Ciclismo
Moments 24: El dos de dos de Remco Evenepoel en los Juegos
La doble medalla de oro en ls Juegos de Evenepoel suma en otra temporada de las maravillas
Cuando hablábamos de las declaraciones de Romain Bardet y este ciclismo que en su día, con la pandemia de fondo, dijo que la generación vigente debía dar paso a la que venía, nos referíamos a cosas como la que Remco Evenepoel logró en los Juegos Olímpicos.
Concurrir a dos carreras, fondo y contrarreloj, y dominar as dos, eso son cosas de ese nuevo ciclismo, del que vimos que se imponía irremisiblemente y sólo entiende de gestas extraordinarias y legendarias.
En el grandísimo año de Tadej Pogacar, Remco Evenepoel logró el inédito doblete olímpico como muesca más de un ciclo de oro.
Una semana después de ser tercero en el Tour, de Niza a París, Remco haría equilibrios en el firme parisino para adjudicarse una crono en la que jugaba en campo contrario, en grandes rectas ante gigantes como Wout Van Aert y Filippo Ganna, en la filo de la caída y el riesgo del resbalón.
A Remco le podremos rebatir cosas, esos modos altaneros, esas reacciones a veces desmedidas, pero una cuestión tiene muy por la mano, no se amilana ante nadie, incluso cuando el pronóstico no le sonríe.
Él era favorito al oro olímpico, pero también sus compañeros de podio, e incluso el largo y decepcionado Joshua Tarling.
Les ganó justo, pero les ganó por la mano, sumando el primero dorado de la colección.
El siguiente sería a la semana, en una carrera, el fondo de los Juegos Olímpicos que nunca decepciona, quizá por que sólo entra en juego cada cuatro años y todos quieren llevárselo.
Remco Evenepoel honró el legado de los anteriores campeones con otra carrera marca de la casa, sacando provecho a la doble baza belga y yéndose ante la mirada de Van der Poel y Van Aert, y marchándose solo, sin lastres, ejerciendo un castigo insufrible a Valentin Madouas y cumpliendo con una de las fotos de la temporada, la suya con la Tour Eiffel detrás.
Doble campeón olímpico, se dice pronto, pero es un logro que incluso en ciclismo, deporte con tantos hitos de la temporada regular, es una barbaridad acorde, ni más ni menos, con los tiempos que esta generación nos ha regalado.
Ciclismo
Penyagolosa: Pedaleando en el Gigante de Piedra
El Penyagolosa, con sus 1.813 metros de altitud, es la cumbre más alta de la provincia de Castellón y la segunda de la Comunidad Valenciana. También conocido como el Gigante de Piedra, este macizo montañoso está rodeado de un parque natural del mismo nombre con más de mil hectáreas de montañas de extensión, el cual se ha convertido en un destino imprescindible para todo aficionado al ciclismo.
Tanto en asfalto como fuera de él, el Penyagolosa ofrece una inacabable selección de ru-tas que combinan esfuerzo físico y paisajes espectaculares, en un punto de encuentro inmejorable entre naturaleza y deporte. Ubicado entre las comarcas del Alcalatén y el Alto Mijares, concretamente entre los términos municipales de Vistabella del Maestrat, Xodos y Villahermosa del Río, representa un hito geográfico de primer orden y un referente natural y cultural muy arraigado en la tradición de la Comunidad Valenciana.
Un escenario presidido por el gigante al que rodean un sinfín de carreteras de montaña poco transitadas y todo tipo de sendas, pistas y barrancos rodeados de bosques de pinos, campos de cultivo en terrazas y vistas panorámicas que alcanzan, en los días más claros, un espectacular telón de fondo como es el mar Mediterráneo.
Un ascenso desafiante
El Penyagolosa es un auténtico desafío para el aficionado a los deportes de montaña. Un entorno inigualable al que rodean y dan acceso una extensa red de carreteras secundarias que mantienen todo su encanto en un entorno natural único.
Uno de los recorridos imprescindibles es el de la subida al Santuario de Sant Joan de Pen-yagolosa. Este trayecto de dificultad media consta de alrededor de 45 kilómetros con sali-da llegada en el pueblo de Vistabella del Maestrat, desde toma una serpenteante CV-170 acompañada de bosques, bancales de piedra y vistas abiertas hacia el macizo. Un trayecto accesible pero en el que cada uno puede poner a prueba su resistencia en la subida gra-dual al Santuario de Sant Joan de Penyagolosa, un lugar de peregrinación que ofrece unas vistas impresionantes y un entorno tranquilo para descansar antes de emprender el regreso.
