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Wout Van Aert no conoce la zona de confort
Las vueltas por etapas es el nuevo objetivo de Van Aert
En un top ten de la campaña que acabamos de despedir Wout Van Aert estaría sí o sí con una omnipresencia comparable a la de su compañero Primoz Roglic.
Y digo compañero, pues Roglic será el más laureado del equipo, pero Van Aert se ha ganado comer de la misma mesa con los mismos honores, todos ganados en la ruta y la admiración de quienes apreciamos lo bueno de este deporte.
Pero el veinte veinte, a nivel ciclístico, es historia para Van Aert, que trabaja en sus duelos estelares con Van der Poel en unos cuantos ciclocrosses de una extraña campaña, mientras prepara la carretera con apertura de miras.
Por que la pregunta que surgió en el Tour, cuando Van Aert se convirtió en el gregario más hiriente de Jumbo, dejando el grupo en los huesos, quitando toda gana de atacar al maillot amarillo, mucha gente empezó a preguntarse por su posible rendimiento en vueltas por etapas.
Y aquí está la respuesta…
Wout van Aert seeking to expand stage racing horizons in 2021
Belgian talks Tirreno-Adriatico bid and road-cross rivalry with Van der Poelhttps://t.co/TWSbgkwmdx pic.twitter.com/7ufjrsDRqs
— Cyclingnews.com (@Cyclingnewsfeed) November 13, 2020
El Wout Van Aert de 2021 será un corredor que se armará para las grandes clásicas, como no podía ser de otra manera, defiende, por ejemplo dorsal uno en Strade y San Remo, pero que también buscará suerte en las vueltas por etapas, una suerte que difícilmente le será esquiva, con el poder que ha demostrado en la escalada, la habilidad que tendrá para cazar bonificaciones y lo bien que rueda contra el reloj.
Esa polivalencia no es un clavo ardiendo, es un mullido colchón para un corredor que no conoce la zona de confort.
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Wout Van Aert va dando saltos, escalones que salva con la misma tenacidad que le ha dado un palmarés ya impresionante sin tener, de inicio, el don del que goza su archirival de siempre, quien parece hacerlo todo mucho más sencillo.
Para Van Aert, nuestro Miguel Angel, el ciclismo es su campo de batalla, territorio de actividad, sin distinguir límites ni poner puertas.
Las cosas son así, la zona de confort no existe, ni se le espera, amasa sapiencia en todos los terrenos y lo que fue un ciclocrossman de leyenda, se convirtió en un rutero excelente, con una puesta en escena que impresionó, subiendo con Trentin y Van der Poel al podio de aquel europeo en Glasgow o el de la Strade, un año después.
Dos días de perros ambos, de esos en los que cruzas irreconocible la meta, como en la Strade que ganó en su versión de agosto, una Strade seca y cálida, en la que el polvo lo generaba la ruta y la humedad, la sudoración de su cuerpo.
Aquel día también cruzó la meta irreconocible, pero feliz por hacer caer un muro, otro.
Como el que derribó cuando batió a Alaphilippe en la meta de San Remo, en la misma en la que un año y pico antes el afilado francés dominó a placer todos los tiempos en un grupo lleno de estrellas, entre otros Van Aert.
Así las cosas el camino del triple campeón del mundo de ciclocross apunta a otros terrenos, las vueltas por etapas, en principio de una semana, sabiendo que tiene madera para dar ese paso y ¿quién sabe? pensar en grande, es decir en las grandes.