Ciclismo
Vingegaard y Pogacar en la París-Niza ¿qué más se puede pedir?
En la París-Niza seguiremos donde Vingegaard y Pogacar lo dejaron en julio
Pues sí, tendremos un Vingegaard vs Pogacar antes del próximo Tour de Francia, a donde conduce el camino de ambos como el que van a emprender en la París-Niza
Le preguntábamos el otro día a Matxin por la ausencia de duelos directos entre los dos mejores del pasado Tour hasta julio, y nos corrigió, ambos estarán en la carrera hacia el Sol, que no del Sol.
Aunque el propio director nos apuntó más de una vez que el danés no era el único rival de su chico, a nadie se escapa que en este frenesí de ciclismo que entra en breve en la primavera, una París-Niza con Tadej Pogaacar y Jonas Vingegaard es un cartelazo brutal.
Y no es por menospreciar a los que seguro podrán sacar tajada de esta rivalidad, me gustan las opciones de David Gaudu y Dani Martínez en este revuelto, pero es que los dos mejores ciclistas del pasado Tour parecen ahora mismo en un escalón superior al resto de mortales.
Por delante ocho días de competición que ya sabemos, siendo la París-Niza siguen un patrón similar.
Con una crono como eje, esta vez por equipos, tenemos una primera parte llena de páramos prestos a sembrar terror y helar voluntades con el viento y no sé yo si también lluvia y frío, y luego de la crono, un in crescendo de montaña que rompe con la llegada en alto, nunca muy alta para evitar historias con la nieve, y la clásica de Niza, una de las etapas que más sorpresas propician cada año.
Yo, sobre el papel, no me atrevo a apostar por ninguno.
Sólo Jonas Vingegaard me parece en disposición de pararle los pies a un Pogacar que debuta esta vez en la carrera que no sale de París pero sí llega a Niza.
No sé hasta qué punto tomar las exhibiciones de ambos en Galicia y Andalucía respectivamente, pero sí que tengo la certeza que estar muy bien de forma, aunque queden cuatro meses para que el Tour empiece el Bilbao.
Sobre el papel, van a tenerlo todo para medírsela, desde pruebas de viento y colocación, a una crono por equipos muy singular (marcará el tiempo el primero que pase por meta), un final en alto y media montaña para ver qué equipo se desenvuelve mejor.
Este Pogacar vs Vingegaard es también un UAE vs Jumbo Visma por la supremacia del ciclismo mundial.
Imagen: A.S.O.- Pauline Ballet
Ciclismo
Mathieu van der Poel ¿Y ahora qué?
El año es largo y los objetivos de Mathieu van der Poel se han cumplido en gran parte
Tras una primavera excelsa —dos monumentos más a la cuenta, exactamente igual que hace dos años: San Remo y Roubaix—, qué nombres, qué ciudades, y qué significado tienen para los cafeteros del ciclismo, Ahora nos preguntamos: ¿qué será del 2025 de Mathieu van der Poel?
Hace unas semanas ya comentamos que este año había sido elegido para volver al escenario del MTB. Crans-Montana lo espera en septiembre para los mundiales, al igual que a Tom Pidcock, campeón saliente, y quizá una de las razones por las que creemos que la Vuelta se decantó por invitar al Q36.5.
Mathieu van der Poel ya ha confirmado que su primavera ha terminado, y lo hace con cuatro victorias y un podio: los consabidos monumentos, además de La Samyn, Harelbeke y el podio en Flandes.
También compitió en la Tirreno-Adriático, pero nada que ver con aquella edición de hace cuatro años, cuando nos sacó las lágrimas con aquella actuación fenomenal frente a Pogacar, Van Aert y Alaphilippe.
Como decía, primavera finiquitada para el astro neerlandés, que desata las pasiones —y a veces las iras— de los fanáticos flamencos. Sin Amstel ni Lieja, su siguiente cita más o menos clara es el Tour de Francia.
Y no es ningún secreto que la Grande Boucle no es del agrado del nieto de Poulidor.
Una carrera de tres semanas que sólo lo ha premiado en la edición de 2021.
