Chris Froome
Si Froome hubiera atacado a Wiggins…
A Froome las cosas no le han ido mal tras respetar el mando de Wiggins en el Tour 2012
En el mapa del dominio que ha dibujado el Team Sky esta última época del ciclismo, el Tour de 2012 fue la puerta al infierno.
Hubo una precuela curiosa, que ganó un tipo singular del que rara vez se volvió a saber, Juanjo Cobo, quien tuvo el «honor» de ser el último y único que dejó a dos Sky en la parte baja de un podio.
Eso fue en la Vuelta 2011, al año siguiente las aguas bajarían por el cauce normal, por que hemos visto desde entonces, año tras año, Tour tras Tour.
El tren negro de entonces ya se pergeñó en el Dauphiné de antes: Boasson Hagen, Rogers, Porte y Froome debía secundar la gran y multimillonaria apuesta que Dave Brailsford había hecho por Wiggins.
Así fue durante el Tour, pero Froome, que entonces era joven e inexperto, tuvo dudas del plan trazado.
Aquella jornada que Bradley Wiggins caminó por el filo, etapa con final en La Toussuire, el propio Froome tuvo dudas, admite hoy dudas.
Unas dudas que venían fundadas de la debilidad de Wiggins en la montaña de la Vuelta, diez meses antes, y también por que Froome, como todo hijo de vecino, tenía sus ambiciones.
Ambiciones que se disparan cuando, te pones a tirar o haces un cambio de ritmo y ves gente sacando el cuello por encima de la camisa.
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Aquel Froome, el del molinillo, el anterior a su primer Tour, aquel del Ventoux y las mil teorías sobre sus aceleraciones, era una máquina de matar.
Chris Froome admite la tentación pero para su bien y el del equipo no quiso saltarse el plan establecido.
Al final, por eso, e incluso con la debilidad mostrada, Bradley Wiggins ganó esa carrera con más de tres minutos porque aquel Tour, posiblemente, fuera el último que tenía contrarrelojes decentes.
Froome pensó entonces en los Tours que habían de venir
Él tenía margen y Wiggins estaba en la cresta de su madurez física en la carretera, madurez física, y también mental, porque con el tiempo vimos que lo que el largo Sir logró ese verano ni se lo plantearía de nuevo.
Fueron tantas las servidumbres, el sacrificio y el dolor de aquellos meses que una y no más.
Sin embargo, nadie puede escapar al escenario lúbrico de un ataque de Froome que desarmara a Wiggins.
Froome pensó entonces en muchos Tours por disputar.
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Hoy ha ganado cuatro, y opta a un quinto, pero verte en la pomada de la mejor carrera del mundo es algo que, o coges muy fuerte, y luchas por ello, o a veces no te vuelves a ver en una igual.
Chris Froome fue frenado entonces, le hicieron volver al redil.
En el Team Sky no hay vaciles sobre liderazgos y jerarquías, y se han mantenido incluso en circunstancias desfavorables.
Hoy, siete años después, Chris Froome podría contar cuántos corredores han tenido que echar el freno por ayudarle a él.
«Hoy por ti, mañana…» Chris Froome tuvo las luces entonces de parar, como han parado por él grandes corredores tipo Richie Porte, Wouter Poels, Geraint Thomas, Michal Kwiatkowski o Mikel Landa.
Corredores que muy posiblemente nunca llegarían al nivel de su líder, pero que sí demostraron tener piernas para hacer algo bonito.
Algo que para desgracia del espectador siempre quedará en la imaginación que este ciclismo del Team Sky ha empequeñecido.
Un Team Sky que desde ya se llama Team Ineos.
¿Qué hubiera pasado en el Team Sky si Froome no hubiera esperado a Wiggins?
Imagen tomada: Eurosport
Chris Froome
Froome sin Tour, la realidad se acabó imponiendo
No creo que la bici sea la culpable de que Froome no esté en el Tour
Me cae bien Chris Froome, siempre me ha caído bien, me ha parecido un tipo correctísimo en el ciclismo de insultos e insinuaciones en el que logró triunfar en cuatro ediciones del Tour de Francia.
Desde la cuenta le hicieron pagador de errores de otros y, aunque en más de una ocasión se arrogó una autoridad moral muy cuestionable, nunca le recuerdo un mal gesto, una palabra más alta que otra ante nadie, fuera rival o compañero.
Leo que en el ocho del Israel para el Tour, Chris Froome está fuera de la lista.
La noticia, que no sorprende a cualquiera que siga este deporte con regularidad, le ha pillado con el pie cambiado al inglés.
No hemos visto la mejor versión de Froome en estas declaraciones.
Dice que estaba listo, que su condición era buena pero que las bicicletas le jugaron una mala pasada en momentos clave para la elección del ocho del Tour.
Me cuesta creer que todo fuera por la bicicleta, marca Focus, donde, si no voy equivocado, él es inversor.
