Ciclistas
Indurain & Ganna, el cóctel imbatible del récord de la hora
La aerodinámica de Ganna con las capacidades de Indurain sería algo épico
Mirad la imagen de Filippo Ganna, septiembre de 2021, acababa de ser campeón olímpico con la cuarteta italiana e iba camino de ser campeón del mundo contrarreloj, por delante de Van Aert, mirad esa estampa, ese pliegue sobre sí mismo, el sueño húmedo de cualquier túnel del viento, de la cuerda del velódromo, ahora imaginaros esa estampa con el motor de Miguel Indurain.
Esa fábula que nos hace salivar es una de las conclusiones del documental sobre la Espada de Indurain y sus coqueteos con el récord de la hora, llegando al que Ganna marcó no hace tanto, por encima de los 56.
En pocas palabras el colaborador del del «mítico» Sabino Padilla, Iñigo Mujika, a quien invitamos al podcast, pero declinó por estar muy ocupado, hizo unas estimaciones de que si Indurain y Ganna fueran uno, el récord podría irse por encima de los 62 kilómetros a la hora.
Ojo, 62 kilómetros en 60 segundos, eso sería como un coche en la autopista cuando devora kilómetros por debajo del minuto, sólo que en una bicicleta.
Muchos fueron los condicionantes para que Indurain atacara un récord de la hora a lo que diera.
Su temporada, la mentalidad y en especial el físico y su escasa, curioso esto, experiencia en la pista
Y digo curioso, por que el navarro habría sido un pistard brutal, sólo con verle rodar en la carretera, con esa cadencia, ese poder pero también la privilegiada visión aérea que ejercía sobre la carrera.
En el equilibrio entre fisiología y aerodinámica, Miguel tenía lo primero
Ceñirse a una línea negra, la cuerda de la elispse, controlar la bicicleta en la entrada de las curvas, que no saliera disparado, y sobretodo acoplarse bien, sin que la rodilla no le diera en las costillas, fueron imponderables para que el récord se quedara en la parte baja de sus aspiraciones.
53 kilómetros y poco que en breve batirían Tony Rominger y en especial Chris Boardman.
Si el otro día, hablábamos del documental de Lemond, lo cierto es que éste de Movistar sobre Miguel Induráin, que ya tienen unos meses de existencia, es otro de esos tesoros que merece la pena echarle un rato estos días.
En esencia el récord de la hora fue algo así como el principio del fin del gran ciclista.
Primoz Roglic
Roglic y lo de los ciclistas de otra pasta
Las veces que se ha caído y levantado Roglic supera la media
Recuerdo cuando Tom Dumoulin fichó por el Jumbo-Visma, justo la temporada de la pandemia, y había cierto debate sobre quién debía liderar el equipo o el neerlandés o Primoz Roglic.
El Tour 2020 lo puso sencillo, pues el esloveno se situó de líder desde bien al inicio para perderlo muy cerquita de llegar a París.
La famosa tarde de La Planche des Belles Filles.
Poco después de todo aquello, cuando surgieron las dudas en la continuidad de Tom Dumoulin, llegando a marcar un periodo sin competir, el ya excilcista le dedicó unas palabras muy cariñosas a su compi, algo así como que en los momentos bajos, Roglic era un compañero perfecto, que te ayudaba a mirar adelante, sin paños calientes, ni juzgarte.
Aplicaba y aplica Roglic para los demás la misma medicina que para él mismo, tras cada caída hay que mirar adelante, limpiarse el polvo, comprobar que las heridas tienen solución y seguir pedaleando.
Desde el varapalo aquel de La Planche, Roglic ha sido un ejemplo anual, y a veces más de una vez por año, de ciclista que sabe levantarse de los golpes y salir adelante.
Su relación con el Tour de Francia es el mejor espejo de esta realidad, una tras otra, sus participaciones han sido literalmente negadas en gran parte por la mala suerte
En 2020 no, por eso, en esa edición perdió por, como nos dijo una vez Sepp Kuss, subestimar a Pogacar.
Ello no le quitó de ganar la Lieja a los pocos días y reconquistar la Vuelta de otoño.
En 2021, Roglic dejó el Tour casi de inicio, por una caída fruto de aquella subnormal del cartelito a los yayos, y de nuevo ganador de la Vuelta.
Hace dos años, se metió otro buen talegazo en el pavés del Tour, pero fue decisivo en desfondar a Pogacar, camino del Granon, y este año, ya como líder del Bora, acabó por abandonar tras caída y volvió a ganar la Vuelta.