Allí, ciclistas como Ion Izagirre le pintaron la cara, y su rol como lanzador de Jasper Philipsen difícilmente le compensa, por mucho que sea accionista de Alpecin y se lleve de maravilla con el belga.
Así las cosas, el grueso de la primera mitad del año para Mathieu van der Poel está completado al 75% de su capacidad.
Con el pequeño lunar del Tour de Flandes, creo que lo veremos a cuentagotas: no sé si en el Tour, pero seguro en el Mundial MTB, como paso previo a un nuevo intento por el oro olímpico, tras aquella experiencia fallida en Tokio.
Y es que este corredor, convertido en uno de los grandes “killers” del pelotón, se ha transformado en un lujo contenido y esporádico. Nada que ver con lo que era hace unos años.
Ojo, que esta actitud le ha traído más éxitos importantes, de esos que marcan una carrera deportiva, y al mismo tiempo puede alargar su presencia en la élite.
Por eso, conviene disfrutarlo cada vez que sale a jugar. Porque si lo hace, es porque el objetivo lo motiva, y un Mathieu van der Poel motivado… es caviar del bueno.
Ciclismo
Un mundial en Sallanches no puede ser fácil
Sallanches y un Mundial recuerdan la gran exhibición de Hinault
Quedan más de dos años, pero a nadie se le escapa el valor simbólico de que Sallanches vuelva a acoger el Mundial de ciclismo.
No se conoce el recorrido pero lo que está claro es que la subida de la Côte de Domancy va a volver a ser la gran protagonista.
Esta cuesta es corta pero matadora: son unos 2.5 km con una pendiente media que, según Procyclingmaps, llega al 9.4%. Ahora, siendo honestos, esa cifra está algo inflada.
Con mediciones más precisas, se habla de un 8.7% real. Lo que sí se mantiene es su dureza constante: arranca con un primer kilómetro al 7% y luego se estabiliza cerca del 10%, con picos del 12%.
O sea, ni un segundo para respirar hasta casi el final, donde afloja un poco en los últimos 600 metros.
Y si como decimos, todavía no se han revelado los recorridos completos para el Mundial de 2027 en Haute-Savoie, lo que ya está confirmado es que se correrá por el mismo circuito que aquel mítico de 1980, el de Sallanches.
La única diferencia será dónde estará la línea de meta: esta vez estará un poco más adelante, más cerca del arranque de la subida y más lejos de la bajada.
Todo esto fue presentado oficialmente, y aunque aún faltan detalles del trazado, se especula que podría haber una parte inicial en línea o un circuito más grande para mostrar la región, como se ha hecho en otras ediciones recientes.
Aunque, ojo, también existe la posibilidad de que se repita algo parecido a lo de 1980 y la Côte de Domancy se suba hasta 20 veces.
Sería una auténtica salvajada.
La comparación con el Mundial de Kigali en 2025 también está sobre la mesa.
Aunque ambos eventos tienen mucho desnivel acumulado, en Ruanda ese desnivel se reparte en rampas más cortas y no tan empinadas, lo cual abre la puerta a corredores más potentes.
En cambio, en Sallanches, todo dependerá de esa subida exigente que favorece claramente a los escaladores puros.
Pogacar se frota las manos…
Ciclismo
¿De verdad que Van Aert no ganará más monumentos?
Otra primavera más, y otra primavera con el contador de monumentos intacto para Wout van Aert
¿Qué le pasa al belga?
¿Qué sucede en ese corpachón para ir de más a menos y acabar disputando el podio?
Es terrible, pero cierto: nada cambia para Wout van Aert en lo único en lo que muchos queremos ver una suma en el casillero y en el palmarés, la vara de medir más obvia de la que podemos disponer.
Salió sinceramente reforzado del Tour de Flandes: fue de menos a más y llegó a ser incluso la rueda amiga de Mathieu van der Poel cuando Pogacar ya había volado.
Finalizó cuarto porque Pedersen y su archirrival son más rápidos, pero la vibra fue buena, desmontando la invisibilidad de Harelbeke y el disgusto de A Través de Flandes.
Otra cosa fue la París-Roubaix.
Fue con el papel de «tapado de lujo», con algunos incluso señalándolo como favorito no reconocido.
