Ciclistas
Alberto Contador no está acabado
Alberto Contador acostumbraba a visitar la Vuelta a España vestido de largo y elegante mientras los ciclistas daban vueltas por el circuito madrileño. En ese epílogo de la carrera cuyo líder viste de rojo, el ciclista de Pinto repasaba sus hazañas recientes, daba cuenta de sus próximos objetivos y mostraba un aire alejado de la competición. Este año Alberto Contador no pisó la caravana de la Vuelta y la siguió desde la distancia, desde el Canadá, nada menos, compitiendo en las carreras que el World Tour ha llevado hasta ese precioso país. Incluso esos días manifestó en su twitter que era su deseo estar en la prueba que luce dos veces en su palmarés. Vaga promesa, aunque útil para muchos, pues no han de pasar cosas hasta entonces.
De esta guisa arranca el reportaje central del último número del Vélo Magazine, la revista francesa de cabecera y la prolongación del Tour de Francia y L´ Équipe en el quiosco mensual. Contador es portada con el nada desdeñable titular: “Contador no está acabado”. Siempre dicen que un corredor cuando gana cae bien, pero que cuando aburre de ganar empieza a fastidiar. Pues bien, Contador ha sido empezar a perder y tener medios tradicionalmente críticos dispuestos a suavizar su saña.
La pieza firmada por Jean-François Quénet es una continua justificación de porqué Alberto Contador debe ser tenido en cuenta. La suavidad que maneja el medio para hablar del corredor se plasma en diferentes momentos. Uno es especialmente relevante cuando le consideran el mejor especialista de vueltas de tres semanas de la actualidad, pues en su palmarés lucen “siete títulos menos dos”.
Sin embargo más allá de la retórica superficial se apuntan interesantes motivos para considerar que el ciclista sigue contando. A pesar de sus 30 años “no está acabado por mucho que lo digan sus detractores que aprovechan Twitter para ejecutar una continua lapidación en plaza pública. El español no ha sido el mismo desde su vuelta de la suspensión. Aunque parezca fácil de explicarlo así, es todo mucho más complejo” afirma la publicación que se ampara principalmente en los golpes de genio que han movido habitualmente al corredor. Contador ha sido un ciclista construido en la adversidad, y señalan varios pasajes: una familia humilde con los problemas de salud de su hermano Raúl, el cavernoma de la Vuelta a Asturias de 2004, el arresto de Manolo Saiz, su director de siempre, y posterior explosión de la Operación Puerto, la pérdida de conocimiento en el descenso de las Lagunas de Neila durante una Vuelta a Burgos, la salida de Liberty Seguros del ciclismo y la irrupción de Astana, que a su vez no es aceptado en el Tour de Francia de 2008 por escándalos de dopaje un año antes, la imposible convivencia con Lance Armstrong en 2009, el ataque a Andy Schleck cuando le saltó la cadena en Bales, el posterior positivo en ese mismo Tour, el de 2010,…
Las no pocas dificultades que el ciclista ha sorteado –algunas sobrevenidas, otras por estar casi siempre en el sitio y tiempos menos adecuados- parecieron disiparse una vez ganó la Vuelta de 2012. Desde ese momento, nada extraño a la competición perturbaba a Contador. “Casado, treintañero,…. de repente no había combate en su vida. Toda la lucha psicológica había cesado” resume el medio. En la segunda concentración del equipo “le encontré vacío” afirma un técnico de Saxo. Ya en la Dauphiné, desprovisto de tensión, vio que el Tour era tarea imposible.
Al hecho psicológico añádanle enfermedades por la gélida y húmeda primavera, una planificación poco adecuada –las Ardenas no debieron formar parte de su calendario y numerosos y exóticos viajes a Moscú, Copenhague y Dubai para confeccionar el cóctel perfecto en su contra. No obstante ven en la animosidad del ciclista y las lecciones aprendidas sus mejores armas para el nuevo año. Como bien dice su técnico Philippe Mauduit: “no quiere retirarse sin ganar otra vez el Tour”. Ardua tarea.
Richard Carapaz
La opción de Richard Carapaz siempre es dar la cara
Richard Carapaz sólo sabe morir matando
En el pelotón hay muchos tipos de corredores, pero hay una distinción rápida y palpable, los valientes por norma y los que se esconden en la panza del grupo, obviamente Richard Carapaz pertenece a los primeros.
pero cómo mola Carapaz
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) June 9, 2023
Atacar como lo hizo en una cota de segunda, tras el primer arreón de otro que tal, Julian Alaphilippe, a la vista de todos y en especial de Jonas Vingegaard, le describe como uno de esos ciclistas que sólo puedes querer.
