Ciclistas
La Colombia que sueña con Egan Bernal
El domingo 27 de agosto de 2017, Egan Bernal consiguió completar la última etapa del Tour de l’Avenir, vestido de amarillo, como el corredor que gastó menos tiempo para completar el recorrido de las nueve etapas.
El día anterior, Chris Froome, sin duda el mejor ciclista del momento, ya había celebrado que el joven colombiano se vaya a unir a las filas de su todopoderoso Team Sky, desde 2018, cuando cuente apenas con 21 años. Bernal no marca huella sólo por ser el último ciclista colombiano en ganar la carrera del porvenir: el surgimiento de su figura completa un ciclo histórico que supera lo deportivo.
Los datos crudos cuentan que Bernal es hijo deportivo de un héroe silencioso del ciclismo colombiano, de nombre Pablo Mazuera, quien con una pequeña fundación, forma grandes talentos del MTB; los mismos que ahora algunos en la empresa privada y la Federación Colombiana de Ciclismo muestran como logros propios, sin serlo en absoluto.
Con un palmarés de importancia en el ciclomontañismo, Bernal saltó en 2016 al ciclismo de ruta, de la mano del Androni de Gianni Savio, y de inmediato dio de qué hablar en carreras menores; pero esas son apenas anécdotas en la vida del nuevo campeón de l’Avenir.
En Colombia, la posguerra que comenzó en 1945, que en otras latitudes ayudó a acelerar el desarrollo cultural y tecnológico, se vivió como uno de los periodos más aciagos de la violenta historia republicana del país.
Enfrascada en una solapada guerra civil sin jefes ni denominación de origen, Colombia navegaba en un mar de sangre campesina, que la mantenía de eterno luto y resignada a ser apenas un archipiélago de centros urbanos separados por tierras calientes e inhóspitas, pobladas de bandoleros legendarios. En medio de la desolación y la eterna desidia de los urbanitas, ante la catástrofe que a golpe de machete se cernía sobre los agricultores, la idea de un sólo hombre cambió para siempre la historia del país cafetero.
Efraín “el indomable Zipa” Forero consiguió que la disparatada empresa de hacer una carrera de bicicletas que recorriera la geografía colombiana se hiciera realidad en 1951.
A pesar de la inexistencia de carreteras que se pudieran llamar así sin sonrojarse, el «Zipa» logró que un pelotón de 35 corredores tomara la partida, pasando por encima de las noticias macabras que todas las mañanas espantaban a las criadas por la radio y prevenían a muchos de la idea de atravesar las montañas. Él mismo sería vencedor de esa primera edición, la única vez que lo consiguió.
Lo que vino después fue la concreción de una identidad nacional, de un ethos y unos valores culturales que se convirtieron en el primer país colombiano. Y es gracias a que ese puñado de valientes recorrió pedaleando una geografía borrosa e inaccesible, que existe la nación del café, la de las tres cordilleras, la tierra de los escarabajos.
Ese hombre de la idea primigenia y el nuevo portento de la escalada que sigue los pasos de Quintana, Chaves y López ganando l’Avenir, comparten el cielo que los vio nacer. Zipaquirá es una población al norte de Bogotá, bendecida para el ciclismo por estar en el pie de varios de los mejores puertos de montaña que rodean la capital de Colombia.
El Alto del Águila, el de Tierra Negra, el de las Margaritas, el del Neusa, están todos a corta distancia de las empinadas calles de la población salinera. En el que antaño fuera un importante poblado indígena y ahora es una ciudad de buenas dimensiones que sigue creciendo, Forero y Bernal pasaron sus años de infancia recorriendo las mismas calles que leyeron las primeras líneas de Gabriel García Marquez. Sólo los dioses saben la razón, pero la coincidencia no puede ser gratuita.
El triunfo de Egan Bernal, apodado ya por muchos como la “Bestia”, llega en un momento clave de la historia de su país. El último periodo de violencia desbocada, el mismo que tuviera inicio por los años en los que “el indomable Zipa” recorría Colombia en bicicleta, parece estar llegando a su fin.
Un ciclo de violencia nacido de la herida infectada de la Masacre de las Bananeras de 1928, que inspiró la totalidad de la obra del Nobel García Márquez, y que, casi un siglo después, parece estar por fin sanando. Son tres hilos que encuentran su huso en Zipaquirá, y seguirán tejiendo, sin saberlo, el futuro de Colombia.
Imagen tomada de Team Sky
Por David Martín, desde @LaCadeninlla
INFO
Las aero by Rose Bikes son para volar
Richard Carapaz
Carapaz en Romandía: La insistencia tiene premio
La victoria de Carapaz en la etapa reina de Romandía pone fin a una injusta sequía
Tiempo, demasiado tiempo ha pasado desde que Richard Carapaz lograra su último triunfo antes de esta etapa en el Tour de Romandía.
