Ciclismo
El Tour sin las 36 victorias de Mark Cavendish
El récord de etapas por Merckx en el Tour seguirá compartido con Cavendish
Posiblemente, el destino quisiera que uno de los mejores sprints de este Tour, el de Pedersen y Philipsen en Limoges, haya sido el día que Mark Cavendish se ha despedido para siempre de la carrera, de su carrera, la grande en la que entró como un imberbe velocista, hace 15 años y deja como una Leyenda con todas las letras y en mayúsculas.
Una caída, de esas que acontecen estas etapas, ha tenido la culpa, con resultado de clavícula rota y cara medio llorosa y mirada perdida para Cavendish, sabedor que el Tour, su idilio con la competición, había tocado a su fin.
Quería que Mark Cavendish hubiera sumado su 36ª victoria en el Tour de Francia.
Era esa, sólo una, la necesaria para acabar con un registro de esos que nunca creí iba a ver caer, las 35 victorias de Eddy Merckx.
Mark Cavendish no ha sido el corredor que mejor me ha caído, pero su competitividad es algo que quedó fuera de toda duda hace tiempo.
Ha tenido sus altibajos, sus momentos pico, sus instantes de ausencia pero ha estado, siempre ha estado.
Eso no se le puede negar.
La victoria final en Roma en el Giro de italia renovó esa ilusión por verle ganar la 36.
Pero no sólo eso, es que Mark Cavendish estaba en el camino de ser único en la historia del Tour.
Ayer mismo Jasper Philipsen le cerró la puerta al récord como Wout Van Aert se lo había hecho en París, hace un par de años.
Es curioso, dos belgas, como garantes del registro del mejor de todos los tiempos, le han impedido acceder a ese nivel de deidad.
Sea como fuere, la historia nos ha premiado con un ciclista único, un auténtico adicto de la victoria hasta sus últimas consecuencias, pues a Cav nunca le gustó perder ni ser comparsa.
Uno de los grandes alicientes del Tour ha caído en saco roto, veremos si una vez más nos vemos en una igual.
El otro día Pogacar ya avisó que iba a por Cavendish, pero a este ritmo nos haremos viejos y posiblemente no lo veamos.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Ciclismo
Carlos de Andrés: ¿Qué más da de dónde sean los comentaristas?
Puedo entender el cabreo de Carlos de Andrés cuando le preguntan por la procedencia de los comentaristas
Admito que no acostumbro a ver el Tour en RTVE, no por nada, quizá por que en Eurosport cierran con La Montonera y eso supone un plus para los que somos muy cafeteros. Ahora bien hay que admitirle mérito a los narradores y en especial en algunas etapas, Carlos de Andrés lo debe tener por la mano, pero no es sencillo.
Ciclismo
Tour en Hautacam: Pogacar da todos los golpes a la vez
Hautacam rompe el sueño de la igualdad Pogacar-Vingegaard en el Tour
Sí, claro, somos conscientes. Hemos vendido la moto de la igualdad entre Pogacar y Vingegaard durante días. Hemos analizado cada gesto, cada momento entre ambos en esta primera semana del Tour, hasta las mismas puertas de Hautacam.
Hemos querido creer en ello, más que nada porque nos gusta la rivalidad, y la que mantienen el danés y el esloveno ha marcado una época.
Pero algo se ha roto esta tarde en Hautacam. El duelo se ha desequilibrado, la balanza ha perdido el oremus. Lo que Pogacar ha firmado en la primera llegada en alto del Tour —en el “momento de la verdad”, como diría Flecha— excede todo lo que podíamos imaginar.
Es cierto, Pogacar nunca dejó de ser el favorito. Pero el juego al caos que ha propuesto Visma, el buen estado de forma de su líder, el mal momento del UAE —sin Almeida, con Sivakov tocado…—, hacía pensar en una batalla más cerrada.
En fin, ya lo habéis visto: Tadej Pogacar le ha dado un golpe histórico al Tour. Una carrera que puede caer por cuarta vez de su lado, con unas diferencias demenciales, absolutamente brutales, históricas. De otra época, quizá. Pero inigualables.
Antes de Hautacam —donde Pogacar claudicó ante Vingegaard hace tres años—, el Tour vivía de un duelo que deseábamos ver. Ahora, sencillamente, no hay duelo.
