Opinión ciclista
Fabio Parra siempre será el primer colombiano en París
El tiempo y el palmarés no le hacen justicia a Fabio Parra
Luis Alberto Herrera, el muchachito enclenque que había sido jardinero en Fusagasugá, se convirtió en Lucho, “Luchito”, una tarde de julio de 1984 en la cima del Alpe d’Huez.
El hombre a su rueda un año más tarde sería Fabio Enrique Parra Rodríguez, ese ciclista alto y robusto que se iba a convertir en el mejor joven del Tour y un candidato a ganarlo.
Era Fabio Parra
Todos los que saben algo de bicicletas a este lado del Atlántico coinciden en que Fabio Parra fue -de lejos- mejor corredor que Herrera, con una mayor capacidad de aguante, más regular, muy superior contra el reloj y casi tan buen escalador como aquel, aunque sin esa soltura de ángel en las piernas cuando subía.
No obstante, Fabio jamás alcanzó la popularidad que tuvo y sigue teniendo Herrera en su patria.
A Herrera la gente lo sigue recordando con aquel apelativo cariñoso de “Lucho”, “Luchito”, el “Jardinerito”, igual que un pariente, tal vez un sobrino muy querido, tal vez un primo entrañable.
El otro fue y será simplemente Parra, así, con el apellido a secas, como si fuera un recluta, o el empleado del mes de la empresa, o el friki de la clase.
Parra. “Parrita”, lo llamó alguna vez el locutor Julio Arrastía.
Estos dos habrían podido cazar el duelo más grande en la historia del ciclismo colombiano pero renunciaron a ello y corrieron como hermanos.
La imagen de ambos cruzando juntos la meta en la etapa 12 del Tour del 85 resume el hito de una generación.
El verdadero rival de Fabio Parra fue Pedro “Perico” Delgado
Subcampeón por detrás suyo en la Vuelta a España de 1989, fue memorable aquel duelo en la montaña de Navacerrada donde Parra descolgó al segoviano y enlazó con dos de sus compañeros al frente de la etapa.
Perico salvó aquella Vuelta por sólo 35 segundos de diferencia gracias a la ayuda inestimable del soviético Iván Ivanov, quien se puso al frente a perseguir aunque no era su coequiper.
Las imágenes de Perico entregándole un sobre al día siguiente a Ivanov dieron pie para todo tipo de especulaciones sobre acuerdos por la ventanilla de los coches y corredores que se vendían al mejor postor.
No fue esta la primera vez que Perico ganaba la Vuelta a España con sospechas de truculencia: en 1985 dio al traspié con la general ante la pasividad de su rival Pacho Rodríguez, que se presume comprado.
Un año antes Fabio Parra había sido tercero del Tour por detrás de Perico y Stephen Rooks.
Aún se especula qué hubiera pasado si las motos de la organización no hubieran interrumpido y estorbado sus ataques en el Alpe d’Huez, donde podía distanciar a ambos y ganarles la etapa.
Después se confirmó que tanto Rooks como Delgado habían utilizado sustancias dopantes en aquella edición, no obstante, no hubo mayores represalias contra ellos.
Fabio Parra, el tercer hombre del podio, se queja de aquello con frecuencia aunque hayan pasado tres décadas, cada que abandona la tranquilidad de su retiro como criador de pastores alemanes para dar alguna entrevista.
¿Vale la pena sacarse esa espina treinta años más tarde?
Yo no tendría criterio para resolver esa pregunta.
Fabio Parra fue un ciclista atípico en Colombia
Excelente rodador pero muy fuerte en la montaña.
Alto y robusto, aunque de inconfundibles rasgos indígenas, no era de orígenes campesinos sino de una familia de profesionales acomodados de provincia.
Fue estudiante universitario de administración en sus años de corredor, algo prácticamente insólito en el país y tras su retiro llevó con éxito diferentes empresas.
Culto, mesurado, tranquilo, todo un caballero según dicen quienes lo conocen, Parra tiene un palmarés más bien modesto que no hace justicia a su enorme fortaleza y ostenta un récord que nadie ha superado: ganar dos ediciones de la Vuelta a Colombia con once años de diferencia entre ambas.
