que iba a ser peligroso y en efecto, hubo una gran caída al final»
Volviendo sobre San Remo…
«Es una carrera top, para mí la más importante tras el Mundial».
Tú la conociste en Mapei
«Como italianos la tenían en alta estima, pero no la ganaron nunca. Curiosamente lo logramos ciclistas que llevamos su nombre en el pecho –a Freire sumarle Pozatto, Bettini y Cancellara-«
Menuda edición aquella del 2000
«Había mucho gallo en aquel equipo, yo era el campeón del mundo pero estaban Museeuw, Bartoli y otros con muchos galones. Era un equipo fuerte y a veces pasa que cada uno defiende sus intereses»
Han pasado ya veinte años
«Nos hacemos mayores, ves fotos de entonces, las comparas con ahora y…»
«Era mi segunda San Remo con Rabobank. Ya no era el de cuatro años antes, conocía la carera, dónde estar, cómo moverse. Cada año es diferente, pero la experiencia ayuda. Sabía que era mi carrera»Freire en aquella Milán-San Remo de 2004
Rabobank era una historia diferente a Mapei
«Rabobank corría para mí. Tenía a Flecha, a Horrillo… con los años incluso pude tener la ayuda de uno que acabaría ganando, Alexander Kristoff quien seguro tomó nota de cómo afrontaba la carrera. La diferencia entre ganar y perder esta carrera era muy pequeña, a veces llevaba una sensaciones horribles y acababa ganando, pero también pasaba al revés»
Vamos a por la edición de 2004 ¿Cómo fue la aproximación?
«Recuerdo que hubo una pelea con Zabel por cogerle la rueda a Petacchi que llevaba a su Fassa tirando. Yo iba tras él, y Zabel se aproximó, intentó echarme dos veces y al final decidí que esa guerra no me convenía. Le dejé pasar»
Y luego
«Trentin lanzó el sprint, Petacchi saltó muy pronto y Zabel con él. Se precipitó, casi no había tiempo para remontarle, pero lo logré por levantar las manos. Le devolví la moneda»
¿Qué moneda?
«Unas semanas antes en la Vuelta a Andalucía cuando me ganó una etapa en Almería que yo celebré antes de tiempo»
Aquella imagen quedó icónica…
«Sí, quedó para la historia. No fue la única vez que logré un triunfo así, una vez en Tirreno le gané una etapa a Cipollini por celebrarlo antes de tiempo»
¿Lo habéis comentado muchas veces Zabel y tú?
«Sí desde luego. Zabel fue un gran ciclista, pero también una gran persona y tuve una gran relación con él»
¿Estuviste con él en Katusha tu último año?
«Así es. Fue director técnico en Katusha la temporada que corrí con ellos. Recuerdo que en la primera reunión nos dijo que iba a ser nuestro instructor para los sprints y Purito le preguntó si podía enseñarme algo a mí»
Siempre tan cachondo… para acabar un deseo para este presente tan incierto
«Que el año que viene estemos disfrutando de nuevo de la Milán-San Remo»
Ciclismo antiguo
Tirreno-Adriático: Herminio Díaz Zabala fue almirante entre dos mares
Publicado
1 mes atrásen
9 de marzo, 2021Por
Iban Vega
Cuando Herminio Díaz Zabala ganó toda una Tirreno-Adriático
Destacado
Strade Bianche: ¿De dónde viene la fiebre por el ciclismo vintage?
Publicado
1 mes atrásen
5 de marzo, 2021Por
Iban Vega
La Strade Bianche es la cuna del nuevo gusto del ciclismo vintage
En 2020 la Strade Bianche fue noticia por su anulación hasta el mes de agosto, pero la historia de esta carrera, la misma que no había visto una suspensión de la Milán-San Remo desde la II Guerra Mundial, viene de antes.
En 1997 nació en Italia, en la preciosa Toscana, la tierra de viñedos e increíbles ciudades medievales, L´ Eroica, era la nueva edad de oro del ciclismo vintage.
