Grandes Carreras Ciclistas
Sosa vs López, el mejor momento colombiano
En Burgos el ciclismo se rindió al talento de Sosa frente al rocoso López
López adelante ligeramente a Sosa con los brazos tensos, apretados, Sosa intenta meter un golpe de riñón y entiende que la cosa será de centímetros.
Ambos llevan el rostro desencajado por el dolor.
Uno de azul celeste, otro de rojo intenso.
Es una montaña estival de Burgos.
Ahí está el que podría ser el mejor momento del ciclismo colombiano en el 2018.
Supermán López, Iván Sosa, batiéndose los dos solos en la raya de esa Vuelta a Burgos que dominaron.
Vestidos de azul y rojo, porque el amarillo, el color de los campeones, lo llevan en las entrañas.
López ganando de perro viejo en una etapa, Sosa sacándose la espina más tarde, acaparando toda la atención, como si no hubiera más ciclistas en las cumbres, sólo ellos, un par de colombianos veinteañeros que se jactan de calidad y arrebatos de valentía. Un par que donde llegan a correr dan de qué hablar.
Dirán que también estuvo aquel embalaje de Gaviria y su liderato en Francia, dirán que quizá el mejor momento del año fue el ataque desde debajo de Nairo Quintana en la jornada más explosiva del Tour, dirán que a lo mejor fue ese triunfo con autoridad absoluta de Egan Bernal en California…
La verdad es que 2018 fue un año con demasiados momentos buenos para los colombianos y a veces cuesta elegir.
Pero creo que el duelo de López y Sosa en Burgos resume bien el sentido de un año de explosiones y revelaciones, el año del relevo del que hemos hablado acá varias veces:
Colombia tiene un ciclismo que crece, que se renueva, que aspira a más y no para de mejorar.
Este final de año con la avalancha de fichajes cafeteros en la élite así lo confirma.
Destacado
Lacets de Montvernier: El Tour 2022 subirá esta maravilla
Lacets de Montvernier no es el puerto + duro, pero sí uno de los + icónicos
«L’une des stars du prochain parcours» Christian Prudhomme dijo hace seis años sobre Lacets de Montvernier, novedad para el Tour 2015, coronado por Romain Bardet antes que nadie y hoy previsto para la recién presentada edición de 2022.
No tuvimos ninguna duda. La visión desde la carretera de esta escalonada ascensión nos impresionó desde el primer momento. Espectacular.
Pensamos que tenía que entrar con todos los honores en esta sección. Nos frotamos los ojos, nos miramos y una media sonrisa se nos escapó del alma.
Al ver la sinuosa cinta asfaltada que, de lado a lado de la montaña, se retorcía subiendo agarrada a la ladera salvando el tremendo desnivel, atravesando pasos naturales entre las rocas del abismo, lo tuvimos muy claro: ¡queríamos subirlo!
Una escalada de 17 curvas de felicidad, la que nos proporciona estos Lacets de Montvernier, haciendo de esta subida una experiencia única, muy vistosa, que hará las delicias de cualquier cicloturista.
Algunas fuentes hablan de 18 cordones, porque parece ser que uno de ellos está «cuestionado» como tal.
No seremos nosotros quienes le otorguemos la categoría de lacet o no, pero sí contaremos que las horquillas, sobrepuestas una encima de la otra, literalmente, que se aferran a la montaña en unos 3 kilómetros, dan como resultado una curva cerrada cada 150 metros.
Eso es mucho lazo continuado.
De acuerdo que Alpe d’Huez cuenta con 21, pero lo hace en una distancia cuatro veces mayor que en Montvernier.
Los ciclistas que las acometen a bloque comentan que tienen que frenar en sus curvas para luego coger velocidad para intentar ascender lo más rápido posible este corto y explosivo desafío.
No será nuestro caso.
La contemplación «sólo para nuestros ojos» de las continuas herraduras nos seguían produciendo muestras de asombro y cada uno de nosotros exclamaba un adjetivo para intentar describirlas: «singular», «imposible», «diferente».
Sólo es un pequeño puerto (¿sólo?). Una menuda joya escondida que se está haciendo célebre porque su foto ya se está empezando a publicar en revistas de turismo y que ha recibido el espaldarazo definitivo con su inclusión en la 18ª etapa del Tour de Francia de hace dos años, aunque ya fue «vista» por los seguidores en el Critérium du Dauphiné también esa misma temporada.
