Julian Alaphilippe
Mundial: Alaphilippe aprueba la teoría y la práctica
El mundial que gana Alaphilippe es un manual de hacer buena la teoría en la práctica
Cuando Julian Alaphiippe atacó en la subida final, cerca de coronar, la cosa empezó a estar nítida para el mundial…
Alaphilipppe ira para atrás, Van Aert agacha la cabeza… en ese momento empezaron a poner el nombre del francés en la medalla de oro #imola2020 pic.twitter.com/nRTQ8k3eAE
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) September 27, 2020
Claro que dicho ahora puede sonar ventajista, pero si una virtud tiene este francés afilado es que cuando se mueve a esas alturas de carrera no es para figurar, no supone un acto teatral, como otras tantas veces, que le ponen en escena y entra en el corazón de la gente.
En estas carreras, Alaphlippe no corre de cara a la galería, más que nada por que no sirven, es una eliminatoria a partido único, sin partido de vuelta, ni forma de enmendar el error.
Y ahí Julian Alaphilippe era el amo del mundial.
Dejó hacer, que otros quemaran naves y cartuchos, que los belgas tiraran a por Pogacar, que España controlara someramente, que Italia asomara, tan solo eso.
Su Francia había tirado vueltas atrás, Gulllaume Martin busco tensar la cuerda, lo demás corría de su parte.
Un final mucho más duro que San Remo, pero planteado como San Remo
Alaphilippe vio a Hirschi vacía el bidón y atacar, luego a Kwiakowski hacer lo mismo.
Hubo un momento que tres ganadores de San Remo tomaron el mando, el polaco, Van Aert y Alaphilippe, pero a diferencia de la primavera, ahora había en juego el arcoíris del mundial.
Cuando Julian Alaphilippe atacó no había marcha atrás, se adivinaba la cima, Van Aert agachó la cabeza, Kwatko miró para otro lado, como cuando éste ataco hace seis años en Ponferrada y Dani Moreno se hizo el sueco.
Se hizo brecha, se conformó un grupo de perseguidores lleno de estrellas (Hirschi, Kwiatkowski, Van Aert, Roglic y Fuglsang) y ahí acabó la película, por que donde Alaphilippe iba a ponerlo todo, siempre tendría alguien por detrás que pasaría con un punto de reserva.
El francés se sabía a la perfección la teoría y la práctica.
Y se ha colgado una medalla de oro como un sol, como el rey sol que desde hoy ya es, para protagonizar «la une de L´Équipe», ese diario que se dice de deportes por que habla de todos los deportes.
Una victoria total, excelente, sin saber si ésta es su mejor versión, pero que le ha bastado para asegurarse el arcoíris en «chez Lefevere» como Bettini, como Kwiatkowski, como Museeuw y como Boonen, ojo de quienes bebe Julian.
Se queda con la plata, otra plata, Wout Van Aert, el corredor que hubiera necesitado unos kilómetros más en la crono para igualarse a Ganna y el golpe de pedal del Poggio para seguir a Alaphilippe como aquella tarde.
Ni una cosa ni otra se han dado, y el gran favorito a todo en Imola se lleva dos platas.
El making off del tiro de cámara que nos ha robado el corazón #Imola2020 pic.twitter.com/JYuhWN02nm
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) September 27, 2020
Qué grandes los italianos, qué grande Imola, una mundial improvisado en mes y pico, como si estuviera montado desde hace años, con esencia de mundial, estampas de mundial- esta vez a una semana del Giro- y esas imágenes que algunos necesitan meses para tener estudiadas y que en Imola venían de serie.
Es lo que tiene querer hacer las cosas y saber hacerlas, unos maestros de cuya mano parecieron surgir la pericia y genio de Alaphilippe para domar su primer mundial.
Imagen: FB Imola 2020
Julian Alaphilippe
Nadie habla de Alaphilippe ni de lo que Alaphilippe dice
El futuro de Alaphilippe está tan en el aire como el de Soudal
Es increíble lo rápido que ha salido de la escena Julian Alaphilippe, no sé si por el peso y lastre de las lesiones y caídas, si por su mentalización o sencillamente que lo han pasado por los lados, pues cuesta mucho llegar a una carrera en la que se le considere favorito top como hace tan sólo dos años.
Entonces saboreaba las mieles del arcoíris en Flandes, nada menos, tras una victoria sin paliativos con casi todos los cocos en liza, desde Van Aert a Evenepoel, en lo que creo que ha sido su último gran día.
