Ciclistas
#TOP2015 – Cinco dandis
Aunque los grandes nombres llenan los balances más sonoros del año que acaba, hay cinco tipos que corren en la panza del gran grupo que nos han cautivado, son los cinco dandis, a saber cuáles.
Zdenek Stybar, el don de la ubicuidad
Casi de inmediato, en el momento que Zdenek Stybar decidió abandonar la comodidad del microcosmos que dominaba a la perfección, el ciclocross, por la carretera, los resultados le sonrieron, sin embargo este año ha sido el de la excelencia de este corredor omnipresente en varios tramos de la campaña.
Stybar fue, como se esperaba, un corredor importante en la primavera. Se le vio bien y posiblemente los lastres tácticos que invaden las decisiones del Etixx en las esas carreras le dejó sin mejor fortuna. Culminó el periodo con podio en Roubaix, segundo, tras haberlo sido también en Harelbeke, superado por un soberbio Thomas. Para entonces ya había abierto el casillero, en la Strade Bianche, un casillero que redondearía en el Tour, su primer Tour, ganando la etapa de Le Havre, esa en la que su compañero Martin dejaría la carrera siendo amarillo.
Tom Dumolin, una figura que cautiva
Clase es algo que no se define con palabras y sí con hechos, hechos como el de ver a Tom Dumolin, una bailarina sobre la bicicleta, una suerte de trapecista que es capaz de doblarse como un cartón, inclinarse mucho y hacerse uno sobre su bicicleta.
Dumolin, alto pero corpulento, es la fórmula perfecta para triunfar desde las cronos en el ciclismo moderno, ese que se atiborra de cuestones y marginan los tests individuales. Su Vuelta a España fue una de las mejores noticias de la campaña, pues demostró que con un poco más de equilibrio en los recorridos se puede ligar e espectáculo que muchos ansían.
Tim Wellens, la carta del ataque
Es posible que Tim Wellens, aún joven y con recorrido por delante, necesite un hervor para acertar cuando se mueve, pero no es menos cierto que el valón es uno de los corredores que mejor encaje para evitar este ciclismo cicatero, donde el resultado, sin más emoción que el resultado, es el motivo de todo.
Wellens aún no ha logrado algo grande, me refiero a un monumento de los suyos -valon principalmente- y sus actuaciones han sido el prolegómeno de los mejores nombres, pero sin embargo se le ven maneras, como en el Eneco Tour, que cada año pasa por ser una de las mejores, y menos divulgadas carreras, o en Canadá cuando ganó una de las dos clásicas del WT por aquellas tierras.
André Greipel, la complicada vida del velocista
Con Greipel, este alemán de corpulentas hechuras, tenemos una lectura similar a lee Dumolin pero aplicada a la velocidad. Hoy en día no está de moda ser velocista, o dicho de otra manera, podríamos decir que está marginado. Así sólo entendemos las cada vez más escasas opciones que tienen estos atletas de brillar, obligándose a reconversiones casi forzadas como las de Degenkolb o Kristoff, quienes, como Boonen o Museeuw, abrieron el foco a las grandes clásicas.
En este complicado contexto cobra interés el casi exclusivo monopolio que ha realizado Greipel de las llegadas masivas del Tour de Francia, donde aprovechó la práctica totalidad de oportunidades que tuvo, incluyendo la de París, la meca de estos morlacos de doce por doce.
Esteban Chaves, música en la bicicleta
A lo que ya habíamos visto del ciclismo colombiano estos años se le ha añadido la explosión de Esteban Chaves, casi en la bocina de la temporada, en la Vuelta a España. El del Orica ya tiene por lo que tanto ha trabajado, un huequecito en la elite, entre los mejores del mundo en lo suyo, paso a paso, con tiento y buen hacer, sin duda una de las mejores noticias de la campaña.
En la Vuelta demostró que es mucho más que un anotador de primera semana. A las dos etapas que ganó, la segunda de ellas realmente buena por la calidad que destila sobre la bici y la lejanía de su ataque cara a meta, le añadió una actuación de tres semanas que abre el camino a algo mayor.
Imagen tomada del FB del Tour de Francia
INFO
Mira lo que Tuvalum cuenta del usuario de bicicleta de segunda mano
Tadej Pogacar
¿Dónde reventará Pogacar el Tour de Flandes?
Dureza, distancia y mucho valor, la receta de Pogacar para Flandes
Desde inicio de año Tadej Pogacar ha tenido una fecha marcada en rojo, muy en rojo, 2 de abril, desde Brujas, su plaza central, el Tour de Flandes que acabará horas después en una de las rectas que circundan el pequeño pero coqueto downtown de Oudenaarde.
Un hecho que se traduce en gestos y calendario.
