Ciclistas
El ocho de la Vuelta a España 2020
Queremos daros ocho nombres que explican la Vuelta 2020
El reto de llegar a Madrid se alcanzó con Pascal Ackermann ganando por nada a Sam Bennett para poner guinda a una Vuelta 2020 que nos deja un interesante sabor de boca repartido en los ocho competidores que componen nuestro equipo titular.
Empezamos por Tim Wellens, un ciclista que sigue con los guarismos de siempre pero más viejo, más pellejo, con más poso y por tanto mejor pegada.
Y así se ha anotado dos etapas, un registro nada desdeñable en un corredor que si una cosa tenía es que le costaba horrores rematar, a veces por exhibir tanto poder que intimidaba a los demás.
Su resolución en Sabiñánigo y Orense, haciendo suya sendas llegadas tras una fuga de nivel Tour, habla de la versión mejorada de Wellens, versión Vuelta 2020, un corredor que a los halagos suma victorias.
Marc Soler es uno de los nombres de la carrera
El ciclista de Vilanova i La Geltrú ha sido omnipresente, el verso suelto en un equipo caracterizado por correr al ralentí y fuego lento.
Tuvo la suerte de descargarse de presión muy pronto, ya en Lekunberri, con una victoria que surgió del momento ése en el que descolgado, tras hacer la selección en Aralar, decidió no esperar a nadie en el descenso y adelantar a los mejores.
Sacudido por la electricidad del triunfo, Soler hizo de la Vuelta 2020 su escaparate, cazando la fuga buena varias veces, batiéndose con gente de mucho nivel y dando batalla hasta el final.
Nos preguntaban ayer en Rac1 (escuchar en tramo 20-21 horas) si le veíamos para generales, sinceramente no, pero claro este año es raro, no cuenta del todo, llegó corto al Tour, debió estar en el Giro y fue comodín en la Vuelta.
Le asiste el beneficio de la duda.
David Gaudu evitó que Soler ganase en la Farrapona.
Ese día el francés dio el salto adelante que hacía tiempo le presumíamos a todo un ganador del Porvenir.
Sin Thibaut Pinot, Gaudu voló solo en la Vuelta 2020 y se llevó dos etapas de calidad y calibre, viendo la gente que ha concurrido las escapadas en esta carrera: tanto en Farrapona como en Covatilla el francés tiró de confianza en sus posibilidades.
En un ciclismo donde cada vez triunfan más jóvenes está bien que los corredores que quedan en medio de los de siempre y los nuevos, tipo Gaudu, tipo Soler, tengan su cuota.
Ahora dos de la general.
Hugh Carthy rodeó para llegar a buen puerto
La suya ha sido la carrera de la Vuelta 2020, por que Carapaz y Roglic podían estar en los pronósticos, pero el balance de Hugh Carthy es excelente, pues demostró no ser humo de la enésima fanfarronada de Jonathan Vaughters y aguantó hasta el final.
Ciclismo en el norte de Gran Canaria, un viaje al fin del mundo
Su momento de gloria pareció ser el Angliru, sobreviviendo a una subida infernal, sin público y muy metidos ya en noviembre, sin embargo su explosión se produjo donde debe producirse, fuera de la zona de confort, en la crono de Ézaro donde se marcó un tiempazo que se aseguró el podio pero sobre todo dio una lección de rodar acoplado y eficiente, cuando creíamos que no iba a pasar el test.
El otro de la lista en este orden es Daniel Martin, el ciclista cuyo cuarto puesto fue el motivo de todas las batallas en la Covatilla.
A sus treinta largos, nueve años después de ganar en la cima salmantina, que Daniel Martin se casque esta Vuelta es admirable, como él en general, por su forma de competir y mantenerse delante tanto tiempo después-
«Cuando estoy delante soy consciente que no puedo ganar sprints, por eso me gusta improvisar, hacer algo diferente» explica Rémi Cavagna, coronado como el ciclista más combativo de la Vuelta 2020, y no lo tuvo sencillo con otros como Wellens, Martin, Soler o Gaudu en liza.
Rémi Cavagna cuenta seis escapadas en su Vuelta 2020, una menos que las que contó Guillaume Martin, pero su sola presencia ya iluminaba la ruta, con su clase y entrega y lección de rodar por donde pasa.
