Ciclistas
Esos ciclistas que se recuerdan por sus apodos
Entre los apodos de ciclistas hay carteros, desollinadores, águilas, pulgas, relojeros…
“Il Campionissimo”, “El relojero de Ávila”, “El águila de Toledo”, “El Tarangu”, “El Chaba”, “La pulga de Torrelavega”… Reconocéis qué ciclistas están detrás de todos estos apodos ¿verdad? En efecto, sólo oírlos o leerlos nos vienen enseguida a la memoria los nombres de Coppi, Julio Jiménez, Bahamontes, José Manuel Fuente, otro Jiménez, José María, y Vicente Trueba respectivamente, mote éste último que le pusiera Henri Degrange, director del Tour, cuando en el año 33 “la pulga” fue el primer rey de la montaña de la Grand Boucle, coronando nada menos que 16 puertos de montaña en cabeza.
Son los famosos apodos de ciclistas, algo tan normal y tan clásico en el mundo del ciclismo como es el bautizar a los corredores con motes.
Algunos son diminutivos o expresiones de sus nombres y apellidos.
Otros pueden hacer referencia a sus cualidades como corredores o a sus lugares de origen.
Hay incluso algunos que se han utilizado para varios ciclistas, pero todos representan el fervor y la admiración del público aficionado por los esforzados de la ruta. Aquí recordaremos muchos de ellos.
Apodos por su nombre, podemos encontrar a Michele Bartoli como “Michelino”, a Francesco Casagrande como “Cecco” o “Casetta”, a “Cri cri” reconoceremos a Claude Criquielion, a Gilbert Duclos-Lassalle como “Gibus” o al gran “Jaja” en Laurent Jalabert.
También recordamos al colombiano Francisco “Pacho” Rodríguez, a Alexander Vinokourov como “Vino”, a Roger Pingeon como “Pinpin”, y a Roger Walkowiak como “Walko”, un francés que ganó el Tour del 56 gracias a una escapada en la que obtuvo 18 minutos de renta, suficientes para conseguir el triunfo final.
Esto hizo que se conociera como ganar a lo Walkowiak al ciclista que lo hacía siendo muy poco conocido.
Y entre más motes de este tipo tenemos a “Lucho”, Luc Leblanc, a “Jeff”, Jean-François Bernard, a Raymond Poulidor como “Poupou”, conocido también como “el eterno segundo”, al italiano Giuseppe Olmo, como “Geppin”, o a Bernard Thevenet como “Nanard”, que consiguiera más de 100 triunfos en su carrera pero que tuvo que retirarse del ciclismo por ser un confeso consumidor de esteroides, luchando, después de su retirada, por el fin del uso del dopaje en el deporte.
Conocido como “Troo trou” o “Trouston” vamos a parar al año 1905 para encontrar a Louis Trousselier como ganador del Tour de aquella edición.
Y entre todos estos motes no podía faltar, cómo no, nuestros queridos “Perico” y “Txente”, Pedro Delgado y José Vicente García Acosta.
Los hay también que nos delatan su carácter, como Roger Lapebie “El plácido”, Antonin Magne como “El taciturno” o “El prudente” y André Leduq como “Feliz Dedé”.
Destacando sus antiguos oficios y sus ciudades o países de origen (como Lemond “Le Ricain”, de americain), o de adopción (Luis Ocaña, “El español de Mont Marsan”), encontramos una amplia gama de apodos, motes y sobrenombres, que se remontan hasta los mismos orígenes de la bicicleta, tal y como la conocemos hoy en día, como es el caso de los pioneros, los primeros esclavos de la carretera, como Maurice Garin, “El pequeño deshollinador” (1893-1904) por su humilde trabajo y con su 1,62 de estatura, el gran Eugene Christophe, como “Le vieux gaulois” (“El viejo galo”) entre 1904 y 1926, o Lucien Petit-Breton, (1902-1914), que como curiosidad su nombre real era Lucien Mazan y “Petit-Breton” el apodo.