Pogacar se ha cobrado todas las facturas de golpe. Ha lanzado el puñetazo, todos los puñetazos, en un solo capítulo.
Atacó desde abajo de Hautacam, a doce jodidos kilómetros, con la ayuda de Narváez, una vez había desmantelado al Visma.
Jorgenson no es Roglic, nunca lo fue. Es un tipo apreciable, que cae bien, pero el Tour le quedó grande el año pasado, y este también.
Pogacar se deshizo rápido de Vingegaard. Le fue abriendo hueco, poco al principio, mucho al final, dejando en la cuneta todas esas historias sobre la recuperación del danés.
El UAE le ha ganado la partida a Visma.
Y luego está el contexto: el día después de una caída, cuando sus rivales no quisieron mostrarse, pero que sin duda debió dejarle una mala noche.
Ni por esas. Este hombre, este ciclista de leyenda, se cae, se hace heridas, se lleva moratones… pero se levanta y sigue.
Como si nada.
El Tour está sentenciado. Yo creo que sí. Nos queda la épica, lo heroico. Pero ni eso. Ni Pogacar parece abordable, ni Visma es lo que era. Porque más allá está el abismo. Un abismo del que, ojo, Vingegaard ya no está tan lejos.
Veremos…
Ciclismo
Hautacam y Tour, un cocktail explosivo
Hautacam: la cima donde el Tour se la juega… y a veces se quema
Aunque todos iremos al Tour de hace tres años, cuando Vingegaard sentenció el Tour a Pogacar -la imagen de ambos es justo después de la batalla-, en una jornada inolvidable de Wout van Aert, nos acordaremos de la primera vez.
Allá por 1994, el mundo del ciclismo vivía varios capítulos a la vez. Por un lado, un tal Miguel Indurain, el navarro que parecía más francés que los propios franceses, reinaba como el Rey Sol. Mientras tanto, en el Giro, una nueva generación irrumpía con fuerza: Berzin rompía los esquemas y un joven calvito con chispa, Marco Pantani, empezaba a volar por las montañas.
En ese momento todo parecía emocionante. Hoy, con el paso del tiempo, la historia se ve con otros ojos.
Pantani empezó a dejar huella en dos etapas dolomíticas épicas: Merano y Aprica. En esta última, en una de esas jornadas que se quedan grabadas, el joven italiano bajaba como loco, subía como una moto y se atrevía con ataques larguísimos, como aquel del Agnello.
Mientras tanto, Indurain, que llevaba desde el Tour del 91 sin perder una gran vuelta, se topó por primera vez con una generación de jóvenes locos que lograron lo que cracks como Chiapucci, Bugno o Rominger nunca consiguieron: derrotarlo.
Pero claro, el Tour era el Tour. Esa carrera que, ganarla, justificaba toda la temporada. Y si eras Indurain, además lo hacías con clase extra.
13 de julio de 1994: Hautacam entra en la escena del Tour
Esa fecha marcó historia. Porque la primera etapa de montaña en el Tour suele ser una carnicería. Las piernas se adaptan como pueden, la bici no va igual, el cuerpo protesta… y siempre hay sorpresas.
En la crono de Bergerac, Indurain ya había puesto las cosas en su sitio doblando nada menos que a Lance Armstrong. Se vistió de amarillo con otra exhibición marca de la casa. Pero lo que vino después, en Hautacam, fue puro espectáculo.
Miguel, siempre discreto, ese día decidió que no iba a esperar a nadie.
Rompió la carrera él solito, sin necesidad de aliados. Rominger, que venía en plan estelar, fue el primero en caer. Luego, uno a uno, todos los demás. Incluso Pantani, que intentó hacer de las suyas, se perdió entre la niebla.
Fue una especie de revancha personal tras lo de Aprica. Miguel no siempre ganaba, pero cuando lo hacía, parecía fácil. Un genio sin estridencias.
Hautacam, montaña con historia… y cicatrices
Desde entonces, Hautacam no dejó de dar que hablar. En 2008, por ejemplo, vivíamos un ciclismo herido. Festina, la caída de Pantani, la era Armstrong, el lío de Rasmussen y la Operación Puerto. Todo eso pesaba.
Ese Tour fue año olímpico, y aunque hubo positivos (Dueñas, Beltrán, Schumacher, Kohl…), la sensación fue otra. Los favoritos parecían humanos, casi lentos.