Desde entonces caídas, abandonos, lesiones y un quiero y no puedo, patente en el último Tour, han marcado la trayectoria reciente de Alaphilippe.
Su adquirida invisibilidad se ha hecho patente estos días en los que se rumorea sobre la gran fusión del ciclismo moderno, Jumbo y Soudal.
Todos hablamos de Remco, Roglic, Van Aert y cía, pero casi nadie cita a la otra plana mayor del Soudal, y en especial a Julian Alaphilippe.
En una entrevista que hemos leído, el francés dice cosas muy interesantes sobre su percepción en lo que está ocurriendo.
Consciente que todo son rumores y que veremos qué sucede, Alaphilippe habla de su actual equipo, una estructura histórica del ciclismo que puede echar la persiana.
Comenta que le entristece que sea de esta manera y de forma tan abrupta, y pone en valor lo logrado por los diferentes patrocinadores de Lefevere hasta la actualidad.
Es que nadie ha dominado las clásicas como ellos, pero mucho me temo que al viejo Patrick no le apetece seguir llevando la batuta.
Sobre el futuro de Alaphilippe, todo pende ahora de un hilo, aunque sigue siendo un ciclista interesante si bien el momento en que está sucediendo todo, seguro que le puede implicar un mordisco en una nómina que supongo no será baja.
En todo caso, y llevo algún día pensándolo, ojo la jornada que todo esto se confirme y asistamos al final de una estructura que lo ha sido todo en ciclismo.
Julian Alaphilippe
Alaphilippe siempre es bienvenido
El Dauphiné nos devuelve al Julian Alaphilippe ganador en vísperas del Tour
Hay un ciclista que se transforma como nadie para el Tour y ese es Julian Alaphilippe.
Yo no le veo ganándolo, por mucho que hace cuatro años estuviera ahí, de amarillo, hasta muy al final, sin embargo, que Loulou brille en vísperas de la gran carrera es una buena noticia.
No sé qué futuro le aguarda en el Soudal Quick Step, el monstruo de Remco Evenepoel cada vez deja menos espacio a otros, lo que sí tengo claro es que el Tour sigue siendo de Alaphilippe, aunque parece que poco tiempo, el que queda para que el belga ponga un pie en la «Grande Boucle».
Así las cosas, ha vuelvo a pisar un podio en el Dauphiné, demostrando que en ese flaco cuerpo sigue habiendo un ciclista mayúsculo en todos los registros posibles.
Un corredor que, por ejemplo en el Tour, explota el escenario como nadie, corre contra gigantes, pero como si nada, va con todo y se permite éxitos inolvidables como hace un par de años, de arcoíris.
No elude la batalla, busca las escapadas, firma maillots de la montaña a base de coronar puertos en solitario y siempre acaba ganando una etapa.
A veces incluso hasta cronos, como aquella que logró de amarillo en Pau.
Sucede a veces que, cuando alguien se sabe perseguido por Julian, en un descenso, acaba errando y por los suelos, como aquella bajada, creo que en el Portillon, cuando Adam Yates se fue al suelo porque sabía que le venía Julian, por detrás.
El otro día hablábamos de Pinot en el Giro, sus gestitos, su teatralidad, tan común en estrellas francesas.
Alaphilippe bebe del teatrillo del grimpeur galo en primera persona y perpetúa la especie como Voeckler, Virenque y otros.
En un ciclismo, con cartas muy marcadas, en grandes vueltas en las que los mejores bloquean la acción, como en el Giro, la carrera paralela, la lucha por las etapas, es la salvación.
En ese escenario, Julian Alaphilippe luce siempre, en especial cuando las caídas, percances y averías no forman parte de su paisaje.
Imagen: A.S.O/Billy Ceusters
Julian Alaphilippe
Se extraña el mejor Julian Alaphilippe esta primavera
No hace tanto Julian Alaphilippe era el capo de la primavera
No sé a vosotros, pero a mí Julian Alaphilippe siempre me ha gustado y hasta caído bien.
No es que mire con nostalgia el ciclismo de hace cuatro años, pero sí me baso mucho en lo que teníamos antes de la pandemia para ver el revolcón que ha acontecido en este deporte en tan poco tiempo.
Ese mes de abril Philippe Gilbert ganaba Roubaix y Alberto Bettiol Flandes.
Jakob Fulgsang rodaba muy alto, Peter Sagan seguía siendo favorito a cosas, Alejandro Valverde portaba el arcoíris y Julian Alaphilippe dominaba la primavera.
