Mathieu Van der Poel
Mathieu Van der Poel: ¿Sabe ganar sin apabullar?
Cabe ver si un día Van der Poel es capaz de imponer con estrategia
Muchas veces pedimos lo imposible al ciclismo actual, en unos cauces muy establecidos, con instrucciones claras y precisas entre ciclistas y directores, carreras con un patrón muy marcado y un contexto en el que desviarse no es la norma, cuando aparece alguien como Mathieu Van der Poel suena a verso libre, a cosa especial.
Un chaval neerlandés, nieto de una leyenda como Poulidor, que corre y gana en varias modalidades, que no quiere las servidumbres de correr en un World Tour, pero que picotea del máximo circuito haciendo por sí sólo que merezca la pena ver la carrera.
Y así sale en cada carrera.
Hace un par de semanas se cascó un «week end» de vértigo, dando la vuelta al BinckBank Tour a cincuenta de meta y manteniendo un pulso de remar y remar con sus perseguidores hasta la misma meta y al día siguiente sexto en la Lieja-Bastogne-Lieja, es decir el mejor de los cinco que llegaron en cabeza con el famoso final gentileza de Alaphilippe.
Pero el tiempo pasa, y esas actuaciones deslumbrantes de Van der Poel en la primavera del año pasado, sobretodo, manteniendo una estadística insostenible, lo ganaba todo, se alternan con performances que hablan de estrategias muy arriesgadas, tanto que en ocasiones sus explosiones son legendarias.
Aún resuenan las sensaciones de verle hundido en la última vuelta del Mundial del año pasado, cuando entró en el grupo de cabeza y lo dio todo hasta el punto de quedase vacío en una carrera en la que apuntaba al arcoíris de ruta, un complemento perfecto para el que ya tenía de ciclocross
El año pasado mismo Flandes, la carrera a la que acude el domingo, fue el escenario de su caída y remontada para ver como el golpe certero, uno pero bueno, lo daba Alberto Bettiol, en una jornada de extrema igualdad entre los favoritos.
Y qué decir del sprint de la Flecha Brabanzona, en el mismo sitio que había batido a Alaphilippe, el francés se la devolvió dejándole perfectamente encerrado en el tramo final entre Cosnefroy, un ciclista que ha merecido mejor suerte en este tramo de campaña, y el propio campeón del mundo.
Es decir, que Mathieu Van der Poel es capaz de lo mejor y de lo peor
Meterse en el corte de Wevelgem por adelantado, y luego ir pidiendo la hora y marcando la rueda de Wout Van Aert, para desespero de éste, desespero injustificado, por que cada uno corre como le place.
Y a Van der Poel le gusta hacerlo en el alambre, cosa que al aficionado, hastiado de tanta estrategia, le pirra.
Otra cosa es pensar que este cabecita loca un día sentara las bases de una carrera bien trazada y planeada, que seguro que lo hará, pero con la necesidad de afinarlo ante rivales que corren con el plan grabado en la potencia del manillar.
El domingo veremos hasta dónde han llegado los aprendizajes de esa montaña rusa que es la carrera de Mathieu Van der Poel, en Oudenaarde se jugará la final de la campaña de piedras más breve, dispersa y rara que jamás hemos visto, pero al menos la joya neerlandesa será uno de los atractivos en la salida de Amberes, sin público pero con medio mundo viéndole por la tele.
Mathieu Van der Poel
Mathieu Van der Poel no tiene razón
Un ciclista como Van der Poel encaja en todo tipo de carreras
No ha sido el mejor Tour para Mathieu Van der Poel.
Lo comentamos el otro día, su perfil bajo y especie de desidia para cazar la fuga, nada que ver con la primera vez que participó en la carrera, cuando se pasó una primera semana proponiendo, ganando una etapa y vistiendo el amarillo.
Quien más quien menos imaginó esos días que se abría un capítulo de amor entre el Tour y Mathieu Van der Poel.
Pero nada más lejos de la realidad.
Tres Tours después Van der Poel no ha incrementado la cuenta, que se sigue en una victoria más el amarillo de esas jornadas.
En lo personal, el neerlandés no ha sacado nada en claro del Tour 2024, pero tampoco hemos visto esa proactividad tan suya años atrás, de hecho Van der Poel ha ido cerrando de forma progresiva sus miras y objetivos con el paso de los años.
Sólo le vemos en grandes ocasiones, sólo en lugares y carreras como Flandes, Roubaix, Mundial y cuatro días más.
Está claro que con esa selección se está haciendo un palmarés excepcional, pero es que parece que fuera de ese calendario no se motive como debiera.
