Ciclismo antiguo
Hinault en 5 esenciales
En Hinault confluía todo a lo que aspiraba un ciclista
¿Qué se le podía pedir a un campeón? ¿qué se podía esperar de él? creo que en Bernard Hinault encontramos todas las respuestas, pues nadie como él aglutinó tanto poder real y simbólico durante su prime.
Ciclista de raza en una tierra áspera que curte y hace grandes hombres, Hinault es el último grandísimo campeón francés, el último anfitrión en ganar el Tour, en una efeméride que va hacia los 40 años de vida, lo que habla de la brutalidad de su legado.
Su nombre aparecería en cualquier lista de corrillo y caprichosa de los mejores de siempre, uno de los grandes exponentes que ha dado la historia de este deporte, marcando una generación entera y dejando huella en las que habrían de venir.
En cinco rasgos, me gustaría recordar una figura imprescindible para entender este deporte…
El campeón polivalente…
En Bernard Hinault recaían todas las características que necesitaba el campeón de ciclismo, pero en especial una versatilidad que le hacía demoledor en cualquier terreno y propósito que surgiera.
Fue un campeón moderno, que conectó con la línea de sucesión que le tocó prolongar, la de Anquetil y Merckx, haciendo de las cronos un fortín bien defendido en la montaña, donde, si terciaba, salía a por todas rozando la temeridad en más de una ocasión.
Un carácter que rebosaba el pelotón
Eso es lo que viene a ser «mala hostia» como pocos.
Se dejaba llevar por los diablos, al menos en apariencia, en carrera, cuando no se sentía capo, si bien su escena de cómo disolver una huelga y corte de carrera a mamporros fue una de las más celebradas en el tiempo.
Indomable hasta en la derrota
No me habría gustado haber estado cerca de él en los momentos de derrota.
Explica en su libro Laurent Fignon cómo encajó Bernard la superioridad del rubio en el Tour 1984, con ataques tan desesperados que a veces levantaba una sonrisa en el Laurent.
Fue el caso de uno incluso antes de empezar Alpe d´Huez, en lo que venía a ser una especie de inmolación descontrolada.
Adicto al triunfo
El Tour 1986 fue una universidad de la vida y del ciclismo para Greg Lemond y todo buen aficionado al ciclismo, con un capo en franca retirada pero resistiéndose a ceder el trono.
Todo lo que acontece en esa carrera antes que Lemond tomara el mando en Superbagneres es el retrato de alguien tan agarrado al éxito que no soporta la idea de dejarlo pasar tal que así.
¿Un día? Hinault en Ávila 1983
Jornada de truenos y centellas, con una general en el alero, Bernard Hinault protagonizó el día que la Vuelta a España entró en la modernidad, en una etapa filmada en directo con un destrozo histórico que sintió el mismo Julián Gorospe en sus carnes.
Era tanto el deseo de ganar aquella carrera por parte de Hinault que no reparó en costes, costándole la presencia en aquel mismo Tour por una lesión de rodilla.
Y es que la grandeza de Hinault se explica en clave que, siendo quíntuple ganador del Tour, dejó dos otras grandes muescas para la posteridad: la Lieja que gana en medio de la nieve y el Mundial que domina, uno de los más duros de la historia del ciclismo y por aplastamiento de los rivales.
Ciclismo antiguo
100 años de Bernardo Ruiz
Bernardo Ruiz fue el primer español en pisar el podio del Tour
Cuando Bernardo Ruiz nació, ayer hace 100 años, España en pleno periodo de la dictadura conducida por Miguel Primo de Rivera en conexión directa con el el rey Alfonso XIII, el último monarca antes de la irrupción de la segunda república.
En Orihuela, Bernardo Ruiz daba sus primeros pasos, los de un un pionero que abrió el camino para el ciclismo español en competiciones internacionales, primer podio en el Tour, en un contexto muy diferente al actual, puesto que en su época el ciclismo en España estaba en la prehistoria.
Desde joven, Ruiz demostró su talento.
Empezó a ganar competiciones importantes como la Vuelta a España en 1948 y la Volta a Catalunya en 1945, con 20 años. También ganó varias veces el Campeonato de España y la Vuelta a Valencia.
Pero lo más destacado de su carrera fue su participación en el Tour de Francia, el gran escaparate y restablecido tras el parón por la Segunda Guerra Mundial.
