Vuelta España
Pues a mí no me gusta la Vuelta en septiembre…
Publicado
3 años atrásen
Por
Escrihuela

La Vuelta en septiembre nos suena a examen de recuperación
Dejar primero muy claro que La Vuelta me gusta, pero con reparos.
Lo comento porque, así de entrada, no me empecéis a criticar por decir que no me gusta La Vuelta con lo de siempre: que entonces no me gusta el ciclismo, que no entiendo o no sé de ésto, o qué leches hago escribiendo en este mal anillado cuaderno.
A ver si me comprendéis.
Sigo La Vuelta desde niño, con afición, pasión y veneración, como no podía ser de otra manera, pero…
Echo de menos aquellas ediciones de La Vuelta que se disputaban entre los meses de abril y mayo.
Sí, es así, es cierto.
Pensaréis entonces cómo demonios la he seguido durante estos 25 años desde que La Vuelta-por caprichosa decisión de la UCI- pasara de ser de la primera gran ronda por etapas del calendario a la última en liza, unas fechas quizás ya tardías para muchos corredores.
Un capricho que se sacó de la manga la UCI y que llegó a tantear incluso a Giro y Tour, pero que ambas organizaciones desestimaron desde el primer momento: la ronda italiana se encontraba (se encuentra) muy a gusto entre mayo y junio, y la Grande Boucle reinaba (y lo sigue haciendo) ya no sólo en el julio francés sino en el de todo el planeta ciclista.
Por eso yo, desde 1995, encuentro a faltar aquellas ediciones en las que creo se daban los suficientes alicientes para disfrutar: principios de temporada, primavera, ganas de ciclismo y ganas de ver a las grandes estrellas en directo.
¿Qué queréis qué os diga?
A mí particularmente me gustaban más aquellas fechas de abril y mayo, y pienso que la afición la esperaba con más anhelo.
Creo que a finales de agosto y primeros de septiembre, La Vuelta queda bastante eclipsada por el inicio de La Liga de fútbol a nivel mediático.
Otros temas que hacen posible el desvío de atención por parte de un sector del público puede ser el hecho de que, por estas fechas, muchos también comienzan el año después de sus merecidas vacaciones de verano: el inicio del curso político y la vuelta al cole.
Las familias, estos días, están más preocupadas por llenar sus neveras y por los gastos del nuevo curso escolar que por otra cosa.
La Vuelta: ¿En abril y mayo o en septiembre?
En mi opinión, creo que La Vuelta sigue buscando su propia personalidad, identidad que perdió con el cambio de fechas.
Una naturaleza que le costó conseguir, pues hasta 1955 no fue considerada una prueba internacional a todos los efectos y con todos los honores.
Cierto es que nació en 1935, pero fue víctima durante muchos años de la Guerra Civil y sus devastadores efectos en la post-guerra.
Decían de ella que era una prueba favorable a los llaneadores.
Sonreía con frecuencia a los españoles, pero fueron numerosos los extranjeros que desde sus inicios se impusieron en ella, como el belga Gustave Deloor, en su primera edición.
Era considerada la menos dura de las tres vueltas y también tenía su atractivo porque ciclistas que tenían pocas opciones en la montaña, tenían su oportunidad para poder inscribir su nombre en su palmarés.
De esta forma, podemos encontrarnos corredores como Jean Stablinski, Rudi Altig, Ferdinand Bracke, Freddy Maertens o Sean Kelly, entre otros.
El éxito de estos “llaneadores” fue debido sin duda a recorridos que parecían hechos a medida para ellos.
También, había que tener en cuenta que en mayo, aquellos años, los escaladores no se encontraban en plena forma.
Años más tarde, La Vuelta se modernizó y cambió para satisfacción de los aficionados, y con la llegada de la transmisión en directo por televisión de los últimos kilómetros, hizo aumentar en España los seguidores a este sufrido deporte.
¡Qué tiempos!
Quizás la gran ronda por etapas española siga viviendo en las alargadas sombras de sus vueltas hermanas: Giro y Tour, aún un tanto acomplejada.
Porque, por ejemplo, ¿por qué se prescindió del maillot amarillo?
Algo que aún después de tanto tiempo sigo sin entender.
