Ciclistas
¿Quién puede ir a un stage con Riccardo Riccò?
Sale la noticia de la sanción de por vida para Riccardo Riccò
Al ciclismo los fantasmas del pasado le viene cada cierto tiempo y esta vez lleva el nombre y apellido de Riccardo Riccò.
Al italiano le confirman la sanción de por vida, esa es la noticia, y el ciclismo vuelve a salir vinculado a uno de los nombres más hilarantes de un deporte que ha tenido unos cuantos en su historia.
A Riccó le atendieron de urgencia en un hospital por una transfusión por sangre en mal estado, hacía eso recién salido de la sanción por el positivo que había dado en el Tour 2008, el de Carlos Sastre, cuando rodaba en el Peyresourde como si fuera agarrado a una moto.
Venía de poner contra las cuerdas a Alberto Contador en el Giro.
Luego le pillaron comprando mandanga… como si no tuviera bastante.
Dice hoy que era un chico talentoso pero inconsciente, que de no haber dado aquel mal paso podría tener algún Tour y algún Giro.
La cura de humildad que se le supone a una sanción parece no haberle surtido efecto, en todo caso está fuera, que es lo que importa, o quizá no.
Fuera del todo no, posiblemente podamos verle en alguna Gran Fondo o algún stage que le venda como tertuliano de no sé qué, quizá de helados…
El ciclismo es ese deporte que purga eternamente sus pecados, y lo seguirá haciendo, mientras ciertos sigan pululando, es un sobrecoste que siempre le acompañará.
-escrito el 30 de octubre de 2019-
Una empresa italiana anuncia un stage tinerfeño con el beneplácito de Riccardo Riccò
Riccardo Riccò es de ese tipo de ciclistas cuyo sólo recuerdo produce fiebre.
Si en un diccionario de expresiones encontráramos la frase «carente de escrúpulos», saldría a su lado la foto.
Aún recordamos aquel Giro de 2008, cuando hizo acoso y derribo sobre la maglia rosa de Contador, antes de poner el Tour patas arriba por los Pirineos.
Con Riccardo Riccò, el Peyresourde parecía un páramo con viento a favor, una forma de humillar y marcar diferencias que creo que hizo saltar todas las alarmas.
Recuerdo una conversación al calor de aquella jornada, «¿dormirá tranquilo Matxin -su director de entonces-?» pregunté, y no supieron que responderme, aunque cuando alguien que sabe mucho de esto se encoge de hombros, pues eso.
A los pocos días positivo por CERA, no la de pulir el suelo, y todo el Saunier Duval a la calle.
De hecho fue el finiquito de Saunier en el ciclismo.
Aquel Tour ya había tenido pasajes grotescos, del tipo Piepoli-Cobo descolgando a todos en Hautacam.
A Riccò, que hablaba de una cobra atacando a sus víctimas cuando derrotaba rivales, le cayó una primera sanción por aquella sobrada.
Pero no contento negó y luego cantó su culpa por salvar un equipo que estaba tocado no, lo siguiente.
Le cayó un buen paquete pero volvió a las andadas con una historia de ciencia ficción barata que le llevó hasta el hospital en estado crítico por una autotransfusión en mal estado.
Así funciona el recomendador de Tuvalum
Ni más ni menos, se vio tan mal que tuvo que confesar al médico lo que le sucedía para poder atenderle en condiciones.
Fue la penúltima, luego lo de meterse en una carrera amateur en el décimo kilómetro -está suspendido por no sé cuántos años, gentileza del CONI- e influir en el resultado.
Mentar Riccardo Riccò, y mira que en este mal anillado cuaderno a veces hemos comulgado con causas imposibles, es mentar lo peor de este deporte, el reverso oscuro de una relación que fue tóxica para todos, para él, el primero.
Ayer leímos esto…
Para más detalle…
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10214372039404708&set=pcb.10214372039924721&type=3&theater
Es llamativo que quien publica ya pide calma, sabedor que esto no caerá en saco roto.