El otro día dio un paso más allá y dijo que de seguir así, el Tour es una carrera que no tiene sentido para él, al menos en lo deportivo.
No estoy de acuerdo, el Tour 2024 ha tenido opciones de cazar fugas y armar escabechinas cerca de metas que no fueran de alta montaña.
A Van der Poel sólo le vimos escapado en el segundo grupo el día de la tierra, en un día en el que estaba entre los favoritos, y en algún cortecillo menor.
El Van der Poel de 2021 no escatimaba cualquier resquicio, el de ahora corre como si el Tour fuera la preparación para la carrera de ruta los Juegos Olímpicos.
Al menos fue clave en un par de llegadas exitosas de Jasper Philipsen, con quien forma un bloque compacto, corren como uno solo y dan un fruto brutal a un equipo participado accionarialmente por el propio Mathieu.
Han ganado tres etapas en el Tour y tres monumentos, siendo el Alpecin ¿cuántos firmaría ese balance?
Imagen: ASO
Mathieu Van der Poel
3 vaciadas de tanque, por Mathieu Van der Poel
Hemos escogido 3 días en los que Van der Poel llegó a meta sin un gramo de fuerza
Vaciar el tanque, admito que la expresión no es mía, es de un colaborador del podcast, Kike Molares desde Ámsterdam, y es una expresión que ilustra muy a las claras lo que hacer Mathieu Van der Poel.
Nos lo comentó el otro día, entre Flandes y Roubaix, nos lo había dicho antes cuando habló de esos ciclistas que le transmiten y emocionan.
Sencillamente Mathieu Van der Poel lo logra, emocionar y una de sus virtudes es esa, llegar seco a meta tras dejarlo todo por el camino, un camino lleno de rabia, lucha y una clase monumental.
En la carrera del neerlandés, en los últimos cinco años nos ha ofrecido jornadas memorables, y eso que esta segunda Roubaix que cae en su cuenta no parece haber sido una de esas carreras en las que se haya empleado a fondo, no al menos hasta la línea de meta.
Antes nos había dado jornadas increíbles en este sentido, yo quiero recordar tres.
Este mismo Tour de Flandes
Lo admitió él, se le hizo durísimo el final, largo como un día sin pan tras irse solo en el Koppenberg.
A diferencia de Roubaix las diferencias estuvieron más apretadas, admitiendo que este día había sido uno de los más duros de su carrera, al punto que insinuó que podría perjudicarle en la París-Roubaix.
No fue el caso.
Tirreno de 2021
Sí, aquella etapa de Castelfidardo, cuando en medio de la lluvia se aventuró lejísimos de meta porque tenía frío, pero no contento se volvió a ir a más de sesenta de meta.
Una victoria agónica, con Tadej Pogacar viniendo por detrás a rebañarle la victoria.
Van der Poel salvó por diez segundos, cayendo a plomo nada más cruzar la meta con el esloveno lanzado a por él.
Cuántas cábalas hicimos en los últimos kilómetros, que si llegaba, que si no, esas etapas que quedan para siempre.
BinckBank Tour 2020
En el otoño de la pandemia, en una carrera ya desaparecida, pero escribiendo su nombre en un sitio de la sugestión de Geraardsbergen, logrando culminar una escapada de más de 50 kilómetros con la zozobra de ver que podía ser cazado por Naesen. Colbreli y su hoy compi Kragh Andersen.
Como otras veces, como en aquella Amstel, cuando cruzó la meta, desplomado al suelo.
Extra ball
Permiditme hablar de otra vaciada antológica de tanque y ésta no acabó bien, cuando se quedó seco en la vuelta final del Mundial de Yorkshire, yendo integrado en el grupo de Trentin, Pedersen y Küng.
Llegó por atrás, tomó la cabeza y no la soltó hasta que, ciego, se descolgó como si el mundo se acabara en ese momento, bajo el diluvio.
Vació el tanque y no ganó, pero aprendió que con esa actitud se ganaría el cariño de la gente pero no el favor del palmarés, con el tiempo ha aprendido a sacarle todo el rédito a esa capacidad inhumana de rendir sobre la bicicleta.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Mathieu Van der Poel
Van der Poel o hacer que Roubaix parezca fácil
El control de Van der Poel en Roubaix es tan brutal como el de Flandes
Lo mismo que hace una semana en Flandes, lo mismo que Harelbeke, lo mismo que en cada cosa en la que concurre, lo de Mathieu Van der Poel camino de Roubaix es un nivel que nunca había visto, otra liga, una cosa que, como sucede con Pogacar en las vueltas, me resulta inédita.
Hoy, en la Paris-Roubaix hemos asistido a algo histórico, una forma de domar la carrera màs complicada del calendario que toda la incertidumbre, todo aquello que esperamos de esta prueba queda en el pasado.