Desde el mismo momento que escogió Jaén para debutar y poner el material a prueba, desde que se decidió por Harelbeke y probarse con los capos de verdad, omitiendo Wevelgem, similar pero diferente a De Ronde, Pogacar ha ido demostrando que el Tour de Flandes es muy importante para él.
Porque en el fondo sabe que Milán-San Remo, la otra clásica que supone una novedad para él, ahora mismo es una moneda al aire, con mil factores que pueden jugar en su contra (ritmo bajo, explosividad de rivales, falta de dureza, sprint final…).
El Tour de Flandes no, De Ronde es para Pogacar una suerte de etapa reina del Tour de Francia, donde tan bien se expresa.
Me explico, como muchas veces he oído a Flecha, este recorrido, con diez años ya de historia, es mucho más duro que el anterior, los encadenados del Oude Kwaremont y Paterberg, con los incisos de otras cotas, entre ellas la recta infernal del Koppenberg, hacen de esta carrera lo que busca el esloveno: dureza acumulada y cierto desnivel.
Lo vimos en Hareleke, el paso por las dos cotas decisivas de De Ronde fueron sendos infiernos para Van der Poel y sobretodo Van Aert.
Ahora a ambos, especialistas consumados en la materia, se les viene esa ración por tres, con una distancia de 260 kilómetros, y el Koppenberg, entre otros, de propina.
Va a ser un domingo de Ramos de sufrimiento y dolor para muchos y de goce infinito para la hinchada que espera apostada en televisor y cuenta el paso de estos monstruos.
Viendo el perfil de la carrera y el ocho de trotones que ha reunido UAE preveo una carrera a mil y ataque masivo en cada cota con entidad que haya del Koppenberg a meta.
Y no lo dudéis, como Pogacar pase con unos segundos la cima del Paterberg, adiós muy buenas, ya no le ven hasta meta.
Enric Mas
«El dia menos pensado»: «Le han hecho un exorcismo» a Enric Mas
Enric Mas vuelve a ser el bueno de «El día menos pensado»
Lo dije hace un par de años, cuando sacaron «El día menos pensado» sobre la temporada 2020 admitiendo que a Enric Mas, por esa obsesión, dedicación y casi ternura, había que quererle.
Luego vino el año pasado, en el que no sale muy bien parado en su papel en el tema Miguel Ángel López.
Entre aquello y lo otro, Enric Mas es protagonista central, y para bien, de esta cuarta entrega de «El día menos pensado».
Un tipo que vuelve a ser ese osito, con ojos de inquietud y sonrisa de nerviosismo llenando la pantalla con una historia que bien sabemos, desde las tres caídas antes del Tour, pasando por su bloqueo en éste y la recuperación en la Vuelta.
«Le han hecho un exorcismo» dice en un momento Eusebio Unzúe, asombrado por ese corredor asustadizo en los descensos del Tour pero contundente en la Vuelta.
Es una historia que, como digo, ya conocemos, pero que no por eso queremos dejar de saber un poco más, y ya lo dije entonces, he sido muy crítico muchas veces con Enric, pero lo que hizo esos meses fue admirable, más en un ambiente tétrico, de gilipollas deseando que el equipo se fuera a segunda o llamándole «paquete«, con el tema de los puntos acuciando, y los resultados sin llegar.
«Me giré porque me tocó lo cojones» admitió Enric ante el que se le cruzó en la llegada de La Guardia
«Ahora eres el matón de Mallorca» le soltó Rojas.
Enric Mas es el gran protagonista en «El día menos pensado» de Valverde, y eso tiene mérito, aunque creo que no importe mucho a los protagonistas que si una cosa han dejado clara en las temporadas de este serial es que se llevan muy bien.
El beso que Enric le da a Alejandro el día que deja el ciclismo en Lombardía es una de esas cosas que creo que afloran con la naturalidad del cariño que ambos se profesan.
Enric Mas es como ese bizcocho que pones en el horno y va creciendo según pasan los minutos, hasta matiza las tácticas de Unzué y rechista ante Chente por la emisora.
El tipo se crece y acaba con Pogacar en las rampas de San Luca en el Giro de la Emilia.
Una historia con puntos suspensivos, muy cargada en lo deportivo, pero poco en lo personal, Enric, en muchas cosas, sigue siendo un gran misterio
Primoz Roglic
No llaméis a Primoz Roglic «pancartero» por favor
La etiqueta de «pancartero» no hace justicia a Roglic
La mejor Volta de años recientes, salvada en gran medida por esos dos monstruos, viajó por primera vez en su larga historia a Eslovenia gracias a un ciclista excepcional llamado Primoz Roglic.
Un éxito que, visto 48 horas después, sigue habiendo quien lo critica o lo pone en el alambre por la forma de correr de Primoz Roglic, recuperando ese término tan odiado en este ciclismo de «pancartero» o tipo que se juega os cuartos cuando la meta está a la vista.
