Tadej Pogacar
Pogacar corre para la Milán-San Remo del futuro
Cada edición que pasa, Pogacar está más cerca de la Milán-San Remo
Claro que decir que Pogacar está cerca de ganar la Milán-San Remo con el paso de los años no significa que un día vaya a ganarla, pero como decían en mis tiempos de escuela: progresa adecuadamente.
En dos veces que el esloveno ha estado aquí ha sido factor determinante en el desarrollo de la carrera, e incluso esta vez ha rozado el podio.
Cuando hace una semana finalizó una París-Niza «canibalesca», pensamos con nitidez en Tadej Pogacar como la rueda a vigilar en esta Milán-San Remo.
En este proceso, cupieron los sueños más lúbricos, hasta que era posible un ataque ganador desde la Cipressa.
Pero como el propio corredor admite, ésta es una carrera complicada no, lo siguiente, una suerte de ruleta en la que él nada en medio de ciclistas más experimentados y en un terreno extraño para él, carente de la dureza que necesita para ganar.
Ahí reside, por eso el encanto del reto, compitiendo por ganar la Milán-San Remo, Pogacar está completamente fuera de su zona de confort.
Pero ello no le amedrenta, este tipo es «Juan sin miedo», como digo de otros, tipo Pidcock, que lo compiten todo como si nada les importara o condicionara.
Al igual que el año pasado, hemos visto que a Pogacar le falta la receta para la Milán-San Remo.
Hace 365 días estuvo en la pomada, su equipo hizo la selección desde la Cipressa al extremo que se quedó casi sin efectivos en el Poggio.
Luego vinieron Mohoric y su descenso del Pogggio
En esta edición Pogacar y UAE optaron por otra estrategia, tener más gente en el Poggio, propiciar que Wellens le lanzara y a jugarse la fuerte.
No hubo tanta dureza, y Van der Poel tuvo lo suficiente para darle réplica y dejarle atrás… en sus mismas narices.
Pero el proceso sigue, Pogacar prosigue su conocimiento de la carrera, sus matices, los puntos, las referencias y creo que poco a poco está más cerca de domarla un día.
Por eso no le descartéis para el futuro, esta esponja sobre bicicleta corre para ganarla en próximas ediciones, sabemos que será determinante, otra cosa es que acabe de ganador, pero su obsesión de ganar todo lo gordo una vez en la vida le devolverá a este escenario en el futuro.
Imagen: FB Milano Sanremo
Tadej Pogacar
Poco se habla del mundial de Tadej Pogacar
La relevancia de Pogacar en el ciclismo se explica en este mundial
Han pasado seis días de la medalla de bronce de Tadej Pogacar en el Mundial de fondo de Glasgow y le he dado varias vueltas a la carrera que realizó el esloveno.
Bueno, más que a la carrera, a la propia determinación de venir aquí, dos semanas después del Tour y batirse con los especialistas en su terreno tras pasar un mal trago competitivo en Francia.
Sé que cuando Matxin nos dice que Pogacar es un chico feliz montando en bicicleta, podemos tomarlo como un tópico sin más, pero es que la actitud del esloveno corrobora que eso no son sólo palabras, que haya estado en el mundial de crono, una semana después del de ruta y que se haya batido con nobleza y con lo que tenía, me parece un monumento al ciclismo.
Pogacar vino al Mundial con su segunda plaza en el Tour aún fresca.
Lo confirmó a los pocos días de acabar la gran carrera, confirmando sendos mundiales, sabedor que aquí tenía, sobre el papel, más que perder que ganar.
El domingo pasado dio la cara en un circuito que no voy a decir que no le iba, pues al final parece que todo le va bien, pero que sí le dejaba en inferioridad ante esos rivales.
Claro que a Van der Poel, Van Aert y Pedersen, en especial, ya los había batido en su casa, en Flandes, sus campas y muros, con nitidez absoluta, en uno de los hypes del año.
Pogacar fue bronce tras plantarse un sprint «walking dead» a Pedersen, toda vez que Van Aert se le había ido.
Un doble ganador de Tour, con todo lo que arrastra en su palmarés, disputando un bronce hasta el desmayo.
Se vio cómo salía de la rueda de prensa, casi arrastrado por sus auxiliares por el cansancio extremo que le dejó la carrera.
Cuatro días después Pogacar compareció en la crono y fue doblado, como hace un par de años, por Filippo Ganna.