Es así, no hay vueltas, Mathieu Van der Poel está completando todo aquello que se esperaba de él, con la dificultad que ello entraña, cuando estás tan señalando, pero lo está haciendo, a lo grande, efectivo, en un equilibrio perfecto de espectáculo y estrategia, acompañado, una vez más, por una magnífica labor de equipo.
Estas son todas las claves, éstas son las credenciales de un tío que se pone a rueda de Tom Boonen y Fabian Cancellara, doblando en las reinas del adoquín, como hicieron ellos diez años atrás, ganando en el arcoíris en el velódromo como Peter Sagan y Bernard Hinault, y acumulado seis monumentos que le sitúan uno por encima de Tadej Pogacar.
Tomad nota de los nombres que he citado para dimensionar la obra del nieto de Poupou y el hijo de Adrie.
El otro día Johan Bruyneel nos lo comentaba, coincidió con el padre de la criatura en un ciclocross de diciembre y le dijo «Johan, Mathieu está que da miedo«.
Así las cosas, el camino hacia Roubaix quedó visto para sentencia a sesenta de meta, con un ataque en un tramo de los secundarios, pero clave al final, pasado Arenberg, donde ya hizo gala de su poder, y antes de Mons-en-Pévèle.
A sesenta de meta la carrera se decantó y sólo quedó el concurso por la segunda plaza.
Siguió entonces el baile de Alpecin, el mismo que había impedido fugas de largo radio, porque Mathieu no las deseaba.
Los azules controlaron el cotarro con el pulpo Gianni Vermeerchs, en todas las ruedas, y la intimidación de Jasper Philipsen, el compañero de Mathieu que si te llevas a rueda seguro que te joderá una de las plazas del podio.
Alpecin ha ganado tres de tres monumentos y eso que algunos dudaban del equipo del campeón del mundo.
Dos Roubaix en el casillero, tres Flandes, la San Remo del año pasado, estamos asistiendo a historia gorda, a un tipo que representa una generación llamada a tirar abajo las puertas de la historia, un ciclista llamado Mathieu Van der Poel, el faro de nuestros tiempos.
Y ahora, ver qué «che cosa fa» en las Árdenas.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Mathieu Van der Poel
Moments23 Una Roubaix a medida de Van der Poel
El manejo de Van der Poel de la Roubaix fue excepcional
Ganar en Roubaix son palabras mayores, muchos grandes no lo han logrado, muchas estrellas con espacio para el pedrusco en su estantería, y éste que nunca llegó, por eso que Mathieu Van der Poel lo tenga ya es un motivo para celebrar.
Entre los grandes instantes del año está la alineación de los astros por parte del neerlandés camino del infierno.
Una carrera en varios actos en los que se jugó el éxito en el monumento más deseado y en todos Van del Poel manejó a su conveniencia con la imagen en lo más alto del podio de Roubaix.
Siempre estuvo ahí, primero en minoría, tras Arenberg frente a los Jumbo, y luego sacando partido de un compañero que fue oro.
El momento fue, por eso, más adelante, en el Carrefour de l´Arbre, en ese mal paso entre él, Philipsen y el desgraciado Degenkolb, por los suelos en la que quizá estaba siendo su última opción de repetir en el infierno.
Y llegó Carrefour de l´Arbre…
La salvada monumental de Van der Poel entre Degenkolb y Philipsen ya era una señal, la otra vino con la remontada a Van Aert, al ataque, y descolgarlo a la salida del tramo porque el belga, que para mí iba fundido, se quedó atrás con la bici rota.
Ganó el mejor, el de los cuatro monumentos, primero, segundo y primero en los celebrados este año, amasando la leyenda y alimentando un futuro que no tiene techo.
Así lo contamos ese día, con la calentura post carrera por la mente.
Esquivado Degenkolb, descolgado Van Aert… más todo lo de antes, es complicado encontrar una carrera tan a favor de obra como esta Roubaix para Van der Poel.
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Sergio Gil
18 de octubre, 2020 En 7:13
Cuando uno se siente tan superior es difícil ceñirse a las instrucciones de equipo. Eso unido a la juventud y frescura de MVDP, dan el cóctel perfecypsra poner patas arriba cualquier carrera. Lo mismo le sucede a otros virtuosos como Evenepoel o el propio Pagacar, que lanzan órdagos a lo grande a todo un pelotón cuando hay kms por delante para pasar un fin de semana visitando bares.
Bienvenida está generación de ciclistas valientes que animan el cotarro obteniendo éxito de situaciones prohibidas por los manuales de buenas prácticas.