En 1951, Bernardo destacó en el Tour al ganar dos etapas y quedar en noveno lugar en la clasificación general, lo cual fue un gran logro para un ciclista español en esa época.
Al año siguiente, en 1952, logró el tercer puesto en la clasificación general del Tour, convirtiéndose en el primer español en subir al podio, fue el primero de una lista larga y fecunda en nombres que vienen hasta hace bien poco.
Este logro fue muy importante para el ciclismo español, que en ese entonces no tenía mucho reconocimiento internacional.
Además, Bernardo siempre destacó la figura de Fausto Coppi, el ciclista italiano que para él fue el mejor de todos, por su talento y versatilidad tanto en carretera como en pista.
Después de catorce años de carrera, Bernardo Ruiz decidió retirarse en 1958.
Su legado en el ciclismo español es enorme, pues fue el primero en lograr un podio en el Tour y abrió las puertas para que otros ciclistas españoles pudieran destacar en el ámbito internacional.
Por todo, Bernardo Ruiz fue un ciclista clave en la historia del ciclismo español, especialmente por su papel en el Tour de Francia, y su legado sigue muy vigente desde la expo que se le ha dedicado en su Orihuela natal.
Imagen: Córdoba Hoy
Ciclismo antiguo
DEP Emile Idée, el ganador de etapa del Tour de más edad
Fallecido a los 104 años, Emile Idée se hizo ciclista en plena Segunda Guerra Mundial
No hace mucho Federico Martín Bahamontes nos dejaba a los 95 años para dejar de ser el ganador de Tour vivo más viejo.
Estos días leemos que se ha ido Emile Idée, un exciclista francés de 104 años que con su etapa en el Tour de Francia a finales de la década de los 40, suponía el vínculo vivo más longevo con aquellos años de postguerra.
Como decimos, Emile Idée era el ciclista más veterano en ganar una etapa del Tour de Francia, y nos dejó a los 104 años en su casa, cerca de París.
Fue una figura destacada del ciclismo francés en los años 40, a pesar de que su carrera se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial.
Idée se convirtió en profesional en 1942 -en plena Segunda Guerra Mundial y los nazis ocupando Francia- y destacó como especialista en contrarreloj.
Ganó varios Campeonatos Nacionales y el desaparecido GP Nations, considerado en su época como el título no oficial de contrarreloj mundial.
Durante su carrera de 12 años, corrió para equipos como Alcyon-Dunlop, La Perle–Hutchinson y Peugeot-Dunlop. Además, compartió pelotón con leyendas francesas como Louison Bobet y corredores internacionales como Fausto Coppi y Briek Schotte.
Incluso quedó segundo en la París-Roubaix de 1948, detrás del belga Rik van Steenbergen.
Uno de sus mayores logros fue ganar cinco veces el Critérium Nacional, una de las carreras por etapas más prestigiosas de Francia. También fue el ciclista más longevo de la primera edición del Tour de Francia tras la guerra, en 1947.
El momento cumbre de su carrera llegó en 1949, cuando ganó la etapa 13 del Tour de Francia en un sprint final en Nimes. En una entrevista, Idée recordó haber intimidado a un rival italiano durante esa escapada, diciéndole: «Si intentas atacar, te doy una buena paliza«.
Aunque no se sabe si el italiano le tomó en serio, Idée demostró ser el más rápido y se llevó su única victoria en el Tour.
Se retiró en 1952 y luego abrió varias tiendas de bicicletas, viviendo el resto de su vida en Melun, cerca de París.
Emile Idée será recordado no solo como un gran ciclista, sino como un testimonio viviente de una era crucial del ciclismo.
Imagen: Journal L´Union
Ciclismo antiguo
DEP Pascal Hervé
Para mí, Pascal Hervé fue uno de los mejores ciclistas que sucumbieron en el derrumbe del equipo Festina
Imagen: Ciclismo a fondo
Ciclismo antiguo
La primera Vuelta a España de la historia
Cincuenta inconscientes tomaron la salida de la primera Vuelta a España
Pues ya estamos en los noventa años desde la primera Vuelta Ciclista a España.
Fue por estas fechas que unos cincuenta descerebrados se ponían en marcha desde la madrileña Puerta de Hierro.
Eran pocos, muy buenos, duros como rocas e inconscientes.
Eran lo que a la historia le llamaríamos la prehistoria, pioneros e impulsores de un deporte que por esas fechas causaba furor, lanzaba hordas a las cunetas, paraba fábricas, daba recreo a los niños y se sentaba en cualquier tertulia de bar.
