Ciclistas
Todos pensaban que era imposible salvo Nibali
En el libro “Sky´s the limit” cuya versión en castellano divulgó «Libros de Ruta» hace unos años, se explican los miedos que el equipo inglés tenía en sus primeros días en el pelotón. Vinieron con toda la caballería de la pista, con la tecnología propia de la misma, diciendo que le iban a darle la vuelta al negocio ciclista como si de un calcetín se tratara.
El objetivo de Dave Brailsford y su equipo era loable, pero ya sabemos de la soberbia anglosajona cuando se creen en posesión de la verdad. Aquellas pretensiones chocaron contra lo que ellos llaman “viejo ciclismo”, es decir la cuna latina de este deporte, que no deja de ser el colchón sobre el que descansan las bases del ciclismo. Hablamos de Francia, de España y de Italia, sobretodo de Italia.
En la bota surgieron voces discrepantes sobre el dogma de los hombres de negro, voces que hablaban de pasión, de entrenamiento por sensaciones, de leyenda y de tradición. Recuerdo a Paolo Bettini hablar en ese tono, también a Vincenzo Nibali, ganador de la Vuelta de 2010, el año del estreno del Sky. El ciclista, al calor de su Sicilia natal, entendía todo esto como algo más que números, vatios y rendimientos.
Pero a Nibali le tocó probar a medicina del Sky en el Tour de 2012 cuando se dio de bruces contra el muro formado por el mal avenido dúo Froome & Wiggins, una dupla, pertrechada en el magma estadístico de su SRM, el aparatito de los vatios, que le superó con solvencia.
Aquello, que amedrantaría a cualquiera, hizo crecer a Nibali y empezó a demostrar que sus teorías estaban en lo cierto. Al año siguiente batió a Chris Froome en la Tirreno en una jornada para enmarcar en medio de un diluvio. Al poco vio como todo el Giro se plegaba ante la presencia de Wiggo, vigente ganador del Tour. Eclipsado, Nibali tomó el mando desde el minuto uno, convirtió el camino del sur de la bota en una trampa continua. Wiggins acabó abandonando. Nibali ganó el Giro, su segunda grande.
En la salida del Tour de 2014, en medio de la locura inglesa por este deporte, Nibali era el tercer espada de la terna de favoritos. Se le presentó la ocasión y la aprovechó. Ganó en Sheffield, con todos los grandes viéndole el dorsal, y produjo una jornada antológica por el encharcado pavé que llevaba a Arenberg. Ni Froome ni Contador siguieron en esa carrera, eso jugó a su favor, qué duda cabe, pero el siciliano no perdonó y se llevó el Tour a placer. Su tercera grande.
Con esos antecedentes, y algún otro episodio, alguno desagradable con motos y coches de por medio, era obvio que Nibali iba a jugarlo todo en el fin de semana final de Giro. Se pasó media carrera luchando por no quedar descolgado, sufriendo camino de Corvara, maldiciento su forma y su bici en la cronoescalada, descolgado en Andalo, con el agua al cuello en Agnello,… un suplicio por entregas que tuvo un giro en el descenso previo a Risoul, cima que ya había coronado de amarillo y que ahora le serviría la maglia en bandeja, su cuarta grande.
Nibali dijo que venía a ganar y para ello corrieron él y su equipo, que con él al comando funciona como un reloj suizo. No quiere disputar el Tour, sabe que con Froome,Contador y Nairo tiene mucho que perder. Para eso fogueará a Fabio Aru. Él piensa en objetivos reales, en Río de Janeiro, por ejemplo, ahí se ve como en Lombardía. Una medalla olímpica cuadraría el círculo.
Imagen tomada del FB del Giro de Italia
INFO
Peñíscola y alrededores en bicicleta
Ciclistas
Tirreno-Adriático: Juan Ayuso en hora y forma
Juan Ayuso puede añadir la Tirreno-Adriático a un inicio de 2025 inmejorable
No ganó de forma aplastante, quizá acostumbrados a ver exhibiciones brutales vestidas de UAE, pero la temporada de Juan Ayuso, hasta esta Tirreno-Adriático, está siendo de 10.
Los rivales los conocíamos, estaban marcados, incluso un Filippo Ganna, y eran buenos, Tom Pidcock, hiperactivo, Jai Hindley y el propio Mikel Landa.
Ninguno se lo puso fácil.
Pero Juan Ayuso, marcado desde la salida, vivo y con todas las opciones de cara a esta etapa reina, cumplió el pronóstico.
La etapa había arrancado muy movida, con Mathieu van der Poel atacando desde el kilómetro 0, lo que prometía emoción.
Después de un ritmo frenético, finalmente se escaparon ocho corredores: Gianni Vermeersch, Benjamin Thomas, Samuele Battistella, Jasper Stuyven, Chris Hamilton, Magnus Cort Nielsen, Andrea Vendrame y Andrea Pietrobon.
El pelotón no dejó que la fuga se distanciara demasiado, con equipos como Bahrain y UAE interesados en la etapa, ya que era la única montaña del Tirreno-Adriático.