Reconocido como “El leñador de Friuli” encontramos a Ottavio Bottecchia, ganador del Tour del 24 y del 25, y como “El panadero de Saint-Meen”, por practicar este oficio en el negocio familiar de jovencito, a Louison Bobet, que consiguió 122 victorias a lo largo de su carrera, entre ellas tres en la Grand Boucle.
Más recientemente podemos adivinar quién se esconde detrás de “El jardinerito de Fusagasugá” al colombiano Lucho Herrera, un joven jardinero que tenía que hacer muchos kilómetros para desplazarse de un trabajo a otro. Esto hizo que su madre le comprara una bici.
Y ya no se bajó de ella. Algo parecido le pasó al suizo Óscar Camenzind, “El cartero”, oficio que ejerció en su juventud en la zona de Lucerna.
También por ser un gran defensor de los derechos de los corredores de su época (1904-1919) “El abogado”, el italiano Eberardo Pavesi, fue muy respetado por sus colegas que lo eligieron como representante de sus demandas.
Y por ser de Casa Coco (Mallorca) los amigos de Toni Tauler le llamaban cariñosamente “Coco”.
Por Jordi Escrihuela
Ciclistas
La última marcianada de Van der Poel podría estar en Lieja
No descarto que Van der Poel gane un día en Lieja, pero este domingo lo veo imposible
Es obvio, y a las experiencias ultimas me remito, que cualquier quiniela de Lieja tiene mucho de Pogacar, algo de Van de Poel y un poco del resto.
El ciclismo se ha convertido en esto, en un raro equilibrio roto y condicionado por si uno, dos o tres de los Big 6 toma parte, y no lo digo yo, lo admiten abiertamente ciclistas experimentados y con años en el negocio, tipo a algunos que han pasado por el podcast, desde Luisle a Ion Izagirre, pasando por Verona y Andrei Amador, sin olvidar las sensaciones que Purito nos transmitió el año pasado, en vísperas del Tour de Francia.
La Lieja-Bastonge-Lieja de 2024 pinta a duelo en la cumbre entre los dos mejores ciclistas del año y yo diría que de los últimos años.
Ahora bien, a nadie se le escapa que la balanza en este pronóstico está escorada hacia Tadej Pogacar.
Mano a mano, la Lieja-Bastogne-Lieja ofrece la dureza suficiente y encadenada como para que el esloveno gane con cierta holgura, e incluso trate de empequeñecer las dos últimas exhibiciones que Remco Evenepoel ha logrado en este escenario.
Sin embargo, con Mathieu Van der Poel siempre nos queda el «y si…» y Lieja no escapa de esta lógica.
El neerlandés ha engrosado su saco de esos monumentos que mejor domina a la espera de mirar a los dos que seguro un día va a querer tentar.
Esto de Lieja es una primera aproximación para Mathieu Van der Poel, quien por otro lado conoce la carrera y ya la ha finalizado no lejos del podio.
Lejos de contentarse con el botín obtenido en las piedras, afina la puntería hacia la primera de las dos clásicas que le faltan para ser pedazo gordo de la historia, habiendo logrado los cinco monumentos.
El campeón del mundo puede moldear y acoplar su camino hacia Lieja y Lombardía, claro que sí, es más seguro que lo hará, pues en su ADN, además de un poderío brutal figura esa querencia por la historia del ciclismo.
No creo, repito, no creo que pueda contrarrestar un Pogacar desmelenado, pero ojo lo que va aprendiendo y la aproximación que hace para el futuro.
El domingo hizo un «entreno» de calidad en la Amstel, carrera menos dura, pero que ya ha ganado, y su punto de forma, lo vimos en Roubaix, es yo creo el mejor de siempre.
Se espera frío y lluvia en Lieja, no sé yo si al final del día veremos el arcoíris en la capital valona.
Ciclistas
Juanpe López, el ciclista que te pone nervioso
Esto de Juanpe López es un paso de gigante, no sólo es una etapa, es todo un Tour de los Alpes
Juanpe López es un ciclista especial, por decirlo de alguna manera.