Por los caminos que en Castilla se podrían llamar “de concentración”, se lanzaron miles de cicloturistas equipados por bicicletas de sabor añejo.
Dotados de glamour de antaño, viejos hierros rehechos a sí mismos. Piezas de museo, menospreciadas durante muchos años, por su peso e incomodidad, abordaron las rutas de la Strade Bianche.
Todos debían llegar a la salida de Gaiole in Chianti con una bicicleta anterior a 1987, es decir, y para ubicarnos, todas las anteriores al triplete inédito de Stephen Roche. Combinando gravilla, tierra y asfalto se pusieron varios recorridos y distancias según los niveles y exigencias.
Todo se vistió de rosa, muy italiano, vino y pasta rodearon el evento, el círculo estaba cerrado, fantástico producto que desde entonces no ha parado de crecer.
Y lo ha hecho tanto que cada mes de marzo, un sábado en las líneas que dibujan el mapa de Siena se reúne parte del mejor pelotón mundial dando salida a grandes ganadores y mejores momentos de ciclismo: Cancellara, Kwiatkowski, Stybar, Gilbert, Alaphilippe…
Es la Strade Bianche, la repercusión más obvia y directa de este evento que al mismo tiempo ha inspirado no pocas citas en el calendario español e internacional en las que ciclistas pertrechados con maillots de hace cuarenta años, chichonera en ristre y vieja, pero remozada, bicicleta entre las piernas se dan cita para recorrer pintorescos lugares.
Hace un tiempo Jordi Escrihuela nos deleitaba con una pieza sobre la vieja bicicleta que le acabó cautivando y llevando por los páramos de medio mundo a presumir el mero placer de rodar como antaño.
Con Jordi quisimos saber de las raíces de esta nueva pasión que además de generar eventos por doquier da de comer a no pocos restauradores, auténticos artistas platerescos que en otra circunstancia no habrían tenido esta cantidad de trabajo.
El amante del ciclismo vintage admiraba a Perico, a Ocaña, a Bahamontes, y echa de menos aquel ciclismo de costura y tapiz, sin pulsómetros, ni CRM no ostias, era ciclismo a pelo, corrido con el corazón y las sensaciones, de rompe y rasga. La tecnología le ha robado alma al ciclismo, como a otros deportes, al mismo tiempo.
Hay auténticos nostálgicos de aquello.
Y la única manera de revivir esa época es montando estas fiestas del ciclismo sin pulsómetros, ni medias, ni chips, ni dorsales sino sacando las viejas bicis de rastrales, manetas en el cambio, y nuestros maillots de laneta de los sesenta o setenta
Hoy en día se ve a Froome, Bernal, Roglic y compañía, se disfruta, se sabe más que nunca de ellos, quizá demasiado, y la química no es la de entonces cuando un campeón era la cara de tu chapa en los juegos de corral y llenaba de posters las paredes de tus paredes con relieve de gotelé.
Hoy las carreras muchas veces se resuelven por un puñado de segundos, ya no existen las pájaras, ni los ataques suicidas, ni las heroicidades en montaña ni la épica, todo está bajo control, el ciclista no es dueño de sus actos, no hay tiempo para la improvisación, todo está bajo el mando de la voz del director en el pinganillo.
Por eso triunfan estas marchas, por eso vuelve lo antiguo, que aunque un incauto lo pensara, nunca pasó de moda.
Imagen tomada de totalwomenscycling.com
trata de un accesorio fundamental para las bicis de piñón fijo, porque significan el único sistema de seguridad para los que no llevan freno o llevan un solo freno. Es un sistema de retención que básicamente te ayuda a frenar hacia atrás con los pedales sin que vueles de la bici.
No obstante como todo sistema de frenado, los straps de pedales deben ser regularmente mirados para ver si hay desgaste. Todo depende de cuánto los usas y del tipo de bici que tengas. Nuestros straps aguantan bastante y a nivel de relación precio/calidad son de los mejores del mercado.
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