El ciclista profesional que se instala en Andorra no sólo lo hace por un tema financiero
Recuerdo que en casa de un afamado ciclista contemplar una vista privilegiada sobre el valle, abajo Andorra la Vella, la parte más comercial y turística, la famosa calle en la que un camión perdió el control, calle que hoy es peatonal, a la izquierda de ese balcón el cristal punzante de Caldea y las montañas que van a Francia, a la derecha la vega yéndose hacia la frontera…
«Mira ahí vive Luisle, por ahí Dan Martin…, los tengo todos a la vista» me comentaba mi interlocutor orgulloso de su vista.
Una vista que trasladada al mapa supone más de 50 profesionales ciclistas viviendo ahora mismo en Andorra, y subiendo.
¿Por qué Andorra le ha tomado la delantera ciclista a Girona?
Nos vamos más de veinte años atrás, cuando a Lance Armstrong le vendieron el palacete en el centro de Girona.
Qué historias cuenta Tyler Hamilton de Girona en su libro, historias para no dormir.
Pero el ejemplo de Lance Armstrong cundió y muchos se vinieron a una de las ciudades más bonitas que conocemos.
Pequeña, recoleta, cargada de rincones, es sencillo que una grupeta de tres o cuatro ciclistas perfectamente y lujosamente uniformados te asalte por Girona.
Ver un corredor del Orica, otro del Garmin, entonces, hoy Education First… Girona, a pesar de haber perdido la aureola de antaño, sigue siendo hub ciclista.
Dice Aleix Serra en este artículo que el pelotón se divide entre Girona, Andorra y la Costa Azul.
Nosotros pudimos ver a Philippe Gilbert en un cambio de guardia frente al palacio de los Grimaldi en Mónaco, venía de hacer una ruta que se sabrá tanto como las ganas que tiene de añadir San Remo a su palmarés.
Allí tiene su vida como otros tantos, e incluso una tienda de bicicletas en el centro-centro, cerca donde pasa la F1.
Pero Andorra es otra cosa, para el ciclista es el boom.
Atribuirlo todo al tema fiscal, ahora que se está pasando lija a los Youtubers, y que Purito se ha puesto en el foco, será incompleto
Obviamente que lo fiscal pesa, como lo haría si cualquiera de nosotros estuviera en su lugar: tienen una corta y a veces efímera trayectoria profesional, en la que algunos ganan mucho en poco tiempo y hay que agarrarse a cualquier historia que les ayude a alargar las ganancias.
No son tontos.
Otra cosa es cuando van por ahí defendiendo los colores no sólo de España, también de otros países y la gente se lo recrimina, cuando en el fondo hacen su trabajo, sin más.
Quien crea que la bandera les mueve, que vuelvan a tiempos de Melchor y Gaspar.
Pero a lo fiscal se unen otras cuestiones.
Purito probó a entrenar en Andorra siendo aún del Caisse d´ Epargne con un objetivo, dejar tras esa etiqueta de buen “uphill finisher” y empezar a aguantar los puertos de más de una hora.
Entrenó y entrenó al punto que llegó un día que se percató de dos cosas: que el sitio era ideal para lo que buscaba y que pasaba más tiempo en él que en casa.
¿Solución?
Instalarse e iniciar la vida allí.
Es decir que lo fiscal seguro que pesa, pero que hubo un amor cruzado de primera vista, el primer antecedente de la primavera ciclista que vive hoy Andorra.
Y así tenemos un pelotón de figuras internacionales que permite cruzarte con Simon Yates con la bici de 2021 y la ropa de 2020 lo mismo que saber de un bloque de apartamentos donde duermen los Movistar cuando suben a entrenar.
La lista de “andorranos” en el pelotón la tenéis todos clara, ya se lo han repasado a Aleix Espargaró y Purito Rodríguez por su vídeo de hace unos días en cada comentario, en cada ataque, pero insisto, si estuvierais en su lugar muy posiblemente haríais lo mismo.
Ellos son unos privilegiados, ni más ni menos, que disfrutan de un ambiente exclusivo entre otros que son similares, en estatus e ingresos, y por eso harían bien en cuidar sus modos y lo que dicen.
Sin embargo dejar de admirarles o de quererles por este hecho es tan ridículo como no sentarse un momento y pensar qué sistema estamos alimentando para existan sitios así en el siglo XXI.
Imagen: FB de Giro d´Italia