Me dolió verlo, pero al mismo tiempo dimensionó el carácter de este corredor que todo lo disputa como nunca habíamos visto antes o que, cuando no se ve para ganar, tampoco renuncia.
Quedó más allá del puesto 20 y Eslovenia se queda con una plaza en la crono de París 2024, igual que España.
Que pasó la semana en Glasgow lo corroboramos viéndole dar el avituallamiento en la carrera femenina.
Pogacar haciendo de auxiliar de su selección (Eslovenia) en la prueba femenina y esperando a su pareja Urska Zigart. pic.twitter.com/Eb5vs29gQQ
— Joan Prats (@JoanPrats360) August 13, 2023
Dije en su día, en las jornadas de depresión del Tour, que ojalá Pogacar nunca cambiara su forma de correr y lo mantengo, es la joya de este ciclismo, el que más reluce y mejor lo vente.
Este mundial de Glasgow es otro motivo más para quererlo.
Tadej Pogacar
Tour: La gran lección de Tadej Pogacar
El encaje de la derrota en el Tour engrandece a Pogacar
Ahora mismo diríamos que Tadej Pogacar tiene todos los números para ser segundo del Tour el domingo en París, pero a ver cómo se le da la batalla final de los Vosgos.
Mientras todos nos preguntamos ¿qué le ha pasado al esloveno?
Podría decir muchas cosas, podría citar varios motivos, y posiblemente me equivocaría en casi todo.
Sencillamente puedo decir lo que hemos visto todo: Tadej Pogacar ha reventado, ha dicho basta. el cuerpo no le ha dado más de sí y este Tour tampoco lo va a ganar.
Ha sido una explosión tan grande como histórica, tan inesperada como ejemplar sobre la persona.
Pues con eso me quedo, con la persona que va detrás de esa cara, pose y maillot blanco.
La forma de encajar la derrota de Pogacar ya la conocíamos, pero ésta ha sido dura, por lo inesperada y masiva que ha resultado.
En 24 horas y pico ha pasado de diez segundos a estar a una eternidad de su gran rival.
Eso, cuando dedicas tu vida a este negocio, no puede ser sencillo de digerir, en especial cuando estás «matrimoniado» con la victoria como lo está él
Pogacar pisó el podio de la primera grande que corrió, justo antes de ganar dos veces el Tour de Francia.
Parecía que iba a dejar migajas al resto hasta que Vingegaard terció en su camino y el frenazo lo hemos visto todo.
Lejos de venirse abajo, de dar pena, de encajar de mala manera el momento, Pogacar nos ha dado una gran lección cómo afrontar la derrota con la misma grandeza que el triunfo.
Nunca ha dejado de ser fiel a su forma de ser.
Es un cachondo, es feliz, joven y despreocupado, se vende así, porque debe ser así.
Que haga un mortal en la piscina el día de antes no creo que le afecte en el rendimiento, lo hace porque es así, su atractivo reside también en esto y lo saca a relucir cuando puede.
igual que el año pasado bromeaba antes de venirse abajo en el Granon, éste lo ha hecho antes del díptico crono-Courchevel, el peor trago que jamás ha pasado.
Y no ha puesto paños calientes, ha admitido que no iba, que estaba vacío, roto, «muerto».
No había más que decir, fuera florituras y palabras vacías, Pogacar es amo para perder y para ganar, y el Tour es el mejor sitio para mostrar esa cara.
Imagen:
A.S.O./Pauline Ballet
Tadej Pogacar
Pogacar, sin el maillot del UAE en el Tour
Pogacar, otro campeón esloveno optando al Tour
En una semana a estas horas estaremos pasando cuentas a la salida vasca del Tour de Francia y contando en las batallas que se habrá metido Tadej Pogacar.
Porque podía existir alguna duda sobre el verdadero estado en el que iba a llegar el esloveno a la gran cita, sobre si su recuperación había sido la buena y si las cosas habían ido por el camino correcto.
Matxin nos dio las nuevas hace unos días, está en camino de su mejor versión y las lesiones de Lieja no le iban a condicionar en el resultado.
Ya veremos y comprobaremos si le va tan bien como el último campeón esloveno que optó al Tour, el amigo Primoz Roglic.
Este domingo antes de Tour es, como mandan los cánones, de campeonatos nacionales y el maillot de campeón esloveno, podemos decir que descansará en las mejores espaldas.
Tadej Pogacar se ha llevado los dos, el de crono y ruta, para seguir con esa racha tan particular suya que significa no correr con el maillot del equipo.
