Opinión ciclista

Parece que algunos celebrarían un positivo en el Team Sky

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El libro recientemente traducido sobre la génesis del Team Sky explica con nítida fidelidad lo que fueron los primeros momentos, incluso los previos, del equipo en el pelotón. Recelos, desconfianza e incluso envidia describen alguna de las reacciones de destacados actores respecto a la entrada de un equipo que cuanto menos le daría al ciclismo una dosis de innovación que sinceramente no le iba nada mal.

Airadas fueron sobre todo las reacciones vertidas desde Francia y en menor medida Italia. Dos de los países que se creen garantes de lo que es el ciclismo hoy y que no fueron precisamente amistosos en sus declaraciones por mucho que algún ciclista de esas nacionalidades recalara en sus filas. Incluso cuentan una anécdota del Tour de Omán y una parada de Boasson Hagen para ilustrar la temida hostilidad que generó, bajo su óptica, su llegada al ciclismo de carretera.

Tres años y medio después de aquellas confabulaciones e hirientes opiniones, las cosas no han cambiado en exceso. Ahora mismo podríamos valorar la labor de Sky en dos vertientes. Primero la deportiva, hasta la fecha irreprochable. Es el equipo con más posibles y fichan casi a capricho, todo ello genera que veamos las carreras que vemos. En las vueltas por etapas, sobretodo en las de perfil francés, son intratables. Sortean las competiciones con dobletes en el podio y tienen gregarios que humillan los rivales de sus líderes.

Luego está el aspecto declarativo. Desde sus inicios han querido un equipo limpio de polvo y paja. Cometieron, a su juicio, el error de contratar algún miembro, como Bobby Julich, o ciclista, como Michael Barry, con un declarado pasado vinculado al dopaje y se arrepintieron mil veces. Ante la certidumbre de que sólo con una política de tolerancia cero lograrían sacudirse el estigma de “equipo con truco” hicieron firmar a sus miembros, ciclistas incluidos, una carta que les supondría la práctica defenestración si alguno da positivo o se le saca algún trapo sucio del pasado.

Sin embargo a caballo entre la competición y entre lo que se dice, están las sensaciones que transmiten y éstas son de un dominio tal que las conjeturas respecto a lo se cuece en ese lujoso autobús se disparan hasta el extremo del descontrol. Ahora mismo creo que en Team Sky ya no saben qué hacer para demostrar que sus declaraciones de desprecio del dopaje y los dopados van de la mano de sus acciones.

Lo que sin embargo no es justo como colectivo y no habla bien del mismo es que ciertos miembros del pelotón, alguna prensa y una importante masa de aficionados esperan como agua de mayo que un positivo surja del seno del Team Sky. Sinceramente no sé qué se ganaría con todo ello. Si llega un equipo advenedizo al ciclismo de carretera, quiere apostar su prestigio y reputación al mismo y con ello lo mejoran ¿qué existe de malo en ello?.

No queremos, ni podemos, entrar en los rendimientos asimétricos de algunos de sus corredores. De si Michael Rogers con Sky volaba y con Saxo se descuelga antes o después de los mejores, de si Brad Wiggins fue flor de un día por ir más o menos colocado,… no queremos, nos negamos. En las tripas del equipo inglés hay gente con currículo y peso específico para jugar a alquimistas de la forma. No sabemos si respetando los límites o no, pero con el conocimiento y habilidades que al menos sí dan opción a ello.

Es por todo ello, que nos negamos a entrar en la caza de brujas que rodea a Team Sky. Lanzar veladas opiniones es casi tan intrínseco al ciclismo como dar pedales, y b así convertimos todo esto en un antro. Dejemos que pase el Tour, que se desarrolle la temporada, que las cosas vayan a su sitio y si pasado un tiempo prudencial –en ciclismo pueden ser lustros- la máquina no pita, celebrémoslo.

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