Esto es como tener esa gentuza que va a la QH a ganar, a batirse con todo a la espalda, traicionando lo poco de noble que queda en estas cosas.
Riccardo Riccò en un stage en Tenerife es como el zorro en el gallinero, ni más ni menos, puedo entender que haya gente que lo vea como una «fuente» increíble de sabiduría, un pozo sin fondo para aprender, no sé qué, pero el talento de Riccò que venden para la escalada, lo comentan así, eso se nace con ello, luego viene el momento de engrasar la máquina.
En eso Riccò se hizo experto ávido, al punto que fue la guinda de una época negra en el ciclismo que, como el otro día nos escribía Rubén Plaza, parece pasada, pero que como el día de marmota vuelve recurrente, fiel a su cita.
Quien pague esos 1200 euros sin vuelo para ir a Tenerife a beber de las ubres de tal personaje que le cunda, igual opte a ganar la QH un día.
Imagen: https://www.nettavisen.no
Ciclistas
La última marcianada de Van der Poel podría estar en Lieja
No descarto que Van der Poel gane un día en Lieja, pero este domingo lo veo imposible
Es obvio, y a las experiencias ultimas me remito, que cualquier quiniela de Lieja tiene mucho de Pogacar, algo de Van de Poel y un poco del resto.
El ciclismo se ha convertido en esto, en un raro equilibrio roto y condicionado por si uno, dos o tres de los Big 6 toma parte, y no lo digo yo, lo admiten abiertamente ciclistas experimentados y con años en el negocio, tipo a algunos que han pasado por el podcast, desde Luisle a Ion Izagirre, pasando por Verona y Andrei Amador, sin olvidar las sensaciones que Purito nos transmitió el año pasado, en vísperas del Tour de Francia.
La Lieja-Bastonge-Lieja de 2024 pinta a duelo en la cumbre entre los dos mejores ciclistas del año y yo diría que de los últimos años.
Ahora bien, a nadie se le escapa que la balanza en este pronóstico está escorada hacia Tadej Pogacar.
Mano a mano, la Lieja-Bastogne-Lieja ofrece la dureza suficiente y encadenada como para que el esloveno gane con cierta holgura, e incluso trate de empequeñecer las dos últimas exhibiciones que Remco Evenepoel ha logrado en este escenario.
Sin embargo, con Mathieu Van der Poel siempre nos queda el «y si…» y Lieja no escapa de esta lógica.
El neerlandés ha engrosado su saco de esos monumentos que mejor domina a la espera de mirar a los dos que seguro un día va a querer tentar.
Esto de Lieja es una primera aproximación para Mathieu Van der Poel, quien por otro lado conoce la carrera y ya la ha finalizado no lejos del podio.
Lejos de contentarse con el botín obtenido en las piedras, afina la puntería hacia la primera de las dos clásicas que le faltan para ser pedazo gordo de la historia, habiendo logrado los cinco monumentos.
El campeón del mundo puede moldear y acoplar su camino hacia Lieja y Lombardía, claro que sí, es más seguro que lo hará, pues en su ADN, además de un poderío brutal figura esa querencia por la historia del ciclismo.
No creo, repito, no creo que pueda contrarrestar un Pogacar desmelenado, pero ojo lo que va aprendiendo y la aproximación que hace para el futuro.
El domingo hizo un «entreno» de calidad en la Amstel, carrera menos dura, pero que ya ha ganado, y su punto de forma, lo vimos en Roubaix, es yo creo el mejor de siempre.
Se espera frío y lluvia en Lieja, no sé yo si al final del día veremos el arcoíris en la capital valona.
Ciclistas
Juanpe López, el ciclista que te pone nervioso
Esto de Juanpe López es un paso de gigante, no sólo es una etapa, es todo un Tour de los Alpes
Juanpe López es un ciclista especial, por decirlo de alguna manera.
No me lo toméis a mal, es cercano, sensible y transparente, tanto que a veces poner hasta nervioso.