Otra de las alternativas más recomendables es la de conocer en primera persona las singu-lares localidades que forman parte de este parque natural. Una opción totalmente viable encima de nuestra bicicleta de carretera con rutas como la que une Atzeneta del Maes-trat, Xodos, Benafigos y Vistabella del Maestrat. Se trata de un circuito de alrededor de 60 kilómetros a través de largas subidas y vertiginosos descensos, con el atractivo añadido de poder disfrutar de la belleza original de estos pueblos, su cultura y gastronomía.
También destacables es la ruta desde Villahermosa del Río hasta el Mirador del Penyagolosa con un recorrido que combina subidas con descensos panorámicos a lo largo de 50 kilómetros con un desnivel acumulado de 800 metros. Desde Villahermosa del Río, un pintoresco pueblo enclavado en el valle del río Carbo, se asciende suavemente por la CV-175. Una carretera que proporciona unas imponentes vistas del conjunto montañoso del Penyagolosa, que alcanzan su punto máximo una vez llegados al mirador, donde contemplar el paisaje antes de iniciar la bajada y disfrutar de un merecido descanso en cualquiera de los establecimientos de la zona.
Para los que prefieren las ruedas de tacos y salirse del asfalto, el macizo está rodeado de senderos con terrenos de lo más variado; desde tranquilas pistas forestales para todos los niveles, hasta tramos técnicos y descensos pronunciados. Una de las rutas más destacadas es la que rodea el macizo de Penyagolosa en un circuito circular, que puede iniciarse des-de el santuario, con un desnivel acumulado considerable para aquellos que cuenten con una notable pericia y forma física.
Con Vistabella del Maestrat como punto de salida, y con 40 kilómetros de aventura por delante, nos dirigiremos hacia el Ermitorio de Sant Joan de Penyagolosa, y ascender por el camino que lo une con el «Pla de la Creu» e iniciar la bajada a Xodos por el místico antiguo camino de los Peregrinos de les Useres. Una dura subida será la encargada de llevar-nos al Mas de Montoliu y de la subida final a la Bañadera y poder regresar por el Pla de la Creu hasta el Mas de Coll a través de un bosque de pinares.
Los alrededores de Penyagolosa están llenos de rincones como los que nos encontraremos tras pasar Xodos en dirección a la Lloma Bernat con unas impresionantes panorámicas de la provincia y de Peñagolosa desde un mismo punto. Ya rumbo a Benafigos, cruzaremos el «Coll del Vidre» y coger una senda que enlaza con la pista que accede a la Vall d’Usera, a los pies de la «Penya Roja». Para finalizar se encuentra una exigente subida hasta Vistabella al que llegaremos por el Mas de les Roques. Un total de 42 kilómetros y casi 1.300 metros de desnivel acumulado desde los que ver el Penyagolosa desde otra perspectiva.
En definitiva, el Penyagolosa se presenta como un destino de obligada vista para los aman-tes del ciclismo de carretera o de montaña, gracias a un entorno natural y mítico que se presenta como un auténtico desafío para el deportista en un escenario incomparable del interior de la provincia de Castellón. Una experiencia en la que esfuerzo, aventura y dis-frute de la naturaleza la cultura y la gastronomía van de la mano y de los pedales de nues-tras bicicletas.
La presente actuación se enmarca en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, financiado por la Unión Europea-Next Generation-EU. Esta ayuda se incardina en el Componente 14 Inversión 1 del Plan de Recuperación, denominado «Transformación del Modelo Turístico hacia la Sostenibilidad”.
Ciclismo
Gran Canaria Bike Week llena la isla con 1700 ciclistas
Ya son 36 las ediciones de la Gran Canaria Bike Week
La 36ª edición de la Gran Canaria Bike Week llegó a su fin este 8 de diciembre con la celebración de la última etapa denominada Dunas – Love Gran Canaria.
La salida se llevó a cabo una vez más en el Hotel Suites & Villas by Dunas con la presencia de Valeria Valerii, directora Comercial & Marketing de Dunas Hotels & Resorts y Ángel García, director deportivo de la Gran Canaria Bike Week.
Una etapa que recorrió la costa sur de Gran Canaria y que puso punto final a una semana en donde los participantes pudieron disfrutar del mejor ciclismo y de los parajes más especiales de la isla redonda.
A las 10:00 de la mañana los ciclistas se pusieron en marcha hacia la GC-500 para tomar dirección Mogán para luego rodar junto a la costa por Pasito Blanco, El Pajar, Arguineguín, Patalavaca, Puerto Rico, Amadores, Tauro y Taurito donde, después de un breve reagrupamiento, iniciaron el camino de vuelta siguiendo la misma ruta.
Tras finalizar la etapa se dio paso a la ceremonia final donde se entregaron los premios a los ganadores absolutos y por categorías de la etapa MOGÁN – LITTLE STELVIO y de la TotalEnergies Gran Fondo Pico de las Nieves.