El 29 de abril de 1935 nacía la Vuelta a España
Hace ochenta años, en un país hecho trizas ideológicamente, con la República, la segunda, en plena revisión y en vísperas de un conflicto que muchos consideraron la primera entrega de la Segunda Guerra Mundial, quedaban escasos quince meses para la Guerra Civil.
Los ciclistas que tan temprano se reunieron en Madrid salieron dirección a Valladolid para completar la primera etapa.
Luego camino al norte, paseo por la cornisa cantábrica y paso obligado por el ombligo de la España republicana, Eibar, de donde curiosamente habían salido todas las bicicletas que se usaron en esa edición, pues traerlas de fuera con aquellas comunicaciones era imposible.
Eibar era esos días un semillero de cambios y continuas cábalas.
Acaban de dejar la armería, en crisis por muchos motivos, y se habían centrado en juntar los mismos tubos pero para dar forma a bicicletas.
En la salida de la Vuelta, de la primera Vuelta, hubo una especie de subasta para ver quién equipaba la mitad internacional del pelotón, representada por un puñado de belgas entre los que estaba la gran figura de la edición, Gustaaf Deloor.
BH ganó la partida y se llevó las estrellas europeas. Ganaron la Vuelta.
En el otro lado, estuvo el pelotón español, encabezado por Mariano Cañardo a los mandos de una Orbea, la otra gran fábrica eibarresa que compitió por las vedettes belgas. Cañardo no ganó la carrera, estadísticamente hablando, pero fue el personaje que juntó todo tipo de personas para chillarle en la cuneta y apretar gajos de tiza escribiendo «Viva Cañardo» contra las terribles carreteras del momento.
Siguiendo con la carrera ésta continuó en dirección a Zaragoza, a las huestes del Club Ciclista Iberia y su antiguo velódromo en el que ganó precisamente Mariano, antes de entrar en Barcelona, donde la gente acogió la carrera con la locura que sólo Cañardo, ídolo del lugar, podía despertar.
Posteriormente camino de Levante, Granada, Sevilla, Extremadura y vuelta a Madrid previo paso por Zamora, a donde Cañardo llegó montado en la bicicleta de un transeúnte porque la suya no daba abasto a pinchazos y averías.
Aquel ciclismo de hígado y sangre nos resulta lejano, mucho en el tiempo, incluso en la mentalidad, pero sin embargo era auténtico y en muchos sentidos envidiable, no en el papel del ciclista, que pasaba auténticos calvarios, pero sí en el del espectador.
Era el ciclismo de portadas, el de litros y litros de tinta vertidos en papel, el de palabras airadas entre seguidores,… un ciclismo que ochenta años después anhelamos
Y ya que nos alineamos con efemérides, decir que hará cuarenta primaveras nació Ciclismo a Fondo, la revista con la que crecimos y alimentamos los sueños ciclistas de niñez.
La decana cabecera surgió con un imberbe Perico ganando aquella Vuelta en la que casi nadie se pone de acuerdo cómo se resolvió más allá de la certeza del resultado. Podríamos incluso achacarlo a la niebla y confusión de Navacerrada.
Obviamente no puedo menos que recomendaros mi libro, que por cierto se abre con lo que pasó tal día como hoy hace casi noventa años…
Imagen: Hemeroteca El Mundo Deportivo
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Manel
15 de noviembre, 2023 En 12:55
Aunque la Vuelta de 1982 ya la habia seguído, no fue hasta la Vuelta del 1983, cuando el ciclismo entró directamente en mi vida, hasta quedarse para siempre.
Y ahí estaba Hinault. Aquella espectacular Vuelta del 83, Hinault tuvo que emplearse a fondo para derrotar aquellos jóvenes y bravos ciclistas locales (Alberto Fernández, Julián Gorospe o Marino Lejarreta).
Hinault era un portento físico, que contra el crono era casi tan bueno como Moser o Knudsen, y en la alta montaña pocos escaladores podian seguir su ritmo en las etapas con puertos grandes.
Se peleó con Zoetemelk, Van Impe, Lucho Herrera, Breu, Winnen, Perico Delgado, Lemond, Saronni, Moser, Visentini y los españoles de la Vuelta 83.
Y fue el mejor de esa época: 5 Tours, 3 Giro y 2 Vueltas. Un palmares brutal.