Ahora se dedica a los pastores alemanes y bulterriers en un criadero de su propiedad con un nombre encumbrado y sugerente: El Galibier.
Imagen tomada de Señal Colombia
Opinión ciclista
Grandes vueltas: ¿Quién es el mejor de la historia?
También en grandes vueltas, nadie se puede medir a Eddy Merckx
Las grandes vueltas son al ciclismo lo que los contrafuertes a una catedral.
Podrán gustar más o menos que las grandes clásicas, ciclismo de un sorbo, cargado como un buen café, pero en las tres semanas de un Tour o Giro o Vuelta salen a flote las miserias y excelencias de los ciclistas.
Nosotros somos más de clásicas, ciertamente, pero el fuego lento también le sienta bien a este deporte.
Hemos visto este listado, este top ten en Facebook y no nos hemos podido resistir a opinar, un poquito sólo, sobre los grandes de siempre en esta historia de tres semanas y mil aventuras.
Y vemos que el primero, como en casi todo, porque superarle se antoja imposible en un largo tiempo es Eddy Merckx, el corredor que resume su carrera diciendo que lo ganó todo, todo lo importante, salvo la París-Tours.
Eddy Merckx instauró una especie de yugo sobre el ciclismo que conoció que no tuvo muchos más nombres salvo el suyo desde finales de los sesenta a mediatos de los setenta.
El control de Merckx fue tal que en esa lista sólo sale un contemporáneo suyo, el escurridizo Felice Gimondi, protagonista en aquella jornada de Pra-Loup que cantó el ocaso del belga.
Gimondi fue, como Alberto Contador, un ciclista que explotó pronto.
Pero se le cruzó Merckx, como a otros tantos.
A Alberto Contador se le cruzó Chris Froome, a quien pudo ganar netamente una vez, en la Vuelta del 2014.
Alberto Contador en este listado podría haber estado más arriba.
Pero…
Sin embargo, no se puede obviar ese legado de siete grandes vueltas, siendo además uno de los pocos con las tres.
La lista también contempla a Miguel Indurain: si esto fuera un medallero olímpico, el Tour sería la medalla de oro y eso le pone a la estela de los más grandes.
Es curioso porque el desempate de Merckx e Hinault lo provoca la Vuelta que el belga ganó.
El tejón sigue siendo, más de treinta años después, el último campeón de la vieja escuela, aunque Tadej Pogacar se ha empeñado en seguirle, con cantidad y calidad de éxitos.
Ambos son ciclistas que atacan de amarillo, rosa o lo que fuera, que amasan triunfos de etapa, que abren distancias de diez minutos sobre los rivales.
Miguel Indurain fue otra cosa, como Jacques Anquetil, un poder contenido, medido en la habilidad contra el reloj.
Luego están los italianos, auténticos pioneros.
Belle époque, inaugurada por Alfredo Binda, ciclista que recibía primas por no tomar parte en las carreras y abrir el pronóstico.
Fausto Coppi y Gino Bartali, cuya rivalidad despierta aún emociones.
¿El mejor de la historia?
Cada uno tuvo lo suyo: su tiempo, sus rivales, sus recorridos.
Medirlos en igualdad es imposible.
Si por algo hemos de fiarnos, más allá de los sentimientos que despertaron esos triunfos, es de la estadística.
Y ésta es inapelable: Eddy Merckx
Opinión ciclista
Tour: Estas etapas matan el ciclismo
La primera de las etapas en Francia ha sido un lastre para el Tour
En un ciclismo, en una sociedad de paciencia menguante, como leo a Ander Izagirre, etapas como la primera del Tour en Francia son un tiro en el pie de este deporte.
Llego ahora a casa y leo que os estáis aburrrrriendo con la etapa tostón del Tour. Aquí tenéis algunas decisiones brutas y cómicas que tomaban los organizadores de Giro, Tour y Vuelta contra el aburrrrrimiento. pic.twitter.com/HDRvFMGrRr
— Ander Izagirre (@anderiza) July 4, 2023
No hablamos del deportista, ni de su necesidad de tomarse un respiro en una jornada que conecta la salida vasca con los Pirineos, que puede ser tomada con más o menos calma, hablamos de imagen, de la percepción, de la sensación que, o eres un enfermo de esto, o es imposible tragarse semejante bodrio.