A esta ceremonia acudieron, además, Ramón Suárez, concejal de deportes del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana; Francisco Hernández; General Manager del Suite Villas Resort and Maspalomas Resort by Dunas; y Jesús Zorio, rental manager de Free Motion.
La Gran Canaria Bike Week 2024 fue, una vez más, de récord al contar con la participación de más de 1.700 ciclistas en las siete etapas -casi 400 participantes más que en la edición anterior-, contando con el patrocinio institucional del Cabildo de Gran Canaria, con sus áreas de Turismo y Deportes, la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias; así como del apoyo de la UE a través del programa Canarias avanza con Europa -Fondos Feder-.
Además, también contó con la colaboración de los Ayuntamientos de Agaete, La Aldea, Arucas, Gáldar, Mogán, Santa Brígida, Tejeda, Telde, Teror y Valsequillo.
Junto con Dunas Hotels & Resorts, Free Motion, Nissan-Grupo Ari, Coca Cola, Yamaha Flick Moto y la Federación Canaria de Ciclismo.
Ciclismo
Alejandro Valverde no sería el mejor seleccionador español
La opción de Alejandro Valverde como seleccionador es golosa, pero no necesariamente la más adecuada
Como cada año por estas fechas, el ciclismo vive de «culebrones» e historias inesperadas. Hace 365 días, el foco estaba en el acto de rebeldía de Cian Uijtdebroeck en el Bora y su deseado salto al Jumbo-Visma. Hoy, en cambio, leemos que Alejandro Valverde suena para ser el seleccionador nacional.
Sinceramente, no tengo nada en contra del murciano, pero pensar que Valverde podría ser seleccionador nacional no me genera ninguna garantía.
La historia está llena de grandes ciclistas que, al asumir el rol de directores de equipo, no han logrado marcar la diferencia.
Al contrario, se han hundido en la contradicción de ver que muchos de sus pupilos no han sido capaces de igualar su nivel.
Pero eso no es todo.
La trayectoria de Alejandro Valverde en los mundiales de ciclismo, el principal reto al que se enfrenta cualquier seleccionador, no ofrece el mejor antecedente para el cargo.
Es cierto que nadie tiene más medallas que él, pero cuando fue campeón del mundo, ya habían pasado por delante de él no pocas oportunidades para haberlo sido mucho antes.
Viajemos a Florencia, en 2013, cuando Alejandro Valverde mencionó sus cinco medallas en mundiales para explicar el sentimiento de satisfacción que siempre ha utilizado cuando un resultado no le es favorable.
Un bronce es interesante, pero cuando ya tienes tres colgados de tu cuello, ya no resulta tan atractivo.
En 2003, con Igor Astarloa como campeón, Valverde logró la plata.
En ese momento, todos tuvimos claro que este veloz ciclista algún día sería campeón del mundo, pero la estadística no le fue favorable hasta muchos años después.
Valverde quemó unos años maravillosos, en los que la naturaleza le dotó de un talento inmejorable para ser el ciclista de la década, pero el resultado se quedó corto.
Cuando Valverde «la pifió» en el mundial que debió ser de Purito, en un escenario que el seleccionador Javier Mínguez veía con claridad, vinieron a la mente dos ciclistas: Samuel Sánchez y Óscar Freire.
Los cito porque, al igual que Purito, tuvieron que sufrir esas lagunas en el proceder de Valverde, las cuales acabaron por arruinar el plan perfecto, tal y como ocurrió en Florencia en 2013.
Sin embargo, este repaso sería incompleto si no comenzamos por el principio: Verona 2004, cuando el murciano trabajó muy bien para Óscar Freire en su tercer campeonato del mundo.
En 2012, en Valkenburg, con la certeza de que Freire se retiraba y estaba ante su último cartucho, se asumió que el cántabro era la baza principal de la selección.
Valverde aceptó el rol, pero en el momento clave, se quedó entre dos aguas.
Desbordado por Philippe Gilbert, no auxilió a Freire ni intentó frenar al belga.
La mecha se encendió en cuanto cruzaron la meta. Freire, ya decidido a retirarse, señaló al murciano con su mirada crítica. Curiosamente, hoy, como ayer, Freire reivindica que el puesto de seleccionador le fue ofrecido antes a él y no a Valverde.
Años antes, en 2006, en Salzburgo, y en medio de otras ocasiones fallidas en la búsqueda del título mundial, Valverde ya había encendido comentarios y conjeturas con su peculiar manera de correr.
En ese mundial, todo parecía indicar que la carrera terminaría en una llegada masiva, hasta que apareció un «obús» del pelotón llamado Samuel Sánchez. Valverde, pegado a su rueda, parecía estar en la mejor disposición.