Desde que pisara el podio en 2018, Froome no ha vuelto a estar delante en el Tour, y mejor momento fue meterse en la escapada de Alpe d´Huez el año pasado, quedando como un juvenil al lado de Pidcock en el descenso del Galibier.
Es el único momento, si no me equivoco, que se le cita en los ocho episodios de Netflix.
Israel el año pasado ganó un par de etapas en el Tour, y para el año en marcha ha juntado un buen equipo, lleno de cazadores.
Sin embargo, un Froome a nivel aceptable podría entrar perfectamente en ese ocho.
Otra cosa es que la realidad, tanto tiempo después, se haya acabado imponiendo.
Recuerdo a Oscar Guerrero, técnico del Israel, contando en nuestro podcast, hace dos años y medio, que no descartáramos a Froome en su empeño de volver a disputar el Tour, el que sería su quinto Tour.
Todos quisimos creer en la historia de Froome, pero la realidad, como digo, ha sido terca.
Chris Froome ha sido una sombra de sus mejores años, a tal extremo que nos cuestionamos si le rentaba esa imagen después de ganar tanto y tan grande.
Él, evidentemente, se puede retirar cuando le plazca, y pegar os butrones que le vengan dados, como tanto he leído por ahí, pero las lesiones que se hizo en su día dejaron servido este final.
Chris Froome va a pasar a a historia como el primer corredor que se quedó en cuatro Tours, ojo cuatro, lo que le convierte en leyenda absoluta de este deporte, una realidad tan real como que el Tour dejó de estar en su radar aquella tarde de junio cuando se estrelló en calentamiento de una crono del Dauphiné.
Chris Froome
¿Qué haces corriendo Chris Froome?
Para Froome volver a montar en bici y competir es suficiente motivo para ser feliz
Dice Chris Froome que la gente le pregunta qué hace corriendo aún.
Dice que es cuestión que más veces le hacen, extrañados, al verle tan lejos de los puestos que frecuentaba allá por 2018.
Ojo que Chris Froome no gana desde su soberbia victoria en la etapa reina del Giro de Italia de 2018, a los dos días de aquella gesta ganaría su primer Giro de Italia.
Primero y único, pero suficiente para desmarcar a Chris Froome como el mejor vueltómano en activo del pelotón, ahora más si cabe con la retirada de Vincenzo Nibali.
Muy posiblemente, el inglés quede como el único ciclista de la historia, hasta este momento, en haber ganado cuatro veces el Tour de Francia.
No entrará en el club de los más grandes por una victoria que bien podría haber sido en 2018, pero prefirió irse al Giro y hacer más rico su palmarés.
Froome comenta en esta entrevista que tardó un año en caminar sin cojear tras el hostión que se pegó en aquella previa de la crono del Dauphiné de 2019.
Días curiosos aquellos, tuvo un accidente bestial, pero al mismo tiempo se le proclamó ganador de la Vuelta 2011 por descalificación de Juanjo Cobo, casi ocho años después.
Desde entonces, Froome ha retomado un camino lleno de unos sacrificios brutales para seguir montando en bici y ser «pro» en toda su acepción.
Fue triste verle en la primera etapa de la Vuelta a España de 2020, quedándose de los primeros aquellos días en los que se nos prohibía salir de casa a ver los ciclistas.
Luego en el Tour 2021 se estrenó con el Israel y el año pasado tuvo a bien pillar la escapada buena de Alpe d´Huez, cosa que tenemos bien presente gracias al descenso del Galibier que nos regaló Tom Pidcock poniéndole en el filo.
Entrar en esa escapada es el clavo ardiendo en el que se agarra Froome para, al menos, volver a ganar algo, objetivo ambicioso en este ciclismo en el que nada se regala, pero que me gustaría fuera una realidad porque Chris Froome es uno de los ciclistas más importantes del pelotón, por antigüedad y jerarquía, aunque no ejerza como tal.
Es un tipo normal, sencillo, que sonríe y se para a firmar una camiseta si se le solicita con educación, que está demostrando que con lo más sencillo del mundo se puede ser feliz.
Y para él, montar en bicicleta como lo hacía antes del accidente, aunque en partes más anónimas del pelotón, ya es un objetivo cumplido.
Y no, no le ha pegado el butrón que muchos le atribuyen al Israel, cobra bien, pero no los cinco kilos que se ha dicho, aunque con sólo su presencia, con sólo su sonrisa, esté blanqueando un nombre que sin duda no pasa desapercibido por los tristes motivos que todos sabemos.
Chris Froome
El Tour 2022 le dio la razón a Chris Froome
El Tour 2022 ha devuelto el crédito que Chris Froome buscaba
Chris Froome ha anunciado en la víspera de la etapa de Hautacam que deja el Tour 2022, el Tour que le ha devuelto parte de lo que el ciclismo le debe.
En este tiempo, desde su horrible caída hace más de tres años en un calentamiento de crono para el Dauphiné, nos hemos preguntado de todas las maneras posibles por la vuelta de Froome.