En la llegada a Ciudad Rodrigo llegó a soñar con el triunfo, pero el pelotón no estaba para perdonar una llegada en grupo.
El suyo es el espíritu del Deceuninck, el equipo con más victorias en el casillero de esta temporada tan singular.
Un equipo, el belga, que no necesitó más que una victoria de Sam Bennett, pues Pascal Ackermann le adelantó por la derecha.
Primero en el sprint en el que el irlandés fue desposeído del triunfo y finalmente en Madrid, donde el alemán se impuso de forma limpia, saliendo el primero y manteniendo la primera plaza por un aliento hasta la victoria.
Y cerramos la lista con el gregario más valioso del ganador, al menos sobre el papel de inesperado actor, como fue el danés Jonas Vingegaard, el lazarillo de Roglic durante gran parte de la subida al Angliru, el ciclista cuya permanencia ahí tanto rato fuera el más evidente síntoma de que el maillot rojo no iba sobrado.
En un equipo con Kuss, Gesink, Bennett, incluso de partida con Dumoulin, el nórdico se postuló para el futuro, aunque de momento para el presente ha ejercido la maniobra de cierre en este top 8 tan particular que hemos hecho de la Vuelta 2020.
Ciclistas
La última marcianada de Van der Poel podría estar en Lieja
No descarto que Van der Poel gane un día en Lieja, pero este domingo lo veo imposible
Es obvio, y a las experiencias ultimas me remito, que cualquier quiniela de Lieja tiene mucho de Pogacar, algo de Van de Poel y un poco del resto.
El ciclismo se ha convertido en esto, en un raro equilibrio roto y condicionado por si uno, dos o tres de los Big 6 toma parte, y no lo digo yo, lo admiten abiertamente ciclistas experimentados y con años en el negocio, tipo a algunos que han pasado por el podcast, desde Luisle a Ion Izagirre, pasando por Verona y Andrei Amador, sin olvidar las sensaciones que Purito nos transmitió el año pasado, en vísperas del Tour de Francia.
La Lieja-Bastonge-Lieja de 2024 pinta a duelo en la cumbre entre los dos mejores ciclistas del año y yo diría que de los últimos años.
Ahora bien, a nadie se le escapa que la balanza en este pronóstico está escorada hacia Tadej Pogacar.
Mano a mano, la Lieja-Bastogne-Lieja ofrece la dureza suficiente y encadenada como para que el esloveno gane con cierta holgura, e incluso trate de empequeñecer las dos últimas exhibiciones que Remco Evenepoel ha logrado en este escenario.
Sin embargo, con Mathieu Van der Poel siempre nos queda el «y si…» y Lieja no escapa de esta lógica.
El neerlandés ha engrosado su saco de esos monumentos que mejor domina a la espera de mirar a los dos que seguro un día va a querer tentar.
Esto de Lieja es una primera aproximación para Mathieu Van der Poel, quien por otro lado conoce la carrera y ya la ha finalizado no lejos del podio.
Lejos de contentarse con el botín obtenido en las piedras, afina la puntería hacia la primera de las dos clásicas que le faltan para ser pedazo gordo de la historia, habiendo logrado los cinco monumentos.
El campeón del mundo puede moldear y acoplar su camino hacia Lieja y Lombardía, claro que sí, es más seguro que lo hará, pues en su ADN, además de un poderío brutal figura esa querencia por la historia del ciclismo.
No creo, repito, no creo que pueda contrarrestar un Pogacar desmelenado, pero ojo lo que va aprendiendo y la aproximación que hace para el futuro.
El domingo hizo un «entreno» de calidad en la Amstel, carrera menos dura, pero que ya ha ganado, y su punto de forma, lo vimos en Roubaix, es yo creo el mejor de siempre.
Se espera frío y lluvia en Lieja, no sé yo si al final del día veremos el arcoíris en la capital valona.
Ciclistas
Juanpe López, el ciclista que te pone nervioso
Esto de Juanpe López es un paso de gigante, no sólo es una etapa, es todo un Tour de los Alpes
Juanpe López es un ciclista especial, por decirlo de alguna manera.
No me lo toméis a mal, es cercano, sensible y transparente, tanto que a veces poner hasta nervioso.