Sé que suena a cuento de suicidio, Carapaz se llevó soldado al ganador del Tour, que además transmitía unas sensaciones «hors cotegorie» pero no le pudo ni la intimidación ni el complejo que generan algunos ciclistas en la actualidad.
Fue a por todo, con todo, sin síntoma de abrir el codo para pedir relevo, sin mirar para atrás, hasta que Vingegaard le dejó atrás.
Sé que suena romántico, eso de intentarlo al sol, saliendo en la pantalla, siendo valiente, pero es que no veo otra forma de hacerlo.
Hay una capa intermedia de ciclistas que llaman a la puerta de los más poderosos y para echarles el guante, no les queda otra que, al menos, intentarlo.
Sé que las comparaciones son odiosas, pero ver la reacción de otros ante la tormenta, para acabar casi en el mismo sitio, hace que la percepción cambie mucho.
Carapaz hizo gala de su primer arranque, duro, violento y fuerte, pero por detrás apreciar a Enric Mas, Adam Yates y Mikel Landa, completamente engullidos en el grupo, pasados unos metros es decepcionante.
Pero volviendo al ecuatoriano, Carapaz lo intenta, siempre lo prueba, lo hizo contra Pogacar en aquella famosa etapa en la que el esloveno cogió el amarillo en el Tour 21, lo intentó en Dauphiné contra Vingegaard y otras veces más.
Incluso sabiéndose inferior o no en la mejor forma.
Y ¿sabéis qué pasa?
Que a veces salen las cosas, que las cuentas resultan y que los triunfos llegan.
Carapaz saltó ante Roglic y Nibali aquella vez camino de Courmayeur para decantar un Giro, saltó ante velocistas como Caleb Ewan para rebañarles una etapa en sus narices y le echó un pulso a Wout Van Aert para colgarse el oro olímpico.
Porque el ciclismo es Carapaz, es rehacerse de los golpes y crecerse ante rivales superiores, sobre el papel, que el maillot no te quede grande y que honres el deporte que te da de comer y te completa con actitud, algo que se le supone a muchos, pero no todos tienen.
Pondría la mano en el fuego sobre las opciones de Carapaz en el Tour, no creo que lo vaya a ganar, pero seguro que a su rueda más de una cosa importante va a pasar… lo veremos.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
Ciclistas
Larga vida y suerte a Jonas Vingegaard
La opción de Vingegaard me parece la más obvia a un Pogacar desencadenado
Qué destrozo ha propiciado Jonas Vingegaard en una cota de segunda categoría del Dauphiné.
No le hizo falta ni atacar, tomó la rueda de Richard Carapaz y le dio carpetazo en medio de la subida, casi sin aceleración, con una facilidad pasmosa, sin mueca de dolor.
Admiración total tanto por Carapaz, como por Alaphilippe: morir matando es loable y bello, pero esta gente camina a otro nivel.
Jonas Vingegaard era y es absoluto favorito en un Dauphiné que el año pasado ya demostró haber podido ganar de no respetarse la jerarquía de Roglic.
En la crono de ayer, ya dio el primer aviso, rueda a años luz del resto, luego, en la medida montaña, a puertas de los grandes altos, no ha dado opción.
Es increíble la brecha que se ha abierto entre unos corredores y el resto, transmiten la sensación de correr entre niños, haciendo a su capricho y antojo, dando por cerrada la carrera cuando les conviene.
Jonas Vingegaard sí, está en ese Big 6, expresión que gustará más o menos, pero que me parece la más adecuada para describir la realidad.
De esos seis, dos, se jugarán lo gordo en el Tour de Francia.
Junto a Vingegaard, Pogacar es el miembro de esa lista para optar a la mejor carrera.
Sobre el papel, sí, ya sabemos que el esloveno parece un peldaño incluso por encima, pero no lo tendría yo tan claro.
A falta del primer duelo en Francia, les veo en el mismo nivel, incluso con misma cuota de favoritismo.
Si nos gusta un poco el ciclismo tenemos que ser, además, del danés, pues se erige como el único baluarte sólido ante el poder de un corredor de época.
Ojalá llegue bien al Tour, y que su equipo llegue con la cadena engrasada y ver de qué son capaces.
Vingegaard lo hace todo bien, qué obviedad, pero no sólo eso, tiene la experiencia del año pasado, supo domar a la bestia y ojalá todos esos que le tachan deban mirar para otro lado porque el nórdico realiza una defensa ejemplar de su triunfo.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
Julian Alaphilippe
Alaphilippe siempre es bienvenido
El Dauphiné nos devuelve al Julian Alaphilippe ganador en vísperas del Tour
Hay un ciclista que se transforma como nadie para el Tour y ese es Julian Alaphilippe.