Con año y pico en un equipo que se distingue por ser coral, imaginativo y proactivo, Carapaz poco le había podido ofrecer al EF hasta esta jornada.
Destellos de lo que es un gran corredor, pero gafado por caídas o enfermedad, mermado en un pelotón en el que o eres muy muy bueno, o pasas sin pena ni gloria.
Siempre he pensado que Richard Carapaz nunca ha sido el mejor en nada, unos cuantos le superan con creces, pero a su favor tiene dos cosas: olfato y ambición, que mezclados en justa medida dan como resultado el ciclista que tanto nos gusta, el de los pocos pero buenísimos triunfos.
A todo lo dicho añadidle esa pizca de valentía que a veces roza la inconsciencia de salir, por ejemplo, a por Pogacar en La Redoute a sabiendas que puedes hacerte daño.
Pero Richard Carapaz siempre lo intenta, siempre propone, como en la jornada reina del Tour de Romandía, jugando a ganar desde el primer momento.
Supo leer la necesidad de Ineos de tumbar al líder Juan Ayuso y trabajar para Carlos Rodríguez, Egan Bernal incluido.
Luego se soldó a la rueda de Carlos y atacó en el momento justo de la mejor manera que sabe hacerlo: sacando mucho de golpe y luego sufriendo hasta el final.
Aunque la justicia deportiva da y quita como le place, no me habría gustado nada que Florian Lipowitz le hubiera dado caza en la recta final.
Cuando Carapaz le vio venir redobló el esfuerzo y dio con la llave del triunfo.
Aunque ha ganado algunas cosas con el EF, nada es comparable a una victoria en el World Tour, el circuito de los mejores.
Tened por seguro que este ciclista en forma y con moral es posible que no vaya a ganar una gran vuelta, pero nos dará que hablar y será un gustazo verlo, y quién sabe, igual hasta decanta la balanza cuando menos lo imaginemos.
Imagen: FB EF Pro Cycling
Romain Bardet
Lieja: Romain Bardet sobrevive a los tiempos y los monstruos
La segunda plaza en Lieja nos recuerda el excelente ciclista que es Romain Bardet
En este mal anillado cuaderno cada éxito o buen resultado, como la plaza de plata en la Lieja, de Romain Bardet, se celebra.
Siempre.
Ayer, mientras Pogacar, muy cansado en meta, celebraba los primeros instantes de su segundo victoria en la decana, la televisión pinchó un momento a Romain Bardet, quien miró a la cámara, sonrió y agitó el puño derecho, creo.
Fue un gesto natural, sin aspavientos ni nada similar, estaba celebrando una segunda plaza, pero que segunda plaza
Co esa segunda plaza, el primero de los «humanos» podríamos decir, Romain Bardet recordaba en Lieja que su ciclismo de sentimiento y sensaciones sigue vivo y vigente, no sin dificultades, pero vivo al fin
Era un nuevo top ten para Romain Bardet en la capital valona.
Como es de esperar sus mejores resultados clasicómanos se producen en Lieja y Lombardia, pero en especial en la primera, en la que Romain Bardet ya ha sido dos veces podio.
No ha ganado nunca un monumento, pero ha estado ahí, no lejos de los mejores.
Pero si hasta fue subcampeón en el mundial que corona a Alejandro Valverde.
Porque Romain Bardet lleva años en el negocio, hace diez fue cuando explotó en el Tour, el de Nibali, y toda Francia se emocionó con lo que podría llegar hacer.
Pisó dos veces el podio, pero nunca hizo de menos el resto del calendario, ni siquiera en sus años de prime con la Grand Boucle, y así ha granjeado un palmarés pequeño, sólo 10 victorias, pero muy potente en calidad y aprecio de la gente, pues se le quiere, esa es la verdad.
Cuando el año pasado Remco Evenepoel el ganó la etapa de Pirineos en la Vuelta, todos asintieron ante la entrega y honestidad de este ciclista que admite que las cosas han cambiado mucho para su gusto, pero que tuvo arrestos para salir del grupo que Pogacar acababa de destrozar y firmar una posición de plata que tiene un mérito brutal.
Cuando tengáis dudas de a dónde va este deporte, cuando veais cosas que no os emocionan, hay tirar de los clásicos, tirad de Romain Bardet.
Imagen: A.S.O./Gaëtan Flamme
Ciclistas
Lieja: ¿Qué es Tadej Pogacar?