Ojo a lo que dijo Roglic sobre los días posteriores a dejar el Tour
«Después de todo, sólo soy humano. Y cuando me volvió a pasar lo que me pasó, mis pensamientos fueron en la dirección de ‘qué necesito, y ya no necesito formar parte del mundo del ciclismo y sufrir todo esto’. Supe unos días después qué tipo de lesión era, que después de todo algo se había roto. En aquel momento tenía que cuidar mi salud, tenía que llegar a un estado en el que me sintiera medianamente normal«.
«Lo que siguió fue mirar hacia delante y darme cuenta de que nunca me quedo sin nuevos retos. Por supuesto que siento el dolor, no es agradable. Por otra parte, todos estos acontecimientos desagradables en mi carrera, que hubiera deseado que no me ocurrieran, me han aportado también muchas cosas positivas. El apoyo de mi familia y otros seres queridos, que siento al levantarme después de las caídas, es excepcional«.
«A pesar de este apoyo (familia y amigos), no es sencillo pedalear con dolor, pero este apoyo me facilita mucho la toma de decisiones sobre cómo proceder. Así que la decisión de volver a empezar la Vuelta después de otra caída en el Tour fue, al final, bastante fácil«.
Roglic, admitiendo abiertamente que estuvo a punto de dejar la bicicleta, que el dolor también le pasa factura a él y que esto ya no le compensaba.
Este tío, que es de la pasta más dura que conocemos en este deporte, dudando es algo que no vimos venir lo que nos recuerda que debajo esa carcasa tan bien diseñada hay un corazoncito que también sufre en la adversidad.
Esto del ciclismo muchas veces me parece un milagro.
Imagen: Unipublic
Ciclistas
Pogacar en Montreal y la imagen del año
El solo de Pogacar en Montreal refresca la superioridad desesperante del esloveno
La situación se ha vuelto icónica de una época, una foto que pasa a la historia del ciclismo, que abrirá portadas, que estará en lugares privilegiados, el solo, como les gusta decir a los anglosajones, de Tadej Pogacar, esta vez en la noche europea y mediodía del Gran Premio de Montreal.
Si el otro día, decíamos que Michael Matthews era el ciclista más importante de Québec, Pogacar se encarama a lo más alto de Montreal, igualado a Greg Van Avermaet, pero con la posibilidad de destacarse solo.
Un apunte que me gustó mirar en el PCS sobre el coco esloveno, de sus más de 80 victorias, 15 son en clásicas y de ellas las últimas 9 han sido en los dos últimos años.
Pues bien, todos estos triunfos se han logrado en solitario, sí, el solo de Pogacar que viene a casa como el turrón por Navidad y no es cualquier cosa lo que hay ahí, contar Lombardía, Flandes, Lieja, Strade, Jaén, el nacional esloveno, Flecha Valona y Amstel Gold Race.
Para más detalle, Enric Mas es el último ciclista que le ha disputado un mano a mano llegando con él en una clásica, el celebrado Giro di Lombardía de 2022.
Desde entonces, siempre solo.
Bueno solo es un decir, porque Tadej Pogacar tiene carisma y conexión, tiene eso que le hace caer bien haga lo que haga, como machacar por donde pasa, como el martillo al clavo.
La gente le quiere, es un hecho que se celebra como en comunión colectiva, éxitos que son historia del ciclismo, porque hace tiempo que corre para ello, para la historia, parar ser, si cabe, eterno.
Esa es la realidad, la suya y la de un equipo, su equipo, que está hecho por y para su gloria.
Lo de Montreal ha vuelto a ser abrumador, al punto que rompe todo pronóstico que pueda circular contra ellos.
Qué pena que por detrás, cuando Pogacar parte se inicie otra carrera, sea como si la segunda plaza fuera ya el gran objetivo de la carrera.
Pero es así, nos hemos acostumbrad a eso, al control del UAE, la violencia de la entrada en el repecho decisivo, la aceleración, el ataque del esloveno, que abre hueco y la navegación hasta meta.
¿Será así el mundial?
Espero que no, espero que el juego de un bloque diferente y de una carrera proclive a las sorpresas nos den ese punto de emoción que la temporada regular ha perdido cuando este chico toma parte de la carrera.
Imagen: FB de GP Cyclistes
Richard Carapaz
Richard Carapaz, welcome back
El año que acaba ha escrito el retorno de Richard Carapaz
Cuando Richard Carapaz recupera la sonrisa, el ciclismo sonríe.
Suena así, quizá un poco ñoño, demodé, pero es el sentimiento que transmite uno de los corredores más carismáticos del pelotón.
