Ciclistas
Gaviria quiere su cuota
El ciclismo colombiano es, en su élite, algo, no sé cómo definirlo, pero que está tocado por la varita. A ver, las cosas no salen por casualidad, hay talento, a raudales, trabajo, a tonelada, y valentía, muchísima, porque esta gente cruza el charco y se meten en auténticos nidos de tradición y sapiencia ciclista para sacar la cabeza en entornos lejanos donde nada les será sencillo.
Muchas veces hemos hablado del Quick Step del Giro del año pasado, ese equipo solidario y conjuntado. Recuerdo aquella etapa en la que Trentin ganó a Moser, con Brambilla sintiendo el éxito de su compañero como suyo. Recuerdo aquella escapada de Jungels con Amador, en la que el costarricense se las vio para no perder la rueda del portento luxemburgués.
Porque Jungels es eso, un portento, un ciclista que no entiende su oficio desde la especulación y mínimo esfuerzo. En un Giro que hasta el momento está resultando tedioso en su 99%, Jungels y los suyos han dado un exhibición de esas manual, de esas que se pasarán a los críos que el día de mañana quieran ser ciclistas y sueñen con reventar un pelotón com hicieron esta tarde de domingo los azules.
Los últimos once kilómetros son un catálogo de recursos. Como Jungels sobrepasa la punta de carrera, mira una vez, sondea y pide un esfuerzo. A los pocos cientos de metros, otra vez, de nuevo a la carga y cuando se da cuenta son unos pocos y de ellos siete azules en diagonal, desprendiéndose de Greipel en rosa y dejando cortados a expertos en la materia, tipo Geraint Thomas.
La plástica del pelotón rompiéndose en abanico, los semblantes turbados de los ciclistas, la velocidad endiablada,… siempre he pensado que romper un pelotón, descolgar rivales en llano es cien veces más bello que una ascensión que ponga cada uno al límite. Llamadme raro, son gustos. Los Quick Step lo han hecho, otra vez, como el año pasado, y han sido solidarios entre ellos, escasa virtud, donde todos guardan. Jungels iba para la general, pero no escatimó para Gaviria.
Y es que, volviendo al principio, Colombia respira ciclismo en mayúsculas. Fernando Gaviria también quiere su cuota, su cariñito del respetable, como esos familiares que le apretaban en meta. Tanto Nairo, tanto Nairo, Gaviria es colombiano y encima gana al sprint, como cerrando el círculo. En el que tiene que ser el segundo Giro de Nairo, el primer rosa colombiano es para Gaviria, joven, muy joven, que ha roto ese techo de cristal que decíamos ayer, y que a Caleb Ewan le lleva a tan mal traer.
Paso a paso, Gaviria crece, saca la cabeza en ese entorno centenario de ciclismo que es Italia, La mala suerte que algunos le atribuyen a Greipel, es la que él sufrió otras veces, recordad San Remo el año pasado. Veremos a dónde le llevan esas maneras, pero su objetivo ya lo ha logrado, y antes de que el Giro saliera de Cerdeña.
Imagen tomada del FB del Giro de Italia
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