Chris Froome
#LeCahier El Tour entre Froome, Bardet y Uran
Se aprietan las cosas. Igualdad es la palabra que define el big four del Tour. No hay otra opción que el desgaste y el trabajo de hormiguita y en esa tarea el versado Romain Bardet es especialista. La subida al Galibier no tuvo más historia que su tramo final con tres ataques de Bardet, suficientes para distanciar en cada uno un poquito más a Fabio Aru, el eslabón frágil de la cadena. Froome aguanta, Uran aguarda.
Se dejaba la vida el campeón italiano cuando se veía el arco de la montaña del Galibier, se la dejaba porque sabia que cualquier agujero podía descolgarle del podio. Y así fue. El descenso del coloso no podía marcar diferencias si iban todos juntos, pero si empezaban a realizarlo separados, las cosas cambiaban.
Por eso Aru no pudo volver al grupo, a un grupo en el que no sólo Bardet y Uran le amenazaban, también Mikel Landa, el ciclista del pedaleo amable. Y por eso ahora las cosas parecen más claras: Bardet es el más incisivo sobre el papel, pero Rigoberto tiene galones y peso, el de la experiencia y la forma, porque juega con sus rivales, siempre en un segundo plano, oscuro, quizá un poco opaco, pero como si estuviera seguro que se la jugará una vez y esa será la buena.
Qué etapa, qué año de Roglic. Algarve, París Vasco, Romandía y ahora el Tour. Ese ciclista procedente de deportes de invierno que se presentó en el prólogo del Giro del año pasado casi fastidiando el primer rosa a Tom Dumolin, es ahora una referencia, no sólo rodando, verle es un primor, también para arriba. Roglic cogió la escapada buena, la que Contador lamentó no haber cazado de inicio, y aguantó hasta que a más de treinta de meta, cuando aún no se adivinaban las crestas del Galibier, decidió irse y ganar una etapa de esas que marcan.
Los reflejos de Contador. Estaba decepcionado Alberto Contador cuando le abordaba Flecha en meta, porque se le fue la escapada antes de la Croix de Fer, el corte que al final fue el bueno, como se vio. Le tocó apelar, otra vez, a la heroica a Contador y se vació en la Croix de Fer, tanto que el Galibier fue demasiado.
Dos notas sobre el madrileño, su eterna ambición, el hambre que demuestra, hoy como hace diez años, cuando era un imberbe niño vestido de blanco disputando la general, y su equipo, por primera vez en mucho tiempo uno alrededor de él. Mollema y Pantano, excepcionales, sin duda.
Porque colombiano y neerlandés tenían trabajo extra, no sólo por mantener viva la escapada, si no por hacerlo frente a una de las grandes exhibiciones de la carrera, si Landa impresiona por el dominio de la situación, lo de hoy de Michal Kwiatkowski es de traca, como ese metrónomo que se basta y se sobra para hacer Croix de Fer, tirar entre puertos, seguir por Telegraphe y la mitad del Galibier sin pestañear, sin variar el ritmo. Excepcional.
Matthews en verde. El sprint de la tercera semana de Michael Matthews le ha llevado nada menos que al verde. Recortando distancias con Kittel, ayer fue extraordinario el plan de su equipo, la caída y abandono del alemán le han dado un premio excepcional al australiano que muy mal lo habría de hacer para que Greipel u otro se lo arrebate .
#LaProchaine Unos años el Ventoux, otro el Galibier, algunos el Tourmalet,… este año la subida estrella es el Izoard, la cima de Bobet y la casa desierta. Son 180 kilómetros que acaban en la coronilla de un puerto que algunos asemejan a la luna y que hace pareja de baile con el Col de Vars.
Imagen tomada de FB de Le Tour de France
Chris Froome
¿Qué mueve a Chris Froome?
La insistencia sin resultados de Froome le está haciendo daño
¿En quién se mira Chris Froome?
Por edad y trayectoria quizá en Alejandro Valverde que lo dejó, oficialmente, a los 40 y con resultados que recordaban que seguía entre los mejores.
Por cercanía, posiblemente en Mark Cavendish, cuyas idas y venidas han sido constantes pero que, a día de hoy, le sitúan a puertas de un registro histórico en el Tour de Francia, superar al mismo Merckx.
El año pasado, cuando el inglés dejó el Tour, acababa de firmar una segunda plaza tras Philipsen y por delante de tantos y tantos velocistas más jóvenes que él.
Hace unos días leí unas declaraciones del mismo Geraint Thomas admitiendo que no entendía qué hacía Froome aún en el pelotón, no lo entendía, pero conociendo al personaje, sabía que le movía algo potente de su interior.
Eso posiblemente sea que, tras su accidente de hace ya cuatro años y medio, quiera demostrar que puede acercarse al que fue.
