Ciclismo antiguo
El doble mérito de Imanol Erviti
Las cosas son como son, y pasadas unas 48 horas desde que Imanol Erviti se clasificara séptimo en una magnífica edición del Tour de Flandes, creo que es importante reconocer de forma explícita y concreta el mérito de lo que ha logrado este navarro, a todas luces histórico para un ciclismo, el nuestro, que nunca ha ganado una clásica de ese calibre y que ha pisado el podio de éstas menos de diez veces en más de cien años de historia con Poblet y Flecha.
El mérito de Erviti es doble y diré porqué. Primero por el rendimiento alcanzando en carrera, estando en fuga casi toda la jornada, desde el kilómetro ochenta, en esos cortes que se llaman de primera mitad de carrera que sirven para rellenar la intrahistoria de cada edición, pero que no pasan más allá de la mención de unos tweets y cita esporádica en las crónicas. Una de esas fugas que muere por la propia ley de la gravedad, y el peso del cansancio y la inercia de los mejores equipos y sus líderes en los tramos decisivos.
No contento con ello, Erviti no sólo formó parte de esos primeros cortes sino que cuando fue cazado por los grandes nombres, acabó yéndose con ellos, incrustándose entre los mejores en instantes en los que sus compañeros de escapada iban ya lejos de vanguardia.
Erviti subió el Paterberg con Terpstra y fue testigo de excepción de los problemas del holandés para seguir a Cancellara. No olvidemos que Terpstra era, anteayer, el vigente segundo clasificado en Flandes. Erviti sprintó tras Vanmarcke y Cancellara para entrar séptimo al final de una jornada absolutamente memorable y entiendo que extenuaste, porque esas seis horas de competición fueron por los pasillos de la historia de una carrera que cumplía 100 ediciones donde precisamente nada se regala.
Su performance no pasó desapercibida entre los compañeros de profesión, quienes mejor que nadie, mejor que cualquiera de nosotros, saben por lo que hay que pasar para llegar a tal nivel.
Dicho esto, la segunda parte del mérito de Erviti viene por la pertenencia al equipo para el que corre, y para el que ha dedicado 100% de su vida profesional. Hace un par de años Abarca, empresa que gestiona el Team Movistar, lo que viene a ser “chez Unzue & Echavarri”, publicó un libro recopilando sus treinta y cinco años de existencia, desgranando sus números y logros en una balanza en la que premia de forma clara lo logrado en grandes vueltas frente a un palmarés en clásicas que sólo maquilla Alejandro Valverde con sus victorias valonas.
Mirando el libro vemos que el equipo ha tenido históricamente ciclistas que han podido ser «Ervitis» y hacer excelentes clásicas pero su orientación fue otra: Iñaki Gastón, Jaume Vilamajó, Eduardo Chozas, Julián Gorospe, Chente García, Aitor Gamendía, Pablo Lastras, Isaac Galvez, Purito, Dani Moreno y Vicente Reynés, quien voló a Bruselas el día del terrible atentando.
Pero hay más, hay un corredor como Andrey Amador, que no estuvo lejos de dar la sorpresa en Wevelgem hace un par de años, o ciclistas históricos como Marc Gomez, Armand De las Cuevas o Tino Zaballa, que ganaron grandes clásicas fuera de la estructura navarra, cuando habían pertenecido a ella.
Y hay más, algunos triunfos, al margen de los de Valverde, triunfos que como la séptima plaza de Erviti, quedan en un segundo plano en un balance. El de Indurain en San Sebastián o el de Rui Costa en Montreal. Con este caldo, con un Juanjo Lobato que quiere explotar pero no llega, sin obviar el apoyo que reciba camino de San Remo, y con un Valverde tonteando con Flandes, pero que no se atreve, lo de Erviti reviste un mérito increíble.
Imagen tomada de FB de Movistar Team
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Ciclismo antiguo
Eddy Merckx: 5 motivos
En ciclismo y en el deporte general, Eddy Merckx es símbolo de excelencia
Cuando se habla de ciclismo, pero yo creo que de cualquier deporte, hay un nombre que siempre sale primero: Eddy Merckx.
80 años recién cumplidos, nacido el 17 de junio de 1945, no quería pasar de puntillas sobre una efeméride tan singular.