Los Schleck, Sastre, Evans… se miraban sin atreverse a atacar. Por un momento, dio la impresión de que veíamos un ciclismo limpio.
Pero duró poco. En los Pirineos explotó Riccardo Riccò.
Subió el Aspin como si fuera en moto, dejando a todos tiesos y con cara de “¿pero este tío qué ha desayunado?”. Luego, en Hautacam, él y Piepoli hicieron lo que quisieron. Frank Schleck intentó seguirles… sin éxito. Días después, todo el equipo fuera del Tour. Otro episodio negro.
Y si retrocedemos doce años, volvemos a 1996. Bjarne Riis se marcó la “actuación imposible” en Hautacam, el día en que Indurain, ya tocado, dijo adiós a su sexto Tour. Riis, años después, lo reconocería: iba con los hematocritos por las nubes. Otro capítulo para el archivo oscuro del ciclismo.
La primera vez que se subió Hautacam fue en 1994, la famosa exhibición de Miguel. Aunque ese día ganó Luc Leblanc, lo que todo el mundo recuerda es cómo Indurain pasó por encima de todos, incluido ese joven italiano de poco pelo, Pantani.
El año 2000 y el drama de Otxoa
Ese año, bajo una lluvia constante, el español Javier Otxoa logró su mayor triunfo como profesional. Un día inolvidable que, lamentablemente, precedió a una tragedia: poco después sufrió un accidente brutal que le dejó secuelas de por vida y le costó la vida a su hermano Ricardo. Aquel día, Lance Armstrong también dejó claro quién mandaba, mientras todos esperaban a Ullrich… que nunca llegó.
Y ahora… vuelve Hautacam
Ya veis que no he hablado de Bajrne Riis antes de decir que Hautacam es el primer filtro del Tour 2025, el sitio de la verdad para ese duelo que nadie sabe qué nos va a deparar. .
Hautacam no es solo una montaña. Es una especie de detector de mentiras. Y a veces, también de milagros.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Ciclismo
Tour: En una caída así no se espera, ni a Pogacar
Esa caída de Pogacar ha podido comprometerle el Tour
Una caída de Tadej Pogacar es algo poco común, pero un notición imposible de ignorar. Y si ocurre en el Tour, ni os cuento.
Qué habilidad tiene para caerse y poder seguir —al menos este año y el anterior— como si su cuerpo estuviera hecho de goma.
Recordad la salida de recta que hizo en Strade: lo rápido que se repuso y prosiguió la marcha. No voy a decir «como si nada», pero sí que pudo continuar.
Entonces, Tom Pidcock lo esperó, como hoy lo hizo el pelotón.
Ya sabéis qué pasó: un corredor del Uno-X se cruzó, afilador y… caída de Pogacar, que cruzó la meta del Tour en Toulouse con el aspecto que veis en la foto.
Heridas y rasguños, eso es lo que trascendió al principio. Pero estos golpes los carga el diablo.
¿Tenían que esperar a Pogacar?
Curiosamente, esto fue lo primero que dijo la gente, con el calor del golpe aún latente.
Con la carrera lanzada ¿hizo bien el pelotón de favoritos en esperar a Pogacar?
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) July 16, 2025
Desde que empezó el Tour, sabemos que Visma juega a provocar el error de Pogacar. Sabemos que quieren aislarlo.
Hoy, solo Narváez estaba con él en el final, y encima el ecuatoriano hizo un gesto como de poder irse justo antes de la caída del líder.
Sinceramente, no lo veo mal. No puedo verlo mal que Visma intente forzar la precipitación de Pogacar. Es parte del juego. Recordad lo que le hizo Pogacar a Vingegaard hace tres años, camino de Hautacam: el esloveno arriesgó, se pasó de frenada e hizo un recto.
Vingegaard también lo esperó… y luego lo dejó atrás en la subida final, con Van Aert como lanzador.
Es parte del juego. Pogacar siempre responde con solvencia a los ataques; se le ve fuerte, clarividente, hasta que —quizá— en algún momento deje de estarlo. Como en el Granon, hace tres años.
Ese momento puede llegar. Como también puede llegar que, en Hautacam, el esloveno lo sentencie todo. O no…
Como dije el otro día: qué bonito está el Tour.
Imagen: A.S.O./Charly López
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