Yo no le veo ganándolo, por mucho que hace cuatro años estuviera ahí, de amarillo, hasta muy al final, sin embargo, que Loulou brille en vísperas de la gran carrera es una buena noticia.
No sé qué futuro le aguarda en el Soudal Quick Step, el monstruo de Remco Evenepoel cada vez deja menos espacio a otros, lo que sí tengo claro es que el Tour sigue siendo de Alaphilippe, aunque parece que poco tiempo, el que queda para que el belga ponga un pie en la «Grande Boucle».
Así las cosas, ha vuelvo a pisar un podio en el Dauphiné, demostrando que en ese flaco cuerpo sigue habiendo un ciclista mayúsculo en todos los registros posibles.
Un corredor que, por ejemplo en el Tour, explota el escenario como nadie, corre contra gigantes, pero como si nada, va con todo y se permite éxitos inolvidables como hace un par de años, de arcoíris.
No elude la batalla, busca las escapadas, firma maillots de la montaña a base de coronar puertos en solitario y siempre acaba ganando una etapa.
A veces incluso hasta cronos, como aquella que logró de amarillo en Pau.
Sucede a veces que, cuando alguien se sabe perseguido por Julian, en un descenso, acaba errando y por los suelos, como aquella bajada, creo que en el Portillon, cuando Adam Yates se fue al suelo porque sabía que le venía Julian, por detrás.
El otro día hablábamos de Pinot en el Giro, sus gestitos, su teatralidad, tan común en estrellas francesas.
Alaphilippe bebe del teatrillo del grimpeur galo en primera persona y perpetúa la especie como Voeckler, Virenque y otros.
En un ciclismo, con cartas muy marcadas, en grandes vueltas en las que los mejores bloquean la acción, como en el Giro, la carrera paralela, la lucha por las etapas, es la salvación.
En ese escenario, Julian Alaphilippe luce siempre, en especial cuando las caídas, percances y averías no forman parte de su paisaje.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
Ciclistas
Christophe Laporte tiene para él y para el Jumbo
El palmarés de Laporte en Jumbo no está siendo pequeño
En la primera etapa del Dauphiné vimos una imagen conocida, Christophe Laporte levantando los brazos y llevándose el primer amarillo de la carrera, como cuando vistió aquel de Paris-Niza, tras una tremebunda exhibición del Jumbo Visma.
Esta vez no hizo falta un golpe de efecto, el don de la oportunidad y puntería que el francés ha afinado en el equipo neerlandés le sirvió para sacar petróleo del dolor de Rune Herregodts, cazado y superado pero que muy cerquita del arco de meta.
Fue una imagen familiar de estos dos últimos años.
El Christophe Laporte del Jumbo Visma ha mejorado con mucho el ciclista que aterrizó hace 18 meses procedente del Cofidis.
Decisivo para sus líderes, sabe guardase algo para seguir sumando en lo personal.
¿Un ejemplo?
El pasado Tour, en el que el francés fue una pieza más en el engranaje del Jumbo, lo que no le impidió sacar brillo a su momento, ganando una etapa a 48 horas de París.
La máquina de ganar que era esos días el equipo que cambia el kit para el Tour por no coincidir con el líder, contó con Laporte en sus visitas al podio.
Fue una victoria de inercia, de ciclista crecido, con instinto afinado y mejorado entre los compañeros que está.
Recordar la exhibición de París-Niza el año pasado, de inicio con Roglic y Van Aert, o con éste mismo en el Harelbeke del año pasado.
Con el belga ya ha formado dupla exitosa, la más sonada la Gante-Wevelgem de este año que acabó en sus manos para desespero de muchos que veían a Van Aert ganando.
Pequeño, pero interesante, muy top, ese es el palmares de Christophe Laporte en el Jumbo.
Fue el primero de los mortales tras Remco en el pasado mundial y consiguió una victoria de superioridad y oportunismo en A Través de Flandes, el gran día de Oier Lazkano.
Ahora mismo vuelve a estar en el trenecito de Jumbo para el Tour y eso es mucho decir, pues no sólo estará para jornadas llanas y proteger a Vingegaard, también formará parte de la pizarra del equipo para combatir a Pogacar en la montaña.
En estos equipos, clasicómanos como Van Aert o Benoot no se libran de currar y moverse en los grandes puertos, y Laporte está también en ese rol.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
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Davidkiter
4 de noviembre, 2013 En 0:04
Y lo conseguira, y callara muchas bocas