Los lacets remontan los 286 m de desnivel desde Pontamafrey (departamento de la Savoia, región Roine-Alps) a 492 m de altura, salvando el valle bañado por el río Arc para llegar a la Chapelle Nôtre-Dame-de-la-Balmes antes de dirigirnos hasta la pequeña población de Montvernier a 778 m, situada en una gran meseta al abrigo de los grandes Alpes.
Así es. Toda esta zona es un lujo para el cicloturista, el hogar de cinco de las diez ascensiones más famosas de Francia: Galibier, Iseran, Madeleine, Glandon y Croix de Fer.
Y ahora el Col du Chaussy.
Un gran paso de montaña de difícil grado a 1533 m de altitud que se inicia aquí, en esta divertida, estrecha y empinada carretera que es sólo una cuarta parte de su ascensión y siempre pedaleando a un constante y mantenido 8% que nos llevará por una fabulosa ruta que nos pondrá en el camino hacia el Col de la Madeleine.
Mirando de nuevo estos especiales Lacets de Montvernier nos sigue pareciendo improbable que hayan podido construir un camino por ahí.
Pero sí, la encontramos trepando bruscamente por el acantilado esta asombrosa obra de ingeniería de caminos de montaña, que con total seguridad habrá seguido los pasos de una mula ascendiendo por esta ladera, como no podía ser de otra manera.
Finalizada las obras en el año 1934, después de seis años de construcción, sus ingenieros poco o nada podían imaginar que iban a hacer tan dichosos a tantos seguidores del ciclismo que cuanto más cuesta arriba se hace más felices son.
Sólo nosotros, las vacas, las ovejas y el cielo azul. Y unas barandillas «donde agarrarnos» que nos protegerán del precipicio. Suerte que por aquí hay muy poco tráfico y además los vehículos de gran tamaño tienen prohibida la circulación.
Mucho mérito tiene el fotografiar los lacets. A no ser que montemos en helicóptero o dispongamos de un dron puede ser difícil plasmarlas en papel. Creemos que nosotros lo hemos conseguido y hemos intentado llevaros estas imágenes a vuestras retinas y por eso pensamos que el hecho de que sean «poco visibles» haya sido una de las razones por las que la subida se ha debido mantener en relativo anonimato hasta ahora.
Los Lacets de Montvernier son divertidos, entretenidos, enganchan, pero son sólo el glaseado de un gigantesco pastel de grandes ascensiones que es la vallée de la Maurienne.
Por Jordi Escrihuela
Destacado
Strade Bianche: ¿De dónde viene la fiebre por el ciclismo vintage?
La Strade Bianche es la cuna del nuevo gusto del ciclismo vintage
En 2020 la Strade Bianche fue noticia por su anulación hasta el mes de agosto, pero la historia de esta carrera, la misma que no había visto una suspensión de la Milán-San Remo desde la II Guerra Mundial, viene de antes.
En 1997 nació en Italia, en la preciosa Toscana, la tierra de viñedos e increíbles ciudades medievales, L´ Eroica, era la nueva edad de oro del ciclismo vintage.
Por los caminos que en Castilla se podrían llamar “de concentración”, se lanzaron miles de cicloturistas equipados por bicicletas de sabor añejo.
Dotados de glamour de antaño, viejos hierros rehechos a sí mismos. Piezas de museo, menospreciadas durante muchos años, por su peso e incomodidad, abordaron las rutas de la Strade Bianche.
Todos debían llegar a la salida de Gaiole in Chianti con una bicicleta anterior a 1987, es decir, y para ubicarnos, todas las anteriores al triplete inédito de Stephen Roche. Combinando gravilla, tierra y asfalto se pusieron varios recorridos y distancias según los niveles y exigencias.
Todo se vistió de rosa, muy italiano, vino y pasta rodearon el evento, el círculo estaba cerrado, fantástico producto que desde entonces no ha parado de crecer.
Y lo ha hecho tanto que cada mes de marzo, un sábado en las líneas que dibujan el mapa de Siena se reúne parte del mejor pelotón mundial dando salida a grandes ganadores y mejores momentos de ciclismo: Cancellara, Kwiatkowski, Stybar, Gilbert, Alaphilippe…
Es la Strade Bianche, la repercusión más obvia y directa de este evento que al mismo tiempo ha inspirado no pocas citas en el calendario español e internacional en las que ciclistas pertrechados con maillots de hace cuarenta años, chichonera en ristre y vieja, pero remozada, bicicleta entre las piernas se dan cita para recorrer pintorescos lugares.