Y quiero hacerlo justificando por qué muchos consideran el mejor de todos los tiempos, con cinco razones que lo explican muy bien.
1. Ganó más que nadie, en todos los terrenos
Merckx acumuló la increíble cifra de 445 victorias como profesional, además de más de 80 cuando era amateur.
11 + 19: Ganó 11 Grandes Vueltas (cinco Tours de Francia, cinco Giros de Italia y una Vuelta a España), además de 19 Clásicas Monumento, incluyendo 7 veces la Milán-Sanremo.
También fue tres veces campeón del mundo y ganó en pista, en ciclocross, y hasta hizo historia con el récord de la hora. Literalmente, lo ganó todo.
2. El récord de la hora fue su obra maestra
En 1972, después de ganar de todo esa temporada (Giro, Tour, clásicas…), viajó a Ciudad de México sin entrenar en pista ni adaptarse a la altitud, y rompió el récord de la hora, pedaleando 49,431 km.
Al terminar, bajó de la bici y dijo “nunca más”.
Y no hizo falta repetir: su marca duró 12 años, hasta Francesco Moser.
3. Tenía una ambición sin límites: era “El Caníbal”
No dejaba ganar a nadie, ni en las etapas pequeñas.
Una niña, hija de un ciclista rival, lo apodó “el caníbal” porque no dejaba ni las migas.
Aunque sufrió lesiones, como una grave caída en 1969, nunca perdió el hambre de victoria.
4. Perdía, pero volvía más fuerte
Aunque parecía invencible, también fue derrotado por grandes como Ocaña o Gimondi.
Pero siempre volvía con fuerza. Incluso cuando Ocaña lo superó por 8 minutos en el Tour, Merckx remontó con ataques épicos y terminó ganando.
5. Nadie ha repetido lo que él logró
Muchos han ganado Giro, Tour y Vuelta, pero muy pocos dos de ellas el mismo año.
Algunos ganaron las cinco clásicas monumento, pero nadie las ganó todas dos veces y además dominó las grandes vueltas como él.
Su récord sigue intacto.
Por todo eso, Eddy Merckx no fue solo el más fuerte, fue el más completo y hace poco disfrutamos de esta entrevista con él de mano de su hijo Axel.
Y eso, hasta hoy, nadie lo ha igualado.
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Eddy Merckx en el Giro: cinco triunfos y enormes polémicas
La corona de Merckx en el Giro tiene cinco joyas
Eddy Merckx, para muchos el mejor ciclista de la historia y del Giro, por ende, nació en 1945 en Meensel-Kiezegem, Bélgica.
Dicen que desde los ocho años ya andaba en bici y tenía como ídolo a Stan Ockers, una figura del Tour de Francia.
“El Tour lo era todo para mí”, diría años después.
Su verdadero nombre es Edouard Louis Joseph Merckx y fue ciclista profesional entre 1961 y 1978.
Durante esos años se ganó el apodo de “El Caníbal” porque quería ganarlo todo, y casi lo logró: 525 victorias en su carrera, incluyendo cinco Tours de Francia, cinco Giros de Italia y una Vuelta a España.
También ganó tres mundiales, casi todas las clásicas (menos la París-Tours) y batió el récord de la hora.
Un monstruo en vida.
Merckx y e Giro, binomio lleno de aristas
Su relación con el Giro fue especial: lo ganó cinco veces y dejó huella en cada participación.
En Italia lo adoran casi tanto como en Bélgica.
Eso sí, su carrera no estuvo libre de polémicas.
En tres ocasiones dio positivo en controles antidopaje (fencamfamina, norefedrina y pemolina), aunque él siempre defendió su inocencia.
A pesar de eso, su legado sigue siendo enorme.
Se retiró en 1978 y desde entonces ha recibido todos los honores:
Barón en Bélgica, Comandante de la Legión de Honor en Francia, y el trofeo UCI al mejor ciclista del siglo XX.
Hay velódromos, calles, estatuas, libros, cómics y hasta una marca de bicicletas con su nombre.
De vez en cuando, aún aparece como comentarista en carreras o sólo se deja ver para revuelo del personal.
“El Ogro de Tervueren” no solo está en lo más alto de la lista de los mejores ciclistas de todos los tiempos: es una leyenda viva.