Erik Zabel y Paolo Bettini también estaban presentes. Era la situación soñada: dos de cuatro escapados a menos de 1000 metros de la meta. Samuel hizo un trabajo descomunal. En una llegada, de 100, Valverde le ganaba 99 veces a Bettini y Zabel, pero esa vez, tanto el italiano como el alemán fueron mejores que el murciano.
Aquel desenlace lo comenté con el propio Samuel Sánchez en una entrevista publicada en la revista Ciclismo en Ruta de noviembre de ese año. Aquí lo que dijo Samuel sobre ese final mundialista:
“Nunca sabremos qué habría pasado. Lo que tengo claro es que me fui de Salzburgo muy satisfecho porque hice el trabajo a la perfección. También es cierto que, si hubiésemos actuado de otra manera, podríamos haber ganado el Mundial. Trabajamos como un equipo con el objetivo de conseguir medalla, y nunca podremos cuestionar al técnico. Paco hizo un equipo con todas las letras y siempre nos ha tratado muy bien”.
En un tercer de segundo, con la meta a menos de un kilómetro, rompes la carrera, y Valverde se sitúa a tu rueda. En ese instante, la suerte de una prueba tan importante como el Mundial está en tus piernas.
¿Eres consciente de que pudiste haber sido campeón del mundo? le pregunté.
“Si en el momento en que arranco, Alejandro y yo hubiésemos estado más listos, podríamos haber ganado. Si ataco y me voy solo, hubiera ganado. Si Alejandro sale a mi rueda y corta el pelotón tras él, el desenlace hubiera sido otro. Hay que tener en cuenta que íbamos a 70 km/h y a 185 pulsaciones. Todo lo que hablemos ahora son sólo hipótesis. Después de 270 kilómetros, cualquiera que llegue mejor que tú, te puede ganar. Le comenté a Valverde durante la carrera que no metiese el 11 llevando un 54 delante, y terminó por atrancarse un poco. Yo iba con un 53×11”.
Veremos si Alejandro Valverde llega a ser seleccionador. Suena bonito para el gran público, pero la letra pequeña…
Ciclismo
El accidente de Remco Evenepoel y el juego de la ruleta
Un accidente como el de Evenepoel nos recuerda que el ciclista siempre es el eslabón frágil
Me cuesta creer en las casualidades, ni siquiera en un supuesto reparto equitativo de desgracias y accidentes, pero cuando leí el informe sobre Remco Evenepoel tras su choque con un vehículo de reparto, no pude evitar pensar en sus dos grandes rivales del Tour de Francia.
Una cosa es no creer en las casualidades, y otra es que el carrusel de la vida ciclista haya colocado a cada uno de los integrantes del podio de Niza ante la misma situación: los efectos de una caída, accidente o percance que te deja tocado.
Todo esto ha sucedido en un año y medio, afectando a los tres mejores ciclistas de grandes vueltas, en un entorno de hipercompetitividad donde cualquier paso en falso te puede dejar fuera de la ecuación.
Es cierto que el belga estuvo involucrado en la misma caída que Vingegaard en Itzulia, pero también es verdad que salió menos perjudicado que el danés.
Sin embargo, este accidente de Remco Evenepoel en Bélgica es de otro nivel de gravedad.
Evenepoel comenzará la temporada 2025 lastrado por un accidente que, afortunadamente, no fue peor, pero que sin duda nos enfrenta a una realidad ineludible para todos los ciclistas, incluidas las estrellas: nadie está exento de un susto mayúsculo, en cualquier lugar, en cualquier momento.
Hace un tiempo, cuando este «mal anillado cuaderno» apenas comenzaba, escribimos un post sobre los padres que se quedan en casa viendo a su hijo ciclista salir a entrenar.
Este incidente con Remco me recordó ese texto, un homenaje a las personas que nos rodean y nos miran con recelo cuando tomamos la bicicleta y salimos a rodar.
La bicicleta sigue siendo un vehículo maravilloso, pero esa belleza no quita que sea peligrosa, porque, al final, el ciclista sigue siendo el eslabón frágil de la cadena.
Patrick Lefevere comentó sobre Evenepoel que lo que le ha sucedido —ir en bici y que alguien abra una puerta sin mirar— ocurre con frecuencia en muchas partes del mundo.
Los efectos ya los hemos visto: una lista de lesiones que asusta para un gesto tan nimio. Decir que hay que mirar SIEMPRE antes de abrir una puerta debería ser innecesario, pero, aun así, es imprescindible repetirlo.
Mucha suerte a Remco en lo que le viene por delante. El ciclismo es así: tocar el cielo en París en agosto y besar el suelo en diciembre.
Y sí, estoy seguro de que él no será el último en vivir una historia similar.
Imagen:
A.S.O./Billy Ceusters
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