Hace un tiempo Jordi Escrihuela nos deleitaba con una pieza sobre la vieja bicicleta que le acabó cautivando y llevando por los páramos de medio mundo a presumir el mero placer de rodar como antaño.
Con Jordi quisimos saber de las raíces de esta nueva pasión que además de generar eventos por doquier da de comer a no pocos restauradores, auténticos artistas platerescos que en otra circunstancia no habrían tenido esta cantidad de trabajo.
El amante del ciclismo vintage admiraba a Perico, a Ocaña, a Bahamontes, y echa de menos aquel ciclismo de costura y tapiz, sin pulsómetros, ni CRM no ostias, era ciclismo a pelo, corrido con el corazón y las sensaciones, de rompe y rasga. La tecnología le ha robado alma al ciclismo, como a otros deportes, al mismo tiempo.
Hay auténticos nostálgicos de aquello.
Y la única manera de revivir esa época es montando estas fiestas del ciclismo sin pulsómetros, ni medias, ni chips, ni dorsales sino sacando las viejas bicis de rastrales, manetas en el cambio, y nuestros maillots de laneta de los sesenta o setenta
Hoy en día se ve a Froome, Bernal, Roglic y compañía, se disfruta, se sabe más que nunca de ellos, quizá demasiado, y la química no es la de entonces cuando un campeón era la cara de tu chapa en los juegos de corral y llenaba de posters las paredes de tus paredes con relieve de gotelé.
Hoy las carreras muchas veces se resuelven por un puñado de segundos, ya no existen las pájaras, ni los ataques suicidas, ni las heroicidades en montaña ni la épica, todo está bajo control, el ciclista no es dueño de sus actos, no hay tiempo para la improvisación, todo está bajo el mando de la voz del director en el pinganillo.
Por eso triunfan estas marchas, por eso vuelve lo antiguo, que aunque un incauto lo pensara, nunca pasó de moda.
Imagen tomada de totalwomenscycling.com
trata de un accesorio fundamental para las bicis de piñón fijo, porque significan el único sistema de seguridad para los que no llevan freno o llevan un solo freno. Es un sistema de retención que básicamente te ayuda a frenar hacia atrás con los pedales sin que vueles de la bici.
No obstante como todo sistema de frenado, los straps de pedales deben ser regularmente mirados para ver si hay desgaste. Todo depende de cuánto los usas y del tipo de bici que tengas. Nuestros straps aguantan bastante y a nivel de relación precio/calidad son de los mejores del mercado.
Ciclismo antiguo
Oudenaarde
Oudenaarde es la meta de De Ronde desde hace ocho años
Vandenbergh es oriundo de Oudenaarde, el auténtico corazón del Tour de Flandes, que ha tenido muchas salidas y llegadas pero que en estas tres últimas ediciones ha fijado el final aquí, donde reside el museo de la centenaria carrera que no por importante siempre es la que mejor espectáculo ofrece, sobretodo desde que se impuso el circuito final.
Sobre ciclista y ciudad se dan varias circunstancias.
Vandenbergh nació en el hospital local y eso significa que lo hizo a 300 metros de la línea de meta de la carrera. Paseando por su pueblo es una cara reconocible y la gente le se acerca. En su palmarés rezan varios top ten en clásicas de adoquín de raíz flamenza y eso allí te hace célebre, sobretodo cuando tienes a tus convecinos en la campa de al lado chillando tu nombre con la garganta lubricada en cerveza el día de la gran fiesta flamenca, una fiesta que a veces se desmadra.
Oudenaarde es una pequeña población situada un poco al sur de Gante, la capital espiritual de la región. Hoy luce, como hemos dicho muchas veces, como orgulloso ombligo del Tour de Flandes, albergando el museo, la llegada y los miles de fans que cada año frecuentan la zona con su burra en el equipaje.
Sin embargo no siempre fue así.
Años atrás hemos hablado mucho de los orígenes de esta carrera que centenaria, incluso del coqueteo de sus autoridades con los nazis en el momento de ocupación –por eso por ejemplo no hay casi interrupción en su historial a causa de la Segunda Guerra Mundial-.