¿Lo mejor?
La retransmisión, como casi siempre, aunque para conocer las Landas, quizá mejor los documentales de La 2.
La imagen de recreo y asueto generalizados esta jornada de julio fue el mejor tarjetón de invitación a la siesta.
Ya veis, el mito de la siesta y el ciclismo, con la voz de Perico o Javier Ares de fondo, en el calor de julio, las jornadas intensivas en el trabajo.
El ciclismo no puede permitirse etapas así, el Tour, tampoco.
Es la etapa cuatro del Tour de Francia 2023, no estamos en ruta hacia los Campos Elíseos, de homenaje al ganador, ni tampoco en el día después de una gran batalla.
Las fuerzas están frescas y las etapas buscan ganadores y protagonistas en su desarrollo.
El hecho que lamentaba Antonio Alix, sobre los belgas atacando al unísono, como en una broma pactada con la moto de Philippe Gilbert, define un paisaje triste, indigno de la mejor carrera del mundo.
El comentario de Contador, sobre cómo suben los clicks de su marca de bicicletas cada vez que uno de los suyos va en fuga debería ser de conocimiento generalizado en el pelotón, a sabiendas que hay mucha gente mirándoles, pero también equipos de marketing calculando cada segundo que su marca tiene exposición en la televisión.
Jasper Philipsen repitió triunfo en una de las peores etapas que recuerdo del Tour, y eso que hay unas cuantas, pues fumadas suceden cada año, puntuales a la cita.
El ciclismo no se puede permitir días así, los ciclistas por intocables que crean, tampoco.
Seguro que vendrán grandes días de ciclismo, pero si a la larga estos trayectos decantan la balanza sucederá que igual no habrá dinero para todos.
Imagen: A.S.O./Charly Lopez
Noticias de ciclismo
Qué poco sabemos sobre el Tramadol
Ahora mismo sólo el ciclismo ha prohibido el Tramadol
Cierto es que no es dopaje, no al menos sobre el papel y en la norma, pero a mí que me lo expliquen ¿qué cojones pasa con el tramadol?
En otras palabras, no se puede dejar de golpe https://t.co/34sQQ5uT7n
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) December 10, 2022
Su nombre corre por los mentideros hace tiempo, no da beneficio alguno en el rendimiento, sobre el papel, pero pitar con esto, o similar, te puede valer la ruina.
En ciclismo ya está prohibido, en otros deportes habrá que esperar, como si se necesitara un tiempo de transición para dejarlo estar.
La sensación, si no fuera porque la hemos visto mil veces en el deporte, sería fea, extraña, casi nauseabunda.
La cosa es sencilla, es matar la sensibilidad del deportista para que éste se centre en el rendimiento sin que nada moleste, si quiera eso tan humano que es el dolor por el esfuerzo fuera norma que esta gente practica.
Ver su gestión denota que hay que poner tanta gente, tan diversa, de acuerdo que parece hasta siniestro que a nadie se le hubiera ocurrido antes.
Otra muesca más en quienes dicen mirar por la salud del deportista
Pillaron en Catar, en puertas del mundial de fútbol a un tipo con 2000 pastillas de Tramadol, como aquel auxiliar de Festina cargado de mierda que cazaron en la frontera entre Bélgica y Francia camino de la salida del Tour en Dublín.
No sé si adujo «consumo privado» en su defensa.
En aquel caso, ya sabemos lo que pasó, en este caso es un argumento más para quienes abogan por el tramadol fuera del deporte, no sólo del ciclismo.
Como me decían en twitter este finde ¿qué no sabrá la WADA sobre el tramadol para hacer esto?
Y lo más tétrico: ¿Qué se habría evitado de haberle puesto coto antes?
El Tramadol no es dopaje, insisten, y escribo constantemente aquí, pero todo lo que toca lo pudre y estigmatiza.
Se utilizó como arma arrojadiza para los irresponsables que iban a saco en algunas llegadas, sin miedo ni complejos, y ahora pesa como una losa sobre una de las grandes estrellas del pelotón, el amigo Nairo, que sigue sin equipo, oficialmente reconocido a puertas de Navidad.