No me lo toméis a mal, es cercano, sensible y transparente, tanto que a veces poner hasta nervioso.
Pero ello no le quita un ápice de atractivo y alegría a lo que ha conseguido esta semana, ganar una etapa, su primer triunfo, y la general del Tour de los Alpes, lo que era el Giro del Trentino, o lo que es lo mismo, un anticipo de lo que espera en el Giro de Italia.
Juanpe López ha abierto la cuenta en la semana del frío y el mal tiempo en media Europa.
El mismo día que el pelotón tiritaba en la Flecha Valona, él encontró el éxito en la nevera que era el Tour de los Alpes con un ataque de media distancia y la certeza de que si apretaba hasta el final incluso la general podía estar en su radar.
No se equivocó.
Por el camino al triunfo le tocó lidiar con Bardet, O´Connor, Tiberi, Poels y cia en una etapa, la de ayer, en la que le pusieron al límite en más de una ocasión poniendo de relieve una de sus grandes virtudes, llevar el sufrimiento hasta un poco más allá.
Como cuando fue líder del Giro, es increíble lo que se agarra a la carrera, de una manera incondicional como a pocos se les ve.
Nuevo en estas lides sacó otra de sus características, los nervios.
Vivir al lado de Juanpe López tiene pinta de ser emocionante, tomándose las cosas como demuestra tomárselas.
Todo esto lo deduzco por su forma de actuar en muchos pasajes de la carrera, un poco a medias entre Evenepoel, Alaphilippe y el gran Thomas Voeckler.
Qué manera de gesticular, que forma de engancharse con todos y cada uno de los integrantes de cada corte que se ha ido formado.
Según piensa, se mueve y actúa, nada más comanda los grupos, pide el relevo, nada más pierde alguna plaza, deja recados por el camino.
Soy yo o Juanpe es muy "turras" con tantos gestos??? #TotA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 18, 2024
Ya sé que no nos hemos visto en esas circunstancias, que no somos ciclistas profesionales, pero a veces resulta hasta un poco excesivo.
Pero, como os decía al principio, no me lo toméis a mal, esto es un gran paso, un salto de calidad, no es ganar una etapa, es una general y eso, en este ciclismo, tiene mucho valor.
Ahora, el Giro.
Imagen: Lidl Trek
Ciclistas
5 desenlaces de capo en los monumentos
Ganar en los monumentos es tan complicado, que hacerlo de forma contundente tiene valor doble
Me encanta la expresión italiana de «capolavoro» para retratar esas victorias que dejan huella en el aficionado. victorias que si se producen en alguno de los cinco monumentos valen por dos e incluso por tres, si se logran sin dudas ni titubeos, demostrando superioridad en un entorno de competitividad total.
En estos años creo que han habido jornadas en la que se veía de lejos el ganador.
Los tres Lombardías de Tadej Pogacar o las dos Liejas de Remco Evenepoel están en ese nivel, pero hemos querido ir un poco más allá y recordar esas jornadas en las que el ganador ya se daba por seguro de lejos…
La Lieja 2015 de Valverde
Es cierto que las cuatro victorias de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastogne-Lieja han sido para enmarcar, en términos de estrategia y sprint en condiciones de fatiga máxima, pero la que gana en 2015 es una exhibición rotunda.
La forma en la que el murciano controló el desenlace, sabiéndose favorito y vigilado, fue suprema, un punto más en su grandeza.
Les controló desde adelante en el Muro de Ans, dejó hacer a Dani Moreno y a 500 metros de meta se fue a por él, cerró el hueco y se dispuso a lanzar el sprint que acabó ganando.
Parece sencillo, porque así lo hace, pero sin duda que la complejidad de esos momentos explica la enormidad de ganar en los monumentos.
La Lieja 2011 de Gilbert
Ese año había un coco en el pelotón y respondía al nombre y apellido de Philippe Gilbert.
El belga se incrustó entre los dos Schleck y les mantuvo a raya hasta el mismo sprint final.
Nunca hubo opción para los hermanos luxemburgueses, el Gilbert aquel venía de ganar Amstel y Flecha, era favorito y ejerció como tal.
