Mundo Bicicleta

De los tópicos a las excusas ciclistas

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Una buena colección de excusas ciclistas

Si hace unos días dimos cuenta de los tópicos ciclistas, ¿qué podríamos decir de las excusas ciclistas?

Si no que levanten la mano los que nunca han oído en la salida de una importante prueba cicloturista el manido: “esta semana no he podido entrenar, ya veremos cómo ando” o “llevo unos días que no me encuentro bien, estoy fatal y además me duele la rodilla”.

No hay más que pasarse por uno de estos grupos de amigos, que esperan al petardazo inicial, para darse cuenta que, lo que charlan entre ellos, es lo más parecido a lo que se puede oír comentar a los jubilados en la sala de espera de un ambulatorio. ¿Es verdad o no?

Si es que son la pera, porque luego sabéis que estos que dicen que “no entrenan, que no han dormido bien o que no han podido tocar la bici en varios días”, luego serán los primeros en ir como un tiro, que en cuanto den la primera pedalada se olvidarán de todos su males e irán a por vosotros, a sacaros los ojos.

¡Ah! Y si alguien el día anterior os dice que hace un mes que no sale, ya os podéis echar a temblar porque a la mañana siguiente lo vais a pasar mal de verdad. Y lo sabéis.

Puede que, por el contrario, se vayan quedando a rueda argumentando que “no saben lo que les pasa hoy, que no tiran” o que incluso os preguntarán si es que llevan la rueda descentrada porque se sienten frenados. De risa, vamos.

Cualquier excusa es buena para hacerse el remolón, no dar relevos o digamos quedarse a rueda o descolgado dignamente: “yo me quedo a esperar a Pepe que se ha quedado para que no vaya solo”, después de que la grupeta haya puesto un ritmo incendiario.

O el que intenta disuadir aquel día a su grupo de colegas para que no haya batalla con un “hoy vamos a ir tranquilos, todos juntitos, y subiremos como amigos”, cuando sabéis que en el minuto uno de afrontar el primer repecho de la jornada aquello se convertirá en territorio comanche y cada uno hará la guerra por su cuenta.

«Hoy todos juntos» te dicen y luego…

Si es que no os podéis fiar de ninguno de ellos…. sí, de vuestros “amigos”.

Y lo sabéis, sabéis que os preguntarán ¿cómo vais?, y pobre de vosotros que les contestéis que vais mal porque aún os apretarán más. ¿Es así o no?

Vigilad también con esos terroristas que dicen que no pueden entrar a relevos porque van muertos.

Huid de ellos porque a bien seguro en la primera cuesta os pegarán el hachazo.

Algunos intentarán deciros, a los que vais tirando en cabeza, que bajéis el ritmo infernal que estáis poniendo, que hay gente que se queda, que no puede ser y que van a petar, intentando que haya clemencia y a los delante se os ablande el corazón (y de paso también la frecuencia cardíaca) y levantéis el pie para suspiro de los que van muertos.

Más excusas ciclistas 

Cuando alcanzáis la cima de un puerto, seguro que el que se ha quedado nada más iniciarse la subida os dirá, después de haberle esperado todo un verano arriba: “no, si no os tenía tan lejos, os iba viendo todo el rato”.

Si es que para echarse a reír de verdad.

Luego los hay que van provocando a los de delante: “un poco más rápido que me voy a caer de lo despacio que vamos”, o el que se pega toda la salida a rueda y cuando llega os suelta “menuda media hemos sacado”, mientras vosotros os lo miráis con cara de pocos amigos.

La bici es lo de menos, lo importante son las piernas”.

Cuántas veces habremos oído esta frase ¿verdad?

Otro topicazo.

Como aquel que un día no entra en la lucha por baja forma, o por lo que sea, y se excusa con un “hoy voy regulando y haciéndole caso al pulsómetro” o bien “subid a vuestro ritmo que yo voy a subir a mi marcha sin forzar”.

Lo peor de este último caso puede ser que incluso así sea una excusa barata y cuando empecéis a subir enseguida os deje de rueda y con cara de pasta de boniato.

Luego está el bravucón, normalmente batallador veterano que, a parte de sus batallitas, os irá explicando aquello de “yo a vuestra edad subía el Tourmalet con lo que había, con el plato de 42 y el piñón más grande de 21”.

Luego está el típico listo que en la parte más dura de la ascensión y cuando ya vayáis cocidos os diga:“esto es duro, ¿eh?” o que presuma de “yo esto lo subo a plato” y luego, pocos metros después, se quede y ya no lo veáis en toda la subida.

Después está el modesto o el que siempre se queja: “eso yo no lo subo”, cuando luego sabéis que se comportará como todo un campeón, o que os suelte con un “claro, con esos pedazos de bicis tenéis que subir como un tiro, porque lo que yo llevo es un hierro y hago lo que puedo” o “con vuestros años, con lo jóvenes que sois, cómo no vais a subir bien”.

Para ir acabando, una de las mentiras que más nos gustan es el de la mentira piadosa, cuando vamos ascendiendo un largo y duro puerto y nos van comentando la jugada: “venga, dos kilómetros y estamos arriba” o bien “tranquilo que en la próxima curva se acaba”, cuando luego pasan y pasan los kilómetros y ni por asomo se ve el final del puerto.

Es que sería para darles hasta cansarnos.

Luego al final, como dijo un buen amigo: “a los puertos hay que quitarles siempre mil metros de longitud, porque el último kilómetro ya lo haces por cojones”.

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