Evidentemente no va a estar entre los favoritos del Tour nunca más, pero otros premios cree que son posibles, esa etapa en el Tour de Francia en cuya selección no fue capaz de entrar con Israel en la última edición.
Yo querría verle celebrando una etapa del Tour, como cerca estuvo en aquella que ganó Pidcock en Alpe d´Huez, pero este ciclismo le ha pasado por encima.
Froome no ha recuperado ni el 70% de forma que tenía en 2019, cuando la caída calentando en la crono del Dauphiné.
Su jefe en Israel ya se ha quedado de lo cara que le está saliendo la broma, como si le pudiera pilla de sorpresa que este ciclista nunca más iba a ser lo que fue, y como hemos visto, ni una sombra.
El Froome de Israel es más próximo al del Barloworld que al del Team Sky.
Un ciclista que sería anónimo si no fuera por ese apellido que nos apena ver entre los primeros que se descuelgan cuando la cosa se pone seria.
Entiendo que en su fuero interno quiera demostrar que ha sido capaz de volver a ser alguien, pero a los 38 años, con la vida solventada por delante, me cuesta creer que ese deseo supere todos los obstáculos que se está encontrando.
Chris Froome
Froome sin Tour, la realidad se acabó imponiendo
No creo que la bici sea la culpable de que Froome no esté en el Tour
Me cae bien Chris Froome, siempre me ha caído bien, me ha parecido un tipo correctísimo en el ciclismo de insultos e insinuaciones en el que logró triunfar en cuatro ediciones del Tour de Francia.
Desde la cuenta le hicieron pagador de errores de otros y, aunque en más de una ocasión se arrogó una autoridad moral muy cuestionable, nunca le recuerdo un mal gesto, una palabra más alta que otra ante nadie, fuera rival o compañero.
Leo que en el ocho del Israel para el Tour, Chris Froome está fuera de la lista.
La noticia, que no sorprende a cualquiera que siga este deporte con regularidad, le ha pillado con el pie cambiado al inglés.
No hemos visto la mejor versión de Froome en estas declaraciones.
Dice que estaba listo, que su condición era buena pero que las bicicletas le jugaron una mala pasada en momentos clave para la elección del ocho del Tour.
Me cuesta creer que todo fuera por la bicicleta, marca Focus, donde, si no voy equivocado, él es inversor.
Desde que pisara el podio en 2018, Froome no ha vuelto a estar delante en el Tour, y mejor momento fue meterse en la escapada de Alpe d´Huez el año pasado, quedando como un juvenil al lado de Pidcock en el descenso del Galibier.
Es el único momento, si no me equivoco, que se le cita en los ocho episodios de Netflix.
Israel el año pasado ganó un par de etapas en el Tour, y para el año en marcha ha juntado un buen equipo, lleno de cazadores.
Sin embargo, un Froome a nivel aceptable podría entrar perfectamente en ese ocho.
Otra cosa es que la realidad, tanto tiempo después, se haya acabado imponiendo.
Recuerdo a Oscar Guerrero, técnico del Israel, contando en nuestro podcast, hace dos años y medio, que no descartáramos a Froome en su empeño de volver a disputar el Tour, el que sería su quinto Tour.
Todos quisimos creer en la historia de Froome, pero la realidad, como digo, ha sido terca.
Chris Froome ha sido una sombra de sus mejores años, a tal extremo que nos cuestionamos si le rentaba esa imagen después de ganar tanto y tan grande.
Él, evidentemente, se puede retirar cuando le plazca, y pegar os butrones que le vengan dados, como tanto he leído por ahí, pero las lesiones que se hizo en su día dejaron servido este final.
Chris Froome va a pasar a a historia como el primer corredor que se quedó en cuatro Tours, ojo cuatro, lo que le convierte en leyenda absoluta de este deporte, una realidad tan real como que el Tour dejó de estar en su radar aquella tarde de junio cuando se estrelló en calentamiento de una crono del Dauphiné.
Chris Froome
¿Qué haces corriendo Chris Froome?
Para Froome volver a montar en bici y competir es suficiente motivo para ser feliz
Dice Chris Froome que la gente le pregunta qué hace corriendo aún.
Dice que es cuestión que más veces le hacen, extrañados, al verle tan lejos de los puestos que frecuentaba allá por 2018.
Ojo que Chris Froome no gana desde su soberbia victoria en la etapa reina del Giro de Italia de 2018, a los dos días de aquella gesta ganaría su primer Giro de Italia.
Primero y único, pero suficiente para desmarcar a Chris Froome como el mejor vueltómano en activo del pelotón, ahora más si cabe con la retirada de Vincenzo Nibali.
Muy posiblemente, el inglés quede como el único ciclista de la historia, hasta este momento, en haber ganado cuatro veces el Tour de Francia.