Incontestable.
La San Remo 2019 de Alaphilippe
Está lejos este Alaphilippe de aquel de hace cinco años, pero es que ese ciclista fue superlativo, en especial aquellos días.
Su rueda estaba marcada, venía de ganar Strade y de batir a los velocistas en un sprint de Tirreno, pero ello no fue suficiente para que ejerciera con solvencia hasta la misma Via Roma.
Jugó, literalmente, con los rivales en una carrera que se precia de ser la más complicada de ganar entre los monumentos.
La Roubaix 2015 de Degenkolb
Qué ciclista aquel John Degenkolb en 2015, antes de aquel maldito accidente entrenando.
Ganador en San Remo, dobló Roubaix a las pocas semanas como Van der Poel el año pasado.
Ese día el alemán sacó remató el córner, quedando cortado en un primer término, pero remontando desde atrás, cogiendo el primer grupo y batiéndoles al sprint.
La San Remo 2014 de Kristoff
El noruego tuvo años muy buenos y en especial en ese ciclo, cuando todo le salía.
Su victoria en la Milán-San Remo fue una exhibición de equipo, con un Luca Paolini de excepción en la Via Roma para dejarle sembrado el camino.
Qué poco estético ha sido siempre Kristoff, con ese casco torcido, pero qué jodida fuerza de la naturaleza cuando estaba inspirado.
Este año, en Flandes y Roubaix, he vuelto a tener esa sensación de asistir a algo único y brutal, el control y aniquilación de competencia que ha ejercido Mathieu Van der Poel en ese sentido, ha rescatado esos momentos en los que ganar uno de los cinco monumentos parece la cosa más sencilla del mundo.
Ciclistas
Mola Pidcock, mola mucho Tom Pidcock
El pequeño pero curioso bagaje que está construyendo Tom Pidcock no es desdeñable
He leído de quienes han estado cerca de él que Tom Pidcock es gallo, tiene ego, cierto aire de suficiencia e incluso de distancia.
He leído eso y me lo creo, incluso diría, que lo celebro porque en esa expresión sobrada de ciclista top se prolonga una actitud en carrera que sólo puede gustarte, y al final estamos aquí para valorar a esta gente si son buenos o malos ciclistas, no si en la vida cotidiana resultan más o menos amables.
Tom Pidcock siempre ha sido una estrella, mucho antes de pisar el Ineos y destacar en el World Tour.
Con ese «cuerpo escombro», que diría Alix, ha logrado granjearse éxitos y notoriedad por donde ha pasado, por una forma de correr que no genera indiferencia, más bien todo lo contrario, cualquier amante del ciclismo tiene que estar encantado con lo que hace Tom Pidcock en la carretera.
Él siempre se mueve, arriesga y ataca, e importa más bien poco quién sea el rival.
Lo demuestra cada invierno en ciclocross cuando se mete en las cuitas de Van Aert y Van der Poel, entre los dos, como la cuña que calza una mesa.
Lo evidenció el año pasado saliendo a por Pogacar en Amstel y Remco en Lieja
En ambas ocasiones salió desplazado hacia atrás, pero no se escondió.
Exactamente igual que ayer en la Amstel Gold Race.
Con la duda de Van der Poel activaría el rodillo, él no espero y se metió en una fuga de «mortales», eso es Hirschi, Benoot, Vansevenant…
No escatimó el relevo, tampoco rehuyó algún «ataquito» por si acaso y en el sprint se sacó la espina de esa llegada de hace tres años, aquí mismo, con Wout Van Aert.
A Tom Pidcock le vemos muchas veces a remolque, cerrando huecos, algo descolgado, pero también le vemos y con la misma intensidad que cuando coge el mando y no se deja nada.
Como dijimos el año pasado tras la Lieja es «Juan sin miedo», ha construido un carisma sólido, y apuntalado por la hinchada anglosajona, basado en presencia en carrera y triunfos, pocos, pero muy buenos.
Imagen: FB Amstel Gold Race
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