Pero ello no le quita un ápice de atractivo y alegría a lo que ha conseguido esta semana, ganar una etapa, su primer triunfo, y la general del Tour de los Alpes, lo que era el Giro del Trentino, o lo que es lo mismo, un anticipo de lo que espera en el Giro de Italia.
Juanpe López ha abierto la cuenta en la semana del frío y el mal tiempo en media Europa.
El mismo día que el pelotón tiritaba en la Flecha Valona, él encontró el éxito en la nevera que era el Tour de los Alpes con un ataque de media distancia y la certeza de que si apretaba hasta el final incluso la general podía estar en su radar.
No se equivocó.
Por el camino al triunfo le tocó lidiar con Bardet, O´Connor, Tiberi, Poels y cia en una etapa, la de ayer, en la que le pusieron al límite en más de una ocasión poniendo de relieve una de sus grandes virtudes, llevar el sufrimiento hasta un poco más allá.
Como cuando fue líder del Giro, es increíble lo que se agarra a la carrera, de una manera incondicional como a pocos se les ve.
Nuevo en estas lides sacó otra de sus características, los nervios.
Vivir al lado de Juanpe López tiene pinta de ser emocionante, tomándose las cosas como demuestra tomárselas.
Todo esto lo deduzco por su forma de actuar en muchos pasajes de la carrera, un poco a medias entre Evenepoel, Alaphilippe y el gran Thomas Voeckler.
Qué manera de gesticular, que forma de engancharse con todos y cada uno de los integrantes de cada corte que se ha ido formado.
Según piensa, se mueve y actúa, nada más comanda los grupos, pide el relevo, nada más pierde alguna plaza, deja recados por el camino.
Soy yo o Juanpe es muy "turras" con tantos gestos??? #TotA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 18, 2024
Ya sé que no nos hemos visto en esas circunstancias, que no somos ciclistas profesionales, pero a veces resulta hasta un poco excesivo.
Pero, como os decía al principio, no me lo toméis a mal, esto es un gran paso, un salto de calidad, no es ganar una etapa, es una general y eso, en este ciclismo, tiene mucho valor.
Ahora, el Giro.
Imagen: Lidl Trek
Ciclistas
5 desenlaces de capo en los monumentos
Ganar en los monumentos es tan complicado, que hacerlo de forma contundente tiene valor doble
Me encanta la expresión italiana de «capolavoro» para retratar esas victorias que dejan huella en el aficionado. victorias que si se producen en alguno de los cinco monumentos valen por dos e incluso por tres, si se logran sin dudas ni titubeos, demostrando superioridad en un entorno de competitividad total.
En estos años creo que han habido jornadas en la que se veía de lejos el ganador.
Los tres Lombardías de Tadej Pogacar o las dos Liejas de Remco Evenepoel están en ese nivel, pero hemos querido ir un poco más allá y recordar esas jornadas en las que el ganador ya se daba por seguro de lejos…
La Lieja 2015 de Valverde
Es cierto que las cuatro victorias de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastogne-Lieja han sido para enmarcar, en términos de estrategia y sprint en condiciones de fatiga máxima, pero la que gana en 2015 es una exhibición rotunda.
La forma en la que el murciano controló el desenlace, sabiéndose favorito y vigilado, fue suprema, un punto más en su grandeza.
Les controló desde adelante en el Muro de Ans, dejó hacer a Dani Moreno y a 500 metros de meta se fue a por él, cerró el hueco y se dispuso a lanzar el sprint que acabó ganando.
Parece sencillo, porque así lo hace, pero sin duda que la complejidad de esos momentos explica la enormidad de ganar en los monumentos.
La Lieja 2011 de Gilbert
Ese año había un coco en el pelotón y respondía al nombre y apellido de Philippe Gilbert.
El belga se incrustó entre los dos Schleck y les mantuvo a raya hasta el mismo sprint final.
Nunca hubo opción para los hermanos luxemburgueses, el Gilbert aquel venía de ganar Amstel y Flecha, era favorito y ejerció como tal.