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Se cambió por un maillot oro, que parecía gustar, hasta el actual de color rojo, no sin antes pasar por un auténtico calvario de diseños a cuál más feo, como aquel que simulaba las huellas de un leopardo marcadas en la preciada prenda: “para dar sensación de rapidez”, se excusaba el «brillante» diseñador.
A mí el maillot rojo -imitación del color de la camiseta de la selección española de fútbol-, me sigue sin convencer: no destaca al líder dentro del pelotón, no lo ilumina, no inunda con su luz a la serpiente multicolor, es más, se confunde y se mezcla con el resto de maillots de los equipos y no lo distinguimos. Y lo perdemos.
Es así.
Y no voy a entrar en los recorridos actuales.
Ya todos conocemos la tendencia al “cuestacabrismo” de la organización.
A algunos puede gustar. A otros muchos quizás no tanto.
O etapas en las que se ha hecho el ridículo directamente, como el infame primer recorrido de La Vuelta de 2015, una contrarreloj por equipos que se disputó sobre una superficie inédita –y peligrosa- como fue el albero.
Es el eterno debate, y la permanente polémica, que siempre rodea a La Vuelta: ¿acaso en España no hay recorridos, puertos de montaña, carreteras con encanto, para montar etapas dignas, por dureza y longitud, en las que se puedan ver bonitos espectáculos?
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La pregunta de siempre y la respuesta de cada año: es La Vuelta a cachitos de España, con etapas de juveniles, finales en cuestas de cabras, ciclismo de youtube, kilómetros de autovía, recorridos por el desierto, cunetas vacías, pueblos que no vibran al paso de sus corredores, al menos con el fervor que se vive en Francia o Italia.
Desde luego que no.
Y el calor, el terrible calor de finales de agosto y primeros de septiembre.
El normal por estas fechas en España.
Esta es otra.
¿Por qué se inicia casi siempre en el sur de nuestro país?
¿No sería mejor comenzar el pedaleo en el norte e ir tirando hacia abajo a medida que pasan las jornadas para –intentar- huir del sofocante calor?
Porque este año empieza en Torrevieja, y continúa por Benidorm, y ya sabemos lo que esto representará para los ciclistas en agosto: sol, calor… temperaturas que rondarán los 35 grados o más.
Pero también como siempre, quienes peor lo pasarán serán los corredores foráneos, porque La Vuelta es sobre todo de los ciclistas hispanos y como una vez escuché a uno decir: ¡qué buena sería La Vuelta para los extranjeros sin los corredores españoles!
Foto: https://laguiadelciclismo.com
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Ciclismo de carretera
La Vuelta 2021 recupera el equilibrio
Publicado
1 año atrásen
11 de febrero, 2021Por
Iban Vega


La Vuelta 2021 presenta el recorrido más compensado de tiempos recientes
Si hay que dar un veredicto sobre el recorrido, a priori, de la Vuelta a España 2021 que se acaba de presentar, es el de que nos gusta, y lo decimos desde una base muy clara, que el organizador puede crear la mejor carrera del mundo, diseñar las etapas más bellas, pasar por bajo el balcón de nuestra casa… que si el ciclista no quiere, poco hay que rascar.
Como decimos, este balance es a priori y la palabra balance, creo que se ajusta a lo que pensamos de la tercera grande del año.
La Vuelta 2021 vuelve a las fechas de agosto y se instala entre dos de los monumentos más bellos de España, las catedrales de Burgos y Santiago
Pero esto no será una ruta a Compostela al uso, tres semanas les va a llevar y por toda la geografía, esta vez sí, se van a mover, no hablamos de la Vuelta al norte de España.
Este primer punto de equilibrio se extiende a otros campos: las llegadas en alto se reparten mejor, no van todas en tropel, se realiza un guiño al maltratado colectivo de velocistas, hay una crono al final, sin tachuelas ni muros…
En definitiva una Vuelta más equilibrada, que será la de 2021, pero que nos recuerda a aquellas que se celebraban en abril.
Más de 25 años de eso.
Aunque el camino hacia Santiago parezca la primera premisa al ver el mapa de la carrera, ésta se embarca en una ruta similar al del Cid en su primer tramo, dirección a Levante desde Burgos, premiando llegadas que recordamos míticas, como aquellas del páramo de Albacete y los destrozos que el viento provocaba.
