Mundo Bicicleta
Sólo Eufemiano Fuentes puede dibujar los límites de la “Operación Puerto”
Se gustaba ayer Eufemiano Fuentes en la entrada de la vista para la Operación Puerto. Se veía guapo, teñido, castaño. Carlos Arribas así lo atestigua hoy en su crónica de juzgados insertada en las páginas de deportes. Sí, juzgados en deporte. Dos cuestiones íntimamente ligadas. Cosidas casi. El ginecólogo canario lamentaba que la sanidad pública le pagara un sueldo mientras él estaba en Madrid quemando etapas de esta desgracia llamada Operación Puerto.
Dicen quienes le conocen dicen que Eufemiano es un encantador varón. Un “vende motos” de primera categoría y calaña de médico poco escrupuloso. Le gusta ser puntual en el cobro de sus emolumentos. La crónica tuiteada de la jornada desde el juzgado por el jefe de polideportivo del Diario As, Juan Gutiérrez, nos dio la pista. Se tomaba tantas molestias para que sus pacientes no cayeran anémicos. Probrecicos. Se les sacaba sangre y se les reinsertaba para evitar tan común dolencia. Pero si hasta el propio Eufemiano tenía más hematocrito que sus clientes.
El juicio de la Operación Puerto arranca seis años y medio después de explotar el caso. Aquella tarde de mayo cuando sorprendidos, la crisis no asomaba aún, Manolo Saiz ocupaba todos los titulares de las ediciones de la jornada. Mientras Ivan Basso lograba su primer Giro de Italia a miles de kilómetros le estaban cincelando un traje de madera para una trayectoria deportiva que se animaba interesante una vez Lance Armstrong colgó la bicicleta.
Desde entonces, la Operación Puerto ha sido el ataúd de la credibilidad de España como “milagro deportivo” y cada muesca que surgió a su amparo un clavo en su tapa. Lamentamos tan lúgubre vocabulario pero la razón de este terrible suceso alumbra más sombras y vaguedades que certezas. La OP es una desgracia.
Y mientras, estos años, de vilipendio generalizado, Eufemiano Fuentes cayó lo que en su día dijo que podía decir, y no es otra cosa que esta patraña de un secretario de estado que optó a dirigir Madrid era la podredumbre entera del deporte español y no sólo del ciclismo. De la OP sacamos en limpio un puñado de corredores apestados, sin sanción aparente, varias estrellas escaldadas, el más obvio Jan Ullrich que colgó su máquina, y un ciclista español que tuvo que hacer un paréntesis en su trayectoria deportiva porque desde fuera nos la tienen jurada.
Eufemiano dijo, incluso en este juicio lo ha repetido, que atletas, tenistas y futbolistas pueblan su agenda de pacientes. Pero ¿por qué no lo dice? Es más, cualquier persona con dos dedos de frente, y eso entre los responsables del tinglado es mucho pedir, sabría a ciencia cierta que cualquier otro deporte sería más lucrativo que el ciclismo. Muchos dicen saber de Eufemiano desde los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Yo sinceramente lo he oído demasiadas veces. Al final las vergüenzas son tales que taparlas significará un milagro.
Eufemiano sigue ahí. Sabedor de que su pena de cárcel no tiene visos de cumplirse gozando de las bondades del país más garantista del universo y consciente de que el sistema no le va a apretar para que cuente todo lo que sabe por un sencillo motivo: no interesa que lo cuente. Eufemiano no va tirar de la manta por que no se le insta y el caso que nació como el mayor escándalo de dopaje de la Europa moderna va camino de ser cerrado como una cuestión de salud pública. Luego quieren los Juegos Olímpicos en Madrid.
Foto tomada de http://feeddoo.com