Y decir dominar no es un eufemismo, es que ganaba donde ponía el pie, al punto de ser el más vigilado en Lieja o Amstel, aquella famosa que se llevó Van der Poel, porque se imponía a todos en todos los sitios, hasta a los velocistas en la Tirreno.
Eso por no hablar con qué solvencia condujo su triunfo en San Remo.
Anduvo tanto Julian Alaphilippe esa primavera que creo casi nunca más volvió a caminar a ese nivel, ni siquiera cuando se propuso alargar su maillot amarillo en el Tour o se hizo dos veces con el campeonato del mundo.
Alaphilippe le ha dado al irisado una proyección bestial, casi única, pues lo ha puesto en fotos tan icónicas como en esa Lieja que pierde ante Roglic por celebrar antes de tiempo.
El año 2022 fue otra cosa, fue la concatenación de caídas y percances tan difícil de digerir que se ha quedado fuera de la clase noble del ciclismo.
Desde la caída de la Strade a la de la Vuelta, pasando por la de Lieja, la que le privó de correr el Tour, Alaphilippe es un quiero y no puedo.
Esta primavera pareció reconducir la cosa, pero le cuesta, no se le ve al nivel de los mismos capos con los que se midió hasta casi matarse en Flandes 2020 o volar en la Strade 2021.
A Julian Alaphilippe los carrerones que estamos viendo esta primavera le van, pero ese salto de cadena que le sobreviene en un adoquinado de A través de Flandes es la muesca más clara de lo que decimos, tiene encima una espada de Damocles que le deja sin opciones cuando parece que va a volver a emerger.
En un escalado de favoritos para Flandes, no le pondría más de dos estrellas al francés, pero en el fondo guardo un deseo en forma que quiero que vuelva a formar parte de la mesa de los mayores, esa en la que tantas veces ha comido y a la que cuesta un mundo volver una vez das un paso en falso.
En el fondo Loulou se hace querer.
Julian Alaphilippe
¿Qué pasa con Julian Alaphilippe?
La explosión de Evenepoel ha relegado casi totalmente a Alaphilippe
El otro día, cuando recordábamos los 25 años del Quick Step en ciclismo, surgieron paisajes y recuerdos que hablan de la profundidad de armario que ha manejado este equipo desde siempre, una profundidad que hoy se explica en la dualidad de los dos últimos campeones del mundo: Julian Alaphilippe y Remco Evenepoel.
Hasta la fecha las cosas habían estado bien claritas, con Alaphilippe marcando músculo en lo más alto del equipo azul y Evenepoel jugando sus cartas donde le surgía la opción.
Recordad la famosa etapa de la Itzulia en la que los equipos profesionales españoles se hicieron la picha un lío y les acabaron dando caza para que Alaphilippe rematara con ayuda de Evenepoel.
Sintonía, buen rollo, dos capos echándose una mano, pero con los roles marcados, roles que ahora mismo creo que se han invertido.
Cierto es que, revisando el calendario 2023 de ambos, sólo coincidirán en la Lieja-Bastogne-Lieja en la que el belga defenderá corona, pero a nadie se le escapa lo mucho que va a tener que hacer el francés para recuperar el terreno perdido.
2022 fue un año muy diferente para Evenepoel y Alaphilippe, pero lo del francés rozó la tragedia.
Tres caídas, en momentos clave le dejaron seco de competiciones y objetivos.
Cada vez que encontraba la forma, pam, adiós.
La increíble caída que el francés sufrió en Strade, en los prolegómenos del gran ataque de Pogacar, fue en el anticipo de lo que vendría.
Recuperado, le llegó otra caída, camino de Lieja, dando vida a esa famosa foto con Romain Bardet interesándose por él en ese terraplén.
Una caída que le quitó hasta el Tour de Francia en el que siempre, siempre, es protagonista.
Volvió con la Vuelta, y cuando empezaba a trabajar a satisfacción para Evenepoel, otro percance dejó fuera a Alaphilippe.
Un año lleno de desgracias que lo ha retirado de los titulares, más allá de los reproches de su jefe, el amigo Lefevere, recordándole lo mucho que cobra para volver a ser quien era.
En 2023 Alaphilippe vuelve sobre un calendario que ya conoce, desde Strade al Tour, pasando por San Remo, Flandes y el tríptico de las Ardenas, dicho de forma resumida.
El ciclismo necesita tipos como Alaphilippe que levante la gente del asiento, que ponga este deporte donde merece, que dé que hablar.
Ojalá el año que empieza lleve su apellido en muchos titulares, si eso pasa, ya os puedo asegurar nos lo pasaríamos bien.
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