Hemos analizado sus heridas y posibles secuelas, hemos comentado sobre su recuperación, hemos hablado con Oscar Guerrero, en el staff del Israel y la conclusión siempre era la misma: es muy improbable que consiga ser quien fue.
Pero una cosa es lo que nosotros, aficionados, pensemos y otra lo que Froome perseguía con esta empresa.
No es la primera vez que digo, con respeto, eso siempre, que este tío es un profesional, que no entendía qué diantres hacía Froome sobre una bicicleta, por medio mundo con una jubilación perfectamente ganada.
Hasta hace bien poco, cada carrera en la que Froome concurría era un poema, un ciclista con un nombre monstruoso quedándose a las primeras cambio, cuando la carretera se complicaba.
Él, sin embargo, ha seguido haciendo, disfrutando del regalo que le implica seguir compitiendo.
Incluso diciendo que sí, que seguro que volvería a ser el de otras veces, cosa que creo ni él mismo nunca se creyó.
Pero hay matices, existen grises, entre ser el que era y el que salió de aquella desastrosa caída hay muchas versiones que queríamos ver y la del Tour 2022 ha sido interesante, bonita, incluso diría que le ha dado la razón, en parte, a Chris Froome.
Ha estado presente en la carrera, se ha dejado ver en días puntuales y de hecho formó parte de la escapada buena de Alpe d´Huez, una cima que, si miramos la historia, nunca se la ha dado muy bien, pues en ella ha vivido malos momentos vestido de amarillo.
Froome ha sido el alma de su equipo cuando peor lo tenían
En una puja sin cuartel por mantenerse en el World Tour, Israel ha puesto leña con dos victorias etapa y una actuación colectiva muy interesante, con gran presencia en gran parte de los días.
Una actuación coral en la que Froome ha brillado y contribuido como uno más entre nombres consolidados y veteranos.
Una vuelta a los orígenes que dibuja el perfil de este ciclista, un grande de su tiempo y de siempre, que seguramente se quede en la historia como el único, ahora mismo, con cuatro Tour de Francia, a caballo de nombres como Lemond, Bobet, Hinault, Anquetil e Indurain, entre otros.
Esa es la dimensión de Chris Froome, y sólo con lograr lo que ha logrado en el Tour 2022, partiendo desde cero, merece toda nuestra admiración.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Chris Froome
La «indecente» jubilación de Chris Froome
Es imposible pensar que vuelva el gran Chris Froome
Cierto, lo sabemos y lo estamos viendo, cada carrera en la que concurre Chris Froome es la misma historia, sólo le vemos en la parte trasera del paquete, luchando por no quedarse, eso cuando el molinillo no le da para más y se descuelga.
Sus etapas en línea son lo que estamos viendo, en las cronos y montaña otro tanto de lo mismo.
Desde esa caída hace casi tres años, entrenando en Dauphiné, al huesudo británico ni se le ve, ni se le espera por cabeza de carrera.
Él, al mismo tiempo, vende una realidad que no acabamos de identificar, como que su planificación para el Tour va por lo establecido y que todo está bien.
O nos perdemos en los detalles o no le encontramos explicación.
La parte de ciclista en activo que muestra Chris Froome cada vez que compite es más pequeña según pasan los años.
Dijo un día inspirarse en Valverde, para alargar su trayectoria, pero es complicado verlo
Ahora mismo Chris Froome no entra en pronóstico alguno para el Tour de Francia.
Es más, ni siquiera acercándose al que fue le sería suficiente con los monstruos que están velando armas para la mejor carrera del mundo.
Él sigue con un discurso sostenido en el año largo que lleva en un equipo cuya finalidad, más allá del blanqueo, no adivinamos.
Nos duele y lo admitimos.
Mientras algunos se desmoronan en público porque aspiran a ser quienes fueron, pero las cosas no les sale, a Pinot me refiero, Chris Froome se pasea por las carreras con una complacencia que no creo se aplicara mucho cuando ganó todo lo que ganó.
Que hablamos del corredor en activo con el palmarés más valioso, al menos en grandes vueltas, pues en la historia como él se cuentan con los dedos de la mano.
La tristeza que produce un tipo de su trayectoria dando continuamente la misma imagen es indescriptible y da juego a quienes hablan de «butrón» por la nómina que le cae del equipo.
Muchos preguntan ¿cómo es posible que Froome cobre ese dinero?
La respuesta es sencilla, gana cuatro Tours, y todo lo demás, y luego podrás acceder, aunque sea por un tiempo, a ciertos contratos.
El problema es que Froome no es consciente de que la gente le recordará por lo que vemos hoy, pues es lo más reciente, que por lo que fue anteriormente.
Desconozco si le preocupan estas percepciones o no de la gente, pero en ellas va en juego su recuerdo y en el mismo su legado.
Cada uno es muy libre de alargar lo que le plazca, pero hacerlo tiene consecuencias y tengo la impresión que Froome está dilapidando todo lo que construyó durante ocho años.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
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