Sin embargo hay una cosa que mucha gente ignora y es que en la primera edición de De Ronde hubo serios problemas para que la carrera pasara por Oudenaarde.
Según cuenta Peter Coussins en su obra “The Monuments” el que fue también mentor de la carrera, más allá de la labor de Karel Van Wijnendaele en el Sportwereld, detrás de toda gran carrera hubo un gran diario, Leon Van de Haute, tuvo graves problemas para hacer pasar la ruta de la primera edición de la carrera, en mayo de 1913, por Oudenaarde y Lokeren antes de seguir hacia Kortrijk y tomar el camino de Ostende, en la cosa.
Las autoridades de Oudenaarde negaron el paso o en su defecto que se neutralizara la carrera en su paso por el pueblo. Aquello del ciclismo era muy peligroso.
La cosa se solucionó. Al final pesó esa necesidad de darle al público algo genuinamente flamenco, aunque inspirado en Roubaix.
Surgió el primer león de Flandes “De Leeuw van Vlanderen tras 324 kilómetros plagadas de tramas de adoquín.
Imagen tomada de www.etixx-quickstep.com
Actualidad
Esta París-Niza ya se puede considerar un milagro
Nosotros no apostábamos que la París-Niza llegara a las puertas de la Costa Azul
La sensación que recorre entre el público ciclista, no muy numeroso, pero fiel a más no poder, es que esta París-Niza tiene sabor a Lombardía, a hojas muertas, a preludio del invierno.
Lo cierto es que cuando el pasado domingo saboreamos el carrerón que nos ofrecieron los corredores en la primera jornada de la carrera hacia el sol cundían dos sensaciones: que aquello no llegaba a Niza -no llegará, pero se ha acercado- y que lo disfrutáramos, por que la primavera podía quedar resumida a esos días.
Visto ahora, en la perspectiva de una semana de esas en las que dentro de unos años, si el mundo no se acaba, recordaremos como una de esas en las que sabíamos que estábamos haciendo cada momento por la avalancha de acontecimientos, creemos que la París-Niza 2020 se incluye en la lista de milagros, no sé si pequeña o grande, del ciclismo contemporáneo.
As we bid ( bit early ) farewell to #parisnice this evening, we wish to extend our deepest gratitude to @parisNice and @maillotjaune for a splendid organized and thrilling race. The course was demanding, the country beautiful, and the welcome – tops. Au revoir ????????#ParisNice ! pic.twitter.com/3xsuj1Gjs1
— Israel Start-Up Nation / Israel Cycling Academy (@TeamIsraelSUN) March 13, 2020
Así se despidió el Israel Start-Up Nation, veintcuatro horas antes del final.
Antes lo había hecho el Bahrain con Teuns, Cortina y el querido Traknik, quien siempre será nuestro ganador moral de la jornada que acabó en el bolsillo de Bonifazzio.
Una carrera que su mentor describió cada etapa como una batalla, contando los días para el final.
Que haya llegado a este punto es de agradecer, y ahí han entrado todos, la organización, los equipos y los ciclistas, sobre todo estos, que han corrido como si no hubiera un mañana, regalando pasión en momentos en los que convenía alejar la cabeza de instantes tan nocivos, tan deprimentes.
Y no habrá sido fácil para ellos, igual que una flor, el calendario de competiciones, eventos y otras cuestiones que han ido deshojando según pasaban los días.
Durante las etapas de la París-Niza se han caído la Champions, Europa League, ligas europeas, Moto GP, Fórmula 1, NBA… deportes infinitamente más poderosos que el ciclismo.
También la Volta y algunas clásicas belgas.
Nosotros egoístamente, cada mediodía hemos cumplido nuestro ritual de ver ciclismo en directo, mientras todo se ha desmoronado.
Sois unos héroes, al menos los nuestros.
Ahora bien ¿ha sido prudente seguir hasta este punt0?
El tiempo lo dirá, el coronavirus no ha asomado por el pelotón, eso siempre ha estado latente.
Mientras la Francia que la carrera dejaba atrás se paraba y confinaba en casa, el pelotón ha sido un ejemplo de profesionalidad en le que nos preguntamos cuánto de poder de decisión han tenido los ciclistas.
Ahora viene el invierno para todos, pero no nos asustemos, tiraremos de coco e imaginación para que este mal trago lo pasemos mejor, con ciclismo, obviamente.
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