El dominio de Pogacar en Lieja le sitúa como uno de los mejores clasicómanos de siempre
Cruza la meta solo, tras una cabalgada de 30,40, 50 u 80 kilómetros ¿qué más da? Lo de Lieja es otra muesca en la cuenta de Tadej Pogacar.
Sin Evenepoel, sin Roglic, la gran rivalidad se enfocaba esta vez con Mathieu Van der Poel, pero, ahora mismo, al neerlandés le falta un hervor en estas carreras.
Y ojo que, con este razonamiento, no le descarto para las futuras ediciones de la decana ni de Lombardía, los dos monumentos que faltan en su cuenta
Este domingo Tadej Pogacar ha sumado en Lieja su victoria nº 70.
Tiene 25 años y su palmarés habla por él.
Es un bagaje en el que no caben medianías, un recorrido que para muchos arrancó en la Vuelta que acaba en el podio, para otros, el Tour que le remonta a Roglic, y quizá, para unos pocos, en aquel Algarve que gana recién accedido al profesionalismo.
Si miramos su lista de éxitos, el desconcierto nos invade.
¿Qué es Tadej Pogacar?
¿Un clasicómano con proyección en vueltas? o ¿Un vueltómano que gana clásicas?
Yo no lo sabría decir, es las dos cosas al mismo tiempo, el ciclista total, el especialista en todo, un sueño ciclista y estadístico hecho realidad.
Con su segunda victoria en Lieja, Pogacar pone otra pieza en su recorrido hacia la leyenda.
Sus victorias combinan belleza, riesgo y efectividad a partes iguales, pero todas barnizadas de emoción y empatía, pero con esta lista de victorias yo ya empiezo a pensar que éste es un clasicómano que ha hecho fortuna en la vueltas por etapas.
Tadej Pogacar ha igualado a Mathieu Van der Poel en el top de los monumentos.
Con lo complicado que resulta ganar uno, ambos acumulan seis, en un tiempo en el que cada victoria en estas carreras se cotiza carísima.
Sólo recordar cuántos ganó, por ejemplo, Peter Sagan.
Imagen: A.S.O./Gaëtan Flamme
Ciclistas
La última marcianada de Van der Poel podría estar en Lieja
No descarto que Van der Poel gane un día en Lieja, pero este domingo lo veo imposible
Es obvio, y a las experiencias ultimas me remito, que cualquier quiniela de Lieja tiene mucho de Pogacar, algo de Van de Poel y un poco del resto.
El ciclismo se ha convertido en esto, en un raro equilibrio roto y condicionado por si uno, dos o tres de los Big 6 toma parte, y no lo digo yo, lo admiten abiertamente ciclistas experimentados y con años en el negocio, tipo a algunos que han pasado por el podcast, desde Luisle a Ion Izagirre, pasando por Verona y Andrei Amador, sin olvidar las sensaciones que Purito nos transmitió el año pasado, en vísperas del Tour de Francia.
La Lieja-Bastonge-Lieja de 2024 pinta a duelo en la cumbre entre los dos mejores ciclistas del año y yo diría que de los últimos años.
Ahora bien, a nadie se le escapa que la balanza en este pronóstico está escorada hacia Tadej Pogacar.
Mano a mano, la Lieja-Bastogne-Lieja ofrece la dureza suficiente y encadenada como para que el esloveno gane con cierta holgura, e incluso trate de empequeñecer las dos últimas exhibiciones que Remco Evenepoel ha logrado en este escenario.
Sin embargo, con Mathieu Van der Poel siempre nos queda el «y si…» y Lieja no escapa de esta lógica.
El neerlandés ha engrosado su saco de esos monumentos que mejor domina a la espera de mirar a los dos que seguro un día va a querer tentar.
Esto de Lieja es una primera aproximación para Mathieu Van der Poel, quien por otro lado conoce la carrera y ya la ha finalizado no lejos del podio.
Lejos de contentarse con el botín obtenido en las piedras, afina la puntería hacia la primera de las dos clásicas que le faltan para ser pedazo gordo de la historia, habiendo logrado los cinco monumentos.
El campeón del mundo puede moldear y acoplar su camino hacia Lieja y Lombardía, claro que sí, es más seguro que lo hará, pues en su ADN, además de un poderío brutal figura esa querencia por la historia del ciclismo.
No creo, repito, no creo que pueda contrarrestar un Pogacar desmelenado, pero ojo lo que va aprendiendo y la aproximación que hace para el futuro.
El domingo hizo un «entreno» de calidad en la Amstel, carrera menos dura, pero que ya ha ganado, y su punto de forma, lo vimos en Roubaix, es yo creo el mejor de siempre.
Se espera frío y lluvia en Lieja, no sé yo si al final del día veremos el arcoíris en la capital valona.
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