Lo lamentable de todo esto es que, como muchas veces digo, es que estamos ante la punta del iceberg… ¿cuánta parte del cuento nos estamos perdiendo?
Opinión ciclista
Luis Enrique y la mal llamada prensa deportiva
Lo que está sucediendo con Luis Enrique es el termómetro de la prensa que se llama deportiva
Este es un tema que cuando empecé este mal anillado cuaderno solía tratar, pero con el tiempo dejé de lado, por ser imposible sacar nada bueno. Hablo de eso que llaman prensa deportiva.
Admito que me gusta el mundial de fútbol, me gusta mucho, desde siempre, su historia, las leyendas, las sedes… es una mística que sólo los Juegos Olímpicos y ciertas carreras ciclistas, diferentes cada año, según resulten, pueden igualar.
Antes del evento en Qatar, ya sabíamos que el ambiente alrededor de la selección española iba a estar condicionado por la figura del seleccionador, un gran aficionado al ciclismo además, Luis Enrique.
Pues bien, no ha hecho más que empezar el evento y tenemos llamas en las redes contra Paco González, en representación de la camarilla, por su diatriba ante el seleccionador.
Al margen que me parezca que tenga o no razón, el fútbol es algo tan apasionante como espectáculo colectivo, que esto, para mí es una menudencia, lo que me alucina es el ensañamiento gratuito contra una persona que podrá caerte mejor o peor pero que si está será por haber demostrado méritos suficientes para ejercer.
Es la bronca política, el negarle toda cualidad al adversario, llevada a la prensa que se dice deportiva.
Para la gente del ciclismo, la verdad, lo que tenga que decir esta gente poco o nada nos va a sorprender.
Con los años nos han regalado análisis sesudos como aquel que decía que el ciclismo es un deporte fácil porque van sentados o los mismos que medían la salud del ciclismo español por la cantidad de corredores que iban al Tour.
No entremos en cuando hablaban de dopaje.
Ahora, parece que a muchos se les ha caído la careta de esta camarilla.
España, lo siento, no tiene prensa deportiva, tiene una banda de malos actores, aireando lo peor de algo tan hermoso como el fútbol, para sacarse el sueldo a final de mes.
Lo triste es cuando se acuerdan de otros deportes, tipo ciclismo, y sale a flote toda su desconexión con la realidad del deporte.
A mí personalmente Luis Enrique me cae bien, sé que no es políticamente correcto pero al menos lo ves venir.
Y como repiten muchos, por cualquier cosa, hay que bancarle: que en sus famosos streams diga que está pendiente de la campaña de ciclocross me parece genial.
Tenemos aquí un buen embajador, un ciclista de papear kilómetros y sacarle todo el partido a la flaca.
Sólo por eso, y por destapar el disparate que algunos ejercen cada día en nombre de la prensa deportiva, le tenemos que querer.
Nosotros somos modestos, hablamos de nuestro deporte, nos equivocamos mil veces, pero somos directos y transparentes en nuestra opinión, pero sobretodo hablamos de algo que nos apasiona y lo hacemos con cariño infinito.
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David
15 de diciembre, 2018 En 22:30
El probenecid no era una sustancia dopante, es un diurético, el cual no estaba entre los medicamentos no permitidos por la UCI, por eso no se sancionó ni “represalio” a Perico. Ese párrafo ha chirriado un poquito…
Iban Vega
16 de diciembre, 2018 En 17:58
posiblemente así sea, pero poniéndome en la piel de quien firma el artículo no hemos querido tocar nada porque es un sentimiento muy generalizado en Colombia
Camilo Alzate
17 de diciembre, 2018 En 2:45
El probenecid estaba prohibido por el comité Olímpico Internacional, aún no por la UCI, con este argumento Perico salvo su Tour. Es cierto, no es una sustancia estrictamente dopante, puede enmascarar las que si lo son. El problema de su argumentación es que sigue la lógica de los tramposos: un vacío legal permite hacer cosas cuestionables o abiertamente sucias, lo hemos visto en tiempos recientes con los TUE. De todos modos, yo no tendría ningún criterio de autoridad para juzgar al corredor, me limito a narrar hechos probados sin mayores valoraciones.