Pero ello no le quita un ápice de atractivo y alegría a lo que ha conseguido esta semana, ganar una etapa, su primer triunfo, y la general del Tour de los Alpes, lo que era el Giro del Trentino, o lo que es lo mismo, un anticipo de lo que espera en el Giro de Italia.
Juanpe López ha abierto la cuenta en la semana del frío y el mal tiempo en media Europa.
El mismo día que el pelotón tiritaba en la Flecha Valona, él encontró el éxito en la nevera que era el Tour de los Alpes con un ataque de media distancia y la certeza de que si apretaba hasta el final incluso la general podía estar en su radar.
No se equivocó.
Por el camino al triunfo le tocó lidiar con Bardet, O´Connor, Tiberi, Poels y cia en una etapa, la de ayer, en la que le pusieron al límite en más de una ocasión poniendo de relieve una de sus grandes virtudes, llevar el sufrimiento hasta un poco más allá.
Como cuando fue líder del Giro, es increíble lo que se agarra a la carrera, de una manera incondicional como a pocos se les ve.
Nuevo en estas lides sacó otra de sus características, los nervios.
Vivir al lado de Juanpe López tiene pinta de ser emocionante, tomándose las cosas como demuestra tomárselas.
Todo esto lo deduzco por su forma de actuar en muchos pasajes de la carrera, un poco a medias entre Evenepoel, Alaphilippe y el gran Thomas Voeckler.
Qué manera de gesticular, que forma de engancharse con todos y cada uno de los integrantes de cada corte que se ha ido formado.
Según piensa, se mueve y actúa, nada más comanda los grupos, pide el relevo, nada más pierde alguna plaza, deja recados por el camino.
Soy yo o Juanpe es muy "turras" con tantos gestos??? #TotA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 18, 2024
Ya sé que no nos hemos visto en esas circunstancias, que no somos ciclistas profesionales, pero a veces resulta hasta un poco excesivo.
Pero, como os decía al principio, no me lo toméis a mal, esto es un gran paso, un salto de calidad, no es ganar una etapa, es una general y eso, en este ciclismo, tiene mucho valor.
Ahora, el Giro.
Imagen: Lidl Trek
Ciclistas
5 desenlaces de capo en los monumentos
Ganar en los monumentos es tan complicado, que hacerlo de forma contundente tiene valor doble
Me encanta la expresión italiana de «capolavoro» para retratar esas victorias que dejan huella en el aficionado. victorias que si se producen en alguno de los cinco monumentos valen por dos e incluso por tres, si se logran sin dudas ni titubeos, demostrando superioridad en un entorno de competitividad total.
En estos años creo que han habido jornadas en la que se veía de lejos el ganador.
Los tres Lombardías de Tadej Pogacar o las dos Liejas de Remco Evenepoel están en ese nivel, pero hemos querido ir un poco más allá y recordar esas jornadas en las que el ganador ya se daba por seguro de lejos…
La Lieja 2015 de Valverde
Es cierto que las cuatro victorias de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastogne-Lieja han sido para enmarcar, en términos de estrategia y sprint en condiciones de fatiga máxima, pero la que gana en 2015 es una exhibición rotunda.
La forma en la que el murciano controló el desenlace, sabiéndose favorito y vigilado, fue suprema, un punto más en su grandeza.
Les controló desde adelante en el Muro de Ans, dejó hacer a Dani Moreno y a 500 metros de meta se fue a por él, cerró el hueco y se dispuso a lanzar el sprint que acabó ganando.
Parece sencillo, porque así lo hace, pero sin duda que la complejidad de esos momentos explica la enormidad de ganar en los monumentos.
La Lieja 2011 de Gilbert
Ese año había un coco en el pelotón y respondía al nombre y apellido de Philippe Gilbert.
El belga se incrustó entre los dos Schleck y les mantuvo a raya hasta el mismo sprint final.
Nunca hubo opción para los hermanos luxemburgueses, el Gilbert aquel venía de ganar Amstel y Flecha, era favorito y ejerció como tal.
Incontestable.
La San Remo 2019 de Alaphilippe
Está lejos este Alaphilippe de aquel de hace cinco años, pero es que ese ciclista fue superlativo, en especial aquellos días.
Su rueda estaba marcada, venía de ganar Strade y de batir a los velocistas en un sprint de Tirreno, pero ello no fue suficiente para que ejerciera con solvencia hasta la misma Via Roma.