Luego vemos la carrera y es desesperante: no entra en ninguno de los movimientos clave de los dos favoritos, tiene problemas en una fase para seguir el ritmo de un grupo en el que Matthew Brennan corría como si llevara toda la vida en Roubaix.
Hay un momento me cuentan en Arenberg que la gente le supera por izquierda y derecha sin que pueda salir en cabeza del grupo principal.
Se rehízo en parte, pero los dos mejores ya habían partido hacía rato, y le tocó, cómo no, perseguir.
El estado de forma y el rendimiento de Wout van Aert —como hemos visto en varios pasajes de esta primavera— se hayan vuelto erráticos, como una especie de montaña rusa que sube y baja al capricho del viento.
Es como si la solidez que siempre lo había acompañado se hubiera esfumado. No sé si es por las lesiones y caídas que le están pasando factura —lleva la rodilla como un Cristo— o si la edad empieza a hacer lo suyo.
No obstante, si el dominio de Van der Poel y Pogacar no se eterniza, hay un terreno que suele acordarse de veteranos ilustres, incluso cuando ya no cuentan con ganar: las clásicas.
Y no descartaría que Wout van Aert vuelva un día y sume algún otro monumento.
Eso sí, con el estado de forma y el nivel mostrado en 2025, no aspiraría a mucho. Y no solo por los dos de cabeza, también por los que vienen por detrás.
Ciclismo
DEP Joaquín Galera
Hermano de Manuel Galera, Joaquín llegó a ganar una etapa del Tour
Poco a poco nuestros mayores se nos van y en este caso Joaquín Galera, una de las figuras más destacadas del pelotón español en los años sesenta y no era sencillo estar en este nivel, entonces el ciclismo español tenía muy buenos ciclistas. .
Nacido en 1940 en Baúl, una pedanía del municipio de Baza, en la provincia de Granada, Galera dejó una huella imborrable en el deporte nacional, tanto por sus logros sobre la bicicleta como por su compromiso con la memoria de su hermano.
Joaquín Galera fue ciclista profesional entre 1961 y 1972, y durante más de una década formó parte de equipos emblemáticos como Kas, Licor 43, Fagor, La Casera-Bahamontes y Karpy.
Su carrera internacional fue especialmente brillante en el Tour de Francia, prueba que disputó en cuatro ocasiones: 1964, 1965, 1966 y 1969. Su momento más recordado llegó en la edición de 1965, cuando se alzó con la victoria en la 16ª etapa entre Gap y Briançon, jornada en la que el mítico italiano Felice Gimondi vestía el maillot amarillo.
También participó en tres ediciones de la Vuelta a España, en los años 1965, 1970 y 1971, logrando su mejor resultado en 1970 con un destacado octavo puesto en la clasificación general. A lo largo de su carrera, Galera sumó importantes triunfos en competiciones nacionales, como el Campeonato de España de montaña y la prestigiosa Subida a Arrate en 1964. Un año más tarde, en 1965, amplió su palmarés con victorias en la Vuelta a los Valles Mineros y en la Subida al Naranco.
Más adelante, en 1968, se impuso en la exigente Subida a Urkiola, y en 1970 consiguió una victoria de etapa en la Vuelta a Andalucía.
Pero la vida de Joaquín Galera también estuvo marcada por la tragedia.
En 1972, su hermano menor, Manuel Galera, también ciclista profesional, falleció trágicamente durante la Vuelta a Andalucía tras sufrir una caída en el Puerto del Mojón, provocada por una avería en el cambio de su bicicleta.
En el libro de Secudario de Lujo, Jaime Mir nos explicó con pelos y señales aquella horrible caída.
Desde entonces, Joaquín mantuvo vivo su recuerdo organizando el Memorial Manuel Galera, una competición ciclista que se celebró ininterrumpidamente desde 1972 hasta 2004.
Por ella pasaron grandes nombres del ciclismo nacional como Óscar Sevilla y José María Jiménez, quienes también inscribieron su nombre en el palmarés de la prueba.
Con la muerte de Joaquín Galera, el ciclismo español pierde a un corredor combativo, un referente de su generación y una persona profundamente comprometida con los valores del deporte y la memoria.
Su legado, tanto en las carreteras como en el corazón de los aficionados, permanecerá intacto.
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