A Pogacar no lo conocemos, casi, con los colores del UAE, los colores rasos, los comunes al resto del equipo.
Si generalmente viste de mejor joven, esto va camino de no ser así, le queda ahora el de Eslovenia para las clásicas.
¿Qué versión tendremos de Pogacar en el Tour?
Creo que no hay duda, si no la mejor, la más próxima a la misma.
En la carrera que empieza en Bilbao en unos días, el mejor ciclista de la actualidad, sin necesidad de ser el vigente ganador del Tour, va a poner en juego la jerarquía y el orden de las cosas
Pogacar no necesitaría ganar el Tour si su vara de medir fuera la normal, lleva un temporadón, con lesión incluida, y ahora los dos títulos nacionales de Eslovenia, pero como todo lo quiere, y disputa, ganar en Francia, con varias etapas por medio, seguro que le llena los ojos.
Estamos ante ciclista de época, no lo dudéis, nos gustarán más o menos sus compañías, pero es de época, un corredor que lo condiciona todo y obliga a que pasen cosas.
Sería interesante, dentro de unos años, saber cuántas veces ha competido Pogacar con los colores rasos de su equipo, cuántas veces corrió con esa ropa, porque no sé yo si a las marcas que visten el UAE les sale a cuenta compartir este ciclista que no es un ciclista, es un regalo de emociones para el aficionado.
El sábado ya sabéis, en la grande départ de Bilbao, buscad a uno que llevará los colores eslovenos a lo máximo, y tened seguro que si tiene que poner a porfiar por el primer amarillo con Van Aert, Van der Poel y Girmay, lo hará. éste no sabe de esperar.
Tadej Pogacar
Pogacar, entre Jalabert y Gilbert: Mereció la pena incluso peligrando el Tour
Los riesgos que Tadej Pogacar ha asumido esta primavera podrían costarle el Tour
Las victorias de Tadej Pogacar, no olvidemos aspirante al Tour, en 2023 nos las sabemos un poco como la alineación del equipo de nuestros sueños: Clásica de Jaén, Vuelta a Andalucía, París-Niza, Tour de Flandes, Amstel Gold Race y Flecha Valona.
Esta animalada que tan poco cuesta escribir es la historia de una primavera que seguro tardaremos en volver a ver.
Una rúbrica de triunfos seguidos, de todo tipo y tamaño, todos con sello, el de un ciclista que se equipara con alguna historia, y no tan lejana, pues de alguna ya hemos sigo testigos.
Me refiero a primaveras de esas que quedan para siempre y que en mi caso tiene dos precedentes: la de Jalabert en 1995 y la de Gilbert en 2011.
Ambos, francés y belga, consiguieron elevar en su momento el ciclismo al estatus de excelencia con sendas primaveras para el recuerdo.
Año 1995, el francés recuperado de su horrible caída en el Tour del año anterior, logró enlazar triunfo sobre triunfo de febrero hasta abril, completando un serial que resumo rápido: París-Niza, Milán-San Remo, Criterium Internacional (carrera muy apreciada entonces), Klasika de Amorebieta y Flecha Valona.
Lo dejamos aquí, luego vinieron otros éxitos, pues hablamos sólo de primavera y sin contar podios.
Año 2011, Philippe Gilbert resulta un huracán en la ruta que se lleva, entre otras cosas, Strade Bianche, Flecha Brabanzona, Amstel Gold Race, Flecha Valona y Lieja-Bastogne-Lieja
La primavera 2023 de Tadej Pogacar se equipara a las citadass, que yo sí recuerdo bien, y creo que ha merecido la pena, incluso si su rendimiento en el Tour peligra.
Sé que la Grande Boucle es otra cosa, otro nivel, la carrera que pone ante el Mundo con mayúsculas, más allá de los estadísticos y frikis del ciclismo.
Pogacar ya la ha ganado, por eso, dos veces, y seguramente opte en el futuro a renovar corona, ojalá también 2023.
Ha arriesgado mucho este año, como nunca habíamos visto en un aspirante al Tour, en este inicio de campaña, pero podemos decir que ha merecido la pena, su comunión con el público ha sido total, su forma de correr y ganar, incluso corriendo el riesgo de ser aburrido.
Esperamos que la recuperación le vaya bien, que le tengamos de nuevo en escena y que el Tour 2023 sea la prolongación de este gran ciclismo que nos está tocando disfrutar.
Todos, hasta sus más acérrimos rivales, le queremos en la ruta, es un lujo del que no podríamos pasar nunca.
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