Incontestable.
La San Remo 2019 de Alaphilippe
Está lejos este Alaphilippe de aquel de hace cinco años, pero es que ese ciclista fue superlativo, en especial aquellos días.
Su rueda estaba marcada, venía de ganar Strade y de batir a los velocistas en un sprint de Tirreno, pero ello no fue suficiente para que ejerciera con solvencia hasta la misma Via Roma.
Jugó, literalmente, con los rivales en una carrera que se precia de ser la más complicada de ganar entre los monumentos.
La Roubaix 2015 de Degenkolb
Qué ciclista aquel John Degenkolb en 2015, antes de aquel maldito accidente entrenando.
Ganador en San Remo, dobló Roubaix a las pocas semanas como Van der Poel el año pasado.
Ese día el alemán sacó remató el córner, quedando cortado en un primer término, pero remontando desde atrás, cogiendo el primer grupo y batiéndoles al sprint.
La San Remo 2014 de Kristoff
El noruego tuvo años muy buenos y en especial en ese ciclo, cuando todo le salía.
Su victoria en la Milán-San Remo fue una exhibición de equipo, con un Luca Paolini de excepción en la Via Roma para dejarle sembrado el camino.
Qué poco estético ha sido siempre Kristoff, con ese casco torcido, pero qué jodida fuerza de la naturaleza cuando estaba inspirado.
Este año, en Flandes y Roubaix, he vuelto a tener esa sensación de asistir a algo único y brutal, el control y aniquilación de competencia que ha ejercido Mathieu Van der Poel en ese sentido, ha rescatado esos momentos en los que ganar uno de los cinco monumentos parece la cosa más sencilla del mundo.
Ciclistas
Mola Pidcock, mola mucho Tom Pidcock
El pequeño pero curioso bagaje que está construyendo Tom Pidcock no es desdeñable
He leído de quienes han estado cerca de él que Tom Pidcock es gallo, tiene ego, cierto aire de suficiencia e incluso de distancia.
He leído eso y me lo creo, incluso diría, que lo celebro porque en esa expresión sobrada de ciclista top se prolonga una actitud en carrera que sólo puede gustarte, y al final estamos aquí para valorar a esta gente si son buenos o malos ciclistas, no si en la vida cotidiana resultan más o menos amables.
Tom Pidcock siempre ha sido una estrella, mucho antes de pisar el Ineos y destacar en el World Tour.
Con ese «cuerpo escombro», que diría Alix, ha logrado granjearse éxitos y notoriedad por donde ha pasado, por una forma de correr que no genera indiferencia, más bien todo lo contrario, cualquier amante del ciclismo tiene que estar encantado con lo que hace Tom Pidcock en la carretera.
Él siempre se mueve, arriesga y ataca, e importa más bien poco quién sea el rival.
Lo demuestra cada invierno en ciclocross cuando se mete en las cuitas de Van Aert y Van der Poel, entre los dos, como la cuña que calza una mesa.
Lo evidenció el año pasado saliendo a por Pogacar en Amstel y Remco en Lieja
En ambas ocasiones salió desplazado hacia atrás, pero no se escondió.
Exactamente igual que ayer en la Amstel Gold Race.
Con la duda de Van der Poel activaría el rodillo, él no espero y se metió en una fuga de «mortales», eso es Hirschi, Benoot, Vansevenant…
No escatimó el relevo, tampoco rehuyó algún «ataquito» por si acaso y en el sprint se sacó la espina de esa llegada de hace tres años, aquí mismo, con Wout Van Aert.
A Tom Pidcock le vemos muchas veces a remolque, cerrando huecos, algo descolgado, pero también le vemos y con la misma intensidad que cuando coge el mando y no se deja nada.
Como dijimos el año pasado tras la Lieja es «Juan sin miedo», ha construido un carisma sólido, y apuntalado por la hinchada anglosajona, basado en presencia en carrera y triunfos, pocos, pero muy buenos.
Imagen: FB Amstel Gold Race
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