No entrará en el club de los más grandes por una victoria que bien podría haber sido en 2018, pero prefirió irse al Giro y hacer más rico su palmarés.
Froome comenta en esta entrevista que tardó un año en caminar sin cojear tras el hostión que se pegó en aquella previa de la crono del Dauphiné de 2019.
Días curiosos aquellos, tuvo un accidente bestial, pero al mismo tiempo se le proclamó ganador de la Vuelta 2011 por descalificación de Juanjo Cobo, casi ocho años después.
Desde entonces, Froome ha retomado un camino lleno de unos sacrificios brutales para seguir montando en bici y ser «pro» en toda su acepción.
Fue triste verle en la primera etapa de la Vuelta a España de 2020, quedándose de los primeros aquellos días en los que se nos prohibía salir de casa a ver los ciclistas.
Luego en el Tour 2021 se estrenó con el Israel y el año pasado tuvo a bien pillar la escapada buena de Alpe d´Huez, cosa que tenemos bien presente gracias al descenso del Galibier que nos regaló Tom Pidcock poniéndole en el filo.
Entrar en esa escapada es el clavo ardiendo en el que se agarra Froome para, al menos, volver a ganar algo, objetivo ambicioso en este ciclismo en el que nada se regala, pero que me gustaría fuera una realidad porque Chris Froome es uno de los ciclistas más importantes del pelotón, por antigüedad y jerarquía, aunque no ejerza como tal.
Es un tipo normal, sencillo, que sonríe y se para a firmar una camiseta si se le solicita con educación, que está demostrando que con lo más sencillo del mundo se puede ser feliz.
Y para él, montar en bicicleta como lo hacía antes del accidente, aunque en partes más anónimas del pelotón, ya es un objetivo cumplido.
Y no, no le ha pegado el butrón que muchos le atribuyen al Israel, cobra bien, pero no los cinco kilos que se ha dicho, aunque con sólo su presencia, con sólo su sonrisa, esté blanqueando un nombre que sin duda no pasa desapercibido por los tristes motivos que todos sabemos.
Chris Froome
El Tour 2022 le dio la razón a Chris Froome
El Tour 2022 ha devuelto el crédito que Chris Froome buscaba
Chris Froome ha anunciado en la víspera de la etapa de Hautacam que deja el Tour 2022, el Tour que le ha devuelto parte de lo que el ciclismo le debe.
En este tiempo, desde su horrible caída hace más de tres años en un calentamiento de crono para el Dauphiné, nos hemos preguntado de todas las maneras posibles por la vuelta de Froome.
Hemos analizado sus heridas y posibles secuelas, hemos comentado sobre su recuperación, hemos hablado con Oscar Guerrero, en el staff del Israel y la conclusión siempre era la misma: es muy improbable que consiga ser quien fue.
Pero una cosa es lo que nosotros, aficionados, pensemos y otra lo que Froome perseguía con esta empresa.
No es la primera vez que digo, con respeto, eso siempre, que este tío es un profesional, que no entendía qué diantres hacía Froome sobre una bicicleta, por medio mundo con una jubilación perfectamente ganada.
Hasta hace bien poco, cada carrera en la que Froome concurría era un poema, un ciclista con un nombre monstruoso quedándose a las primeras cambio, cuando la carretera se complicaba.
Él, sin embargo, ha seguido haciendo, disfrutando del regalo que le implica seguir compitiendo.
Incluso diciendo que sí, que seguro que volvería a ser el de otras veces, cosa que creo ni él mismo nunca se creyó.
Pero hay matices, existen grises, entre ser el que era y el que salió de aquella desastrosa caída hay muchas versiones que queríamos ver y la del Tour 2022 ha sido interesante, bonita, incluso diría que le ha dado la razón, en parte, a Chris Froome.
Ha estado presente en la carrera, se ha dejado ver en días puntuales y de hecho formó parte de la escapada buena de Alpe d´Huez, una cima que, si miramos la historia, nunca se la ha dado muy bien, pues en ella ha vivido malos momentos vestido de amarillo.
Froome ha sido el alma de su equipo cuando peor lo tenían
En una puja sin cuartel por mantenerse en el World Tour, Israel ha puesto leña con dos victorias etapa y una actuación colectiva muy interesante, con gran presencia en gran parte de los días.
Una actuación coral en la que Froome ha brillado y contribuido como uno más entre nombres consolidados y veteranos.
Una vuelta a los orígenes que dibuja el perfil de este ciclista, un grande de su tiempo y de siempre, que seguramente se quede en la historia como el único, ahora mismo, con cuatro Tour de Francia, a caballo de nombres como Lemond, Bobet, Hinault, Anquetil e Indurain, entre otros.
Esa es la dimensión de Chris Froome, y sólo con lograr lo que ha logrado en el Tour 2022, partiendo desde cero, merece toda nuestra admiración.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
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