Decir que Roglic ha sido «pancartero» en esta Volta no es desacertado, el recorrido daba para lo que daba y jugarlo todo al final era la única opción de secar una amenaza como Remco.
Incluso podría admitir el mismo adjetivo para la Tirreno que gana, en la que no le hacen falta más que tres achuchones al final para llevarse el éxito en la primera que competía.
Sin embargo, decir que Roglic es un «pancartero» de manual sí que es faltar a la verdad.
Le ha ido bien siendo conservador en muchos momentos, fruto especialmente de ese final asesino que tiene, que tanto nos recuerda a Tony Rominger, pero esas actuaciones de sacar la cabeza al final, se han alternado con jornadas de ciclismo muy top que algunos no quieren recordar.
Es sencillo, tanto como irse al momento en el que Roglic abandonó la Vuelta del año pasado, tras buscar en Tomares sorprender al líder Remco y tomarle unos segundos.
Se fue al suelo y se nos partió el corazón, pero sucedió precisamente por tomar riesgos.
El primer Roglic, el que gana dos etapas del Tour en 2017 y 2018, toma el mando de la cabeza en colosos como Galibier y y Aubisque, menudo descenso realizó en solitario en ambos.
Luego viajar a jornadas de relumbrón, la victoria en la Itzulia de hace dos años, batiendo a Pogacar en un mano a mano sostenido a no sé cuánto de meta, como el que le propone y acepta de Egan Bernal en Lagos de Covadonga.
Roglic es el iniciador de la gran etapa del Granon, con él empieza el baile alrededor de Pogacar, y lo hace en la cima del Télégraphe, a sesenta de meta.
Eso es Primoz Roglic, eso es también, un tipo con una admirable forma de entender este deporte, que a esas exhibiciones le ha añadido historias de superación y gestión de frustración que bien deberíamos hacer propias, en especial aquellos que siempre ven en un deportista top un ejemplo a seguir.
Imagen: Guillem Riera
Alejandro Valverde
«El día menos pensado»: «Ahora tienes pendiente vivir» le dicen a Valverde
Valverde abre y cierra «El día menos pensado»
Siempre me he preguntado cómo debía ser la relación de Alejandro Valverde con su familia, y no lo digo en tono malo, más bien fruto de saber cómo se ha relacionar con los suyos una persona que ha pasado tanto tiempo fuera de casa y tan volcado en lo suyo.
No en vano Valverde ha pasado a la historia del ciclismo por alargar su carrera deportiva más allá de las 40 primaveras, tras más de veinte en el profesionalismo.
Es decir sus hijos han nacido con él compitiendo.
La cuarta entrada de «El día menos pensado» no escatima la figura de Valverde desde el mismo principio, y hasta el final.
Era de esperar, y de hecho suponía, sobre el papel, el elemento más potente para un serial que siempre ha venido abonado por el morbo de situaciones surrealistas que en este 2022 no se dieron.
De inicio Valverde y su mujer ya salen dándole el desayuno a los peques, y no tan peques antes de acercarles al bus del colegio.
Una acción cotidiana enmarcada por una estrella mundial del deporte que al final de todos los capítulos oye de su mujer: «Ahora tienes pendiente vivir».
Vivir, eso tan sencillo, en la mano de casi todos los mortales, que veo tan complicado en una persona como el murciano.
Aunque este deporte no le ha quitado de sus momentos de realidad mundana, con las dos cervezas diarias que admite haberse cascado durante su carrera deportiva y las salidas con su grupeta, una de ellas con susto monumental, el del pasado mes de julio, justo cuando arrancaba el Tour y fue atropellado a mala fe por un hijo de puta.
El Valverde de este «El día menos pensado» es un Valverde lacrimógeno, nostálgico, que se pasa la serie pellizcándose para creer que esto aún no se acababa, pero sí, había un final y éste lo sitió cuando se quitó la ropa de ciclista en el hotel de Madrid, tras acabar su última Vuelta: «Cuando me vestí de normal me dije: esto se ha acabado».
Han hecho bien los mentores del documental de Movistar en medir bien las apariciones del murciano, que ya ha tenido sus documentales, el momento de masaje de Escámez -más de 1000 masajes en once o doce años- con Rojas y Mas es hilarante, cuando su hijo le mete una buena trola sobre el colegio, pues el Bala no entendía el inglés de la profesora.
Lo mejor fue sin duda Lombardía, y no sólo que un tipo que me cae genial como Jan Ullrich fuera al bus a mostrarle sus respetos, me gustó mucho el niño que acoge emocionadísimo su autógrafo antes de salir.
El chaval sabía que estaba ante algo único.
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