La carrera sabe que una jornada con el Dios Eolo soplando es oro, lo sabe además de tiempos recientes, como aquella de Guadalajara que se corrió por encima de cincuenta la hora y puso al líder Roglic en un brete.
Las etapas llanas salpican el recorrido, en días que invitan a que los velocistas se animen y vuelvan a una carrera que no hace tanto se vanaglorió de tener a Van Poppel, Abdoujaparov, Cipollini y otros grandes de la velocidad.
Pero no sólo eso, cabe sumarle la dosificación de llegadas en alto, con la inserción de jornadas tipo Balcón de Alicante o la de Mos, Pontevedra, en la previa del final, que ponen acento en ese ciclismo de no dar tregua ni al líder ni a sus compañeros.
Jornadas de alta montaña se prevén sobre todo en dos escenarios, el almeriense con Velefique, esa etapa es terrible, y la incorporación del Gamoniteiro, la otra cara del Angliru, en una novedad que maridará con la tradición de los Lagos de Covadonga.
Asturias de ayer y hoy en la misma carrera.
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Nos gusta mucho la elección de Villuercas, una cima inédita que desmonta el cliché de que Extremadura no tiene dureza, y se le otorga al Picón Blanco, donde Evenepoel sacara el rodillo, el papel de «starter» en la montaña.
En definitiva una carrera que dando un paso atrás creo que gana en boca, mucho más que con esa profusión de muros y llegadas en alto que la habían llevado a la nulidad de movimientos entre los grandes, pues al final había tanto para poder atacar que el problema era elegir dónde.
Veremos qué queda y qué disfrutamos de esta Vuelta 2021, para agosto si las cosas no han mejorado, bien jodidos estaremos entonces, en todo caso la carrera que da continuidad a la mágica edición de 2020 merece la mejor de las suertes, porque ha demostrado saber modular un recorrido que sobre el papel pinta bien.
Ciclistas
#Moment2020 El Roglic vs Carapaz de la Vuelta en Moncalvillo
Publicado
2 años atrásen
18 de diciembre, 2020Por
Iban Vega


La llegada a Moncalvillo fue uno de los grandes momentos de la Vuelta
Cuando Roglic cruzó la meta de Moncalvillo, inédito en la Vuelta, dijimos…
No creo que el Roglic haya llegado a este punto para renunciar a la Vuelta a la que apunta nuevamente, ni que rompa sus principios y distancias para poner en aprietos a Carapaz.
El duelo Roglic-Carapaz de Moncalvillo es de antología, poesía ciclista en luz otoñal por una montaña confinada para todos, salvo para los ciclistas.
Ese mano a mano se verá estos días y sólo la crono de Ézaro lo puede romper y sólo a favor del esloveno, por eso Richard Carapaz tiene que sacar cartas nuevas en Asturias, no esperar al final y confiar que el tiempo enfríe lo suficiente para mojar la pólvora de su rival como en Formiga.
A diferencia del Giro 2019, esta vez Roglic ve venir al ecuatoriano.
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En la Vuelta de otoño que guardaremos en la retina, los colores alcanzaron su máxima expresión en la cima riojana que estrenó el Chava.
Veníamos de un mano a mano corto pero intenso, antológico entre el esloveno y Carapaz, un pulso de iguales que decidió Roglic, enjuto en verde para estrechar las distancias que el caos de lluvia y frío de Formigal había generado.
Roglic atacó más de lo que acostumbra, no fue un «pancartazo», expresión que con lo de «fumarse la etapa» se ha adueñado de muchos juicios de este ciclismo que nos ha tocado en suerte.
Carapaz entró al trapo y se dieron hasta en el carnet, hasta que el esloveno, rehecho admirablemente del palo del Tour, marcó puso tierra de por medio.
Moncalvillo fue el descubrimiento de la Vuelta, la llegada de Roglic iluminado por el sol de tarde, el verde de su maillot, los claroscuros que marcaban su rostro, el fondo, una acuarela, una de las muchas que nos dio la edición más singular de la carrera
Imagen: FB de La Vuelta
Enric Mas
Vuelta, no hay que volverse loco con Enric Mas
Publicado
2 años atrásen
11 de noviembre, 2020Por
Iban Vega

La quinta plaza de Enric Mas en la Vuelta es un resultado de doble filo
Cuando hablamos de Enric Mas en la Vuelta o en el Tour se nos olvida una cosa que resulta obvia a la vista, pero invisible en las interpretaciones: lleva el maillot blanco.