La diferencia comenzó a reducirse en la subida final, donde primero Bahrain y luego UAE, excelso Del Todo, como el año pasado en esta misma carera, pusieron presión a Filippo Ganna.
Vendrame, que ya había ganado una etapa en esta carrera, se lanzó en solitario con 5 kilómetros para la meta. En esa misma subida, Ganna fue descolgado del grupo por Isaac del Toro, quien, como decimos, impuso un ritmo muy duro.
Poco después, Ayuso atacó y, tras él, se unieron Pidcock y Hindley.
Mikel Landa logró conectar con ellos, pero Ayuso no dejó de atacar. En los últimos 3 kilómetros, el español lanzó varios ataques hasta dejar atrás a sus rivales.
Fue una gran demostración de madurez de Ayuso, quien, pese a la presión y las expectativas sobre sus hombros, controló la situación y ganó con autoridad.
Pidcock fue segundo y Hindley tercero, y no se lo pusieron fácil.
Imagen: FB TirrenoAdriatico
Ciclismo
La caída y abandono de Vingegaard son una muy mala noticia
Ciclistas
La seguridad le quita el sueño a Vingegaard
La caída de Itzulia ha disparado los temores de Vingegaard sobre la seguridad
Para Jonas Vingegaard el accidente de la pasada Itzulia puede ser un antes y un después, lo admitió en su día y ahora lo refleja cada vez que habla de seguridad en el ciclismo.
Ciclistas
Jasper Philipsen va para MVP
Hay pocos ciclistas más valiosos que Jasper Philipsen
Podríamos decir que Jasper Philipsen aún no está en la mesa de los grandes, pero sin duda es uno de los ciclistas que más se acerca a reclamar su lugar.
Hoy en día, Philipsen es uno de los corredores más valiosos del pelotón, no solo porque tiene el nivel para competir y no desentonar al lado de ciclistas como Mathieu van der Poel, sino también porque ha demostrado ser capaz de asumir el mando en momentos cruciales y decidir las carreras a su favor cuando la situación lo requiere.
En las últimas temporadas, el belga ha dejado huella, especialmente con sus victorias en el Tour de Francia y en la Milano-San Remo.
Además, sus dos segundos puestos en el París-Roubaix resaltan la consistencia y el nivel de sus actuaciones.
Es impresionante la cantidad de victorias que ha logrado, muchas de ellas de gran calidad.
Su capacidad para adaptarse y brillar en diferentes escenarios lo ha consolidado como uno de los referentes del pelotón.
Es cierto que a veces se le ha señalado por su actitud algo «mafiosa», como aquella vez en el Tour de Francia, cuando mostró una ambición y control casi abusivos dentro del pelotón. Sin embargo, no se puede negar que Philipsen ha evolucionado hasta convertirse en un ciclista indispensable en la actualidad, un verdadero diferenciador en la carretera.
Su presencia, por ejemplo, ha elevado el nivel de su equipo, Alpecin, y le ha dado a la formación una dimensión competitiva que rivaliza con los grandes equipos.
Mientras que a Van der Poel no se le conoce tanto por sacrificarse por un compañero, Philipsen ha demostrado ser un corredor por quien Mathieu pone el equipo por delante cuando es necesario.
Además de su talento, Philipsen destaca por el buen ambiente que transmite en el pelotón, manteniendo una buena relación con otras grandes estrellas, como Tadej Pogacar y Michael Matthews.
A pesar de sus momentos de tensión, su carácter competitivo y su espíritu de equipo han sido clave para consolidarlo como uno de los ciclistas más completos.
En cuanto a su evolución como sprinter, Philipsen ha dejado atrás las críticas que alguna vez recibió, como cuando nuestro querido Adrián García lo apodaba «Jasper Disaster».
Hoy es uno de los sprinters más letales, habiendo superado las 50 victorias, muchas de ellas de gran nivel, como las nueve etapas del Tour de Francia y varias etapas en la Vuelta a España. Además, su victoria en Kuurne-Bruxelles-Kuurne este año ha sido una clara señal de su potencial, demostrando a Visma que en Alpecin tienen un rival formidable.
No solo es un hombre de victorias en el sprint, sino también un corredor versátil.
La victoria en el Gran Premio de Escalda de hace dos años, donde brilló rodando de manera sublime sobre los adoquines, lo consolidó como un gran especialista en terrenos difíciles, donde se mostró eficiente y competitivo, conectando con otros velocistas belgas que también dominaban las piedras.
Hoy, la presencia de Philipsen es uno de los principales alicientes para poner en aprietos a Pogacar en la Milan-San Remo.
Como es bien sabido, si Van der Poel no logra romper la carrera, Philipsen será uno de los hombres clave.
Este 2025 ya ha comenzado a demostrar cómo puede hacerle daño al mejor ciclista del mundo, reafirmando que está preparado para luchar por los títulos más prestigiosos.
Imagen: A.S.O.
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