Para Richard Carapaz, la Vuelta recién finalizada es el regreso a una elite que no había dejado pero que le estaba dando calabazas, demasiadas, en forma de caídas, percances y alguna mala suerte.
Lo cierto es que cuando el ecuatoriano hace dos años apuraba sus últimos días en Ineos, ganando tres etapas en la Vuelta, el 2023 pintaba a temporada prometedora, entrando en un equipo, el Education First, que le podía ir como anillo al dedo.
Pero el pasado año ni fue bueno, ni hubo progreso.
Al igual que Enric Mas, Carapaz se dejaba toda la preparación en una cuneta de Euskadi, en la jornada inaugural del Tour de Francia.
Una caída que le hipotecó la ronda francesa y la temporada.
Pero este tipo es un luchador inasequible que sabe leer las verdades de la carretera como nadie y meter toda la carne en el asador si ello es necesario.
Si el plan A no sale, está el B o si procede el C.
El año de Richard Carapaz no iguala sus grandes campañas de 2019 a 2021, pero se equipara y sobretodo le devuelve a los titulares.
Ojo el botín que se llevó del podio, completando el triple-triple, pues ha ganado etapa, vestido de líder y subido al podio en las tres grandes.
El Tour de Carapaz ya fue sintomático, vistió el amarillo en la misma jornada en la que quedó eliminado de la general, pero no fue problema, se reorientó a una etapa y la montaña.
Pasado el trago de no poder defender el oro olímpico, llegó a la Vuelta, empezó con mal pie, pero echó el resto en la gran etapa de Granada para volver a la lucha por la general.
No tiene el punch de antaño, tampoco el factor sorpresa que quizá le ayudó a ganar aquel Giro, pero mantiene el espíritu y el instinto, como cuando casi hace perder la Vuelta precipitadamente a Ben O´Connor en la Herrera, tras acabar con Mikel Landa.
No hay momento en el que no pienses que la puede liar y más con ese equipo que mueve fichas con una eficacia que acorta las distancias con los más grandes.
Esperamos que el «regreso» de Richard no quede aquí, está para el mundial, rodeado de una excelente selección, incluido Narváez.
Si lograra pisar el podio mundialista, pocos se equipararían a su colección de hitos, una mezcla talento y calidad a partes iguales pero sobretodo de instinto.
Imagen:Unipublic/Cxcling/Toni Baixauli
Ciclistas
Canadá es el «dorado» de Michael Matthews
Michael Matthews es el ciclista que nunca deja de sumar
Con la de ayer, Michael Matthews queda como el mejor ciclista de la historia del Grand Prix de Québec.
Marcando el número tres en la línea de meta, el australiano se ha destacado de Simon Gerrans y Peter Sagan como el más laureado de la primera de las dos clásicas canadienses de septiembre.
Lo hizo como acostumbra, saliendo en el momento final, el clave, dejando hacer al resto hasta la misma línea de meta.
En ese grupo iba «encerrado» Tadej Pogacar, quien estuvo en cabeza en los tramos finales pero se vio, como por arte de magia, en un corte y rodeado de tres Lottos y uno de ellos Arnaud De Lie.
Mal negocio, pensaría el mejor ciclista del mundo que quizá esperó demasiado a atacar.
Por cierto, qué mal desempeño de De Lie en ese final, o se vino abajo o no vio la increíble oportunidad que le significaba aquella situación.
En todo caso, las carrera de Canadá vuelven a ofrecer una excelente velada de ciclismo, en prime time europeo y con el regusto de estar viendo el preludio de un Mundial.
Volviendo sobre el ganador, qué ciclista tan interesante y minusvalorado es Michael Matthews.
Una carrera deportiva llena de buenos éxitos, etapas en las tres grandes, ganador de varias clásicas pero ningún monumento, el gran mérito de Michael Matthews ha sido saber mantenerse.
Y no es poco lo que lleva ahí.
Hace más de 10 años que forma parte del paisaje y nunca ha desaparecido, en mayor o menor medida ha estado siempre ahí en un ciclismo que, cuando hablas con los protas, nada tiene que ver diez años después.
Michael Mathews ha pasado de jugarse mundiales y San Remos con Kristoff, Sagan y Alaphilippe a hacerlo contra Van Aert, Pogacar y Van der Poel.
La forma de correr de unos y otros explican la profundidad del cambio y cómo el australiano de carismática sonrisa ha tenido arrestos de seguir ahí, siempre ahí
Así, que si valoramos las pequeñas cosas de la vida, valoremos a Michael Matthews y su proverbial presencia todos estos años, como uno de los ciclistas que supo entender y adaptarse a los grandes cambios de este deporte.
Imagen: FB Grand Prix Cyclistes
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