En España lo hizo de pleno derecho, en Francia por que el titular de esa prenda, Tadej Pogacar debía priorizar el amarillo, e incluso también tendría el «polka jersey».
El problema de Enric Mas, y en esta Vuelta muchos lo han comentado, es la vorágine de jóvenes que ha tomado el ciclismo de rehén, consiguiendo que un ciclista de 25 años parezca arroz pasado, una sensación que es tan tangible como injusta, pero que se ha impuesto en los últimos dos años.
En el balance de Enric Mas cabe por eso ser cuidadoso, como se dice habitualmente somos muy dados a subir y bajar de pedestal corredores que son personas con una velocidad que coquetea con lo obsesivo.
Ni Enric era tan bueno hace dos años, cuando fue segundo en una Vuelta que supo gestionar a la perfección, ni va tan estancado hoy, siendo quinto.
En cualquier trayectoria deportiva, la línea recta es la excepción, en el trazo hay subidas y bajadas, distorsiones que merecen ser matizadas.
En caso del mallorquín, el quinto puesto de la Vuelta es un mal resultado aislado, pero no tanto si lo ponemos con el quinto del Tour.
Si en Francia la sensación fue la de un corredor que sabe sacar la cabeza en la tercera semana, que va a más, mientras otros acaban hincando la rodilla, en la Vuelta, Enric Mas pareció no progresar en la misma dirección olvidándonos que era la primera vez en su vida que corría dos grandes vueltas el mismo año.
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Hablando de la Vuelta, lo cierto es que Mas nunca pareció una amenaza para los primeros.
Su proverbial motor diesel le juega malas pasadas en llegadas tipo Arrate o Laguna Negra frente a ciclistas de rush final tipo Roglic, Martin o Carapaz.
El problema es que con un sistema de bonificaciones como el actual eso abre una sangría en su contra de segundos y segundos que en el ciclismo actual suponen una losa, ya lo vemos, estamos en las diferencias más pequeñas de la historia, que parecen nimias pero son muros infranqueables, para sacarle medio minuto a tu rival hay que echar instancia, los puertos duros, tipo Angliru, no permiten abrir grandes distancias, las llegadas al sprint en subida, dígase Arrate, se llega en grupo, y en las etapas de dureza encadenada, los grandes equipos le pasan lija a los rivales.
Medio minuto hoy es un mundo.
Ese motor diésel que tanto le sirve en el gran fondo queda penalizado en esas etapas que si un día salva, podrá aspirar a más en la semana final.
Pero para ello hay que tener la frescura que Mas lució en Francia y no apareció en este lado de los Pirineos.
La crono de Ézaro y la Covatilla en tono menor demostraron que el balear iba pidiendo la hora, y no pudo disputarle la cuarta plaza a un ciclista veterano pero nuevo en estos niveles como Daniel Martin.
A todo ello se le añade la actitud y lo que transmite el corredor, Enric Mas será un ciclista que bien pulido podrá dar más de sí, pero su carisma está lejos de iluminar, cada uno es hijo de su padre y su madre y el carácter viene de serie, pero la gravedad que transmite en cada palabra que suelta frente a un micro no es el mejor aliado.
Al menos le honra pedir perdón y recular, cuando es necesario, como cuando dijo que una etapa de 230 kilómetros no era necesaria, y cuando no lo es tanto, como cuando se disculpó por no ganar en el Angliru.
Cuando sales a jugar la derrota entra perfectamente dentro de lo posible.
Portada
El segundo puesto de Carapaz no es suficiente
Publicado
2 años atrásen
10 de noviembre, 2020Por
Iban Vega

El sabor dulce que se lleva Richard Carapaz de la Vuelta pudo ser mucho mejor
Cuando Richard Carapaz ondeaba la bandera de Ecuador en La Castellana durante el epílogo de la Vuelta, algunos comentarios emergían en las redes sobre la cacareada ambición del ecuatoriano.
Estaba en definitiva celebrando un subcampeonato en la Vuelta a España que venía a conquistar, y que en términos absolutos debería haber sido suya sin bonificaciones de por medio.