Jugó, literalmente, con los rivales en una carrera que se precia de ser la más complicada de ganar entre los monumentos.
La Roubaix 2015 de Degenkolb
Qué ciclista aquel John Degenkolb en 2015, antes de aquel maldito accidente entrenando.
Ganador en San Remo, dobló Roubaix a las pocas semanas como Van der Poel el año pasado.
Ese día el alemán sacó remató el córner, quedando cortado en un primer término, pero remontando desde atrás, cogiendo el primer grupo y batiéndoles al sprint.
La San Remo 2014 de Kristoff
El noruego tuvo años muy buenos y en especial en ese ciclo, cuando todo le salía.
Su victoria en la Milán-San Remo fue una exhibición de equipo, con un Luca Paolini de excepción en la Via Roma para dejarle sembrado el camino.
Qué poco estético ha sido siempre Kristoff, con ese casco torcido, pero qué jodida fuerza de la naturaleza cuando estaba inspirado.
Este año, en Flandes y Roubaix, he vuelto a tener esa sensación de asistir a algo único y brutal, el control y aniquilación de competencia que ha ejercido Mathieu Van der Poel en ese sentido, ha rescatado esos momentos en los que ganar uno de los cinco monumentos parece la cosa más sencilla del mundo.
Ciclistas
Mola Pidcock, mola mucho Tom Pidcock
El pequeño pero curioso bagaje que está construyendo Tom Pidcock no es desdeñable
He leído de quienes han estado cerca de él que Tom Pidcock es gallo, tiene ego, cierto aire de suficiencia e incluso de distancia.
He leído eso y me lo creo, incluso diría, que lo celebro porque en esa expresión sobrada de ciclista top se prolonga una actitud en carrera que sólo puede gustarte, y al final estamos aquí para valorar a esta gente si son buenos o malos ciclistas, no si en la vida cotidiana resultan más o menos amables.
Tom Pidcock siempre ha sido una estrella, mucho antes de pisar el Ineos y destacar en el World Tour.
Con ese «cuerpo escombro», que diría Alix, ha logrado granjearse éxitos y notoriedad por donde ha pasado, por una forma de correr que no genera indiferencia, más bien todo lo contrario, cualquier amante del ciclismo tiene que estar encantado con lo que hace Tom Pidcock en la carretera.
Él siempre se mueve, arriesga y ataca, e importa más bien poco quién sea el rival.
Lo demuestra cada invierno en ciclocross cuando se mete en las cuitas de Van Aert y Van der Poel, entre los dos, como la cuña que calza una mesa.
Lo evidenció el año pasado saliendo a por Pogacar en Amstel y Remco en Lieja
En ambas ocasiones salió desplazado hacia atrás, pero no se escondió.
Exactamente igual que ayer en la Amstel Gold Race.
Con la duda de Van der Poel activaría el rodillo, él no espero y se metió en una fuga de «mortales», eso es Hirschi, Benoot, Vansevenant…
No escatimó el relevo, tampoco rehuyó algún «ataquito» por si acaso y en el sprint se sacó la espina de esa llegada de hace tres años, aquí mismo, con Wout Van Aert.
A Tom Pidcock le vemos muchas veces a remolque, cerrando huecos, algo descolgado, pero también le vemos y con la misma intensidad que cuando coge el mando y no se deja nada.
Como dijimos el año pasado tras la Lieja es «Juan sin miedo», ha construido un carisma sólido, y apuntalado por la hinchada anglosajona, basado en presencia en carrera y triunfos, pocos, pero muy buenos.
Imagen: FB Amstel Gold Race
-
Ciclistas1 semana atrás
3 clasicómanos que se aproximarían a Mathieu Van der Poel
-
Ciclismo5 días atrás
Movistar y los puntos, esta historia me suena
-
Ciclismo antiguo3 días atrás
1994: La Flecha Valona que cambió el ciclismo
-
Ciclismo2 días atrás
Ciclista: El casco, siempre el casco
-
Noticias de ciclismo7 días atrás
Amstel Gold Race: ¿Quién puede evitar el éxito de Van der Poel?
-
Ciclismo antiguo7 días atrás
Amstel Gold Race by Jan Raas
-
Ciclismo4 días atrás
La Flecha Valona de Igor Astarloa ya queda lejos
-
Ciclistas3 días atrás
5 desenlaces de capo en los monumentos