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Pero cuánto ha sufrido John Degenkolb para llegar hasta aquí

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Pues no ha tenido que salvar curvas John Degenkolb para volver a ganar algo grande

Cuando John Degenkolb entró en el corte con Van Avermaet y Lampaert, cierto sabor de justifica recorrió las redes.

El alemán, con punta de velocidad suficiente para un trío, incluso para grupo pequeño, pero lejos de los grandes velocistas, prosiguió su idilo con Roubaix.

No entró en el velódromo, pero acabó cerca, y tocó el cielo como esa tarde de abril de 2015 cuando firmó un doblete, San Remo-Roubaix, que le situaba en el escalón de grandes nombres.

 

 

Las penas de Degenkolb

Sobre John Degenkolb hemos dado muchas vueltas en este mal anillado cuaderno.

Desde que en el invierno de su vida, el de 2016, fuera arrollado por una conductora inglesa de avanzada edad junto a medio equipo Sunweb, con quien entrenaba.

Joven, pujante, con un palmarés al alza, John Degenkolb se convirtió en blanco de cámaras, quejándose mostrando frustración, lamentando que las cosas no fueran como antes.

 

 

Porque nada era como antes.

Degenkolb perdió «pistonada», se descolgó de los pronósticos, merodeaba los puestos top, pero no daba el salto.

Pero ha cazado la icónica etapa del pavé en el Tour, como Tony Martin, como Lars Boom o como Thor Hushovd.

A diferencia de ellos, Degenkolb aúna la Roubaix versión original al parcial del Tour.

Eso, al ciclista del Trek, ya le hace único.

 

El carisma de Degenkolb

Pero Degenkolb ha sido inasequible al desaliento.

Sólo así se puede interpretar su triunfo en la jornada más singular del Tour.

Degenkolb no ha dejado de trabajar por ser o al menos volar al nivel anterior a su tremendo accidente.

La emoción en meta era la guinda en un camino de casi tres años plagado de decepciones.

Decepciones que evidenciaba de la misma manera cuando no le salían las cosas: el mundial de Qatar tirándole un bidón a un rival, golpes en el manillar…

Pero este ciclista que aprieta los dientes y maltrata la mecánica de la máquina en las rectas, también lo da todo en la vida, y el premio le ha llegado.

 

 

 

Degenkolb, Trek y la velocidad

En proceso de rizar el rizo que se han embarcado las grandes marcas, Trek le hizo a John Degenkolb una pieza a medida que representaba por un lado su carácter motero, por el otro su vinculación a la velocidad.

A inicios de año, la marca americana nos enseñó la Domane Café Racer para la bestia alemana.

Una pieza con base de metal líquido con «un matiz ahumado oscuro y sencillas bandas de competición» según reza la información del programa de colores en Trek.

Buscaron los números de la suerte de John y han dado en el clavo.

Tras ganar rápido en Mallorca, a  inicios de año, ha conseguido estrenarse en el Tour, en el momento posiblemente más decisivo de su carrera.

«Es felicidad pura, llevo persiguiendo este triunfo desde hace mucho» describió.

 

 

 

Ha puesto final a dos campañas de muchos «casi». Ahora ya lleva un trofeo a su vitrina.

Es el premio a la paciencia, a la constancia, al reciclaje –Degenkolb aprendió a frenar con cuatro dedos tras el accidente– y al trabajo bien hecho.

El ciclismo ha sido justo, y no es que lo sea muchas veces.

Imagen tomada de FB de Trek- Segafredo

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