Nosotros estamos a favor de las mismas, de su uso y profusión por las tres semanas de carrera, incluso en la fórmula de ponerlas en puertos intermedios, pues activan al corredor y sus equipos.
Normalmente las carreras no se ganaban por ellas, pues las diferencias eran grandes, pero en este ciclismo ajustado, cuatro triunfos de etapa como los que se llevó Roglic te dan un plus que ayuda, ya lo creo que ayuda.
Pensamos que Richard Carapaz tiene motivos para sentirse feliz de esta Vuelta a España.
Ser segundo no es desdeñable, además este podio reafirma que lo que vimos en el Giro del año pasado tuvo un factor sorpresa en su momento, pero que ello se prolonga en el tiempo.
Carapaz no vino de tapado a esta Vuelta, desde el primer día estaba señalado y corrió de forma consecuente.
Para el ecuatoriano las cosas han cambiado mucho en un año, cuando fichó por Ineos veíamos complicado su encaje en una estructura tan cargada de estrellas, un paisaje complicado que se ha ido aclarando con los meses.
Ahora mismo Carapaz es top 3 en Ineos Grenadier, hace un año no lo veíamos así sólo con Froome, Bernal y Geraint en nómina.
Esa plaza se la ganó con un Tour excelso, siempre escapado, y la ha ratificado en la Vuelta, donde ha sido el único ciclista en vestir el rojo al margen del ganador.
Hasta el mismo momento de La Covatilla y el final de infarto, la Vuelta de Carapaz había ido muy de la mano de Roglic, pero el esloveno siempre un punto por encima, lo suficiente para tenerlo más allá del medio minuto.
Mención especial la crono de Ézaro, donde se vació tanto y tan bien en el llano, que la subida se le llegó a atragantar algo.
Y recuerdo en Formigal, en medio de la tormenta, sacando su genio y los ataques siempre a punto, pillando a Roglic entretenido con la chaqueta y poniéndole en presión.
Su pulso en Moncalvillo está en los anales.
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¿Pudo haber hecho más Carapaz para ganar la Vuelta?
Dada la igualdad entre los dos mejores de la carrera, siempre puede quedar la duda de si se pudo hacer más.
Leí mucha gente lamentando que Carapaz atacara tan cerca de la cima de la Covatilla, pero es que igual no tenía para hacerlo de más lejos e igual de haberlo hecho, Roglic hasta le acababa cogiendo.
Pasando del tema de si Movistar fue decisivo, yo creo que el esloveno tuvo la situación relativamente controlada, Carapaz atacó donde le dieron las fuerzas y la mente, sin embargo en lo sucesivo deberá asegurarse de los equipos que Ineos le pone en las grandes carreras, por que es un hecho que el ecuatoriano corrió la Vuelta con un apoyo muy alejado al que tuvo, por ejemplo, su rival.
Congrats @rogla ???????? Gran deportista, mi máximo respeto!! pic.twitter.com/UJoWHyHY7e
— Richard Carapaz M (@RichardCarapazM) November 7, 2020
Que el Grenadier con el presupuesto que maneja disponga de un bloque así para disputar la Vuelta no es de recibo, ya sabemos que entre bajas y otros compromisos había lo que había, pero la campaña ha sido igual para todos y Jumbo además de dominar el Tour, supo gestionar una armada para la grande española, teniendo a Kruijswijk de líder en Italia hasta el abandono del equipo.
Do you need such a colossal budget to dominate cycling? Teams like Jumbo-Visma or Deceuninck-QuickStep showed us that with ~20 million € a year may be enough.
Annual budget only 'explained' the 18.5% of UCI World Ranking points in 2020. pic.twitter.com/vJPZfRNrkB
— Javier Gilabert C. (@tourdegila) November 10, 2020
Así las cosas, y a pesar de la admiración que nos despertó Chris Froome, cabría preguntarse por la conversión de su trabajo en favor de Richard Carapaz, quien sólo tuvo ayuda real en Andrey Amador y la presencia imponente de Dylan Van Baarle como apoyos más obvios.
El sabor dulce que se lleva Richard Carapaz de la Vuelta no debe esconder cuestiones que en el futuro pueden serle clave, tanto en saber si pudo haber probado a Roglic más lejos de la cima de la Covatilla como en exigir en su equipo que le rodeen como merece.
Por que los trenes para ganar una grande no pasan todos los días por la puerta de casa.


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